Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 10 de junio de 2018

RECONOZCO MIS PECADOS

Resultado de imagen de Mc 3,20-35
Es lo primero que hacemos en la Eucaristía, reconocer que somos pecadores y que queremos abrirnos al Espíritu Santo para que haga de nosotros su templo. Es esa la actitud del cristiano, experimentar dolor de contrición y pedir perdón por sus pecados. De lo contrario pecamos contra el Espíritu Santo y le impedimos entrar en nosotros para ser perdonado. Por eso, el pecado contra el Espíritu Santo no se perdona, pues no le damos opción a que nos perdone.

Es lo que hicieron aquellos escribas cuando tacharon a Jesús de estar en complicidad con el demonio. Algo disparatado pensar que el mismo demonio iba a ir contra él, en lugar de pensar que el poder del Señor superaba al demonio. Pidamos nosotros el reconocernos pecadores y suplicar la Misericordia de Dios para el perdón de nuestros pecados. Porque, esa es la imprescindible condición para recibir el perdón, reconocernos humildemente pecadores.

Incluso, tiene sentido, porque para ser perdonado hay primero que reconocerse culpable. Gracias, Señor, por sabernos pecadores y humildemente reconocernos culpables suplicándote que nos alcance tu generosa misericordia y recibamos tu perdón.También nosotros en muchos momentos nos revelamos contra los planes del Señor y pensamos que nos manda cosas imposibles o que lo que hace no lo entendemos y hasta podemos llegar a pensar que su Iglesia está fuera de sí. De hecho hay diferencias que nos separan y que nos impide acercarnos.

Abramos nuestros corazones y pidamos perdón por todos nuestros pecados y pensemos que lo que verdaderamente importa es amar según la Voluntad de Dios. Son esos, los que se esfuerzan en cumplirla los que son nuestros hermanos y nuestras madres. Precisamente, su madre María, la primera en cumplir la Voluntad de Dios.

martes, 14 de noviembre de 2017

RECONOCER NUESTRA PEQUEÑEZ

A pesar de escucharlo, como otras tantas cosas, se nos hace difícil darnos gratuitamente. Y se nos hace difícil porque nos cuesta reconocer nuestra inutilidad y nuestra total dependencia de Padre Dios. No somos nada. Todo le pertenece, incluso nuestra vida. De Él venimos y a Él iremos. Sin embargo, el pecado está permanente ahí. La arrogancia con la que el hombre se hace dueño del árbol de la Ciencia del bien y del mal rechazando a Dios.

Incluso, experimentamos la sensación de agradecimiento por parte de Dios cuando hacemos alguna obra buena. Nos creemos, aunque inconscientemente, que Dios nos agradece todos nuestros buenos actos y que le hacemos un favor cuando obramos bien. ¡Qué necio somos! Cuando todo nos ha sido dado gratuitamente para nuestro bien y salvación.

Realmente, debemos ponernos en oración y pedirle al Señor que nos dé esa sabiduría divina de sabernos sus hijos, y sin ningún mérito para recibir recompensa. Todo lo que tenemos le pertenece y ya es mucho, pues nos ha sido dada la vida y el gozo de vivir con alegría y paz en su presencia. Toda recompensa sobra, pues somos nosotros mismos, por decirlo de alguna manera, nuestra propia recompensa.

Por lo tanto, perdona, Señor, todos nuestros pecados y nuestras suficiencias y danos la necesaria humildad para, no sólo reconocer, sino creérnoslo de verdad y experimentarlo en lo más profundo de nuestros corazones, que somos simples criaturas tuyas, y que ya, por el hecho de existir, ser y vivir en tu presencia y conocimiento, debemos estar agradecidos.

Danos la paciencia y la perseverancia de ser prudentes y de saber cumplir con nuestro deber y compromiso de Bautismo. Sin esperar nada a cambio, te pedimos, Señor, fortaleza para llevar a cabo nuestra misión evangelizadora y responder así con nuestro compromiso cristiano. Iluminanos para comprender que nada merecemos, pues nada tenemos y en ello gozamos y todo nos viene de Ti como don gratuito. Amén.