Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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martes, 8 de junio de 2021

EN LA MEDIDA QUE SOY SAL Y LUZ, SEÑOR, MI VIDA DESCUBRE Y AFIRMA MI FE

 

A veces tengo la sensación de ser un disco rayado y repetitivo. Puede parecer así, pero no me cansaré de repetir y repetir, Señor, que quiero seguirte y que Tú eres la Sal y la Luz que quisiera imitar y ser. Como Tú me has dicho - Lc 11, 5-13 -  insistiré, llamaré y tocaré para que mi vida, según tu Palabra, tenga sentido y sea sal y luz. Porque, en definitiva, lo que importa, Señor, es hacer tu Voluntad.

La prueba de mi fe es la sal y luz que mi vida sea capaz de dar en su camino de cada día. Una sal y luz que contagie según tu Palabra y que, sin ser excesiva que, en lugar de salar y dar gusto, desale y vuelva desabrida la vida, así como la sumerja en sombras privándola de la luz, dé ese sabor evangélico de amor y oriente en el camino verdadero hacia Ti, Señor.

Por y para eso, Señor, te pido ser sal y luz según tu Palabra y tu Voluntad. Ser fiel, a pesar de mis debilidades y pobreza, y sostenerme siempre firme en tu Palabra, sin dudas ni titubeos. Gracias, Señor.

lunes, 26 de abril de 2021

QUIERO, SEÑOR, SER LUZ Y SAL

 

Soy consciente de mis debilidades y frustraciones y, por lo tanto de que en muchas ocasiones de mi vida, en lugar de ser sal, soy desabrido e insípido, y, en lugar de ser luz me vuelvo tiniebla. Por eso, Señor, me acerco a Ti para que transformes mis desabores en sabores, y mis tinieblas en luz. Mi vida quedará opaca y sin sabor sin tu presencia en mi corazón. 

Dame, Señor, esa sal que llena de alegría y esperanza, y esa luz que alumbra y guía mi camino y me conduce hacia Ti, luz y sal del mundo que nos libras de las tinieblas. Sé que algo he de poner de mi parte, pues me has creado libre y regalado unos talentos que debo poner en juego, pero, mi capacidad es limitada y pobre. Reconozco que soy un pecador y necesito de Ti, Señor, para que mis obras sean buenas hasta el extremo de que reflejen tu luz y sean esa sal que huela y dé sabor a tu Infinito Amor Misericordioso.

Por todo ello, Señor, te ruego que llenes mi pobre corazón de tu Sal y tu Luz para que en los ambientes de mi vida pueda yo ser reflejo de Ti, y mis obras hablen y descubran tu presencia. Quisiera ser tan bien intencionado y justo para que todas mis obras sean reflejo de las tuyas, Señor, y descubran tu presencia en mí a todos aquellos que se acerquen y salgan al paso de mi vida. Amén.

martes, 9 de junio de 2020

UN MUNDO LLENO DE SABORES Y OSCURIDADES

La sal de la tierra | Sal de la tierra, La luz del mundo, Verdades ...
En un mundo lleno de sabores y oscuridades se hace difícil dar el sabor de la Verdad y la Luz que conduce a la verdadera y única salvación. Entre muchos sabores es difícil destacar el verdadero gusto que supere sin confundir a toda esa diversidad de gustos que esconden el punto de la verdadera sal que da el verdadero sabor. Un mundo lleno de tentaciones y de placeres desvirtúa la sal que llena y gusta del amor de Dios. Se hace necesario ahogar los gustos superfluos y falsos que nos llenan de espejismos para que sobresalga el verdadero gusto que realmente sala de verdad al mundo.

Lo mismo decimos de la luz. Un mundo rodeado de sombras que nos satisfacen y evitan el sol que, a pesar del calor, nos purifica y nos alumbra el camino de verdadera salvación, hace que sea difícil sostenernos y, más, alumbrar para otros el verdadero camino. Ser luz en este mundo es misión imposible para cada uno de nosotros si prescindimos de la verdadera Luz que es Espíritu Santo, que ha bajado sobre nosotros en la hora de nuestro bautismo para asistirnos, auxiliarnos y alumbrarnos el camino hacia la Casa del Padre.

Por eso, nuestra sal y nuestra luz debemos tomarla de la fuente de Sal y Luz que viene del Cielo. Porque, seremos sal y seremos luz en la medida que nuestro corazón se abra y deje entrar a la acción del Espíritu Santo. Un Espíritu Santo que nos dirige y nos conduce por el camino de la Verdad y que nos aporta esa sal y luz que debemos de ser para contagiar del amor de Dios por donde discurre nuestro vivir de cada día. Pidamos al Señor que realmente seamos sal y luz para que nuestra palabra sea coherente y consecuencia de nuestra vida. Amén.

domingo, 9 de febrero de 2020

DANOS, SEÑOR, EL SABOR DE CONTAGIAR Y ALUMBRAR A LOS DEMÁS

Resultado de imagen de Mt 5,13-16 por Fano
Se trata de vivir en la verdad y la justicia. Se trata de vivir en la humidad y en la mansedumbre. Se trata de tener limpio el corazón de toda impureza y alejado de todo mal. Se trata de vivir desde un espíritu pobre alejado de las riquezas que tientan tu vida y te alejan de la caridad y el amor. Se trata de no pasar indiferente ante el sufrimiento de los que sufren y padecen injusticias y miserias. Se trata de ir junto a aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Se trata de no ser inflexibles ni exigentes, sino de comprender, animar y levantar dando misericordia. Se trata de irradiar paz a nuestro derredor y de defender la justicia y la verdad hasta el extremo de incluso de perder la vida. 

Y todo eso, Señor, no lo podremos vivir sin la asistencia y el auxilio del Espíritu Santo. Por eso, Señor, es fundamental el inicio de nuestra vida cristiana con el bautizo, porque, en él recibimos al Espíritu Santo y con Él podemos superar todas las dificultades y adversidades que nos impiden cumplir con nuestra actitud y deseo de vivir en la verdad y la justicia desde la luz de la Palabra de Dios.

Somos conscientes, Señor, de nuestras dificultades y de nuestra pobreza. Somos conscientes de nuestra fragilidad ante las seducciones del mundo y, tentados por ellas, nuestra luz se apaga y nuestra sal se pudre y dejamos a nuestro mundo particular, el que nos toca dar luz y salar, en tinieblas y desalado. Por eso, Señor, conscientes de nuestra pobreza, limitaciones y pecados, te pedimos que nos des la voluntad y la sabiduría para, sostenidos en tu Palabra, contagiarla e iluminarla a los demás. Amén.

martes, 11 de junio de 2019

SAL Y LUZ PARA SER BIENAVENTURADO

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Ayer le pedía al Señor que me diera la Gracia de ser de los bienaventurados. Eso significaba que tendría que esforzarme en vivir las bienaventuranzas y que necesito su Gracia para poder vivirlas. Porque, para darme, compartir, ser desprendido y renunciar a todo lo que mi humanidad desea, necesito la Gracia del Espíritu Santo y que derrame esos dones que me den la fortaleza y la voluntad para superar todas mis apetencias carnales que me impiden ser bienaventurado como Jesús señala.

Pero, no sólo debo darme sino ser luz y sal. Luz para alumbrar el camino a otros que están en la oscuridad, y sal para darle gusto a la vida de la Gracia para gozar compartiendo y dándote a los demás. Experimento, Señor, que eso me ha atraído toda mi vida. Y, ahora, consciente de ello te doy las gracias por perseverar al menos en esa actitud. Pero, también soy consciente que he fallado mucho y te he defraudado muchas veces. Y eso me hace descubrir tu Infinita Misericordia, porque, de merecer nada merezco. Todo lo que me das es gratis y pura Gracia.

Ahora, Señor, quiero pedirte que sea, aunque sea una pequeña llamita, algo de luz para los que se mueven en mi entorno. Un poco de orientación y claridad para los que en mi familia viven en la oscuridad. Un poco de lumbre que calienten, muevan e impulsen sus corazones hacia Ti. Y, también, que mis palabras y obras contengan un poco de sal para que contagie humildemente y les mueva a encontrarte o, al menos, buscarte. 

Sé, Señor, que soy muy poca cosa y que, más que dar ejemplo puede ser que consiga lo otro, dar mal ejemplo. Pero, creo en Ti y en tu Misericordia y espero que transformes mi corazón. Yo, Tú lo sabes, quiero y lo intento. Es posible, no lo niego, que no ponga todo lo que puedo, pero en eso, Señor, te pido que me ayudes porque a veces descubro mi pobre capacidad para superar mis debilidades. En Ti confío, Señor.

jueves, 26 de abril de 2018

PALABRA Y OBRA

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Todos entendemos perfectamente lo que significa sal y luz. Todas sabemos las propiedades de la sal y su utilización y servicio para la vida de los hombres. En tiempos más antiguos, precisamente lo de Jesús, la sal era algo casi indispensable que se usaba para la conservación de los alimentos y para darles gusto a las comidas. Hoy ya ha sido sustituida por las neveras y refrigeradores, pero todavía es indispensable para dar ese gusto necesario a las comidas.

El creyente debe también convertirse en sal en su vida apostólica. Debe emular a la sal y dar ese gusto por la escucha de la Palabra y por el amor a los hombres. Debe desprender ese aroma que contagia y que invita a los demás a vivir en el amor que se desprende de la Palabra de Dios. Y, de la misma forma, dar luz e iluminar el camino que nos lleva a identificarnos con el Señor y a seguirle.

Sal y luz que deben convertirse en buenas obras y enseñanzas de la Palabra. Porque, tus obras están respaldadas por tus palabras, y llegas a realizarlas por el conocimiento de la Palabra. Esa Palabra de Dios que debemos escuchar y luego revestirla de sal y luz para contagiar al mundo.

Pidamos esa capacidad y esa sabiduría para, desde la humildad y el servicio, salar y alumbrar nuestros ambientes con esa sal y luz que desprende nuestro corazón creyente apoyado en el Espíritu Santo que nos asiste y nos guía. Pidamos que nuestra vida cristiana esté revestida de la sal y la luz evangélica que salen y alumbren a todos aquellos que se relacionen con nosotros.

Pidamos también que perseveremos en la frecuencia de los sacramentos, Eucaristía y confesión, que nos provena de sal y luz para alumbrar los caminos de nuestras vidas contagiando de verdad, justicia, amor y paz. Amén.

miércoles, 26 de abril de 2017

¡SEÑOR, QUIERO SER SAL Y LUZ!


¿Qué será de mí, Señor, si no soy sal y luz que alumbre mi camino por este mundo? Esa es mi lucha y mi batalla, y también mis miedos y temores. Dame la paz de ser paciente y confiado en tu Palabra y perseverante en ella. Dame la sabiduría de saber derramar humildemente tu Evangelio y tu Palabra de salvación.

Despójame, Señor, de todas mis ataduras e inclinaciones al mal, y fortalece mi voluntad para hacer la Tuya. Ilumina mi vida y llénala de sentido, de alegría y de paz, para que también pueda ser luz, aunque pequeña, para otros. Y, también, Señor dame la capacidad de aceptar mis limitaciones y mis fracasos, y de saber que, todo me viene regalado de Ti, y como tal debo darlo yo a los demás.

Y en ese sentido y actitud seré, como Tú me indicas hoy, sal y luz para los que me rodean en mi camino hacia Ti. Dame esa paz y paciencia que necesito para aceptar todas las dificultades, y también fortaleza para vencer las seductoras tentaciones que este mundo ofrece a mi débil humanidad. Lléname, Señor de tu Espíritu para, fortalecido en Él, ser fuerte y vencer el mal que me asedia y me tienta.

Revísteme, Señor, de esa capacidad de ser coherente y de poner mi vida en proporción a mi fe, para que mis actos vayan de acuerdo con mis pensamientos y mi forma de vivir. Pero, también, a saber aceptar tu voluntad y las dificultades que surgen en mi propio camino ocasionadas por los otros. Darme cuenta que en muchos momentos obedecer y aceptar la voluntad de los que están junto a mí puede ser el detonante para lograr lo que creo debo hacer.

A veces, la obediencia, a pesar de que sea algo que nos parece equivocado, puede ser el camino para lograr lo que realmente pensamos y queremos hacer en el Espíritu Santo. Pidamos al Espíritu que nos dé esa sabiduría y esa Gracia para siempre dejarnos llevar por Él. Amén.

domingo, 5 de febrero de 2017

SER REFLEJO DE TI, SEÑOR

Revisteme, Señor, de tu Gracia, para que en cualquier momento de mi vida todos mis actos sean reflejo tuyo. Porque eso es lo que realmente quiero, Señor, pero lo que no puedo hacer. Como diría Pablo, hago lo que no quiero hacer, y no hago lo que quiero. Esa es la lucha diaria de mi vida; esa es la perenne y constante intranquilidad de cada día y el deseo ardiente de respuesta a tu Palabra.

Hoy, no quiero dejar pasar este hermoso momento para pedirte esa Gracia. La Gracia de vivir en tu Palabra y de no cesar de esforzarme en hacer las cosas como Tú quieres. La Gracia de responder según tu Voluntad, escuchándola y haciéndola. La Gracia de no desfallecer, porque sé que soy débil y fácil de ser tentado y de acomodarme en la pereza, las pasiones y el desenfreno. Fácil de dejarme ir y de perderme.

Quiero, Señor, y Tú lo sabes mejor que yo, seguir tus pasos. Mi vida no significa nada y pierde todo su valor si no estoy contigo. Todo pierde su sentido cuando Tú te quedas fuera. Y no me siento bien cuando mi sal se desala y mi luz se hace oscuridad. Quiero salar y alumbrar. Salar la vida y llenarla de tu perfume y de tu sabor. Desprender ese gusto que da gozo y alegría el saborearlo y paladearlo. Quiero, Señor y sé que sólo en Ti y por Ti puedo hacerlo.

Pero, también, al mismo tiempo, quiero ser luz. Luz, como Tú, para alumbrar todos los rincones de mi vida oscuro y sombríos. Quiero que los que circulen en mi misma dirección queden alumbrados por la luz que irradia mi corazón reflejada del tuyo. Quiero, Señor, ser esa sal y esa luz de la que Tú me hablas hoy en tu Evangelio. Quiero, Señor, y te lo pido con toda mis fuerzas y todo mi ser. 

En Ti confío, Señor, y, para ello, quiero esforzarme y poner todo de mi parte. Todo lo que me has dado y que tengo que poner a negociar para bien de los demás. Quiero, Señor, que mis humildes y pobres manos vayan llenas de esfuerzo y de amor, aunque con poco rendimiento, a la hora de presentarme ante Ti, y confiar, abandonándome en tus Brazos, en tu gran Misericordia. Amén.

martes, 7 de junio de 2016

¿DOY GUSTO Y ALUMBRO LA VIDA DE LOS QUE ME RODEAN?




Ser sal y luz es la meta que todos nos proponemos. Aunque muchos no lo sepan ni lo tengan presente, todos buscamos y nos gusta ser sal y luz. Porque los somos cuando transmitimos un mundo de esperanza, de futuro, de salvación. Y eso lo hacemos cuando, confiados en el Señor, cantamos sus alabanzas y glorias según su Palabra.

Uno de nuestros grandes errores es buscar esa alegría y testimonio en cosas grandes, heroicas o que llamen la atención. ¿Dónde se dice eso? No se trata de eso, simplemente se trata de amar. Y amar se hace desde lo pequeño a lo grande. Donde estés y donde la vida te exija esa sonrisa, esa palabra de esperanza, ese servicio o esa repuesta agradecida.

En cualquier instante y momento de nuestras vidas podemos ser sal y luz. Y lo somos cuando eres capaz de guardar silencio y con debida prudencia tratar de no herir; cuando te esfuerzas en ser respetuoso y mirar si estás marginando a alguien; cuando miras y te preocupas por que el otro se sienta bien y atendido; cuando tratas de, más que hablar, vivir tu amor. Porque lo que convence no son tus palabras ni las mías, sino cuando comprobamos y experimentamos que tus palabras coinciden con tu vida.

¿Qué pensarían de mí si lo que digo no se corresponde con mi vida? Indudablemente, ¡todo se vendría abajo!, ¿no? Otra cosa es que mi vida presenta fallos, debilidades, errores y fracasos, y en muchos instantes pierdo el control y no doy buen ejemplo. Eso, simplemente, significa que soy pecador, pobre y mísero, y que, por eso, como todos ustedes necesito el Perdón y la Misericordia de Dios. El único Perfecto.

Por eso, insistentemente y sin desfallecer, no dejemos de pedir a cada instante la fortaleza y la voluntad de estar siempre dispuesto a ser sal y luz, y con nuestro humilde esfuerzo en el Espíritu Santo, contagiar de alegría y esperanza este mundo y alumbrarlo hacia la Casa del Padre, el lugar donde ya la alegría y la paz estarán eternamente presente. Amén.

martes, 26 de abril de 2016

SAL Y LUZ CONSECUENCIA DEL AMOR



Es posible que en muchos momentos de tu vida hayas decidido y deseado ser sal y luz. Es decir, te has esforzado en animar aquella fiesta, dar alegría a todos y aliviarles la vida un poco a los demás. Querías, ese día, que nadie se sintiera triste y, menos, derrotado. Te experimentabas sal y luz, porque con tu actitud te esforzabas en darlas.

Pero, lo que realmente estabas haciendo era amar. Porque cuando amas y te esfuerzas en ello te conviertes en sal y en luz. Con tu actitud de escucha, de atención, de servicio, de comprensión, de misericordia, de compartir empiezas y estás amando. Luego, instantáneamente, te conviertes en sal, porque das gusto a esos momentos y sentido a la alegría o sufrimiento que se vive al instante.

Y, al dar sentido, mueves a la esperanza y alumbras el camino de aquellos que se sentían bloqueados, tristes, acorralados y desalentados. Les señalas con esperanza la vereda para seguir caminando y dando pasos hacia la Luz definitiva y verdadera.

Hoy, Señor, te pedimos esa Gracia. Danos paz, sabiduría y fortaleza para ser sal y luz en este mundo hasta llegar al que Tú nos preparas y habilitas. Esa esperanza de pasar, para Siempre, junto al Padre la eternidad plena y gozosa que no podemos ni imaginar ni meterla en nuestras pobres y humildes cabezas.

Gracias, Señor, porque con tu Palabra eres la Luz que nos alumbra el camino cada día, tal y como canta el salmo de hoy: "Lámpara es tu Palabra para mis pasos, Luz en mi sendero".

Y eso queremos pedirte. Nada más y nada menos que eso. Lo único y verdaderamente importante de este mundo. El verdadero Tesoro. Que toda nuestra vida sea un caminar firme, a pesar de nuestras caídas, fracasos, errores y pecados, levantándonos al olor de la sal y la luz que nos dan esperanza y vida. Amén.

martes, 9 de junio de 2015

EL RETO DE SER SAL Y LUZ



Diremos que no mete goles aquel que no tira a puerta. Es lógico que para marcar hay que tirar y quien no tira no falla, pero tampoco marca. El riesgo es imprescindible para conseguir algo, y para ser sal y luz hay primero que vivir para luego contagiar y alumbrar.

Quien no se preocupa por nada, difícilmente tiene oportunidades para comprometerse y darse, y menos para ser sal o luz. Ser sal necesita transparencia, sencillez, humildad, servicio y obras, porque sin obras la sal no sala, ni la luz alumbra. Pero tampoco la sal y la luz, solo con obras, salan y alumbran, necesitan la verdadera Sal y la verdadera Luz para que, sus obras, den el punto salado y la luz necesaria que reflejen el Rostro del Señor.

Aparta de nosotros, Señor, la tentación de querer salar y alumbrar con la sal y la luz de mi propia vida sin contar contigo, porque Tú eres la Verdadera Sal y Luz que salas y alumbras mi vida y la de los demás. Dame la capacidad de, como la sal y luz, ser instrumento para endulzar y señalar de forma nítida los caminos por los que Tú, Señor, quieres hacerte el encontradizo con cada uno de nosotros. Y de transmitirlo con mi vida y palabra por la acción del Espíritu Santo.

Dame la valentía de aceptar el reto de hacer de mi vida sal y luz para dar sentido y claridad a a la vida de todos aquellos con los que tropiezo y me relaciona. Dame la sabiduría de saber hablarles no solo con palabras, sino también con mi vida. Pero, sobre todo, saber escucharles guardando silencio y respetando sus ideas a pesar de que a mí me parezcan torcidas.

Quizás muchos esperan tu oposición y disputa para que les sirvas como prueba y ejemplo que les asista para justificar su rechazo. Porque no se trata de convencer, sino de proponer con amor que Jesús busca y quiere nuestra salvación.

martes, 10 de junio de 2014

INSALUBRE Y PENUMBRA



No llego a dar el sabor y la luz necesaria, no sólo para saborear y alumbrar mi propia vida, sino menos aún para servir de condimento y luz para dar gusto y saborear las de otros que caminan en mi mismo camino. Mi sal se corrompe fácilmente, y mi luz se apaga a la menor brisa de soplo del aire de este mundo.

Mi vida se vuelve insípida y oscurecida porque mi sal y mi luz se contaminan con el pecado. Necesito lavarme en tu Sangre Señor para que mi sal se vuelva gustosa y dé sabor a tu Palabra, y mi vida se vuelva luminosa y alumbre mis pasos y los pasos de los que caminen conmigo.

Da, Señor, sabor a la pobre sal de mi vida y enciende la luz de mi corazón para que, por la acción de tu Espíritu, mi vida se vuelva sabrosa y luminosa para todos aquellos que se acerquen a mí. Dame también la perseverancia de mantener la sal de mi vida limpia y conservada para que ayude a conservar la vida de los que están próximos a mí en tu Palabra.

Señor, que la sal y la luz de mi corazón se mantengan regadas por la acción de los dones del Espíritu Santo y que por los caminos que avance en mi vida den siempre testimonio de tu Palabra y tu Amor. Amén.

domingo, 9 de febrero de 2014

TÚ, SEÑOR, ERES LA FUENTE DE LUZ



No puedo alumbrar con luz propia Señor, porque mi luz es pobre, deficiente y finita. Deja muchas sombras y caminos oscuros que no son posibles de recorrer. Necesito una Fuente inagotable y llena de Fuerza para que mi luz sea una luz clara, firme, poderosa y capaz de iluminar todo el camino para los que, junto a mí, quieren recorrerlo.

Y no puedo subir tan alto porque mi debilidad es tal que me puedo caer y no levantarme más. Dame Tú Señor la Fuerza para sostenerme en lo más alto de la montaña para que mi luz se pueda divisar de todos los lugares y rincones de mi vida. Haz de mi corazón un rincón donde Tú seas el centro de todas mis atenciones. Un rincón para orar solamente para Ti.

Y que esa oración genere la sal suficiente para que todos los que se acercan a mí queden impregnados de tu aroma y de tu Gracia, Señor, y puedan saborear el gozo de permanecer en Ti. No permitas que mi sal se corrompa y se pudra, así como mi luz se extinga y se apague. 

Dame el calor que la separe de las aguas estancadas para que den sabor a la vida y enciendan la luz que la ilumine.