Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

sábado, 21 de enero de 2017

EN MEDIO DE LA GENTE

Señor, Tú estás en medio de la gente, porque has venido para eso, para estar con nosotros. Porque has venido a salvarnos. A salvarnos de forma integral, es decir, cuerpo y alma. Quizás nos ocurre que nosotros sólo vemos el cuerpo y te buscamos para que nos cure, ignorando todo lo demás. Nuestra condición humana es tan pobre y pecadora que sólo vemos las heridas de nuestro cuerpo.

Ayúdanos, Señor, a ver las heridas de nuestra alma. Unas heridas mucho más profundas y dañiñas que las del cuerpo, y, también, más difíciles de ver. Porque, esas heridas, no sólo matan el alma, sino también arrastran al cuerpo. Mientras que curando el alma, también curamos el cuerpo. Ambas, alma y cuerpo van unidos.

Porque, Señor, Tú nos dices que vienes a perdonar nuestros pecado. Lo dejaste claro cuando te pusieron delante a aquel parálitico, Lc 5, 17-26, y lo primero que hiciste fue perdonar sus pecados por aquella fe que había demostrado. Porque esas heridas, Señor, son las heridas del alma, mucho más difíciles de descubrir. Y eso es lo que queremos pedirte hoy, que nos ayude a descubrir nuestra verdadera enfermedad, la del alma.

Y, por eso y para eso, necesitamos la Luz del Espíritu Santo. Necesitamos tener paciencia y esperarte, Señor. Necesitamos aguardar a que Tú decidas entendernos y curarnos. Necesitamos ponernos en lista de espera y saber esperar. Saber descubrir el verdadero valor de ese Tesoro de tu Misericordia y perdón. Y saber que con Él ganamos la Eterna felicidad. Amén.

viernes, 20 de enero de 2017

QUIERO RESPONDER A TU LLAMADA

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS

La verdadera decisión de nuestra vida es descubrir la llamada de Dios y darle respuesta. Porque, de poco vale descubrirla pero no responder. Una decisión que pasa por debajo de la mesa para muchos hombres, o que no le dan la respuesta conveniente. Sin embargo, lo único que tiene valor es responder a esa llamada que tenemos desde siempre de nuestro Señor y Creador.

¿Qué es lo que le ocurre al hombre que anda ciego y no ve lo que realmente importa ver? ¿Es qué no se da cuenta que en lo más profundo de su corazón experimenta el deseo de amar? ¿Es qué no descubre que cuando realmente ama, deseando el bien del ser amado, experimenta gozo, alegría y felicidad? Entonces, ¿por qué no vive ese compromiso de amor?

Jesús sigue llamándote. A ti y a mí, y a todos. Hemos sido creados para amar, pero para llegar a amar sin condiciones, tenemos primero que despojarnos de nuestras apetencias, apetitos, ambiciones y egoísmos. Y eso se llama renuncia. Renuncia a hacer aquello que fastidia a otros y que les hace sufrir; renuncia a dejarme conducir por la pereza, por la comodidad y no cumplir con mis obligaciones. Obligaciones para conmigo mismo, para con mis padres, familia, esposa, hijos, compañeros, amigos...etc.

Cada esfuerzo en ese sentido son pequeños o grandes sacrificios que agradan a Dios. Porque esa es su Voluntad, la de amar a todos, incluso a los enemigos. Amar como Él nos ama a cada uno de nosotros. Y cuando nos afanamos en eso, en descubrir como servir a los demás, estamos haciendo la Voluntad de Dios. En eso consiste su llamada, y en eso consiste nuestra respuesta.

Pidamos al Espíritu Santo que habita en nosotros que nos dé la sabiduría y la voluntad para negarnos a nosotros cada día en todo aquello que entendemos que no debemos hacer. Y que no debemos hacer porque, haciéndolo, nos alejamos de la Voluntad de Dios. Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos acompañe e interceda por nosotros para que, siguiendo también su ejemplo, nos alumbre el camino que Dios nos pide. Amén.

jueves, 19 de enero de 2017

COMUNIÓN Y UNIDAD

El amor necesita de otros. Nunca podrás amar si no estás con otros. El amor es el pegamento, el nexo que nos une. Pero para amar hay que saber soportar. El amor exige perdón, y el perdón soporta. Porque no es  amor aquellos sentimientos por los cuales nos sentimos a gusto y bien, sino los que nacen de sabernos útiles y bienhechores de la felicidad de otros.

Los primeros sentimiento, los que derivan del sentirnos a gusto, pasan pronto y se evaporan y caducan. Los segundos, los que nacen del darse, del despojarse de ti mismo para servir al otro, permanecen y dan un gozo que dura y satisface; que llenan de paz y alegría. 

Pero para eso se hace necesario tender la mano. Esa mano que muchas veces permanece inmóvil, quieta, paralizada y muerta. Esa mano que nos paraliza el corazón y no responde a la llamada del Señor. Esa parálisis que nos impide escuchar y hacer. Por eso, Señor, queremos tenderte nuestras manos para que las sanes y les des vida. Para que las libres de las parálisis de no escucharte ni de hacerte caso. Para que las dispongas a amar y a servir por amor.

Queremos pedirte comunión y unidad. Ponernos en movimiento y tender nuestras manos para la unidad y la comunión. Movernos en el esfuerzo de caminar juntos, sin miedos, disponibles a soportarnos, a servirnos y a amarnos. Disponernos a compartir solidariamente, a estar abiertos a la escucha de tu Palabra y a confiar en tu poder de transformar nuestros corazones.

Sí, Señor, aunque nos parezca imposible, confiamos en tenderte nuestras manos para que Tú, Señor, nos las movilice y nos la cure de esas parálisis que nos las mantienen seca, muertas y alejadas unas de las otras. Amén.

miércoles, 18 de enero de 2017

EL ENFADO DE JESÚS

Estamos acostumbrado a imaginar a Jesús siempre muy suave y muy blando. Hasta el punto que  suponemos que sería imposible descubrir a un Jesús duro y enfadado. Hoy, el Evangelio nos quiere descubrir a un Jesús con una mirada de ira y apenado por la dureza de corazón al experimentar que aquellos hombrres no se compadecían del hombre enfermo.

La lógica humana y el sentido común nos hace comprender que el Señor, hecho hombre como nosotros, menos en el pecado, tuvo momentos seríos y de enfado. Sabemos que con Pedro tuvo también cierto enfado. Sin embargo, eso no nos inclina a dejar de ser misericordiosos y compasivos. Quizás, muchas veces el enfado y la seriedad nos conviene para apremiar a tomarse las cosas con responsabilidad y compromiso.

Pidamos al Señor en estos momentos que sepamos guardar en cada momento la actitud necesaria para hacernos respetar y proclamar con autoridad la Palabra de Dios. Una Palabra que exige ser vivida y realizada en la vida, para luego, si hace falta, ser proclamada. Pidamos al Señor que sepamos experimentar misericordia y compasión, y dolernos de aquellos que sufren y pasan necesidades por circunstancias ajenas a su voluntad o por intereses de otros que los oprimen y someten.

Pidamos ser fieles a su Palabra y crecer en la medida que dejemos entrar al Espíritu Santo en nuestro corazón para que nos llene de sabiduría, de misericordia, de compasión y de fuerzas para llevar a caba la misión que el Señor quiere y espera de cada uno de nosotros. Recemos todos juntos para que nuestras parálisis despierten y actúen según la Voluntad de Dios y que la ley quede sometida al beneficio del hombre y en función del hombre. Amén.

martes, 17 de enero de 2017

EL SENTIDO DE LO PRIMERO

No es fácil priorizar lo importante y lo primero en justicia. No es fácil, porque contaminados con nuestros propios egoísmos nos confundimos. O dicho de otra forma, no vemos claro. La ceguera de nuestro interés nos emborrona la claridad de ver lo que realmente es justo y debe ser la prioridad. Sin darnos cuenta se antepone una calle al paso necesario de la gente. O se prohibe cubrir una necesidad porque ese momento es para otra cosa.

La oportunidad descrita en la parábola del samaritano (Lc 10, 30-37) puede reflejar muy bien lo que queremos expresar aquí. Tanto el sacerdote como el levita dieron un rodeo y miraron para otro lado. ¿Hacemos lo mismo nosotros en muchas ocasiones? ¿Ponemos la costumbre, la tradición, la ley, antes que los derechos y el bien del hombre?

El Evangelio de hoy toca esas fibras sensibles de nuestros corazones. Responder a ellas es la cuestión que hoy nos descubre el Evangelio y nos toca el corazón. Pidamos al Espíritu Santo que nos dé fuerzas, luz y voluntad para hacer lo que la prioridad nos descubre y es justo. Pidamos mucha luz, pero también fuerza y voluntad para despojar nuestro egoísmo e intereses y responder como pensamos y creemos que debemos responder.

Pidamos libertad, despojado de todo egoísmo, para ser libres y hacer la Voluntad de Dios, que no es otra que la de servir y priorizar los derechos de los demás ante los intereses que explotan, que posponen, que esclavizan y someten. Pidamos con confianza y con paciencia que la luz nos alumbre nuestros actos y que la voluntad nos dé fortaleza para llevarlos a cabo. 

Y en esa lucha de cada día, y agarrado a la oración y abandonados, por la fe, en el Espíritu, abrimos nuestro corazón y nos disponemos a dejarnos llevar por el impulso del Espíritu para cumplir su Voluntad, que no es otra que amarnos. Amén.

lunes, 16 de enero de 2017

ABRIRNOS AL ESPÍRITU SANTO

Ha llegado el Señor, el Padre nos lo ha señalado en su propio Bautismo. Le ha enviado el Espíritu Santo y nos ha sugerido escucharle y seguirle. Ese es nuestro camino, escucharle y seguirle, y ver lo que Él hace para, por su Gracia y con su Gracia, esforzarnos nosotros en imitarle.

Hoy nos propone oración y ayuno, porque la oración es fortalecida con el ayuno. No un ayuno de prácticas y costumbre, sino un ayuno como preparación para el camino que tenemos que recorrer. Un camino de lucha contra las tentaciones y pecados a los que estamos sometidos por nuestra humanidad pecadora y egoísta. Para eso está el Espíritu con nosotros. Un Espíritu Santo que nos fortalece y nos prepara, como hizo Jesús en el desierto, para también empezar nosotros, cada día, la misión de nuestro compromiso de Bautismo.

Pidamos al Espíritu Santo esa fortaleza para renovarnos cada día, para que no nos dejemosno llevar por lo viejo y caduco. Para no caer en las costumbres y prácticas caducas y viejas, sino para renovarnos en el Espíritu Santo para construir dentro de nosotros hombres nuevos en el Espíritu de Dios. Capaces de despojarnos de todos nuestros egoísmos y darnos en solidaridad, servicio y amor a los demás.

Pidamos esa Gracia al Espíritu de Dios y, también, abrámonos a su acción. Creamos en su poder y en su acción transformadora capaz de convertirnos, como el agua en vino, y renovarnos completamente. Para nosotros es imposible, pero para Dios no hay nada imposible. Confiemos en su Palabra y seamos dóciles a ella. 

Pongamosno en sus Manos y, perseverando en la oración y el ayuno que nos fortalece, dejemosno llevar por la acción del Espíritu Santo. Amén.

domingo, 15 de enero de 2017

EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO

Tenemos necesidad de limpiarnos, de lavar nuestras culpas y pecados, y no lo podemos hacer por nosotros mismos, ni tampoco por nadie de este mundo. Sólo el Mesías, el enviado es capaz de quitarnos el pecado del mundo. Y ese es Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Hacemos un poco de historia: cuando Juan dijo «he ahí el Cordero de Dios», todos entendieron qué quería decir, ya que el “cordero” es una metáfora de carácter mesiánico que habían usado los profetas, principalmente Isaías, y que era bien conocida por todos los buenos israelitas.
Por otro lado, el cordero es el animalito que los israelitas sacrifican para rememorar la pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto. La cena pascual consiste en comer un cordero.
Y aun los Apóstoles y los padres de la Iglesia dicen que el cordero es signo de pureza, simplicidad, bondad, mansedumbre, inocencia... y Cristo es la Pureza, la Simplicidad, la Bondad, la Mansedumbre, la Inocencia. San Pedro dirá: «Habéis sido rescatados (...) con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1Pe 1,18.19). Y san Juan, en el Apocalipsis, emplea hasta treinta veces el término “cordero” para designar a Jesucristo. (Comentario: Rev. D. Joaquim FORTUNY i Vizcarro (Cunit, Tarragona, España).

Jesús es nuestra esperanza y nuestra salvación. Por el Bautismo que Él nos da y regala quedamos limpio de todo pecado. Nos hace hijos de Dios y coherederos, con El, de su Gloria. Pidamos al Señor que nos dé la fuerza y la Gracia de perseverar y sostenernos puros y limpios, y eso lo logramos viviendo la Gracia de los sacramentos. De forma especial la Penitencia y la Comunión y la comunión con los hermanos.

Pidamos al Señor que nos esforcemos en compartir nuestra fe, porque haciéndolo nos fortalecemos y perseveramos en y por su Gracia. Jesucristo es el Señor y en él están puestas todas nuestras esperanzas. Amén.