Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
Mostrando entradas con la etiqueta sábado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sábado. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de septiembre de 2017

NO ES CUESTIÓN DE UNOS PRECEPTOS


No podemos confundirnos ni limitarnos con preceptos y normas. No se trata de frotar unas espigas y comerse el grano un día de sábado, sino de ofrecer tu vida por el bien de los demás por amor. Habrá que discernir y saber elegir el bien superior para provechos y beneficio del hombre según la Voluntad de Dios, no de los preceptos del hombre. Jesús es el Señor del sábado, dueños de hacer lo que quiere, y siempre porque nos ama profundamente hará el bien del hombre.

La fe no se compra, ni tampoco se adquiere con las prácticas. La fe es un don de Dios. La oración puede ayudarnos como herramienta para pedirla. Y la paciencia, nuestra paciencia, debe ayudarnos a saber esperar el momento o la hora a la que el Señor quiere abrirnos la mente e inundarnos el corazón de su Gracia. Pidamos con insistencia y perseverancia el don de la fe.

No podemos reducir la fe a unas prácticas, sino a un estilo de vida. Un estilo que tiene una referencia en Jesús, el Señor. Tener la fe es vivir en el esfuerzo diario de amar como Él nos ama, y eso implica ser generoso y misericordioso. Sería pobre y sin sentido reducir nuestro deseo de salvación a un mero cumplimiento de prácticas y normas. Eso sería muy fácil, cuestión de hábitos. ¡No!, se trata de un despojo. Despojo que empieza en el Bautismo y continúa en la Eucaristía y confirmación. 

Un despojo del hombre viejo, sensual, hedonista y egoísta, para convertirse en el hombre nuevo, renovado y  amoroso, bañado por la Gracia del Bautismo y la asistencia del Espíritu Santo. Abierto a la caridad y Misericordia de Dios. De eso se trata, lejos de prácticas y normas que, siendo necesarias, no constituyen el centro y la sustancia fundamental de la fe.

Pidamos que nuestra fe, no sólo aumente cada día, sino que como resultado de una experiencia vital y encuentro con el Señor, vaya transformando nuestros corazones de piedras en corazones de carnes, por la Gracia de Dios. Amén.

miércoles, 18 de enero de 2017

EL ENFADO DE JESÚS

Estamos acostumbrado a imaginar a Jesús siempre muy suave y muy blando. Hasta el punto que  suponemos que sería imposible descubrir a un Jesús duro y enfadado. Hoy, el Evangelio nos quiere descubrir a un Jesús con una mirada de ira y apenado por la dureza de corazón al experimentar que aquellos hombrres no se compadecían del hombre enfermo.

La lógica humana y el sentido común nos hace comprender que el Señor, hecho hombre como nosotros, menos en el pecado, tuvo momentos seríos y de enfado. Sabemos que con Pedro tuvo también cierto enfado. Sin embargo, eso no nos inclina a dejar de ser misericordiosos y compasivos. Quizás, muchas veces el enfado y la seriedad nos conviene para apremiar a tomarse las cosas con responsabilidad y compromiso.

Pidamos al Señor en estos momentos que sepamos guardar en cada momento la actitud necesaria para hacernos respetar y proclamar con autoridad la Palabra de Dios. Una Palabra que exige ser vivida y realizada en la vida, para luego, si hace falta, ser proclamada. Pidamos al Señor que sepamos experimentar misericordia y compasión, y dolernos de aquellos que sufren y pasan necesidades por circunstancias ajenas a su voluntad o por intereses de otros que los oprimen y someten.

Pidamos ser fieles a su Palabra y crecer en la medida que dejemos entrar al Espíritu Santo en nuestro corazón para que nos llene de sabiduría, de misericordia, de compasión y de fuerzas para llevar a caba la misión que el Señor quiere y espera de cada uno de nosotros. Recemos todos juntos para que nuestras parálisis despierten y actúen según la Voluntad de Dios y que la ley quede sometida al beneficio del hombre y en función del hombre. Amén.

lunes, 24 de octubre de 2016

CONFIESO MI PECADO

No puedo excluirme, porque muchas veces vivo mi tiempo en función de mis gustos y placeres. Y el domingo lo he utilizado para aprovecharlo según mis intereses. No creo que tenga mucha diferencia con los hipócritas de aquel tiempo. Por eso, aprovechando tu Palabra del Evangelio de hoy, quiero, Señor, pedirte que pongas en mi corazón el anhelo de reservar un tiempo especial para Ti.

Pero, no sólo el domingo, que es un tiempo muy importante, porque es el comienzo de la semana y el día de tu Resurrección, sino cada día de mi vida, porque de las veinticuatro horas que tiene el día, puedo dedicarte un instante al menos, para estar contigo. Y también el domingo, pero sabes que estos tiempos modernos que me ha tocado vivir, muchas profesiones utilizan el domingo para trabajar. Y, curiosamente, es el día que más movimiento tienen en sus trabajos.

De todos modos, Señor, lo verdaderamente importante es tener un espacio de tiempo e íntimo contigo, y que tu Palabra vaya horadando mi corazón hasta hacerte un lugar dentro de él. De modo que su palpitar vaya a tu ritmo, siguiendo tus pasos e intenciones de amor. Sé que eso hará que te busque y que pase contigo buenos ratos. Quizás no sean el domingo, pero sé que Tú me entiendes y no te niegas a estar conmigo un lunes o cualquier otro día, y todos los días en los momentos especiales que puedo parar y aparcar todo lo demás para hablar y reflexionar contigo.

Quiero pedirte que me ayudes a intimar contigo y que ocupes el primer lugar en mi vida. Quiero pedirte que mi rumbo sea tu Rumbo y que Tú seas el Patrón de mi humilde barca. Quiero pedirte perdón, como lo hizo ayer aquel publicano arrepentido y humillado. 

Y quiero pedirte y suplicarte que tomes mi vida y me arranques mi corazón podrido, endurecido y calloso de los apegos y apetencias de este mundo y pongas en su lugar un corazón tierno, suave, renovado, de niño dócil a tu Palabra y dispuesto a tenerte como el mejor amigo y lo primero de mi vida. Amén.

martes, 19 de enero de 2016

COSTUMBRES Y LEYES



Nos resistimos a cambiar nuestras costumbres, y las hacemos ley, cuando nos benefician y satisfacen todos nuestros egoísmos. Entonces nos cuesta cambiarla, y de vernos obligados a ellos, luchamos y nos oponemos para seguir disfrutando de sus beneficios en perjuicios de otros que se ven excluidos y negados a ello.

Eso fue lo que vivió Jesús aquel sábado que cruzaba unos sembrados. Vió que sus discípulos, al tener hambre, infringían la ley del sábado. Una ley que no cumplía con el objetivo de tener al hombre como el principal benefactor de su cumplimiento. Y hacía al hombre siervo del sábado.

La realidad es que eso no pega ni con cola en nuestra época. Quizás en la de Jesús era normal. Los fariseos de su tiempo habían procurado poner las leyes pensando en ellos primero, antes que en el pueblo, y así lo organizaban todo, de modo que fuera normal y lógico para todos. ¿Ocurre eso en leyes de nuestro tiempo? Una podría ser el aborto, matar a niños en el vientre de sus madres, que ya parece algo lógico y normal entre los ciudadanos de la sociedad. Porque de no ser así, ¿cómo se aprueba la ley del aborto?

Seguro que Jesús la está denunciando a través de aquellas voces que defienden y proclaman la vida. Como lo hizo con aquella ley del sábado que, en el Evangelio de hoy, nos ocupa. Toda ley está en función del bien y para el servicio del hombre. La vida es un valor superior a toda ley, y la subsistencia, problema aquel de los discípulos de Jesús, también. Por lo tanto, el sábado en función del hombre.

Gracias, Señor, por darnos la sabiduría de pensar como Tú piensas, y entender que debemos defender esa ley de poner todo para bien del hombre. Es la Ley que Tú has clavado en nuestros corazones, y que nos das la sabiduría para descubrirla y poder proclamarla para el bien y beneficio de todos los hombres.

Te pedimos la fuerza y el valor necesario para, iluminados por el Espíritu Santo, e injertados en su mismo Espíritu, nos dejemos llevar por su acción para proclamar y defender, de palabra y vida, tu Voluntad, que no es otra sino la de buscar el bien y salvación de todos los hombres. Amén.