No hay mejor respuesta que la que tú diste al Señor: "Hágase en mí según tu Palabra", y presta, llena de alegría, marchaste a servir a tu prima Isabel, también elegida para ser la madre del Bautista. Yo también quiero decir que sí, como tú María...
Quiero abrirle las puestas de mi corazón al Señor y ponerme a su disposición para hacer su Voluntad. Y eso pasa por confiar, por esperar que Él actúe en mí. Empezar por tener plena confianza en que su Gracia llenará mi vida y hará maravillas en ella como hizo en su Madre María.
Saber que el Señor es el más interesado, el que más desea actuar en mí, pero necesita mi libertad y mi humildad. Él ha dado su vida por mí, ¿cómo no va a ser el más interesado en salvarme? Sería absurdo dejarme a la deriva después de entregar su vida por la mía. Tendré yo que dar también algunos pasos, y eso pasa por poner mi vida en sus Manos.
¿Y como hacerlo? Esforzándome y tratando de, por su Gracia, hacer su Voluntad. Como hizo María y también Isabel. Y su Voluntad es amar tal y como Él nos enseña. Por eso le necesitamos, porque sin Él nada podemos hacer. Pidamos, pues, hacer su Voluntad.