Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

jueves, 31 de agosto de 2017

TIEMBLO DE MIEDO DE NO ESTAR PREPARADO

Algo extraño sucede en la persona humana que, estando en peligro a cada instante, no se inmuta ni toma conciencia del peligro en que vive. Y, no es que no se dé cuenta, sino que nuestra naturaleza no es capaz de reaccionar como comprendemos que deberíamos reaccionar. Algo extraño y misterioso sucede en nosotros, que, ante el peligro, no reaccionamos como pensamos deberíamos hacer.

Porque, es para morirse de miedo pensar lo que podemos perder. Y hablo desde mi propia experiencia. Pude morir, al menos estuve muy cerca de ella, y nada preparado. Es más, alejado y de espalda al Señor, aunque bien sabe Él que nunca lo tuve fuera de mi corazón, si bien, indiferente y olvidado. ¿Qué me hubiese sucedido? En aquellos momentos no era consciente de lo que me estaba jugando, y ahora tampoco, porque aunque lo pienso y tiemblo de miedo, no me parece que reacciono como debería.

Algo extraño, posiblemente el pecado, dentro de nosotros nos distrae y nos hace olvidarnos del riesgo que corremos. Incluso, llegamos a pensar que, aún sabiendo que tiene que llegar nuestra hora, pensamos que a nosotros no nos va a llegar, o nunca la vemos cerca. Es el misterio de nuestra condición humana, tocada y herida por el pecado. Por eso, remedando al buen ladrón, supliquemos al Señor que se acuerde de nosotros cuando nos llegue la hora, y que nos lleve con Él a su Reino.

Y permanezcamos, mientras caminemos por este mundo, en estado de alerta y vigilantes en la oración y en los sacramentos, fortaleciéndonos en la Penitencia, y en la Eucaristía, donde recibimos el alimento necesario para sostenernos en la fe y en la esperanza. Y, también, preparados, gastando todo nuestro tiempo en buenas obras de amor y de perdón, para llevar nuestras manos bien cargadas de esas monedas amorosas que nos pedirán en el Cielo.

Pidamos esa Gracia de sostenernos en esa actitud misericordiosa que nos dará la fortaleza y la voluntad para permanecer atento con la mirada y el corazón puestos en el Señor, para amar a los hermanos. Amén.

miércoles, 30 de agosto de 2017

GRACIAS POR TU MISERICORDIA, SEÑOR

Gracias, Señor, por esa oportunidad que me ofreces sin merecerlo. Gracias, Señor, por esa posibilidad que me das de perdón a pesar de mis culpas y pecados. Gracias, Señor, porque, mereciendo ser condenado, me ofreces tu perdón, rescatándonos con tu Muerte y Resurrección, para darnos la salvación eterna. Por todo eso, Señor, te doy las gracias, que nunca bastarán para alcanzar esa Misericordia que Tú nos das.

Hay momentos que me sobresalto cuando constato esa posibilidad de salvación que Tú, Señor nos ofreces. Porque no lo entiendo ni merecemos tal perdón. Y porque Tú no ganas nada con eso. Lo haces de forma gratuita, y soportas todas nuestras injurias, insultos, blasfemias y pecados con infinita paciencia, respondiendo con verdadero amor y misericordia. 

También, eso me ayuda a reconocer todas mis miserias y pecados, y tu grandeza, Señor. Me llena de esperanza, y no entiendo como muchos te rechazan, el saber que nos salva y que nos preparas un lugar el la Casa de tu Padre. Gracias, Señor. Pero, te pido con mucha insistencia, que nos des la sabiduría y la voluntad necesaria para corresponderte y vivir en tu palabra y verdad.

¡Sálvanos, Señor, de la incoherencia, y danos la virtud de la sinceridad y la verdad! Te rogamos, Señor, que nos llenes de paciencia y perseverancia, para no desistir ante las tentaciones, desalientos y frustraciones que la vida nos deparan, y inundanos de la alegría que se apoya en la esperanza de sabernos salvados por tu Infinita Misericordia.

 Ayúdanos, también, Señor, a ser misericordiosos con nuestros prójimos y a proclamar siempre la verdad de nuestra vida. A no escondernos ni a falsearlas. A presentarnos tal y como somos y a tener la suficiente humildad para reconocernos pecadores y pedir, confiado en tu Misericordia, el perdón de nuestros pecados. Amén.

martes, 29 de agosto de 2017

EL TEMOR AL MARTIRIO

Ante la posibilidad del martirio y de la misma muerte reaccionamos con temor. Y no sabemos cual sería nuestro comportamiento ante tal circunstancias. Somos débiles y experimentamos miedo y terror ante esa posibilidad. Eso no dice nada, sino deja muy claramente que somos humanos, débiles y frágiles.

Sin embargo, me gusta pensar que en esos delicados y decisivos momentos, la presencia y acción del Espíritu Santo, no nos falla. E invocado, hace presencia y nos fortalece y nos da valentía, paciencia, voluntad y todo lo que necesitamos para soportar con firmeza esos momentos de pasión y sufrimientos. Así es como me imagino a todos esos mártires que han dado testimonio soportando esos crueles momentos de pasión y dolor.

Claro, eso nos viene dado por nuestra confianza y fe depositada antes en el Señor. Él sabe de lo que guarda nuestro corazón, y de sus más profundos pensamientos, y nos fortalece para que podamos soportar todo dolor con paciencia y firmeza de fe. Hay momentos, después de algún sufrimiento que hayamos padecidos, bien por enfermedad u otras circunstancias, que, pasado el dolor, no llegamos a explicarnos como hemos sido capaces de soportarlo. Incluso, nuestra propia vida, mirando atrás, nos descubre la acción del Espíritu Santo que nos ha fortalecido dándonos fuerzas para superarla.

Detrás de todos esos temores se esconde ese grito y esa conciencia de sabernos protegido por el Señor. Y de decirnos que nada tenemos que temer, pues con el Señor, a pesar de experimentar dolor, Él así también lo experimentó, todo será superado y, llegará el triunfo. Es tranquilizador y esperanzado pensar que Juan goza de la felicidad eterna en el Cielo junto al Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

Y preguntarnos que, vale la pena proclamar la verdad aun a riesgo de perder nuestra vida. Porque quien pierde su vida en este mundo, la ganará para la vida Eterna. Amén.