Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 9 de diciembre de 2013

CURA MI PARÁLISIS SEÑOR



Mi incapacidad para dejarme perdonar me paraliza Señor. Me asalta la duda del perdón, y me resisto a dejarme perdonar por los hombres. Hombres de carne y hueso como yo y tocados por el pecado. Sé que Tú le has dado ese perdón, pero sólo queda en mi saber, pues a la hora de aceptarlo me vienen las dudas.

No quiero pedirte pruebas que, como hiciste con el parlítico, me demuestren tu poder divino para perdonar los pecados, pero si necesito que cures mi parálisis de miedo e impotencia de sentirme perdonado. Dame la Gracia y la sabiduría de dejarme curar por tu Misericordia y perdón.

Sé, Señor, que tienes poder para perdonar los pecados, pero a mí me cuesta, no tanto saberlo que dejarme perdonar. Danos la luz de descubrir la necesidad que tenemos de ser perdonados, porque sólo en el perdón encontramos la paz y la fuerzas para amar y dejarnos amar.

Descubrir la necesidad de ser perdonado es descubrir que soy pecador. Y nada hay tan grande para mover tu Misericordia Señor que la súplica de un hijo que se reconoce pecador.

domingo, 8 de diciembre de 2013

SEÑOR, NECESITO TU GRACIA



Yo no tengo la Gracia que tiene María, tu Madre, Señor. Ella alcanzo tu Gracia y Tú la llenaste de Ti. No hay mayor Gracia que la de ser elegida Madre tuya. Pero yo, Señor, aunque también me has creado por amor y te has hecho Hombre en María para acercarme y regalarme tu salvación, yo, Señor, soy un pecador.

Un pecador que no merece tu Gracia ni tu Misericordia, y sin embargo, Tú me la das y me la ofreces, Y lo has hecho sin pedirme ni siquiera opinión. No me has dejado ni opinar. Te has entregado, en tu Hijo, a mi entera salvación. Y sin embargo, me dejas en libertad y aceptas mi rechazo y mi negación a tu plan.

¿Qué hubiese sido de mí si María también te rechaza? Ahora sé valorar la colaboración y grandeza de María, tu Madre, al aceptar tu Voluntad. Yo, Señor, y Tú lo sabes, quiero también aceptar tu plan, lo que ocurre que, Tú también lo sabes, soy un miserable pecador y te decepciono a cada momento. 

Quiero aprovechar este momento para pedirte que me des la Gracia suficiente para, como María, tu Madre, corresponder a tu Amor y ser capaz de seguirte. No simplemente de Palabra, sino también con mi vida, con mi ejemplo, con mi testimonio, con mi trabajo, con mi servicio, con mi humildad, con mi entrega, con mi aceptación y sacrificio... Ayúdame Señor.

sábado, 7 de diciembre de 2013

A VECES DUDO DE MI FE



Supongo que a ti también te pasa. ¿No tienes dudas, sobre todo cuando el camino se pone duro y difícil? Te preguntas, ¿para qué hago esto? ¿Servirá esta lucha para algo? Y es que Satanás no está dormido. Él también juega y trata de convencernos que no vale la pena caminar contra corriente. Así encontró Jesús a muchos, fatigados, vejados y abatidos. Diríamos sin esperanzas.

Cuando decidimos quedarnos, dejar de luchar y rendirnos a las corrientes de este mundo, pronto experimentamos que nuestra esperanza empieza también a desaparecer. Es el Espíritu Santo que nos alerta, que nos previene, que nos empuja, porque somos seres de esperanza, de deseo de una vida mejor. Y en este mundo sólo encontramos apariencias de esperanza y felicidad, pero no la auténtica verdad y felicidad. 

Nos damos cuenta que estamos siendo arrastrados, y volvemos nuestros ojos a Jesús, la única y verdadera esperanza. En, por y con Él nos encontramos a gustos, felices, esperanzados y en paz. No por eso dejamos de padecer y sufrir contra tiempos, pero lo hacemos con otra mirada, con otra esperanza. Son las pruebas que nos mantienen alerta y deseosos de buscarle y de dejarnos encontrar con Él. 

Precisamente porque le necesitamos.

 A pesar de mis penas y tristezas. A pesar de mis sufrimientos y mis temores. A pesar de mis angustias e inseguridades, dame Señor la esperanza de saberme salvado y de continuar el camino hacia Ti. Eso descubre que mis dudas son superadas y que mi fe, aunque en momentos se tambalea y me recuerda mi humanidad, mi pobreza y mis pecados, sigue en pie porque Tú la sostienes.