Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 27 de abril de 2018

SÓLO DARTE GRACIAS, SEÑOR

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.

No hay otro camino sino el que Tú, Señor, nos señala. Cada día entiendo menos como la gente vive tan ciega y engañada por los ruidos de este mundo, que todo lo que contiene es efímero y tiene sus días contado. En todo aquello que termina no se puede encontrar esa felicidad que, tanto tú como yo, buscamos, porque, la felicidad exige eternidad.


Jesús nos lo dice hoy claramente. Sí, porque a través del Evangelio nos habla todos los días, y hoy nos lo dice con gran claridad: Juan 14, 1-6 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os...


¿Significa eso que nos invita a vivir contigo eternamente? ¿Tú, el Señor, el Creador de todo lo que se ve y lo que permanece escondido a nuestros ojos? ¿Se puede pedir más? Ante esta confesión, Señor, sólo puedo pronunciar una palabra: Gracias. Gracias, Señor, por tanto amor. Porque, amar significa eso que Tú tan pacientemente nos demuestras, nos testimonia y nos enseña.

No merecemos nada y, sin embargo, Tú nos perdonas y nos hace hijos del Padre y nos revelas que has ido a prepararnos una mansión junto al Padre. ¿Cómo tanto regalo y gloria? Nunca lo entenderemos hasta estar delante de Ti y, por tu Gracia, ser iluminados para darnos cuenta y verte claramente, Señor. Por eso, hasta tanto, danos la Gracia de perseverar, de seguirte, de ser dócil a tu Palabra y de permanecer constante a tus mandatos que, cada día, nos derramas y nos dirige en tu santo Evangelio que tan santamente cuida y conserva tu Iglesia. Nuestra santa madre la Iglesia.

Sí, Señor, danos la fortaleza, la sabiduría y la paz para no dejar nunca, hasta llegar a Ti, de seguirte, porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

jueves, 26 de abril de 2018

PALABRA Y OBRA

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Todos entendemos perfectamente lo que significa sal y luz. Todas sabemos las propiedades de la sal y su utilización y servicio para la vida de los hombres. En tiempos más antiguos, precisamente lo de Jesús, la sal era algo casi indispensable que se usaba para la conservación de los alimentos y para darles gusto a las comidas. Hoy ya ha sido sustituida por las neveras y refrigeradores, pero todavía es indispensable para dar ese gusto necesario a las comidas.

El creyente debe también convertirse en sal en su vida apostólica. Debe emular a la sal y dar ese gusto por la escucha de la Palabra y por el amor a los hombres. Debe desprender ese aroma que contagia y que invita a los demás a vivir en el amor que se desprende de la Palabra de Dios. Y, de la misma forma, dar luz e iluminar el camino que nos lleva a identificarnos con el Señor y a seguirle.

Sal y luz que deben convertirse en buenas obras y enseñanzas de la Palabra. Porque, tus obras están respaldadas por tus palabras, y llegas a realizarlas por el conocimiento de la Palabra. Esa Palabra de Dios que debemos escuchar y luego revestirla de sal y luz para contagiar al mundo.

Pidamos esa capacidad y esa sabiduría para, desde la humildad y el servicio, salar y alumbrar nuestros ambientes con esa sal y luz que desprende nuestro corazón creyente apoyado en el Espíritu Santo que nos asiste y nos guía. Pidamos que nuestra vida cristiana esté revestida de la sal y la luz evangélica que salen y alumbren a todos aquellos que se relacionen con nosotros.

Pidamos también que perseveremos en la frecuencia de los sacramentos, Eucaristía y confesión, que nos provena de sal y luz para alumbrar los caminos de nuestras vidas contagiando de verdad, justicia, amor y paz. Amén.

miércoles, 25 de abril de 2018

CONFIADOS EN SU AUXILIO

Resultado de imagen de Mc 16,15-20
No es empresa nuestra ni algo que nosotros hemos inventado. Sería absurdo pensar que detrás de este empeño, de este esfuerzo y trabajo hay alguna ganancia material. Y si así fuera, la empresa a proclamar no sería rentable, pues conlleva mucha renuncia, mucha abnegación y mucho esfuerzo con riego, incluso de tu propia vida. El reino no está en este mundo, y eso implica ya la fe. 

Quienes emprenden ese camino se fían y arriesgan sus vidas hasta el extremo de perderla sin espera de ninguna recompensa en este mundo. Todo está puesto en las manos y abandonado en la Palabra del Señor. No hay más esperanzas. Es el amor incondicional y desinteresado quien nos empuja cada día a la lucha diaria por darnos, por renunciar y servir. Y eso no se puede inventar ni tampoco desear por interés o por alguna ganancia mundana.

La misión exige compromiso y fe. Fiarnos de la Palabra del Señor, y abandonarnos en la presencia del Espíritu Santo, que ha bajado del Cielo, para, tras la Ascencion del Señor, acompañarnos en la tarea de cada día, para auxiliarnos y darnos la fortaleza que nos sostenga en la batalla de cada día. Pero, también para asistirnos y darnos la sabiduría, poniendo en nuestra boca, las palabras y todas las señales que necesitamos, tanto hacer como decir y testimoniar.

No es cosa de los hombres, ya lo dijo Gamaliel en el Sanedrín, -Hch 5,39- sino que se trata del plan de salvación que Dios ha pensado para salvar a todos los hombres de la esclavitud y la perdición del pecado. Por eso, confiados en tu Palabra y su auxilio, te pedimos, Señor, que nos ilumine, que nos fortalezcas, que nos capacites y que nos llene de la paciencia necesaria para llevar a cabo ese mandato de proclamar la buena Noticia a todo el mundo.

Y danos la fe, esa fe de ponernos en tus Manos y creer firmemente en tu Palabra fiándonos de todo lo que nos dice y obedeciendo en todo lo que nos mandas. Porque, sólo Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna. Amén.