En y desde la hora de nuestro bautizo, recibimos al Espíritu Santo para fortalecernos y asistirnos en la fe en los instantes de peligros, de adversidades y tentaciones. Pero, sobre todo, para anunciar esa Buena Noticia que nos llena de esperanza de salvación. Y es que hay mucha necesidad de dar razón de nuestra y de, con nuestra vida y obras manifestar que Dios vive y que nos ha creado para salvarnos del pecado y la esclavitud de este mundo.
Por tanto, tenemos que anunciar esa buena noticia que, grabada en nuestro corazón, da plena esperanza de gozo y felicidad y de Vida Eterna. Y es que los obreros son pocos y la mies es abundante, nos dice hoy el Señor en el Evangelio. Tenemos que rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies para den a conocer esa Buena Noticia.
Pero, ¿cómo lo hacemos? Pues, dando testimonio de nuestro sencillo y humilde ser y obrar. Sin escondernos y dejando salir de nuestro corazón esa sonrisa, bondad, servicio y actitud de acogida con alegría y esperanza para transmitir que nuestra máxima aspiración esta en vivir eternamente en la Gloria del Padre que nos llama y nos ama misericordiosamente. Pidamos, pues, al Señor, sabiduría y fortaleza para que nos atrevamos con confianza y valentía a dar razón de nuestra fe y animar a otros a hacer lo mismo. Pidamos que aumente nuestra fe y, confiados en el Espíritu Santo – recibido en la hora de nuestro bautismo – vayamos dispuestos a anunciar – tal como nos envía el Señor – la Buena Noticia que todos esperamos. Amén.