Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

domingo, 8 de abril de 2018

AMOR MISERICORDIOSO

Resultado de imagen de Jn 20,19-31 por Fano
Lo necesito y eso me ayuda a creer. Necesito tu perdón, Señor, misericordioso por mi incredulidad, por mis pecados, por mi poca fe y por mi exigencia de pedir pruebas que convenzan mi razón humana exigente y soberbia. Sé que por mí mismo me será imposible creer, pero, apelo, Señor, a tu Amor Misericordioso para que me des la fe y poder seguirte de palabra y de obras.

Gracias, Señor, por experimentarme necesitado, y también por reconocerme pecador. Gracias, porque ese tomar conciencia de mis limitaciones y necesidades me impulsa a buscarte y a escucharte. También te pido, Señor, que me des un corazón humilde, pequeño y dócil a tu Palabra. Porque, como los apóstoles, tengo miedo y debilidades que, fácilmente, me pueden y me apartan de Ti.

Yo quiero creer sin necesidad de ver, pero me es imposible sin tu Gracia. Como Tomás necesito meter mis dedos en tus llagas y adentrar mi mano en tu costado. Perdona, Señor, mi osadía y dame la fe que necesito para adorarte y reconocerte mi Dios y Señor. Sé que tengo que poner mucho de mi parte, pues esa libertad que has puesto en mí  me delata como responsable y me exige responder. Y trato de hacerlo, a pesar de las dificultades que la vida me presenta.

Dame, Señor, la sabiduría de saber esperar y aguardar tus señales y de perseverar en tu presencia humildemente sin desesperar ni exigir nada. Dame, Señor, el conocimiento de permanecer en tu silencio y de encontrarlo en mi humilde y pobre corazón. En él quisiera permanecer y abandonarme para dar respuesta a todas mis ambiciones, interrogantes y anhelos desde tu Amor Misericordioso.

Y, por último, Señor, te pido en este día la Paz. Esa Paz que Tú siempre ofreces y das a todos aquellos a los que te presentas y confían en Ti. Yo, Señor, quiero también acogerme a esa Paz que, viniendo de Ti, nos llena de gozo, de felicidad y de amor. Amén.

sábado, 7 de abril de 2018

EL OBSTÁCULO DE NUESTRA INCREDULIDAD

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Nos cuesta mucho creer y fiarnos. Y más cuando esa persona nos ha fallado en algún momento. Una vez perdida la confianza, la fe se antoja casi imposible de recuperarla. Por eso, es muy importante cuidar mucho nuestros actos respecto a la confianza con el otro. 

Pero, también es muy importante sostenernos en la confianza de aquella persona que, puesta en tela de juicio, mantiene su verdad y su honor. Debemos ser perseverantes y no claudicar hasta que su presunción de inocencia no sea desvelada. Somos muy inclinados a desconfiar y a no creer, y más de aquellos que su credibilidad está excluida, como es el caso de la mujer en el tiempo de Jesús. La confesión de María Magdalena  no fue tenida en cuenta por los apóstoles. Su testimonio no tenía valor para ello.

Pero, tampoco creyeron a los de Emaús, y al mismo Jesús le pusieron en duda. Somos incrédulos y nos cuesta creer. Y Jesús nos lo echa en cara: Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».

Pero, ¿qué ocurre hoy? También nosotros somos unos incrédulos, porque no creemos el testimonio de los apóstoles. ¿Qué queremos, que se nos aparezca a cada uno de nosotros? Porque, si se te aparece a ti, yo no te creeré, y así viceversa. No confiamos en la palabra de los apóstoles y en el Evangelio. Para empezar tenemos que reconocer nuestra dureza de corazón y nuestra incredulidad.

Y, te pedimos, Señor, que transformes nuestro corazón de piedra en uno de carne, más tierno y suave y dispuesto a conmoverse y a creer en tu Amor. Un corazón abierto a tu llamada, a tu Palabra y confiado en tus actos de Amor. Porque, Tú, Señor, siempre has dado cumplimiento a tu Palabra y nada en Ti ha dejado de cumplirse. Tú siempre, Señor, dices la Verdad, pues eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

viernes, 6 de abril de 2018

TIENES DELANTE DE TI A LA VIDA ETERNA

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.

(Después del paréntesis del viernes Santo, donde acompañamos al Señor en su Pasión y muerte, retomamos de nuevo nuestro rosario de cada viernes).

Cada aparición de Jesús nos advierte sobre la Vida Eterna. Porque, Él ha Resucitado y su Palabra está llena de Vida Eterna. Ha vencido a la muerte, por lo tanto, la Vida será para siempre, es decir, eterna. Sin embargo, nosotros en el mundo estamos cegados y confundidos con las cosas de este mundo. ¿Acaso no vemos que Jesús ha Resucitado? Cuan pequeños somos cuando con tantas pruebas de amor no llegamos a entender que Jesús ha Resucitado y nos quiere también resucitar a nosotros en la hora de nuestra muerte.

Tendremos que reconocer nuestra pequeñez y limitada vida. Somos débiles y muy indefenso. Cualquier tentación nos vence y nos desvía del camino recto. Necesitamos la presencia del Señor y su Gracia para poder enfrentarnos a todas esas tentaciones, sufrimientos y adversidades que la vida en este mundo nos presenta. Por eso, Jesús insiste en darnos pruebas de su Resurrección. Está vivo y anda entre nosotros.

No desaprovechemos esta ocasión que se nos presenta en nuestra vida. Pidámosle sabiduría para discernir bien los caminos por los que andamos, y, sobre todo, conocimiento para darnos cuenta de que tenemos que estar cerca de Él en cada momento. Los peligros son muchos y nuestra debilidad nos hace vulnerable al pecado. Por eso, necesitamos abrir los ojos para verle, pues está delante de cada uno de nosotros. Tengamos esa confianza que nos ayude a descubrirle en todos los instantes de nuestra vida.

Ven, Señor, y enciende en cada uno de nosotros la luz que nos ilumine y nos renueve, creando en cada uno de nosotros un corazón nuevo, capaz de amar y sentirse amado por Ti. Danos la paciencia y la perseverancia para no desanimarnos y esperar que Tú te hagas presente, cuando quieras, en nuestras vidas. Tengamos la fe de acudir a su banquete eucarístico al que estamos invitados, y a alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre.

No perdamos esa gran oportunidad que nos invita a estar, no ya cerca de Él, sino en Él, que vive y se confunde con cada uno de nosotros. Pidamos aumentar nuestra fe y ser dóciles y sumisos a su Palabra. Amén.