Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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lunes, 30 de marzo de 2020

UN PADRE MISERICORDIOSO

Navegar Mar Adentro: Evangelio según San Juan 8, 1-11
Te damos gracias, Señor, por tu Infinita Misericordia. Somos conscientes que por ella alcanzamos el perdón de nuestros pecados y la salvación eterna. Y, más agradecidos porque nos conocemos indignos de tal perdón y misericordia. Nuestros méritos nunca podrán alcanzar pagar o equilibrar tu Amor y Misericordia Infinitas. Nosotros, criaturas finitas no podemos atesorar méritos infinitos para saldar esa deuda de nuestras miserias y pecados. Por tanto, Señor, gracias y gracias es lo único que podemos decir.

Sin embargo, te pedimos, Señor, que nos des el conocimiento y la sabiduría de darnos cuenta de que sin Ti nuestra vida no tiene sentido. Y que necesitamos ser misericordioso de la misma forma que Tú lo eres con cada uno de nosotros. No te avergüenzas de nuestros pecados, nos acoge y nos defiende. Sabes, Señor, me admira y me asombra la gran confianza que tienes en nosotros, a pesar de tantas veces que te hemos fallado. Te pones en nuestro lugar y, como a esa mujer adultera, la defiendes y la perdonas.

Señor, te pido paciencia y perseverancia para permanecer a tu lado y saber escucharte con tranquilidad y en silencio. Silencio de todo ese ruido que me rodea y me desconcierta, que me descontrola y me inclina a vivir en el ajetreo de una vida consumista, acomodada, instalada y ociosa.  Y, sin darme cuenta adultero mi vida alejado de Ti, Señor. 

Por eso, como aquella mujer que fue llevada ante ti acusada de adulterio, yo quiero voluntariamente ir a Ti para que, mi vida, adulterada por tantos vicios, pecados, errores y decepciones la tomes en tus Manos y, misericordiosamente me devuelvas al camino bien intencionado y limpio de todo pecado. Gracias, Señor. Amén.

domingo, 7 de abril de 2019

TAMBIÉN YO, SEÑOR, SOY UN PECADOR

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Necesito tu perdón, Señor. Y lo necesito porque, cuando más cerca estoy de Ti más me doy cuenta de mi condición pecadora. Mi debilidad es tanta que experimento que no tomo conciencia de mi gran deuda. Deuda que nunca llegaré a pagarte. Solo tu Misericordia la puede saldar. Por eso, Señor, a pesar de mi incapacidad para tomar conciencia y darme cuenta de todo lo lejos que está mi corazón de Ti, quiero, al menos, expresarlo aunque no pueda sentirlo y darte gracias por tu Perdón y Misericordia.

Hoy lo has demostrado en el Evangelio al defender a esa mujer adultera, que no la justificas, pero que Tú le das esa oportunidad para que reinicie su vida por un nuevo camino junto a Ti. La misma oportunidad que me das a mí en este momento y a cada instante de mi vida. Porque, Tú, Señor, sabes de nuestra condición pecadora y de nuestro sometimiento al pecado. Por eso, nos comprendes y quieres ayudarnos a liberarnos.

Tú, Señor, tienes poder para liberarnos, pero quieres que usemos nuestra libertad y nuestra voluntad para lograrlo según Tú nos indicas y señalas el camino. Tú pones lo que nos falta a nosotros, pero sólo lo que nos falta, porque nuestro esfuerzo depende de nosotros. Para eso nos ha dado unos talentos, libertad y voluntad. Por todo ello, Señor, quiero pedirte mucha fortaleza, sabiduría y paz para no separarme de tu camino y seguir a tu lado fortaleciendo mi fe y mi confianza en Ti.

Quiero aprovechar estos momentos de tribulación para abandonarme en tus brazos y dejarme conducir por Ti. Te pido, Señor, luz, sabiduría y decisión, y sobre todo, confianza en saberme dirigido por el Espíritu Santo para no alejarme de tu Palabra ni de tu Amor. Y fortaleza para responder a ese cambio de vida que Tú me pides siguiéndote e imitándote. En Ti confío Señor. Amén.

lunes, 3 de abril de 2017

SÓLO QUIERES MI ARREPENTIMIENTO


Sabes, Señor, mis debilidades y mis caídas; sabes de mis pecados y de mi necesidad de perdón. Porque sin tu Misericordia, Señor, ¿a dónde voy? Imposible sostenerme inmaculado, ni siquiera perseverante en esa intención inmaculada. Porque soy débil, frágil, pecador. Estoy herido y tocado por la tentación, y mi naturaleza manchada y malherida clama misericordia para sobrevivir.

Y, Tú, Señor, vienes a dármela. «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más». Estas Palabras pronunciadas por Ti, Señor, dejan bien claro que tu intención es misericordiosa. Vienes a perdonarnos y a, con tu Misericordia, a salvarnos.

Como a la mujer adultera, nos defiendes y nos salva de la condena de los demás, porque les haces ver sus pecados y sus limitaciones. ¿Cómo juzgar a los demás cuando mi corazón está herido por mis propios pecados? Y, salvado de los demás, Tú, Señor, único Juez que juzga, me perdonas y me das la paz. Eso sí, sin antes aconsejarme que no peque más.

Danos, Señor, esa fuerza y voluntad para saber apartarnos de las tentaciones que este mundo nos presenta, y, alejados de ellas, sostenernos y perseverar en tu Voluntad. Danos la Gracia de superar y vencer nuestra ambición, vanidad y egoísmo que nos debilitan y nos inclinan al desamor y al egoísmo. Danos, Señor, un corazón contrito y dolido de los pecados, que nos mueva a la contrición y al compromiso de no volver a pecar. Porque esa es tu Voluntad.

Se lo has dicho a la mujer adultera y a todos los que has defendido y curados, y me lo dices a mí también. Señor, eso quiero también yo, no volver a pecar. Esa es mi intención y eso te pido, que me des la sabiduría, fortaleza y voluntad para no pecar más. Amén.

lunes, 23 de marzo de 2015

ES FÁCIL VER LOS PECADOS DE OTRO



No resulta difícil ver los fallos y errores de otro, e incluso sus debilidades y pecados. Ni tampoco nos es muy difícil juzgarlos y hasta condenarlos. Cuando no me atañe a mí, las cosas de los otros no me resultan difícil juzgarlas y condenarlas.

Sin embargo, con un simple acto de lugar, todo puede cambiar. Simplemente, poniéndonos en su lugar vemos las cosas de otra manera, y hasta las llegamos a comprender. No hay mejor remedio que experimentar tus propios pecados. Porque todos somos pecadores. Ese es el primer punto de partida.

Así ocurrió con aquella mujer sorprendida en adulterio. Queriéndola condenar todos aquellos, quedaron sorprendidos ante el reto de mirarse ellos también. Y resultó que nadie se atrevió a levantar la mano contra aquella mujer, porque se vieron retratado como pecadores y posibles condenados, también por ellos mismos. Así que, en silencio, se fueron retirando uno a uno, empezando, dicen, por los más viejos. Es decir, por los que precisamente tendrían más pecados.

¡Señor!, danos la sabiduría y humildad de reconocernos pecadores, y de no atrevernos a juzgar a nadie. Porque un pecador no es digno de juzgar a otro pecador. Sólo Tú, Señor, que eres infinitamente Bueno y Misericordioso, sin mancha de pecado alguno, eres digno de juzgar nuestras vidas.

Y, a Ti, como ocurrió con la mujer adultera, te pedimos clemencia y perdón por todos nuestros pecados. Amén.