Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 6 de marzo de 2020

NO ES COSA FÁCIL LA RECONCILIACIÓN

Resultado de imagen de Mt 5,20-26
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Una cosa es decirlo y otra hacerlo. Me refiero a la reconciliación. No parece que nos sea muy difícil reconciliarnos con Dios, pero la cosa cambia cuando tenemos que hacerlo con otras personas de la misma naturaleza que la nuestra. A nuestro Padre Dios no lo vemos y nos consideramos inferiores y, por tanto, nos resulta más fácil humillarnos, obedecerle y arrepentirnos de ofenderle. 

Pero, todo cambia con respecto a los hombres. La cosa es diferente y, pedir perdón a uno igual que yo, y que, quizás lo considero menos que yo, me resulta muy difícil, hasta el punto que no puedo hacerlo. Entonces experimento que necesito la Gracia y el auxilio del Espíritu Santo. Sin Él no podré hacerlo. Por eso, en el Sacramento de la Reconciliación encuentro las fuerzas para perdonar a aquellos que he ofendido o me han ofendido.

No se trata de reconciliarme con Dios yo sólo y que todo quede entre Él y yo, sino que, esa reconciliación me valdrá en la medida que yo me reconcilie con el ofendido o con el ofensor. Es decir, según sea yo el que haya ofendido o sea el ofendido. Y nos damos cuenta que así debe ser, porque es lo que verdaderamente le da sentido a esa intención de dolor de contrición y de arrepentimiento. No queda sólo en palabras sino que realmente demuestras tu arrepentimiento humillándote o siendo misericordioso ante la persona ofendida u ofensora.

Pidamos al Espíritu Santo que nos dé la fortaleza y la voluntad necesaria para afrontar nuestras acciones, con verdadera humildad y mansedumbre, con las que podamos ofender o ser ofendidos ante los demás. Amén.

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