Jesús, tu humanidad me sobrecoge. Tu amor, mezclado en ese misterio de iniquidad, me deja sin palabras. Me postro ante tu cruz. Beso tu cruz. Te adoro. En ella veo a todos los crucificados de este mundo: los que sufren violencia, los que están empobrecidos, deshumanizados, los que padecen enfermedades incurables, soledad, abandono, marginación. Dame valentía y creatividad para trabajar por un mundo más humano. Abre mi vida a la ternura entrañable, a la solidaridad compasiva. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina
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