Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

H I M N O - LAUDES -



Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte,
rogadle por nosotros.

Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas,
rogadle por nosotros.

Almas cándidas, santos inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado,
rogadle por nosotros.

Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario,
rogadle por nosotros.

Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates,
rogadle por nosotros.

Vírgenes, semejantes a azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura,
rogadle por nosotros.

Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas,
rogadle por nosotros.

Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible,
rogadle por nosotros.

Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a aquel que vive y reina entre nosotros. Amén.


Todos los santos, solemnidad

martes, 31 de octubre de 2017

SEÑOR, RIÉGAME CON TU GRACIA

Dame la sabiduría, Señor, de saberme una simple y pequeña semilla, que crece despacio y que necesita agua. No cualquier agua, sino el agua que viene de Ti, Señor, que es la que realmente da la vida. Porque, Señor, saberme semilla sembrada por Ti me da esperanza y me ayuda a perseverar y a ser paciente.

Señor, me cuesta crecer y madurar para dar frutos. Posiblemente, los árboles son más fuertes que yo y soportan las inclemencias del tiempo, y dan frutos. Yo me experimento más débil y tentado a dejarme vencer por las tempestades y sequías. No siento mi crecimiento ni veo la posibilidad de dar frutos. Me tienta la desesperanza y no noto que mi tierra pueda ser buen abono para fertilizar la semilla de mi vida. Me canso y agoto, y experimento que no muero para dar frutos.

Los días pasan y todo me parece igual. Mis palabras se escuchan repetidas y empiezan a perder fuerza. No dejes, Señor, que mi vida se interrumpa por la apariencia y el desaliento. Háblame, Señor, y descubre tu presencia en mí para que pueda retomar fuerza y seguir esperándote confiado y esperanzado. Riégame con tu agua de la Gracia y revitaliza en mí tu fuerza y poder para que pueda soportar el tedio y la rutina en la que está aprisionada mi vida.

Sácame, Señor, de la rutina de mi vida y dale sentido. Dame la sabiduría de que, al menos, a pesar de no dar los frutos esperados, hago lo que Tú quieres que haga. A pesar de no dar la medida de mis posibilidades y no poner plenamente los talentos que he recibido. Imprime en mi corazón la fuerza y el poder de dar el cien por cien de los talentos recibidos, pero, también, de aceptar todos mis fracasos, mi pequeñez y mis torpezas.

Descúbreme, Señor, mi fragilidad, mi suficiencia y mis pecados, para que, sabiéndome pobre y pequeño, sepa reconocer que Tú eres mi Padre, mi Creador y Señor, y mi Salvador. En tus Manos, Dios mío, me abandono y a tu Infinita Misericordia me confío. Amén.

lunes, 30 de octubre de 2017

LA COMPASIÓN DE JESÚS

El amor genera compasión. Una compasión que nace del deseo de buscar el bien y la felicidad de los otros, y, al verlos sufrir nace la compasión. Jesús, el Señor, se compadece de aquella mujer que llevaba dieciocho años encorvada sin poder enderezarse, y al verla así decide curarla. Pero, resulta que otros, en este caso el jefe de la sinagoga, no piensa igual. 

No le gusta lo que hace Jesús y se muestra contrario a su forma de actuar. Él no piensa en aquella mujer, y poco le importa el tiempo que lleva encorvada y lo que sufre. A él sólo le importa la Ley. Y la Ley dice que el sábado no se puede trabajar, ni tampoco curar. Sin embargo, si se permite abrevar a los buey y asnos para remediar y aliviar su sed, pero las personas que sufren tendrán que esperar ser curadas otros días.

En otras palabras, se da prioridad a los animales y se adapta la Ley a ellos, pero no ocurre así con las personas, para los que la Ley está antes que ellos. Se impone el sentido común y el bien de las personas. Sin embargo, poco han cambiado las cosas hasta hoy, porque siguen primando muchas cosas antes que las personas. Los valores se supeditan a la economía, el trabajo, la producción, el poder...etc.

Pidamos que esta Palabra de Dios nos sirva para reflexionar y para sacar conclusiones que nos ayuden a vivir más en consonancia el Evangelio en nuestras vidas. Pidamos que seamos más justo y que demos siempre prioridad el bien de la persona, sobre todo respecto a su salvación eterna. Porque, de nada nos vale ganar este mundo si, luego, perdemos la vida eterna -Mc 8, 36-.

Es una buena ocasión para aprovechar la invitación del Señor a pedir. Pidamos sin miedo y con confianza. El Señor nos escucha y nos atiende, pues es Él el más interesado en salvarnos. Pidámosle que nos dé sabiduría y capacidad para discernir y ser compasivos. Compasivos como Él y lo suficientemente desprendido para darnos en ayudar en la medida de nuestras posibilidades a todos aquellos que podamos llegar y lo necesiten. Pidamos al Señor que nuestra vida, también encorvada, sea enderezada y dirigida por el camino del amor. Amén.