Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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sábado, 2 de octubre de 2021

CUESTA, SEÑOR, SER PEQUEÑO

 

No es fácil abajarse, hacerse pequeño. Significa ir contra la propia corriente de tu naturaleza humana. Porque, el hombre, desde que es hombre, quiere subir, ganar altura de poder, ser rico y estar por encima de los demás. Quiere y gusta mandar, gobernar e imponer sus criterios, sus ideas y sus proyectos. Hoy no hace falta hacer mucho incapie en esto que decimos, ¡está a la vista!, y se puede constatar cada día. Hay un intento de imponer esa corriente bioidelógica que esconde el deseo del hombre de administrar y gobernar el mundo y todo lo que contiene, incluso al hombre. 

Y presente a estos cambios nos sentimos como niños indefensos. No sabemos cómo detenerlos ni como anunciar que Dios es el Señor de todo lo creado, visible e invisible. Nos sentimos impotentes ante tal amenaza. Permanecemos sin saber ni poder reaccionar. Levantamos nuestra voz pero, como niños inocentes, indefensos y sin poder hacer nada más, esperamos, Padre, tu intervención. Experimentamos, como esos niños, nacidos en el vientre de sus madres, una indefensión plena. Sin voz ni derechos, solos confiados y asidos de tu Manor amorosa y misericordiosa.

Señor, quizás esta situación de indenfesión plena nos ayuda a abajarnos y reconocernos pequeños, como niños tomados de tus Manos. En Ti, Señor, confiamos y te pedimos que nos des la fuerza, la valentía y la Gracia de no sucumbir a esas amenazas que nos quieren destruir. En Ti y por Ti, Señor, avanzaremos y resistiremos. Amén

sábado, 18 de agosto de 2018

INDEFENSOS COMO NIÑOS

Resultado de imagen de Mt 19,13-15
La arrogancia y la suficiencia nos juegan malas pasadas. Encienden nuestra soberbia y suficiencia y nos ensoberbecen cegándonos hasta el punto de creernos capaces de bastarnos por nosotros mismos. Sin darnos cuenta hemos dejado endurecer nuestros corazones. El mundo, sus tentaciones y seducciones nos han alejado de Dios y cerrados herméticamente a su Gracia.

No cabe ninguna duda que tendremos que despojarnos y vaciarnos de toda inmundicia y de todo aquello que contamina nuestro corazón, para, limpio y puro, abrirnos a la Gracia de dios y, abajados humildemente, hacernos niños sin concepciones ni derechos adquiridos. Porque, esa es la esencia del ser niño, no han tenido tiempo en sus vidas para creerse con méritos y derechos adquiridos. Están a merced de los demás y de, por supuesto, la Gracia de Dios, que los protege y los cuida.

Todo lo reciben gratuitamente, tanto de sus padres de este mundo, cuando no ocurre lo contrario, y, sobre todo, del Padre del Cielo. Es el Señor quien les abre los brazos y los defiende y los pone como ejemplo. Porque, los niños están abandonados en las Manos del Señor. 

Cuando seamos capaces de comprender que no tenemos méritos ni derechos, sino, que y por la Misericordia de Dios nuestro viejo, sufrido corazón, endurecido y contaminado por las tentaciones y seducciones de este mundo sea transformado en un corazón suave, humilde y abierto a la Gracia de Dios como el de un niño, estaremos en el camino del reino de los cielos.

Pidamos al Padre del Cielo que transforme nuestros corazones viejos y endurecidos por el pecado en unos corazones de niños necesitados del auxilio del Padre. Amén.

miércoles, 6 de junio de 2018

CUANDO FALLA LA FE

Resultado de imagen de Mc 12,18-27
No cabe ninguna duda que los niños creen en sus padres. En esa etapa poco entiende de lo que le dicen, pero se siente protegidos por sus padres y confiados íntegramente a ellos. No se separan nunca y cuando por algunas circunstancias se ven solos irrumpe a llorar. Sus padres son su Dios y en ellos confían sin entender nada de lo que les rodea ni de lo que le dicen incluso sus padres. Simplemente se fían. 

Jesús nos lo dice también a nosotros -Mt 18, 3- refiriéndose a los niños, porque tendremos que ser como ellos y fiarnos de la Palabra de Dios. Porque, al crecer nuestro corazón de niño, tierno e inocente, se endurece pierde su inocencia y se hace duro de cerviz. Y discutimos todo, y rechazamos todo aquello que nuestra pobreza mental no puede entender. Es cuando advertimos que necesitamos fiarnos como cuando éramos pequeños de ese Padre Eterno que nos ha regalado la vida y quiere compartirla con nosotros eternamente.

Imaginamos incluso un mundo a nuestra manera de entender. Un mundo como este que conocemos y pensamos que en el cielo seguiremos viviendo como aquí abajo. Y es que nuestra imaginación es limitada e imperfecta. No entendemos ni podemos saber que ocurrirá en el otro mundo. Jesús nos lo dice en el Evangelio de hoy aprovechando esa pregunta incrédula de aquellos saduceos. Los planes de Dios no son nuestros planes ni entendemos nada de lo que Él disponga y tenga preparado. Somos simples y pequeñas criaturas obra de su Amor.

Dejémonos llevar por la acción del Espíritu Santo, que nos regala el don de la inteligencia y sabiduría para ir entendiendo lo suficiente y sostener nuestra fe y nuestra esperanza. Porque, ese será nuestro premio, el confiar y creer en la Palabra de Dios. Pruebas hemos tenido y tenemos en cada momento de nuestra vida. Cada instante que vivimos es un inmenso regalo de Dios y la promesa, que de alguna manera todos vivimos dentro de nuestros corazones, nos anima, nos da esperanza y sostiene nuestra fe para encontrarnos un día en el Reino de Dios, junto a Él y a todos los hermanos en plenitud de gozo y felicidad. Amén.

sábado, 19 de agosto de 2017

EN MANOS DE LOS HOMBRES

Los niños son las criaturas más indefensa, y, por supuesto, quedan en manos de sus padres, que muchas veces no les cuidan atentamente ni le prestan demasiada atención. En frecuentes ocasiones son víctimas del egoísmos de sus padres, de sus intereses y de sus rupturas y separaciones. ¿Es posible que estas humildes palabras no nos hagan al menos reflexionar?

Tengamos muy presente que los futuros pueblos serán lo que sean ahora estos niños. Tratamos de decir que todo dependerá de la educación que reciban. No sólo en palabras, sino en testimonio y obras. Si les transmitimos que no somos capaces de entendernos, de renunciar a nuestros propios egoísmos y de priorizar su atención y educación, ¿cómo van ellos a hacer otra cosa? Transmitirán lo que hayan mamado.

Los hijos serán la cosecha de nuestro amor. Pero un amor dado y entregado generosamente desde el momento del coito matrimonial. Un amor buscado, querido, aceptado, responsable paterno y maternalmente y deseado por ambos. Un amor abierto a la vida y vivido en verdad y justicia. Un amor dispuesto a la renuncia, al servicio, al soportarse dándose y entregándose. Un amor que transmite pureza, buena intención y deseos, y busca el bien de ambos y del fruto del vientre materno. Huerto que, cultivado con amor y responsabilidad dará como resultado el fruto de los hijos.

Y son esos frutos, los niños, los que demandarán toda la atención y cuidado de los padres. Porque son los más pequeños, los más indefensos, los más necesitados, los más pobres y débiles que necesitarán todos los cuidados de sus padres y de la sociedad. Y esa sabiduría y fortaleza es la que te pedimos, Señor, para entregarla en nuestras familias y con nuestros niños. No sólo nuestros hijos, sino también todos aquellos niños que se acercan a Ti y están de nuestras manos.

Pidamos que sepamos dar testimonio y criterios que ayuden a que esos corazones limpios, puros e inocentes sean sostenidos y cuidados en esa pura inocencia, para que, llegados a adultos, continuen en la presencia del Señor, aodrándole, alabándole y glorificándole. Amén.

miércoles, 19 de julio de 2017

SENCILLOS Y HUMILDES

No es cosa fácil. Cuesta mucho sostenerse en la humildad y sencillez. Porque eso, aparentemente, desmerece y empequeñece, y a nadie le gusta quedar por debajo. Cuesta y, por experiencia se hace difícil mantenerse en la humildad. Quizás estés buscando cosas más heroicas o de mayor notoriedad, pero ser humilde está al alcance de todos, pero son pocos los que lo logras.

Esta será una buena oportunidad para pedírselo al Señor. Señor, convierte nuestro orgulloso corazón en un corazón noble, humilde, agradecido y sencillo, para que pueda dejar entrar tu Palabra y acogerla con alegría y entusiasmo. Tengamos la confianza que el Señor nos dará la fortaleza para vencernos y soportar con paciencia el mantenernos en la humildad.

Porque, ser humilde no es parecer un bobo, ni limitarse y echarse para atrás en todo. Ser humilde es y significa vivir en la verdad y reconocerse pecador y que de los demás también puede aprender. Ser humilde es tomar conciencia que todo lo que tienes, de bueno y de inteligente, lo has recibido de Dios. Y lo que no es tan bueno, puedes, con la ayuda del Espíritu Santo, mejorarlo y hacerlo bueno.

Ser humilde es abrir tu corazón a la Palabra de Dios, y confiar en Él. Tal y como los niños confían en sus padres y se fían de su palabra y de lo que les dicen. Eso te pedimos, Señor, danos un corazón de niño, confiado y abierto a tus enseñanzas y tus mandatos. Amén.

sábado, 21 de mayo de 2016

MANTENER UN CORAZÓN JOVEN COMO SI DE UN NIÑO SE TRATARA




Nuestra vida tiene un recorrido, y como todo recorrido empieza, es decir, tiene un inicio y una meta, que no es el final, sino el comienzo de la Verdadera Vida, que nunca termina. Y en ese inicio, su corazón es tierno, diríamos casi, porque el pecado original nos lo impide, inmaculado y puro.

Un corazón sin malas intenciones y lleno de inocencia y abierto al amor. Ese es el corazón con el que todos hemos empezado y que, por nuestra naturaleza humana pecadora, vamos manchando. Pidamos, pues, conservarlo y mantenerlo tierno, suave, de carne y misericordioso por la Gracia de Dios. Un corazón de niño disponible y dispuesto a darse amar y a dar amor.

Padre, sabemos que en nuestra vida el corazón se nos endurece y se nos mancha. Se nos llena de miserias, de impurezas, y pierde su color blanco por un negro de oscuridad, de perdición. El hollín que suelta el mundo lo contamina, lo vicia y lo desorienta perdiendo el rumbo de su propia vida. Y, endurecidos por el pecado nos cerramos a tu Gracia.

Danos, pues, ese corazón de niño que nos permita perseverar y mantenernos fieles y abiertos a tu Gracia, Señor, para que, sostenidos en el Espíritu Santo conservemos la pureza de los hijos de Dios y, despojados de toda maldad intencionada podamos trabajar por construir un mundo donde la concordia, la verdad y justicia y la paz prevalezcan por encima de todo. Amén.

lunes, 25 de enero de 2016

LA FE PRODUCE RESULTADOS



Es lógico y razonable, la fe produce resultados, porque Jesús lo ha prometido: Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien»., y porque Jesús las ha cumplido también.

Es decir, no debe quedarnos ninguna duda en cuanto Jesús lo ha dicho, y Jesús lo ha cumplido. Así, porque es su Palabra, en la que creemos, en nosotros también se cumplirá. Ahora, no será como nosotros creamos, o en quienes nosotros creamos. Porque, nosotros, no podemos medir la fe, ni saber realmente quienes , sino tienen fe. La fe se demuestra con los hechos y las obras, y, ¿lo hacemos nosotros?

Posiblemente, nuestra fe sea incipiente y no merecedora de hacer milagros como nos ha prometido Jesús. Eso sólo nos descubre que nuestra fe, mi fe, está todavía en pañales. Porque, si Tú lo dices, Señor, eso se tiene que cumplir, y se cumple en todas aquellos, ya canonizados por la Iglesia, que han creído en Ti. Por eso te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Gracia para que nuestro corazón se abra totalmente a la fe.

Danos, Señor, la sabiduría y la fortaleza de fiarnos de tu Palabra. Experimentamos que, a pesar de confesarlo, no sentimos dentro de nosotros esa fe que nos gustaría sentir. Esa fe que, de niños, teníamos en nuestros padres. Una fe ingenua, que no se pregunta nada, sino que confía y cree que sus padres le arreglarán y le darán todo lo que necesita. Una fe que nos alegra y nos da paz, y que no nos cuestiona ni nos exige más, sino que nos conformamos. Una fe sin ambiciones, sino segura de recibir todo aquello que nos hará feliz.

Se nos escapa, Señor, sentir una fe así, porque nuestro crecimiento y madurez, contaminada por el pecado, nos exige ambición, certezas y conocimiento. Y nunca podremos entender tu Grandeza y Omnipotencia, Señor. Danos esa fe de hijos que sólo buscan estar con sus padres, porque con ellos se siente seguros, felices y en paz. Amén.

jueves, 15 de octubre de 2015

EL PELIGRO EMPIEZA CUANDO QUIERO SER COMO DIOS



Parece un poco exagerado pensar que queremos ser como Dios, pero cuando le rechazamos estamos afirmando que Dios no nos interesa, porque no nos da lo que queremos, o porque no piensa como a nosotros nos gustaría, o, simplemente, porque no está a la altura de nuestras expectativas. Supongo que eso significa rechazar al Señor.

Cuando tú no quieres una cosa, la apartas de tu vida, la olvidas o la tiras a la basura. Eso no te sirve, y dar la espalda a Dios, es decirle que no te sirve. Quizás, peor, que tú necesitas otra cosa, que las cosas de las que Jesús, el Hijo de Dios, no son validas para ti y que con ellas no estás de acuerdo. ¿No es eso afirmar que tú eres superior? ¿No es eso afirmar que su doctrina está caduca o vieja? ¿Cuántos dicen que la Iglesia, que Él ha fundado, está desfasada, retrasada, en el siglo XV?

Yo, Señor, quiero mantener mi fe en Ti. Yo,Señor, no quiero razonar de esa forma; yo, Señor, quiero hacer oídos sordos a las cosas tan modernas y útiles que el mundo me ofrece; yo, Señor, quiero servirte y ser tu esclavo al ejemplo de María; yo, Señor, quiero ser como niño y dejarme guiar por tus enseñanzas, consejos y palabras que me invitan a vivir a tu estilo y desde tu Amor.

Yo, Señor, desde este humilde lugar, y junto con todos los que quieran sumarse, queremos pedirte que nos des la fuerza y la sabiduría de ser humildes, pequeños y limpios, para amar buscando siempre el servicio y lo mejor para nuestros semejantes.

Y, Señor, aceptar tu invitación para descansar en Ti cuando las fuerzas en el camino no sean las necesarias, venga el desfallecimiento o la oscuridad nos esconda el horizonte y la verdadera Luz. Porque, Señor, en Ti tendremos siempre un apoyo, un consejo, un descanso, un reponer fuerza, una palabra de ánimo, una esperanza y una promesa de Vida Eterna. Amén.

sábado, 16 de agosto de 2014

UN CORAZÓN DE NIÑO



No se trata de que mi corazón sea pequeño y no se haya hecho grande, de persona adulta. No se trata de eso, se trata de que ese corazón, que al crecer ha sufrido las tentaciones del poder, de las riquezas, de las ambiciones, de los placeres, de las comododidades y del egoísmo, se ha endurecido y ha perdido la inocencia, la pureza y las buenas intenciones.

Y ha perdido la capacidad de amar, y quién no ama, mata, porque matar no es simplemente quitar la vida, sino que matan también aquellos que explotan, esclavizan, alinean, imponen sus criterios, coartan, quitan la libertad y excluyen de todos sus derechos y libertades. 

Por eso, Señor, consciente de que mi corazón se hace mayor y se endurece, te pido que no permitas que habite en él el odio, la venganza, la ambición y el desamor, sino que lo transformes en un corazón limpio, bien intencionado, puro y lleno de amor como corresponde a un corazón de niño. 

No permitas que el poder y las riquezas corrompa nuestro corazón y nos pervierta endureciéndolo y haciéndolo engreído, prepotente y suficiente para rechazar tu amor, Señor. No permitas que nuestro corazón crezca como un mayor soberbio y capaz de creerse suficiente, sino todo lo contrario, humilde, pequeño y necesitado de tu Amor para alcanzar la salvación.