Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 25 de agosto de 2017

UN MENSAJE MUY CLARO


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


La solución del mundo pasa porque los hombres se respeten, se solidaricen y vivan en verdad y justicia. Todos, tengan la ideología que tengan, las creencias o las ideas en las que crean, convienen y coinciden en que la paz es la meta de todos los pueblos. Y la paz se apoya y fundamenta en la verdad y la justicia. Si alguna de estas condiciones, la paz se resquebraja, se desestabiliza y se rompe.

Y, no cabe ninguna duda, lo saben todos. Incluso aquel fariseo experto en la Ley-Mt 22, 34-40-. El amor es el fundamento de la paz. Pero no un amor abstracto y personal a un dios desconocido, sino un amor a un Dios que se hace Hombre, que se ha dado a conocer y que se manifiesta como Amor. Amor en verdad y justicia y contenido en una Infinita Misericordia.

¿El problema? El egoísmo, la avaricia, nuestra naturaleza herida y tocada por el pecado que nos debilita y nos tienta, y nos vence cuando nos alejamos del Camino, la Verdad y la Vida. Así nacen los enfrentamientos y las guerras; así nacen las envidias y las luchas por el poder y las riquezas; así, nuestros corazones, creados para amar, se vuelven soberbios y endurecidos para luchar y matar. 

Todos experimentamos que la única verdad está contenida en el Amor. Pero un amor comprometido con el bien, la verdad y la justicia. Porque amar no son intereses, afectos, placeres, hedonismo, pasarlo bien y darme satisfacciones y gusto. Amar es buscar la verdad y hacer el bien fundamentado en la justicia. Amar es buscar un mundo más solidario, más equitativo, más justo y más fraterno. Amar es buscar el Amor de Dios en el amor al prójimo. Van estrechamente relacionados.

Es eso, Señor, lo que queremos pedirte hoy. Enséñanos a amar. Danos la sabiduría de aquella moabita, Rut, que te eligió en el seguimiento de su suegra Noemí. Te aceptó en la aceptación, valga la redundancia, de seguirte siguiendo a su suegra. En ella te abrazó. También nosotros queremos abrazarte cada día sirviendo a los demás por amor. Porque sabemos que Tú, como hiciste con Rut, no nos abandonarás nunca. Amén.

jueves, 24 de agosto de 2017

A TI TAMBIÉN TE VE EL SEÑOR

No es posible que el Señor haya visto a Natanael tendido bajo aquella higuera, y a ti no te haya visto. No tendría sentido pensar que ve a unos y a otro no. ¡Claro!, el Señor te ve a ti y a mí. Nos ve a todos. Y de todos espera que nos acerquemos a Él. Quiere hablar contigo y decirte, como a Natanael, que te conoce y que, si quieres, serás una persona limpia y sin mentiras. Porque ese es el deseo de todo hombre, ser una persona de bien, sincera en verdad y justicia.

A Natanael le bastó lo que Jesús le dijo. Quedó impresionado por sus Palabras y por el detalle que descubrió de él. Verdaderamente era un hombre sin segundas intenciones. Sincero en verdad y justicia. Sin engaños. No puedo resistir esa sabiduría del Señor y cayó tendido a sus pies: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Podemos preguntarnos: ¿Nos basta a nosotros también lo que Jesús nos dice? ¿O es que, quizás, no le escuchamos? Puede ocurrir también que no le esperamos, ni tampoco le buscamos. Será mucho más difícil escucharle así. Porque de una cosa debemos estar seguros, Jesús nos habla también a nosotros, y nos dice muchas cosas de nosotros. Nos conoce a la perfección, y sabe de nuestras debilidades, de nuestros pecados y de nuestras virtudes. 

Todos tenemos cosas buenas, y también cosas malas. Se trata de descubrir las buenas y de desechar las malas. De esa manera iremos limpiándonos y dejando sólo en nosotros lo bueno. Para eso necesitamos al Señor, acudir a Él y dejarnos limpiar por su Palabra y por su Gracia.

Pidamos esa Gracia de saber oír, escuchar y responder. Es lo que hizo Natanael, que no creía que de Nazaret saliese nada bueno. También nos puede suceder a nosotros que pensemos que de ese amigo que nos invita a acercarnos a Jesús no puede venir nada bueno. Dejémonos llevar por el Espíritu de Dios y acerquémonos a Jesús.

miércoles, 23 de agosto de 2017

EL TIEMPO NO CUENTA

El tiempo no cuenta. Sí, para las cosas de este mundo el tiempo es algo valioso y cuantificable, para Dios no parece tener tanta importancia. La medida del amor no se mide por horas ni por cantidades, sino por la intensidad e intenciones del corazón. De modo que un simple pensamiento bien intencionado tiene un gran valor, y otro, aunque más genial e importante, pero con malas intenciones, su valor queda devaluado.

¿Y cómo se mide el valor? Lo tenemos claro. Todos saben lo que está bien o no, y cuando hacemos cualquier cosa, como puede ser un trabajo, sabemos si lo hacemos bien, regular o mal. Y también si nos hemos aplicado con buena intención o con cierta desgana y no tanta aplicación y esfuerzo. Es decir, sabemos cuando realmente amamos o no. Y la medida de ese amor está en nuestra buena intención. Por eso, Jesús, nos habla en cierta ocasión sobre la pureza y buena intención del corazón de los niños. A ellos debemos parecernos.

Por otro lado, El Señor es infinitamente Justo y Misericordioso, y nos paga, por amor y porque su Voluntad es esa. No porque nos merezcamos nada. Así que lo que haya ajustado con cada uno de nosotros, eso estará bien y justo. Nada podemos reprocharle que a otro quiera darle lo mismo o más. Él sabrá por qué. Nosotros, simplemente, le damos gracias por su Infinita Misericordia.

Confiamos en Él y le damos gracias por todo lo que tenemos y hemos recibido. Y respondemos a su llamada de trabajo esforzándonos en hacer su Voluntad. Le pedimos que nos dé la sabiduría, la fortaleza, la voluntad y la capacidad de trabajo para empeñarnos en hacer su Voluntad y lo que Él nos mande. Le pedimos que abra nuestros corazones para que el Espíritu Santo nos asista, nos auxilie, nos asesores y nos mueva a dar frutos en la Viña del Señor. 

Eso queremos, Señor, y eso te pedimos, aceptando toda la Gracia que Tú nos das, porque todo es tuyo y de tus Manos generosas lo recibimos. Amén.

martes, 22 de agosto de 2017

SOMETIDOS AL PODER Y LAS RIQUEZAS

No es fácil desprenderse de la ambición del tener y poder. Todos deseamos mandar, es decir, tener poder y ambicionar riquezas. Porque las riquezas dan poder, y viceversa. Y nadie escapa a esta tentación. Diría que nuestro corazón está tocado por ese pecado de ambición. Incluso, todos buscamos la felicidad, porque nuestra esencia es esa, ser feliz eternamente.

Así nos ha creado Dios, y, por eso, ha enviado a su Hijo, para enseñarnos el camino que conduce a la felicidad. Él, el Señor, es el Camino, la Verdad y la Vida. Y nosotros, si queremos ser felices tendremos que seguirle para alcanzar y conseguir la felicidad que perseguimos. Pero, las riquezas y el poder son una gran obstáculo difícil de superar. Aquel joven rico -Mt 19, 16-22- no pudo superarlo, pues su corazón apegado a los bienes le impidió optar por seguir a Jesús.

También nos ocurre a nosotros, y conscientes de que sólos estaremos vencidos, recurrimos a Ti, Señor, para suplicarte que nos des sabiduría, fortaleza y voluntad para dejar en un segundo plano todos nuestros afanes de poder y riquezas y te pongamos a Ti como centro y norte de nuestras vidas. No queremos vivir apegados al poder y las riquezas, porque, entre otras cosas, ese poder y riqueza es caduco y no nos llena plenamente. Esconde vacío y corrupción.

Sólo el desprendimiento y la generosidad nos revierten dándonos gozo y felicidad. Porque, el gozo está en poder ayudar y servir, y poner todas tus riquezas, no sólo materiales sino también las espirituales al servicio de los demás. Y eso te pedimos hoy, Señor, que nuestro gozo se apoye en ser generosos y desprendidos, capaces de darnos por amor, porque es el Amor la fuente de todo gozo y felicidad eterna.

Por eso, Señor, unidos todos en este humilde y sencillo espacio virtual, te agradecemos nos des la fortaleza y la perseverancia para pedirte con insistencia y confianza que nos des esa virtud de la generosidad y el amor para el bien de los demás. Amén.

lunes, 21 de agosto de 2017

EL EFUERZO DE CADA DÍA

No son normas establecidas, ni conjunto de prácticas. Podemos confundirnos y creer que con cumplir lo establecido en el decálogo todo está cumplido y ahí terminamos. De hecho, muchas personas confiesan que ellos no roban, no perjudican a nadie, ayudan cuando y cuanto pueden y se portan bien. Al menos desde su punto de vista. Se consideran buenas personas. 

Posiblemente, sería la respuesta de muchas personas, y quizás muchos de nosotros, a la oferta que nos hace Jesús respondiendo a la pregunta de ese joven rico. La religión no consiste en un trabajo, ni en el esfuerzo de cumplir con unas prácticas o normas. Se trata de un esfuerzo constante y diario por superarte cada día en el amor, y amar más. ¿Cómo amar? ¿Quién es el modelo?

Lo tienes más que claro. El modelo es Jesús. Deja todo. Es decir, pon todas las cosas que atiborran tu corazón, cosas todas caducas, en un segundo plano y llénalo del Amor de Dios. Que Él ocupe todo tu corazón y sea tu primera prioridad. Y, ahora, puesto en primer lugar, ¡Vívelo!

Esa fue la respuesta que Dios el Señor a ese joven rico, y también a cada uno de nosotros. No busque el mínimo de cumplimientos, sino que trata de perfeccionarte cada día más. Porque, el amor no regatea. Ni siquiera ante la muerte. El amor se entrega plenamente con todas tus fuerzas y con todo tu corazón. Así nos ama Jesús y así tenemos también nosotros que intentar amarle a Él. 

Claro, nunca por nuestra cuenta, sino siempre injertado en Él. Siguiéndole, a su lado, juntos y acompañados por los que intentan también seguirle. Por la Iglesia triunfante que está en el Cielo, sobre todo, nuestra Madre, la Virgen María, que nos arropa y nos anima. Y todos los que, todavía aquí, seguimos, como Iglesia purgante, el camino hacia el Cielo.

Pidamos al Espíritu Santo las fuerzas necesarias para continuar nuestro camino. Nunca desfallecer ni entregar nuestro corazón a los bienes y riquezas de este mundo, sino confiados y entregados, por la Gracia de Dios, al esfuerzo de ser mejores cada día un poco más. Amén.

domingo, 20 de agosto de 2017

YO TAMBIÉN ME HUNDO, SEÑOR. NECESTO FE

Mi fe es débil, Señor, y quizás yo no hubiese tenido fuerzas para responderte. Posiblemente, me hubiese callado y marchado con mis problemas. No sé si te hubiese insistido como hizo esa mujer cananea. Y eso me sucede en mi vida. Ante la ausencia de respuestas, me callo y me retiro un poco de tu presencia. Entonces experimento que la vida se me vacía y nada es igual.

No me importa que Tú, Señor, no me respondas. Y no me importa porque sé que Tú estás siempre conmigo. Aunque yo no te vea ni te sienta. Tú estás siempre ahí, a mi lado y pendiente de mí. Yo así lo creo, y también lo experimento. Quizás mis problemas no se vayan, pero experimento fuerzas para sostenerlos y soportarlos. Quizás mis problemas, sin saberlo, sean la causa de tenerme cerca de Ti, y también de buscarte. Quizás, sin problemas, no te buscaría ni tampoco me acordaría de Ti.

Tú sabes, Señor, lo que necesito y lo que es para mi bien. Y Tú me contestarás cuando lo creas conveniente y necesario. Porque, Tú, has venido para salvarme y para enseñarme el camino de salvación. Quizás sea ese que yo ahora no quiero ver. Sin embargo, yo, como la mujer cananea, seguiré insistiendo, porque soy humano y me cuerpo me pesa y me duele. Necesito ligereza, salud y fortaleza para seguirte y proclamarte con mi vida y mi palabra. Y, Tú, Señor, me responderás cuando quieras.

Aprovecho esta página para pedirte que me aumentes la fe, y también el deseo de amar. Insisto en que fortalezca mi amor primero. Ese amor lleno de entusiasmo, de inocencia, de niñez e ilusión, que me impulsaba a correr detrás de Ti y de pedirte todo lo necesario para seguirte y no desfallecer. Como la mujer cananea, quiero pedirte Señor todo lo que sea necesario, no para tener una vida más cómoda, sino para creer con más fuerza y poder dar testimonio a todos aquellos que están cerca de mí. 

Un testimonio lleno de esperanza, de sosiego, de paz y tranquilidad de aquel que se sabe en Manos de su Señor, que lo salva de la corrupción y del pecado. Amén.

sábado, 19 de agosto de 2017

EN MANOS DE LOS HOMBRES

Los niños son las criaturas más indefensa, y, por supuesto, quedan en manos de sus padres, que muchas veces no les cuidan atentamente ni le prestan demasiada atención. En frecuentes ocasiones son víctimas del egoísmos de sus padres, de sus intereses y de sus rupturas y separaciones. ¿Es posible que estas humildes palabras no nos hagan al menos reflexionar?

Tengamos muy presente que los futuros pueblos serán lo que sean ahora estos niños. Tratamos de decir que todo dependerá de la educación que reciban. No sólo en palabras, sino en testimonio y obras. Si les transmitimos que no somos capaces de entendernos, de renunciar a nuestros propios egoísmos y de priorizar su atención y educación, ¿cómo van ellos a hacer otra cosa? Transmitirán lo que hayan mamado.

Los hijos serán la cosecha de nuestro amor. Pero un amor dado y entregado generosamente desde el momento del coito matrimonial. Un amor buscado, querido, aceptado, responsable paterno y maternalmente y deseado por ambos. Un amor abierto a la vida y vivido en verdad y justicia. Un amor dispuesto a la renuncia, al servicio, al soportarse dándose y entregándose. Un amor que transmite pureza, buena intención y deseos, y busca el bien de ambos y del fruto del vientre materno. Huerto que, cultivado con amor y responsabilidad dará como resultado el fruto de los hijos.

Y son esos frutos, los niños, los que demandarán toda la atención y cuidado de los padres. Porque son los más pequeños, los más indefensos, los más necesitados, los más pobres y débiles que necesitarán todos los cuidados de sus padres y de la sociedad. Y esa sabiduría y fortaleza es la que te pedimos, Señor, para entregarla en nuestras familias y con nuestros niños. No sólo nuestros hijos, sino también todos aquellos niños que se acercan a Ti y están de nuestras manos.

Pidamos que sepamos dar testimonio y criterios que ayuden a que esos corazones limpios, puros e inocentes sean sostenidos y cuidados en esa pura inocencia, para que, llegados a adultos, continuen en la presencia del Señor, aodrándole, alabándole y glorificándole. Amén.