Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 17 de febrero de 2017

NO DIGAS NADA SIN CONOCERLO


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS



Ocurre con mucha frecuencia que rechazamos lo que no conocemos. Damos por descontado que no nos interesa, o que no es verdad, o los motivos que quieras, para justificar nuestro rechazo. Es así de absurdo y necio, pues lo que no se conoce no se puede querer, pero tampoco rechazar. El sentido común nos aconseja a conocerlo y saber, al menos, de qué va la cosa.

De ahí que no se puede dar un juicio de Jesús sin saber quien es Jesús. Sin saber de qué nos habla Jesús, y sin saber qué ha hecho Jesús. Es posible que muchas cosas no lleguemos del todo a comprenderlas, pero la realidad de la vida nos ayudarán a aceptarla. Porque lo que sí está claro es que dentro de cada uno de nosotros hay un deseo irrefrenable de eternidad. Está en nuestro corazón sembrada la semilla de la Vida Eterna.

Y, su Palabra, es Palabra de Verdad. Todo lo que dice se cumple. Y todo lo que hace es para el bien del hombre. Su Obra refleja bien su Poder y su Amor. Los ciegos ven; los cojos andan; los mudos hablan; los leprosos son curados y los muertos resucitan. Ahí está la realidad de su Obra. ¿Qué ocurre entonces? Simplemente que el hombre orgulloso y suficiente, que se siente seguro de sí mismo, se rebela contra Dios y quiere dirigir su propia vida. Y los resultados son los que vemos a nuestro alrededor.

El hombre no tiene otra esperanza. De nada le vale ganar el mundo y tener todo el éxito del mundo, que al final su destino no cambia. Le espera la muerte, y una muerte sin la presencia de Dios, es una muerte de perdición eterna. 

Pidamos al Señor esa luz que nos ilumine y nos mueva para ver, ver como el ciego Bartimeo y el ciego del Evangelio de miércoles. Ver que nuestra esperanza descansa en el Señor. Ver que sólo en Él encontramos esa respuesta a la pregunta que llevamos dentro de nuestro corazón: "Alcanzar la Vida Eterna". Amén.

jueves, 16 de febrero de 2017

POSIBLEMENTE, SEÑOR, A MÍ, COMO A PEDRO, TAMBIÉN TENDRÁS QUE REGAÑARME

Seguro es que me confieso seguidor tuyo, Señor. Y, también, que confieso mi fe en Ti, pero ya no estoy tan seguro de seguirte hasta comprometer mi vida y entregarla por Ti. Esa es mi intención y mi deseo, pero, llegado el momento, no confío en mis propias fuerzas y me asaltan dudas y temores.

Hoy quiero aprovechar la oportunidad de este blog, para suplicarte que me des las fuerzas necesarias para serte fiel y responder, con todas las consecuencias, a tu pregunta con firmeza y decisión. Supongo que llegado el momento de tribulación y temor, el Espíritu Santo nos dará la fortaleza y valentía para enfrentarnos y soportar los sufrimientos y sacrificios que la vida nos presente. Confiamos en ello.

Volviendo la mirada atrás, observamos como muchos que nos han precedido, han soportado sufrimientos y violencias con entereza, paciencia y hasta con paz. No podemos explicárnoslo sino desde la fuerza del Espíritu Santo que les asiste y les ayuda. Y eso te pedimos hoy, Señor, que no perdamos la esperanza y confiemos en tu Palabra. Aumenta nuestra fe, Señor.

Y danos todas las regañinas de las que somos merecedores, para despertarnos, abrir los ojos y seguirte con paso firme. Si, Señor, Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo. El que, enviado por el Padre, nos ha revelado su Amor y su Infinita Misericordia. Si, Señor, Tú eres el Salvador, el Mesías prometido. Aquel que el Padre señaló en el Bautismo de Juan y manifestó su complacencia y predilección. 

Tú, Señor, eres el esperado, en anunciado por la Ley y los profetas. Y en Ti, Señor, confiamos y creemos. Nos ponemos en tus Manos y te seguimos sin rechistar, tal y como Tú nos dice, porque no somos nosotros nadie para exigirte ni para cambiar tus proyectos y planes. Tu Palabra, Señor, es Palabra de Vida Eterna.

Solo te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Gracia, para que nuestros corazones se inflen de ese Amor que Tú nos das y que nosotros debemos corresponder dándolo también gratuito como Tú nos lo das. Amén.

miércoles, 15 de febrero de 2017

LIMPIA MI CORAZÓN, SEÑOR, PARA VER SEGÚN EL TUYO

Muchas veces nos empeñamos en ver con nuestros propios ojos. Y cuando digo con nuestros propios ojos me refiero a que vemos las cosas según nuestras ideas, nuestros criterios y nuestros intereses. Nuestra mirada no está limpia, la mancha el pecado. Por lo tanto, nuestro ojos no ven las cosas con un corazón limpio y su vista se emborrona y distorsiona la realidad.

Es la mirada de aquel ciego que le han acercado a Jesús. Impuestas las manos del Señor, después de poner salva en sus ojos  y preguntado si ve, declara: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Podemos adivinar y deducir que su mirada, todavía, no está limpia del todo. Quizás el Señor nos quiere indicar que a veces nos cuesta y hay que insistir. No siempre la fe es instantánea sino que a veces la vamos viendo poco a poco.

Y eso venimos hoy a pedirte, Señor. Enciende nuestra fe y despeja nuestra mirada para que veamos el mundo con tus Ojos, tal y como Tú quiere que veamos. Porque esa es nuestra intención, mirar como Tú miras, con una mirada llena de paciencia, de comprensión, de humildad, de suavidad y bondad para así, de esta forma, ver a los hombres, detrás de sus apariencias, como Tú los ves, y poder apreciar la bondad de cada uno. Cierra nuestros oídos a toda murmuración, guarda nuestras lenguas de toda maledicencia, que sólo los pensamientos que bendiga permanezcan en nosotros. Queremos ser tan bien intencionados y justo para que todos los que se acerquen a nosotros sientan tu presencia.

Revístenos de tu bondad, Señor, y haz que durante este día, todos nosotros te reflejemos (letra cursiva tomada del libro encuentro, del Padre Ignacio Larrañaga). Amén.

martes, 14 de febrero de 2017

CONSCIENTES DE TU PRESENCIA, SEÑOR.

El sabernos acompañados nos da seguridad y confianza. Pero, el saber que eres Tú, Señor, nos fortalece y nos anima a enfrentarnos a todas las dificultades que se nos presenta. Hoy, sabedores que, por nuestro compromiso bautismal, estamos llamados a ser testigos de la fe y proclamarla dando testimonio, te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Amor, y nos des fortaleza y sabiduría para ser luz y sal, como Tú quieres, en este mundo que te ha dado la espalda y te rechaza.

Conscientes de que eres Tú que sigues evangelizándonos, tomando como instrumento nuestras miserias y humildes palabras, nos atrevemos a acomete tu loable misión, tal es, la de proclamar al mundo la salvación rescatada con tu Pasión y por la Misericordia del Padre.

Te pedimos esa Gracia y nos disponemos y abrimos a la acción del Espíritu Santo confiados en su poder y en su Gracia. Te pedimos, Padre, que enciendas en nosotros la llama de tu Amor y nos des la fuerza para soportar, comprender, escuchar y, sobre todo, amar.

Madre de Dios, Virgen pura y casta, acompáñanos y asesóranos para, como tú, hacer la Voluntad del tu Hijo. Intercede por todos nosotros para que nuestra fe se vea reforzada y aumentada en la vivencia de cada día y reconozcamos en tu Hijo, al Mesías y salvador, y abierto a su Gracia sepamos dar testimonio de su Palabra con nuestras obras y testimonios.

 Abre nuestros ojos y oídos para ver en todo momento los signos de amor que Jesús, tu Hijo, derrama en nosotros, y confiados a su Palabra le seamos fiel. Amén.

lunes, 13 de febrero de 2017

¿BUSCAMOS NOSOTROS TAMBIÉN SEÑALES?

Es posible que a nosotros nos ocurra lo mismo. Estamos deseosos de oír algún trabajo para afianzar nuestra fe en Jesús. Quizás también buscamos pruebas, indagamos escritos y ansiamos conocer o que nos digan cosas que nos afirmen en la fe en nuestro Señor. ¿Nos diferenciamos de aquellos fariseos? ¿O estamos a la misma altura y nivel de fe?

Muchos de nosotros enviamos noticias con alegría de que un científico dijo esto o ha comprobado lo otro. Y eso nos regocija y nos apuntala. Pero, ¿es que nos hace falta más prueba? ¿Acaso la Palabra de Jesús, el Mesías enviado, no nos basta? ¿Necesitamos alguna prueba que nos saque de esas tribulaciones y dudas? Pero, es más, las pedimos, aunque de forma algo oculta y no publica, pero sentimos dentro de nosotros ese deseo de demostrarnos la divinidad de Jesús.

Pidamos, con verdadera humildad, sabiduría y fe reconociendo nuestras debilidades y limitaciones. Pidamos perdón al Señor y, postrados a sus pies tratemos de abandonarnos en sus Manos y, a pesar de nuestras dudas, sigamos adelante tras sus pasos. Miremos a María, la Madre, y agarrados a ella confiemos en la Misericordia del Padre y en la obediencia que nuestra Madre nos muestra. Unidos fortalezcamos y compartamos nuestra fe apoyándonos unos en otros y perseverando en la oración.

Pidamos al Espíritu Santo su asistencia y su Gracia para fortalecernos en la voluntad y seguir con pasos firmes en el camino del Señor. Afirmémonos en Él y confiemos en su Palabra y en su Misericordia. Él llenará nuestro corazón de abundante dones que nos harán más fuertes, más pacientes, más confiados y llenos de fe. Y dispuestos a darnos y a amar, tal y como Él quiere que hagamos. Amén.

domingo, 12 de febrero de 2017

LA VERDAD DEL CORAZÓN

Muchas veces comprendemos que, aunque la Ley está de nuestra parte, no debemos aplicarla tal y como está escriturado. Sabemos que el espíritu dice otra cosa, o que su última intención no fue esa. Pero, cerramos los ojos y decimos: "la Ley es la Ley y hay que aplicarla". Sin embargo, no ocurre así cuando se trata de un hijo, familiar o un amigo. En ese caso tratamos de ser más tolerante o misericordioso.

Diríamos que donde esta la diferencia, ¿nuestros egoísmos e intereses? Posiblemente, pues aplicamos la ley según nos convenga. Y hasta la hacemos pensado en nosotros. Por eso, Señor, hoy queremos pedirte sabiduría para saber interpretarla y contemplar, no sólo la letra sino también el espíritu. Porque, ocurre que, muchas veces, interpretamos mal la palabra, y nuestro corazón no desea ni busca actuar con mala intención.

Y es que con nuestros pensamientos, a pesar de no llegar a realizarse, pecamos cuando son mal intencionados. No basta sólo con defender y respetar la vida, sino que no erradicar la violencia, la envidia y todo aquello que genere enfrentamientos y luchas puede ser considerado como provocar y matar. Lo mismo que la fidelidad y castidad del cuerpo. Porque muchos son los que no pudiendo hacerlo con el cuerpo, fornican con el pensamiento. El consentimiento descubre la intención del pecado.

Experimentamos que detrás de la letra hay un campo enorme de faltas y delitos que ocasionan, no sólo ocasión de pecado sino pecado en sí mismo. Porque no se es pobre porque no tienes, sino porque, aún teniendo, no ansías ni buscas riqueza. Los hay que siendo pobres son ricos, porque viven apegados y buscando alcanzar riquezas.

Te pedimos, Señor, un corazón despegado, limpio, bien intencionado y humilde. Un corazón fiel y dócil y que respete y cumpla le Ley en verdad, justicia y espíritu. Pero, sobre todo, con amor y misericordia. Amén.

sábado, 11 de febrero de 2017

ALIMENTA MI ESPÍRITU

Este mundo no ofrece sino alimentos caducos. No conoce el alimento eterno. Queremos arreglar nuestra vida y tratamos de comer de forma saludable y hacer ejercicios. Nos sacrificamos para conseguir estar saludables. ¿Olvidamos que, por mucho que hagamos, no podremos prolongar nuestra vida ni siquiera un segundo? Estamos llamados a terminar el camino de este mundo, con nuestra muerte, para iniciar el verdadero y eterno.

Y, para eso, no nos vale ni la comida saludable ni el ejercicio físico. Eso no quiere decir que no sea bueno y aconsejable hacerlo, pero siempre sabiendo que es simplemente un medio y una obligación alargar nuestra vida terrenal y, también, cuidarla, pero nada más. La vida se termina y lo verdaderamente importante es cuidar y salvar la eterna. Y esa no depende de la comida saludable ni del adecuado ejercicio.

Por eso, el mejor y único alimento es tu Cuerpo, Señor. Ese Pan que Tú nos has ofrecido como alimento espiritual de tu Cuerpo y tu Sangre. Ese alimento, bajo las especies de pan y vino, que Tú, transformado, te nos das para configurarnos contigo y fortalecernos en tu amor. Ese es el único y verdadero alimento que nos da Vida Eterna. Vida Eterna en plenitud.

Y eso es lo que venimos a pedirte hoy, agarrados a tu Madre, la Santísima Virgen. Ese alimento espiritual que nos fortalece y nos vigoriza en el camino de nuestra propia vida para llegar a Ti. Porque, llenados de él, fortaleceremos nuestro espíritu para derramarlo también en los demás.

Gracias, Señor, por ese amor que nos has dado entregando tu Vida para salvar la nuestra y darle eternidad. Porque de eso es de lo que se trata, de amar. Pues, no importa lo que hagamos, sino sólo el amor. Porque quien ama hace y hará sus obras en verdad y justicia.

Al final, Señor, no vas a mirar nuestros cumplimientos, nuestras obras y sacrificios. Ni siquiera nuestros actos de piedad, entrega y desprendimientos. Sólo importa y mirarás la medida de nuestro amor y misericordia. Y eso es lo que te pedimos, Señor. Llénanos de tu Amor. Amén.