Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 6 de febrero de 2017

EN PRESENCIA DEL SEÑOR

Nos preocupa estar delante del Señor. Muchos no sabemos qué decirle o qué pedirle. Quizás, nos distraemos o creemos que no nos escucha. En fin, no sabemos orar o pensamos que es algo que debemos aprender. Sin embargo, no sabemos como empezamos a hablar con nuestros padres, y también a pedirle las cosas que nos gustaba o necesitamos. ¿No es Dios nuestro Padre? Al menos así nos lo ha presentado su Hijo, nuestro Señor.

También, hemos aprendido de nuestros padres a saber que hay cosas que no nos dan, y hasta que nos las prohiben. En aquellos momentos nos enfadábamos, pero ahora reconocemos que tenían razón. No nos convenía aquello que con tanto interés y muchas rabietas queríamos. Pues, supongo, que con nuestro Padre Dios, tal y como Jesús nos lo describe, nos tendremos que relacionar de la misma manera.

Recordamos como era nuestra relación de niño. En muchos casos, casi siempre, no eramos conscientes de lo que decíamos y hacíamos. Posiblemente éramos dirigidos y lo repetíamos como loros. Pero, ahora, más conscientes y responsables de nuestros actos, sabemos mejor hablar con Dios. Y hemos de hacerlo con franqueza y confianza.; con tranquilidad y generosidad; con solidaridad y servicio. Porque, lo que debemos pedirle a nuestro Padre Dios es que nos enseñe a amar. A amar como nos ha amado su Hijo y a servir como nos ha servido su Hijo. 

Esa debe ser, en mi humilde opinión, nuestro diálogo con el Señor. Podemos hablar de como van nuestras cosas; podemos pedirle las necesidades materiales que necesitamos para vivir dignamente; podemos contarle nuestras dificultades, nuestras debilidades, nuestros temores, nuestros peligros...etc. Y pedirle que nos aumente nuestra fe; que nos dé un corazón limpio, desprendido, generoso, servicial. Cada día habrá un tema, un obstáculo, un peligro, una necesidad...etc. Es nuestro Padre y con Él debemos hablar convencido de que nos escucha, nos ama y nos dará lo que realmente nos convenga para llegar salvos a su Casa. Amén.

domingo, 5 de febrero de 2017

SER REFLEJO DE TI, SEÑOR

Revisteme, Señor, de tu Gracia, para que en cualquier momento de mi vida todos mis actos sean reflejo tuyo. Porque eso es lo que realmente quiero, Señor, pero lo que no puedo hacer. Como diría Pablo, hago lo que no quiero hacer, y no hago lo que quiero. Esa es la lucha diaria de mi vida; esa es la perenne y constante intranquilidad de cada día y el deseo ardiente de respuesta a tu Palabra.

Hoy, no quiero dejar pasar este hermoso momento para pedirte esa Gracia. La Gracia de vivir en tu Palabra y de no cesar de esforzarme en hacer las cosas como Tú quieres. La Gracia de responder según tu Voluntad, escuchándola y haciéndola. La Gracia de no desfallecer, porque sé que soy débil y fácil de ser tentado y de acomodarme en la pereza, las pasiones y el desenfreno. Fácil de dejarme ir y de perderme.

Quiero, Señor, y Tú lo sabes mejor que yo, seguir tus pasos. Mi vida no significa nada y pierde todo su valor si no estoy contigo. Todo pierde su sentido cuando Tú te quedas fuera. Y no me siento bien cuando mi sal se desala y mi luz se hace oscuridad. Quiero salar y alumbrar. Salar la vida y llenarla de tu perfume y de tu sabor. Desprender ese gusto que da gozo y alegría el saborearlo y paladearlo. Quiero, Señor y sé que sólo en Ti y por Ti puedo hacerlo.

Pero, también, al mismo tiempo, quiero ser luz. Luz, como Tú, para alumbrar todos los rincones de mi vida oscuro y sombríos. Quiero que los que circulen en mi misma dirección queden alumbrados por la luz que irradia mi corazón reflejada del tuyo. Quiero, Señor, ser esa sal y esa luz de la que Tú me hablas hoy en tu Evangelio. Quiero, Señor, y te lo pido con toda mis fuerzas y todo mi ser. 

En Ti confío, Señor, y, para ello, quiero esforzarme y poner todo de mi parte. Todo lo que me has dado y que tengo que poner a negociar para bien de los demás. Quiero, Señor, que mis humildes y pobres manos vayan llenas de esfuerzo y de amor, aunque con poco rendimiento, a la hora de presentarme ante Ti, y confiar, abandonándome en tus Brazos, en tu gran Misericordia. Amén.

sábado, 4 de febrero de 2017

LA LUZ SE ESCONDE EN LA ORACIÓN

No hay otra manera de permanecer y perseverar en la Luz que la oración. La oración nos fortalece y enciende nuestro corazón. La oración es el combustible que aviva el fuego de nuestra alma y la pone en relación con Dios. Orar es caminar unido al Señor abriéndonos a la acción del Espíritu Santo. Sin oración no podemos dar un paso.

Señor, hoy, como ayer los apóstoles, te pedimos que nos enseñes a orar. También a ti, Madre santa, que supiste pacientemente avivar en tu corazón la llama del amor en tu Hijo. Acompáñanos  y fortalécenos con tu ejemplo en la oración. Pero, queremos saber y aprender a buscarte. A no perdernos y estar siempre orientado al camino, a pesar de nuestras caídas y pecados, alumbrados por la Luz del Espíritu Santo.

Que sepamos, Señor, encontrarte y perseverar en tu Iglesia y junto a tu Madre. Sentimos miedo y temor de perdernos, de desviarnos y de perderte. Por eso, hoy no queremos perder la oportunidad, junto a todos los hermanos en la fe que pasen por este rincón, de pedirte que nos enseñes a orar y a buscar esa Luz de tu Espíritu que se esconde en la oración contigo.

Danos, Señor, la sabiduría de recurrir a Ti para descansar en Ti. Porque el descanso consiste en reponer fuerzas para volver a la tarea de amar. Y eso significa entregarse y darse gratuitamente hasta el último esfuerzo de nuestra capacidad. No, Señor, porque descansemos estaremos nuevo para comenzar la tarea, sino porque lo hagamos en Ti. 

Tú eres nuestro descanso, nuestro apoyo y nuestra fuerza. En Ti, Señor, encontraremos la vitalidad y la capacidad para volver a empezar; para volver a reconstruir todo lo que está muerto y volverlo a la vida. En Ti, Señor, nos apoyamos y descansamos. Gracias Señor. Amén.