Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 7 de julio de 2017

TAMBIÉN A MÍ ME DICES, SIGUEME

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDA


La invitación no es sólo para Mateo. Dios quiere salvarnos a todos, y a todos nos invita a ese banquete de Salvación. Por lo tanto, tú y yo también somos de la partida, y estamos invitados. Ahora, tendremos que dar nuestra respuesta, porque Jesús está esperándonos. Y nos esperará hasta el final de nuestro camino en este mundo. Por lo tanto, nunca es tarde mientras andes por este mundo. Pero, conviene decidirse ahora. Cuando digo ahora, digo ya. En este momento. No lo dejes para dentro de un rato o unos días. La respuesta es inmediata, porque es ahora el momento de salvación.

Quizás, dentro de un rato no exista las mismas condiciones, o no puedas dar tu respuesta. Todo cambia en cuestión de instantes y segundos. Dios te llama ahora, y es ahora cuando espera tu respuesta. No dejes pasar la ocasión. Piensa que, Mateo, el Evangelio en el que Dios nos habla hoy, que pudo decir que no, y quedarse plácidamente sentado en su puesto de recaudador. Posiblemente, hoy no le hubiese conocido nadie, ni hubiese recibido la Gracia del Señor.

Porque, junto a tu respuesta va unida la Gracia del Señor. Jesús sabe de nuestras debilidades y pecados. Él no ha venido a salvar a los buenos, sino a los pecadores. Pecadores que lo reconocen y necesitan perdón. Sólo quiere que le entregues tus pecados, para, Él, transformarlos y limpiarlos. Entonces experimentarás la fuerza de sentirte fuerte y capaz de vencer esas inclinaciones, que te encadenan y someten al mal.

Experimentas el gozo y la alegría del arrepentimiento y el deseo de conversión, tal y como lo experimentó Mateo, hasta el punto de celebrarlo con una fiesta. Pidamos, sin miedo, esa fuerza y voluntad de emprender el camino de seguimiento tras el Señor. Él es el único y verdadero Camino, Verdad y Vida, y en Él encontraremos la sanación, no sólo del cuerpo, sino también del alma para la Vida Eterna. Amén.

jueves, 6 de julio de 2017

MIRAMOS MÁS POR NUESTRA SALUD CORPORAL

Es verdad que los hombres de hoy miran más por la salud corporal que la espiritual. Observas que los gimnasios y las salas terapéuticas están llenas. Observas que las avenidas, preparadas para caminar y correr, son frecuentadas por mucha gente, de todas las edades, que dedican horas de ejercicios diarios con el fin de conservar su salud. La salud es cosa muy importante.

Sin embargo, no ocurre lo mismo con la salud espiritual. A lo más, algunos dedican tiempo a relajarse mentalmente y a hacer ejercicios que les libere de energías y les dé paz. Son menos, en proporción con los habitantes del mundo, que descubren los valores espirituales y los ponen en lugar privilegiado en sus vidas dedicándoles seria atención. Realmente, el alma es lo más importante y lo que realmente hay que salvar. Y eso no consiste en ejercicios, al menos físicos, sino en una actitud de hacer el bien.

Diríamos que hacer el bien es amar. Porque el amor es aquella intención que busca el bien del otro. Sea amigo o enemigo. Es ahí donde se esconde el secreto. Amar no es responder a aquel que te ama, sino darte y corresponder gratuitamente a aquellos que, amándote o no, son objetos de tu amor. Y eso sólo lo puedes comprender desde un encuentro con Jesús de Nazaret. El mismo que, al verse con aquel paralítico delante de sí mismo, su primera intención fue perdonarles sus pecados. Porque es así como se gana la verdadera y eterna salud, la Vida.

También nos cura, transitoriamente, nuestra salud corporal, y ante la sorpresa de aquellos hombres que esperaban la salud del paralítico, Jesús le cura también su parálisis. Pidamos al Señor que nos cure nuestras parálisis. La parálisis de la fe, de la incredulidad, de la ceguera, de la materialidad, de la carne y tantas otras que nos impide verle y seguirle.

miércoles, 5 de julio de 2017

PARA ELEGIR HAY MUCHA NECESIDAD DE ORAR

Resultado de imagen de (Mt 8,28-34) por Fano
Sin la oración nos perdemos, y perdemos, valga la redundancia, el horizonte de nuestra verdadera y única meta. La necesitamos como el agua, pues sin ella nuestra alma se muere, y nuestro cuerpo se pierde. Danos, Señor la sabiduría de buscarte y de abrirte nuestro corazón y de tenerte como el centro y norte de nuestro mundo. 

Danos, Señor, la sabiduría de entenderte y de seguirte, y nunca rechazarte. Danos, Señor, la sabiduría de saber utilizar nuestra libertad y elegir seguirte y vivir en tus mandatos. Danos, Señor, la fortaleza de luchar contra las fuerzas del mal y de anteponer los intereses económicos y de este mundo a tu Divinidad y Poder. Ayúdanos a descubrir tu Bondad y tus buenas acciones para bien del hombre, y, a pesar de nuestros errores y malas acciones, Tú, Señor, continúas dándonos buenas obras y sosteniéndonos la vida.

Gracias, Señor, por tu Misericordia, porque a pesar de tu Inmenso Poder, te empequeñeces delante del hombre y te muestras impotente, dejándole hacer su voluntad. Hasta el punto de rechazarte, ofenderte y negarte. Y, a pesar de todas esas afrentas, Tú continúas ahí, con los brazos abiertos esperando su conversión y arrepentimiento. No merecemos nada eso, y, sin embargo, Tú, Señor, permaneces  firmes y pendiente de cada uno de nosotros esperándonos.

Danos, Señor, la fe de creer en tu Palabra, y de mostrarlo con nuestros actos y nuestra vida. Tendemos a valorar más lo material, lo que es de este mundo y perece, y nos olvidamos de lo permanece y cuenta para la verdadera vida, el amor. Ponemos en el centro de nuestro camino al poder y bienes materiales, y desplazamos al hombre, relegándolo a simple mercancía u objeto.

Danos, Señor, la sabiduría de poner a la oración en el centro de nuestra vida. La oración que nos relaciona contigo y nos ayuda a cumplir tu Voluntad. Amén.

martes, 4 de julio de 2017

SIEMPRE HABRÁ ALGO DE OSCURIDAD

El Bautismo nos limpia, pero en el camino, volvemos a embadurnarnos de polvo y tierra. La travesía nunca nos dejará impolutos y siempre estaremos, hasta en el mejor de los casos, tentados y amenazados de mancharnos. Estamos heridos y sometidos a las leyes naturales. Sentimos sed y hambre. Y no sólo de alimentos, sino de pasiones, deseos impuros y egoísmos. En resumen, somos pecadores.

Y eso ya lo sabemos, pues el Señor nos lo repite muchas veces. Él no ha venido a salvar a los impolutos y buenos; a los sabios y poderosos; a los que nada necesitan. Él ha venido a salvar a los pobres, a los humildes, a los que se reconocen manchados, imperfectos, pecadores. Y, si nosotros, tú que lees estas sencillas letras, te reconoces pecador, estás en el buen camino, y eres de los que busca el Señor Jesús. 

Porque, Jesús, nuestro Señor, ha venido, enviado por su Padre, a buscar y salvar a los pecadores. Es decir, a ti y a mí, y a todos los que se incluyan dentro de ese espectro de pobreza y necesidad de quedar limpio y salvado. Por eso, el Señor ha dejado tablas de salvación. La Penitencia, para que cada vez que se levanta la tempestad, tú y yo, acudamos a la confesión y, humillados ante el Señor, recibamos la limpieza de todos nuestros errores, egoísmos y pecados. 

Es como llamarlo a Él y decirle: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Y, sabiendo que ya no iba a estar físicamente presente entre nosotros, se ha quedado Sacramentalmente, bajo las especies de Pan y Vino, para alimentarnos, para fortalecernos, para decirnos: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».

Fiémonos de su Palabra; confiemos en su Palabra; perseveremos en su Palabra. Jesús es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. Y en, con y por Él ninguna tempestad podrá arrebatarnos ni alejarnos de su presencia. Porque Él nos llevará al verdadero paraíso que todos buscamos y anhelamos: La Gloria Eterna. Pidamos esa Gracia. Amén.

lunes, 3 de julio de 2017

ANTE LAS DUDAS, ORACIÓN

Mientras oramos significamos que tenemos fe y, sobre todo, esperanza. Significamos que somos mortales, seres humanos limitados, pequeños, llenos de imperfecciones y muy limitados de razón para entender la grandeza de nuestro Padre Dios. Estar en su presencia en la comunidad, en las celebraciones litúrgicas, en la actitud de vivir en el amor y en relación personal con Él en la oración es síntoma de que la fe vive dentro de nosotros. A pesar de nuestras dudas y tribulaciones.

Hagamos el esfuerzo de sostenernos ahí, confiando plenamente en la Misericordia de Dios. No somos perfectos, ni mucho menos, pero sí seremos perdonados por la Misericordia de Dios. Y eso debe bastarnos para confiarnos a su Amor y Salvación.

Nuestros padres no exigían esfuerzos y nos ponían en aprietos. Muchas veces no entendíamos por qué nos hacían eso. Sin embargo, siempre sabíamos que, aun sin comprenderlo, lo hacían por nuestro bien. Ya de mayores lo hemos comprendido. Pues, ¿cómo Dios, nuestro Padre Infinitamente Bueno puede mandarnos algo malo? No entra en nuestra razón ni en el sentido común.  Dios, con su Poder Infinito, hará todo lo que haga falta para darnos la plena felicidad eterna. Esa es su Voluntad, y eso quiere para ti y para mí. No lo dudemos, porque a ese razonamiento si podemos llegar fácilmente.

Un padre no nos crea para matarnos. Si eso lo hacen nuestros padres de la tierra, ¡cuánto más va a hacer nuestro Padre del Cielo! Nos ha creado para la Vida. Y Vida Eterna. Dejemos nuestra razón limitada y pequeña, incapaz de entender los designios y misterio de Dios, y abandonémonos, no sin muchas razones escritas dentro de nuestro corazón, para terminar diciendo como santo Tomás: "Señor mío y Dios mío".

Gracias, Señor, por esta hermosa y sabia decisión de esforzarnos en conocerte, amarte y seguirte, para siendo tus discípulos, y en la medida de conocerte más, más amarte y seguir el ritmo de paz de tus pasos. Amén.

domingo, 2 de julio de 2017

TÚ, SEÑOR, ERES LO PRIMERO


No podemos librarnos de muchas cosas que interrumpen nuestra dedicación y entrega al Señor. El mundo tiene una y mil razones para distraerte e interrumpirte tu relación con el Señor. Y, quizás, muy válidas, para ti y para los demás. Y muy razonables y de sentido común. El trabajo es una de ellas. El trabajo y la comida y educación de tu familia. ¿Quién te va a decir que no?

Sólo Dios puede interrumpirte, porque todo lo que tienes, incluso, tus hijos, te los ha regalado Él. Y te ha creado para servirle, sirviendo a ellos y al prójimo. Pero, primero tienes que servir, que es amar, a Dios. Porque cuando hablo de servir estoy incluyendo tu voluntariedad y libertad. Nadie que sirve por dinero o por obligación, puede amar. El amor exige libertad y voluntariedad. Eso sí, claro, cuesta y se hace duro en muchos momentos. Sobre todo cuando el servido tiene muchas carencias, enfermedades y dolencias. Y falta de medios.

Dios, que es amor, no te va a impedir que tú ames como Él te ama. Y el amor a Él sólo se lo puedes demostrar en los hermanos. Sobre todo en los enemigos, porque a los amigos es fácil amarlos. Tú experimentas que tu corazón se encoge, cuando tienes que dar la paz, con sinceridad, con una sonrisa y con tu mayor esfuerzo auténtico y verdadero a un enemigo. Pero, al mismo tiempo, descubres que, no sólo has abrazado en paz a tu enemigo, sino que has abrazado fuertemente a Dios. Y tu corazón, entonces, se ensancha y experimenta gozo y verdadera paz. Se cumple con lo Jesús te ha dicho: "El ciento por uno".

Pero, eso sólo se puede producir cuando Dios es y está el primero en tu corazón. Él sobre todas las cosas. Es la primera Ley de su Mensaje, Amar a Dios sobre todas las cosas, y, con su fuerza, al prójimo, sobre todo a los enemigos. Porque, tú sólo no puedes. A penas amarás a los que te aman a ti, y de ahí no sales. Por eso necesitamos al Señor, y tenerlo como fin primero y último de nuestra vida, porque estando con Él podremos cumplir su Voluntad. Voluntad que se concreta en sólo dos cosas: "Amar y Perdonar". Amén.

sábado, 1 de julio de 2017

UNA SOLA PETICIÓN: "AUMENTA NUESTRA FE"




La fe es un camino. No es una palabra, ni una oración. Ni tampoco actos de piedad y litúrgicos. Ni tan siquiera obras de caridad. ¡No!, la fe es un camino. Un camino que cada instante te va probando tu fidelidad a Cristo. Un camino que, cada día, necesitas recorrer y superar los obstáculos que te salen al paso. Un camino de fatigas y desfallecimientos, pero que, confiado y abandonado esperanzadamente continúas paso a paso.

La fe es un camino de lucha contra las soluciones y tentaciones de est mundo. La fe es el abandono de tu confianza en el Poder de Dios que todo lo puede. La fe es saber que lo que pides está dirigido, por amor, para el bien del otro. La fe es la que mostró aquel Centurión descargando su preocupación y solicitud de deseo de curar a su siervo en Jesucristo, nuestro Señor.

Y esa es la clase de fe que hoy te pido, Señor. No una fe mediocre, parada ante las dificultades, y llena de dudas. Instalada en las cosas de este mundo y viviendo entre dos aguas, lo mundano y lo espiritual. Es la fe de Abrahán y del Centurión la que yo quiero vivir. Y con la que yo quiero seguirte. No te pido otra fe ni pongo condiciones. Tú sabes lo que puedo dar y lo que necesito, Señor, pues cúrame. Aumenta mi fe. Quiero apostar por Ti, tal y como hizo el Centurión.

Dame, Señor, esa fe y mi corazón quedará transformado. Señor, no soy dingo de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.