Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 9 de enero de 2017

AHORA HABLA JESÚS

Es el Señor quien, a través de su Iglesia, se manifiesta constantemente al mundo. Son muchos consagrados y seglares que se esfuerzan en dar testimonio de su Palabra, y lo hacen con sus palabras y vidas. Son muchos, pero no están solos sino que cada uno va auxiliado y asistido por la acción del Espíritu Santo. La Iglesia está asistida por el Espíritu de Dios.

Y muchos esperan todavía, como aquellos fariseos de su tiempo, algún acontecimiento grandioso que les habra los ojos. Pero no se les dará, pues ya lo ha dicho Jesús. No se les dará otra señal que la de la Cruz (Lc 11, 29-32). Es tiempo de conversión y esa conversión nos toca a cada uno y también nos interpela.

Pidamos al Señor la Gracia de convertirnos cada día. Una conversión permanente, perseverante y llena de obras de caridad. Una conversión transparente, que se proclama de palabra y de vida. Una conversión en la que vayamos dejando nuestra vida por entregarla, día a día, a los demás. Una conversión que descanse en la  escucha de Palabra, la oración y los sacramentos.

Una conversión humilde, agradecida, pedida, suplicada y aceptada. Una conversión, a pesar de las noches oscuras, de las dudas y contradicciones, de las tentaciones, del cansancio, de la fatiga, de los silencios, de no entender ni comprender. Una conversión como María, de perseverar y confiar en el Señor.

Pidamos ser llenados de la Gracia del Señor con humidad y perseverancia, y llenos de paciencia postrados a sus pies. Aceptando que como Padre nos dará siempre lo mejor y lo que nos conviene para nuestra salvación. Amén.

domingo, 8 de enero de 2017

EN CONSTANTE ALERTA

El buen gimnasta no cesa de esforzarse para mantenerse en forma. Su éxito depende de su preparación y, sobre todo, de su constancia y perseverancia en cuidar su estado físico y mental. Igual nos ocurre a nosotros, los seguidores y creyente de Jesús. Necesitamos el ejercicio de la oración todos los días, y frecuentar los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. Claro, eso nos supone confesarnos con cierta regularidad para mantenernos limpios y en estado de Gracia.

Por el Bautismo recibimos la Gracia para conseguir esa fortaleza, pero también, el compromiso de conservarla y cuidarla. Perseverar en ella nos incumbe a todos los creyentes y bautizados. Se hace necesario responder a ese nuestro compromiso de Bautismo. Y eso se fundamente en complacer al Padre tal y como el Hijo lo complace. Claro, nosotros no somos el Hijo, pero contamos con su Gracia y la del Espíritu de Dios. 

Y, porque Él, el Hijo, ha venido a este mundo y se ha bautizado para que nosotros le siguiéramos por ese mismo camino, bautizándonos con Espíritu y fuego por su Gracia, quedamos configurados como sacerdotes, profetas y reyes, y preparados para la lucha y para vencer al mal, el pecado. Pero no sin nuestro concurso y nuestro diario esfuerzo. Y eso es lo que le pedimos en este día de hoy, el Bautismo de Jesús, para como Él, estar protegidos y resguardados contra las amenazas y seducciones del pecado.

Pidamos esa fortaleza, para no desfallecer y continuar, a pesar de nuestras caídas, decepciones, desilusiones, incomprensiones, y toda clase de dificultades que nos invitan a pararnos, a no seguir, a abandonar y a quedarnos en el camino. Pidamos para que siempre una mano amiga nos levante, nos acompañe y nos anime. Pidamos y confiemos en la acción del Espíritu Santo que, por nuestro Bautismo, permanece en nosotros asistiéndonos y protegiendo. Amén.

sábado, 7 de enero de 2017

FORTALECE MI DÉBIL HUMANIDAD

Somos humanos y, cuando decimos eso damos por sentado que nos reconocemos débiles y pecadores. "Yo soy humano" solemos decir cuando vivimos un fracaso o nos vemos imposibilitados para superar cualquier contrariedad u obstáculo. Sí, sabemos de nuestras debilidades y nuestras esclavitudes.

Sería muy malo ignorarlas y desconocerlas. Por eso, es bueno conocernos y eso nos exige reflexionar y tratar de vernos y estudiarnos. De alguna forma eso es hacer penitencia, es decir, ver donde fallo y cuáles son mis puntos flacos o más débiles. Porque, conociéndolos, estaremos en disposición de corregirlos. Sólo aquello que se conoce se puede, tanto amar como rectificar.

Y en eso consiste nuestro camino, camino de perfección. Es decir, ir corrigiéndonos todos nuestros defectos y pecados. Para ello, reflexión y disponibilidad para corregirlos y superarlos. Y eso nos descubre que necesitamos la presencia del Señor y su Gracia. Sólo no podemos perfeccionarnos. Por eso necesitamos la penitencia y el sacrificio. Penitencia de revisarnos y confesarnos débiles y pecadores, y sacrificio para irnos corrigiendo y superando.

La oración es fundamental, porque ella nos fortalece y nos relaciona con el Señor. Pero también la Eucaristía contemplativa y como alimento espiritual de nuestra alma. El Reino de Dios ha llegado con el Señor y en Él encontramos lo que necesitamos para alcanzar la Misericordia del Padre. Pidamos esa Gracia sin parar. Que cada minuto de nuestra vida sea una constante plegaria para que nuestros actos glorifiquen y canten alabanzas al Señor.

Pidamos que nuestra fe, debilitada por el pecado, se sostenga firme en la oración, penitencia y sacrifico, y que cada día pueda ir superando las adversidades y obstáculos que se le presentan, con la esperanza de que el Reino de Dios está cerca. Amén.