Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

domingo, 7 de mayo de 2017

LUZ, SEÑOR, PARA ENCONTRARTE

Todo en esta vida se reduce a encontrarte, Señor. Saber que puerta tengo que abrir para seguirte es descubrir el Tesoro que todos buscamos en este camino de nuestra vida. El problema es obviar que hay muchas puertas en este mundo. Puertas que seducen y que son muy atractivas aparentemente a los ojos del mundo, en el que también estamos nosotros. Y hay que vencerlo.

Por lo tanto, buscar la verdadera Puerta, que eres Tú, Señor, no es tan fácil, porque nuestra humanidad está herida, tocada y ciega, y el demonio acecha para desviarnos, confundirnos y equivocarnos de puerta. Necesitamos luz y acompañamiento. Ya, desde el día de nuestro Bautismo, recibimos al Espíritu Santo, que nos acompaña y nos guía. Y en Él queremos apoyarnos para, con su asistencia y consejos, encontrarte, Señor, y seguirte sin pérdida ni equivocación.

Eso te pedimos en este humilde espacio de oración. Luz y buen discernimiento en el Espíritu Santo, para caminar seguro y escuchar sólo tu Voz. Saber distinguirla de todas esas voces que tratan de confundirnos y de ofrecernos pastos, aparentemente verdes y apetitosos, pero que pronto son destruidos por las llamas del vacío y el sin sentido. Pastos verdes por afuera, pero huecos y podridos por dentro. Pastos que destruyen y aniquila nuestra esperanza y nuestra vida.

¡Señor!, queremos oír solamente tu voz y a ella obedecer rápidamente. Queremos seguirte sólo a Ti, porque Tú eres el Pastor verdadero de nuestra vida y el que entra por la verdadera puerta de nuestro particular redil de nuestro corazón, y el que nos da la  Vida, verdadera Vida en abundancia.

Te pedimos que nos fortalezca y nos dé sabiduría para saber escucharte y también seguirte. Porque contigo, Señor, estamos seguros y confiados, pues Tú, Señor, eres nuestra verdadera Puerta y Pastor. Amén.

sábado, 6 de mayo de 2017

ORACIÓN Y OBRA

No tendría sentido tener una vida de oración y otra de obras. Es decir, rezar y no obrar; o, no rezar y obrar. Ambas actitudes están cojas. Porque la vida sin oración se contamina, y la oración sin vida queda hueca y vacía.

Es, pues, necesario que nuestra oración tenga eco, y ese eco se derrame en frutos que alivien y beneficien al hombre. La oración, si no tiene en el horizonte el bien del hombre deja de ser verdadera oración para convertirse en idolatría y apariencia.

Adorar significa postrarse a los pies de alguien para seguir sus enseñanzas, su doctrina y mandatos. Adorar a Dios significa ponerse a sus pies y entregarse a su estilo de vida y a sus enseñanzas e indicaciones. Luego, relacionarse con Él es abrirse a sus enseñanzas e ir aprendiéndolas y practícándolas en el camino de tu propia vida.

Para eso está y se ha quedado el Espíritu Santo. No se ha quedado de forma pasiva, sino que actúa constantemente en nosotros con nuestro permiso libre. Ahí entramos cada uno de nosotros para ponernos a su disposición y dejarnos guiar por su Sabiduría.

Y eso es lo que te pedimos hoy, Señor. Abrirnos a tu Corazón y a tu Gracia. Y te suplicamos que transformes nuestras vidas según tu Voluntad y no la nuestra. Amén.

viernes, 5 de mayo de 2017

ANUNCIANDO AL SEÑOR

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDA


Toda oportunidad es buena para anunciarte. Porque cuando estamos mostrándonos atento, servicial, oyente y dispuesto a la ayuda, estamos amando. Porque amar es buscar el bien de todos los hombres. Un bien que se esconde en la justicia, en el respeto, en la verdad y la igualdad. Un bien que se concreta en el amor, que significa todo lo dicho anteriormente.

Cada instante de nuestra vida es bueno para relacionar y enlazar a los hombres con Dios. Y lo haces cuando tu vida respira comunión con Dios; lo haces cuando tu relación con los demás está fundamentada y apoyada en Dios. Tus palabras y tus obras le anuncian y le transparentan. Porque, Dios está en tu vida y en la de los demás. Sólo tenemos que estar atentos y disponibles para dejarnos guiar por el Espíritu Santo.

Esa es tu predicación, coherencia de vida y de palabra. Y también de pensamiento. Cuando se presenta descoordinación entre unos y otras, todo parece debilitarse y no transmitir. Y es eso lo que, precisamente, Señor, te venimos a pedir hoy. Coherencia entre nuestras palabras y nuestras vidas.

Que sepamos dar verdadero testimonio de tu Palabra con nuestra palabra y vida. Porque, Tú eres el Pan de Vida que nos da verdadera Vida Eterna. Amén.

jueves, 4 de mayo de 2017

EXIGIENDO PRUEBAS

Queremos que sus explicaciones y pruebas nos convenzan y nos saquen de toda duda. Queremos vivir tranquilos y estar seguros de nuestra salvación, pero desconfiamos de la Palabra del Señor. Pruebas no nos faltan, pero no damos el brazo a torcer. Queremos y exigimos más y más. Y cuánto más nos den, más seguiremos exigiendo. Cuando no los de aquí, lo harán los de allá.

Ante todo esto, Jesús nos dice: «Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

El mundo no responde a nuestros interrogantes. Aquí sabemos que no nos quedaremos y que la muerte nos espera. Nuestra esperanza, pues, está en Manos del Señor, que nos dice que Él es el Pan de la vida y quien coma de ese Pan vivirá eternamente. Más esperanza no se puede dar. Ahora hace falte fiarse, tener fe y confiar en su Palabra.

Pidamos esa Gracia, porque razones y pruebas hay. Las Escrituras lo dicen: Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. Y tratemos de esforzarnos en escuchar al Padre y de estar, siguiendo los pasos de su Hijo, cerca de Él. Esa es la ruta y el camino. Jesús, el Hijo, el enviado nos lo dice muy bien: En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.

Pidamos al Señor que nos fortalezca y nos dé la Gracia de la Fe. Esa fe que nos mantenga siempre en perseverante camino hacia la Casa del Padre. Amén.

miércoles, 3 de mayo de 2017

¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR, PARA QUE VEA!

Posiblemente, eso no lo pensó el hermano mayor del hijo pródigo. Él llevaba mucho tiempo junto a su padre, pero no estaba en el corazón de su padre. El estar junto a una persona no significa que conozcamos bien a esa persona. Incluso, ni que sepamos quien es esa persona. Tampoco, el hermano menor llegó a conocer a su padre y a, arrastrado por la ambición y placeres de este mundo, se alejó del padre.

Igual sucedió con los discípulos de camino a Emaús, y de tantos otros. Estamos, quizás, junto al Señor, pero no le vemos, y menos le conocemos. Unos porque están bastante lejos e imbuidos por las cosas de este mundo; otros, porque, estando dentro, no experimentan la cercanía con el Padre, que les ama y les salva. La cuestión es preguntarnos nosotros mismos, ¿dónde estamos y qué experiencia tenemos?

Porque sólo hay una respuesta y una consecuencia. Estar y ver al Señor es vivir en el esfuerzo de amar y de esforzarnos en salvar a los demás. Salvarlos en la medida de, con tu palabra y con tu vida, proclamar el Evangelio y dar a conocer el mensaje de salvación que Jesús, el Hijo de Dios, viene a presentarnos. Y eso se ve y se nota, y en esa misma medida se propaga.

Por eso, Señor, empiezo mi humilde reflexión suplicándote que abras mis ojos y llenes de luz mi corazón para que pueda verte y experimentar tu Amor. Porque Tú, Señor, eres el Rostro del Padre, y quien te ve a Ti ve también al Padre. Y a Ti, Señor, te recibo cada día, e incluso te llevo a alguna persona enferma para que también te reciba. Ábreme mis ojos y dame toda la luz que necesito para experimentar dentro de mi pobre corazón tu presencia, tus caricias, tu amor y misericordia.

Me fío y me abandono confiado en tu Palabra, Señor, y te lo pido con todas mis fuerzas: «todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

martes, 2 de mayo de 2017

EL PAN DE VIDA

Señor, este mundo es un mundo caduco. Un mundo de hambre y sed material que no satisface plenamente y que nos mantiene siempre ansiosos e infelices. Un mundo de espejismos, que no liberan sino someten y esclavizan. Un mundo de engaños y mentiras que seducen y traicionan y lleva al hombre a la perdición.

No está la vida en este mundo, pues todo lo que hay en él la amenaza de muerte. El trabajo es un medio digno de, con el sudor de su frente, ganarse el pan material de cada día. Un pan que se necesita para vivir, pero que sólo es el medio para alcanzar el Pan verdadero. El Pan espiritual que trasciende y nos da la Vida Eterna. 

Hay un gran peligro, y es quedarnos sólo con el valor de lo material. Porque lo material tiene sus días contados. El hombre necesita una aspiración superior que trascienda y le dé esperanza. Ese es Jesús, que nos dice: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

Pidamos ese Pan esforzándonos en permanecer y perseverar al lado de Jesús. En Él encontraremos el alimento y la fortaleza para continuar siempre por el buen camino y no desfallecer. Permanezcamos en la Iglesia, nuestra Madre, para que junto a ella vivamos en la esperanza junto a los hermanos que nos acompañan y en los que nos apoyamos.

Pidamos que la Gracia de la Fe nos inunde y nos mueva a creer y fiarnos de la Palabra de Dios. Y que esa fe sea consecuente y nos lleve a la vivencia del amor y de la misericordia. Amén.

lunes, 1 de mayo de 2017

LA CLAVE DE LA FE ES PEDIRLA

No podrás comprender el Misterio de Dios, entre otras razones porque tu inteligencia y razón no alcanzan para eso. ¿Qué te has creído? Ahí se esconde tu soberbia significada en el diluvio, Babel, el hombre rico y muchas escenas más. Las escrituras te van revelando que Dios se resiste a los soberbios y se da a los humildes. María es el primer eslabón de esa cadena que queda llena de Gracia por su humildad.

La fe no entra por méritos, ni tampoco por esfuerzos. No podemos alcanzarla ni tampoco merecerla. La fe es pura Gracia de Dios, y como tal hay que suplicarla, pedirla  y esperar postrado ante la Infinita Misericordia de Dios. El creyente nunca puede desanimarse. Siempre estará suplicante, expectante, esperando y paciente. Sabe, humildemente, que no la merece y que todo es regalo y Gracia de Dios. Por lo tanto, no debe ni puede desesperarse, pues no tiene ninguna razón para ello.

Necedad e ignorancia, aquellos que exigen y hasta se rebelan contra el Amor de Dios. Ciegos y necios aquellos que le rechazan y le piden cuentas, y le exigen pruebas y milagros o hechos extraordinarios que les hagan ver y comprender. La fe es pura Gracia de Dios y, como tal, hay que rogarla, pedirla, suplicarla y esperarla pacientemente. Sin desfallecer, sin desanimarse y sin impacientarse.

Eso no significa que nos suceda y nos debilite. Ese es nuestro pecado. Pero, sepamos también que nuestro Padre Dios es Misericordioso y nos perdona y nos acoge. ¿Por qué lo decimos? Porque nos lo ha revelado y comunicado Jesús, el Hijo. Sí, ese que de Él ha recibido la Sabiduría para decirlo, aunque se haya presentado como el Hijo de José, el carpintero, y María, la sencilla y humilde. 

Realmente necesitamos creer en su Palabra e insistir para que, por su Gracia y méritos, Él si la alcanza y por Él la recibimos, nos revista de la Fe y podamos, abiertos nuestros ojos, comprender y entender el Amor de Dios que nos salva por los méritos de su Hijo. Amén.