
"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
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viernes, 6 de noviembre de 2020
ESTO AMO CUANDO AMO A MI DIOS... POR SAN ACUSTÍN

jueves, 5 de noviembre de 2020
TÚ TAMBIÉN TIENES NECESIDAD DE MÉDICO
Es de sentido común buscar al médico cuando te sientes enfermo. Y, por la misma razón, más todavía, buscar - en el Sacramento de la Reconciliación - la Misericordia de Dios y el perdón de nuestros pecados. Sin embargo, sucede que para buscar esa Misericordia y perdón hay, primero, que reconocer y advertir que estamos enfermos y necesitados de la Misericordia de nuestro Padre Dios. Pues, de no ser así, esa Misericordia nos sobraría.
Ser pecador exige, primero, reconocernos pecadores. Y, parece ser, que aquellos fariseos no se consideraban pecadores como aquellos a los que Jesús acogía y con los que comía. Se hace, pues, de vital importancia descubrir esa condición pecadora inherente a nuestra naturaleza humana, ya desde el principio herida por el pecado. Y, aunque lavada en nuestro bautismo, propensa a caer de nuevo en él por la condición de nuestra débil naturaleza humana.
Necesitamos, pues, el Sacramento de la Reconciliación para lavar nuestras caídas y fallos con los que, nuestra naturaleza humana, es seducida y tentada. Sin embargo, el gran privilegio que, posiblemente no nos demos cuenta, es que Dios - nuestro Padre - es quien nos busca primero y, envía a su Hijo para anunciarnos esa Buena Noticia de Misericordia y Salvación. Así nos lo descubre y enseña en estas dos parábolas del Evangelio de hoy - Lc 15, 1-10 -.
Pidamos la Gracia de sabernos queridos y valorados como verdaderos hijos de Dios y la sabiduría de abrirnos a su búsqueda y Misericordioso Amor. Amén.
miércoles, 4 de noviembre de 2020
NECESITO TU GRACIA, SEÑOR

Dios nos ha dado esa capacidad por la cual podemos decidir y elegir. Por eso, somos libres para acogerle, aceptarle y, también, para rechazarle. De modo que, seguirle o no será una decisión mía, que Dios me respeta sin imponérmela ni exigírmela. Deja todo a nuestro libre albedrío.
Ahora, Jesús, el Hijo, que conoce la Voluntad del Padre y sabe lo que nos ama y el bien que quiere para todos sus hijos, es el enviado a proponérnosla, y nos anuncia esa Buena Noticia de Salvación que nos viene a dar eso que todos, muchos sin saberlo, buscan en otro lugar o por caminos equivocados. De modo que, solo siguiéndole podremos alcanzar esa felicidad que tanto perseguimos, buscamos y queremos.
Jesús sabe que en el mundo no la vamos a encontrar, y nos ha creado para que la encontremos y seamos felices. Y eso pasa por encontrarnos con Él. Por eso nos lo anuncia y nos lo proclama. Pero, tampoco nos esconde las dificultades y obstáculos. Hoy, precisamente en el Evangelio, nos aclara de qué manera tenemos que seguirle. Porque, no podemos seguirle de cualquier manera. Se necesita algunas condiciones.
No podemos ir tras sus pasos con la mochila cargadas de seducciones y ambiciones mundanas. Necesitamos vaciarla y, vaciarla, valga la redundancia, de todo aquello que nos impida encontrarnos y seguir al Señor. Y, nos aclara también que esa exigencia no la podemos sostener sin su Gracia. Por eso, Señor, aprovechamos este rincón de oración para pedirte esa Gracia tan necesaria para seguirte. Una Gracia que nos llene de fortaleza, sabiduría y fe para sostener el ritmo de tus pasos y la voluntad de vivir en tu Palabra y Voluntad. Amén.
martes, 3 de noviembre de 2020
LAUDES - Martes, XXXI semana del Tiempo Ordinario
H I M N O
Señor, el día empieza. Como siempre,
postrados a tus pies, la luz del día
queremos esperar.
Eres la fuerza
que tenemos los débiles, nosotros.
Padre nuestro,
que en los cielos estás, haz a los hombres
iguales: que ninguno se avergüence
de los demás; que todos al que gime
den consuelo; que todos, al que sufre
del hambre la tortura, le regalen
en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás; que nunca emerjan,
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.
Luz, Señor, que ilumine las campiñas
y las ciudades; que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos, envuelva
luz inmortal; Señor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Amén.
lunes, 2 de noviembre de 2020
ENVEJECER BIEN
![]() |
P. Teilhard de Chardin |
«Cuando
los signos de la edad marquen mi cuerpo,
y más aún cuando afecten a mi mente,
cuando la enfermedad que vaya a disminuirme o a causarme la muerte me golpee
desde fuera o nazca en mi interior;
cuando
llegue el doloroso momento de tomar conciencia de pronto de que estoy enfermo o
envejeciendo;
y sobre todo en ese último momento en que sienta que pierdo el control de mí
mismo y que estoy absolutamente inerte en manos de las grandes fuerzas
desconocidas que me han formado;
en todos esos oscuros momentos, oh Dios, concédeme comprender que eres tú -supuesto que mi fe sea lo bastante fuerte- quien está separando dolorosamente todas y cada uno de las fibras de mi ser para penetrar hasta la médula misma de mi esencia y llevarme contigo».
domingo, 1 de noviembre de 2020
AFECTOS DE AMOR - SAN FRANCISCO JAVIER SJ
![]() |
| San Francisco Javier SJ |
Para serviros, Dios mío,
no me mueve el terror de vuestra mano arrojando rayos,
ni el horror del fuego del infierno ardiendo eternamente:
Tú me mueves, Dios mío, por ti mismo:
Tú Jesucristo, atravesado, me atraes,
la cruz que me obliga, y me enciende,
oh Jesús; la sangre que brota de tus llagas.
Si no existiese el fuego del infierno y
se quitase la esperanza de la gloria,
yo, sin embargo, oh Criador mío,
prendado de vuestras bondades,
admirando vuestra sublime divinidad, santa y probida,
proseguiré en el amor ya comenzado.
A ti, Jesús, Hijo de Dios,
a ti, Hijo de la Virgen,
manso, fuerte, inocente,
que te dignaste morir por nosotros,
que todo lo mereces,
te amaré sin recompensa.
sábado, 31 de octubre de 2020
HUMILLARTE PARA SERVIR
Cuesta quedarse el último, sobre todo a la hora de recibir, de presidir, de elegir y de muchas cosas más. Queremos siempre sobresalir y estar en los primeros puestos y, eso de humillarse, quedarse el último y ser siempre el servidor de los demás no lo entendemos desde nuestra razón y condición humana.
Nos exalta ser destacado y notorio, admirado e importante ante los demás. No nos importa saber si nos lo merecemos o no, lo que nos importa es figurar, estar y que nos admiren. Ocupar, por tanto, los primeros puestos es algo que nos gusta mucho. Sin embargo, Jesús, que observa esa inclinación nuestra, destaca y exalta a aquellos que ocupan los últimos puestos y les dice: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa.


