Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 21 de enero de 2015

NO ES DE SENTIDO COMÚN PROHIBIR CURAR EN SÁBADO



Cualquier momento es bueno para hacer el bien. Nunca la ley debe interponerse a la hora de hacer el bien. Se debe abrir la puerta, a pesar de pasar algún minuto de la hora de cierre, cuando llega alguien desesperado reclamando atención. Porque, quizás, para esa persona sea vital que le atiendan.

Recuerdo con cierta nostalgia la veces que los vecinos interrumpían a mis padres en horas fuera del horario comercial para rogarles que les despachara algo que se les había olvidado o terminado. No cabe duda que era inoportuno y mala prevención que otros sufríamos, pero me satisface recordar que mis padres, aunque alguna vez con alguna protesta, siempre les atendían.

La ley está hecha para cumplirla, pero hay momentos que debe saltarse porque las necesidades de los hombres están por encima. Precisamente tenemos la esperanza de ser salvados y perdonados por la Misericordia de Dios, no porque nos lo merezcamos. Podemos decir que Dios se salta la ley, mira para otro lado y nos perdona por su Infinita Misericordia. ¿Cómo no vamos nosotros también a perdonar a pesar de que tengamos razón ante las ofensas que nos hayan hecho?

El bien del hombre es lo primero y la ley es ley cuando se pone a su servicio. Claro está, y se entiende, que eso no supone abusar, incumplir y aplicarla para sus intereses, sino sirviéndola ponerla para hacer siempre el bien ya sea sábado, tarde o temprano.

Pidamos al Señor que nos ilumine y dejémonos iluminar por el Espíritu Santo, para que nuestro obrar sea siempre mirando el bien del hombre, sobre todo, su salvación.

martes, 20 de enero de 2015

EL VALOR DE LA PERSONA



En nuestro mundo no se da el valor en su medida a las personas. Posiblemente hayan objetos o cosas a los que se le dé más valor que a las personas. Vemos que hay muchos recortes que van destinados a la atención de las personas, y que se dilapida muchos gastos en cosas superfluas y que no arreglan nada ni son de una necesidad imperiosa.

¿Cómo se puede entender esto? ¿Cómo es posible que una persona sufra y corra su vida peligro, mientras otros gastan en fiestas, fuegos artificiales, viajes a ferias y demás...? ¿Cómo es posible que la ley esté por encima de la persona y no sea sometida para servirle? Son preguntas que descubren un mundo inmaduro, que avanza técnicamente, pero no madura en sentido común y, sobre todo, en amor.

Porque el amor se ha convertido en egoísmo. Se busca ganar, tener poder y riqueza para placeres, gozo, bienestar y comodidades... Pero luego experimentamos impotencia al percibir que no podemos cambiar el mundo en que vivimos, ni las cosas que nos suceden. Todo pierde su valor en cuanto le llega el tiempo de su caducidad. Incluso, lo aparentemente imperecedero, perece porque no tiene sentido. 

Porque sin la vida nada tiene valor, pues las cosas son hechas para la vida, y sin vida nada tiene sentido. Por eso, la muerte mata el sentido de la vida. Y sólo la eternidad le devuelve su sentido. Y eso es lo que busca el hombre, vivir en gozo pero siempre. No buscar eso es equivocarse y morir. 

La ley debe estar sometida para el bien del hombre, y eso es lo que nos dice Jesús en el Evangelio de hoy. Pidamos al Señor que, iluminados en su Espíritu, encontremos el verdadero sentido a esta vida, donde el hombre sea el centro de todas las cosas creadas para regresar al Padre. Amén.

lunes, 19 de enero de 2015

ALEGRÍA, PERO CONTENIDA Y FORTALECIDA



No se trata de amargarse, ni de echarse encima más peso del que puedas soportar. Se trata de no dejarte engullir por la vorágine consumidora, acomodada y placentera que te lleva a encerrarte en ti mismo y a no ser generoso y dado con los demás.

Se trata de luchar contra tu naturaleza egoísta en dar riendas sueltas a tus propias apetencias y satisfacciones pasando por encima, si hace falta, de los demás. Se trata de morir a tus egoísmos y mirar a las carencias y sufrimientos de tus hermanos que carecen de muchas necesidades. Se trata de amar.

Y para eso hace falta la renuncia, y la renuncia exige y necesita oración y también ayuno. Ayuno que fortalezca tu oración y te proteja de la avalancha consumista y materialista que amenaza con apartarte, acomodarte y alejarte del Señor incluso practicando unas normas y leyes de ayunos que no significan nada, sino eso, simplemente leyes.

Jesús nos alumbra una vida nueva, un espíritu nuevo y una nueva forma de vivir. Ha llegado el Esposo, y en presencia y con el Esposo, la Esposa, la Iglesia, se siente en fiesta, en gozosa alegría y dicha. Hemos sido renovados para vivir el gozo y la alegría de la eternidad en la presencia del Padre.

Danos, Señor, la sabiduría de saber apartarnos del bullicio del consumismo, y de la algarabía que busca simplemente la satisfacción y la comodidad caduca y vieja. Y fortalécenos con la oración y penitencia de sabernos esperanzado en encontrarnos con el verdadero Esposo que nos colma de verdadera dicha y alegría.

domingo, 18 de enero de 2015

RESPONDER A LA LLAMADA DEL SEÑOR



Quizás no me llame de forma directa, sino que camina a mi lado y se deja ver, pero si yo no estoy en actitud expectante como Andrés, Juan o Simón, quizás no me doy cuenta y pasa el Señor de largo. Ocurre también que la Iglesia, al igual que Juan el Bautista, me señala al Mesías, pero vuelvo a lo mismo: no escucho, no estoy atento y no me entero.

Hay muchas maneras de llamarme a la atención de la venida del Señor a mi vida. Venida de salvación, pero se necesita estar atentos, expectantes y deseosos de encontrarlo. Porque Él es la única salvación de mi vida. Jesús viene a cada instante. Pasa delante de ti y se hace el encontradizo, pero necesita tu seguimiento, tu pregunta y tu interés por conocerlo. Somos libres y no se nos puede obligar.

A veces son los tropiezos de la vida los que te ponen en aviso; otras veces sucede que es el cansancio de experimentar que las cosas de aquí abajo no te llenan plenamente, y otras la impotencia de tus propias limitaciones. Sin embargo, es una gracia darte cuenta de todo ello, porque eso significa que estás vivo y tienes la oportunidad de levantar tu mirada al Señor.

Lo peligroso es que se te acabe el tiempo y no te hayas dado cuenta; lo peligros es que se te acabe el aceite y cuando vayas a reponerlo ya no haya tiempo. Será muy importante aprovecharlo y estar atento a sus llamadas, porque seguro es que nos llama.

Pidamosle al Señor que nos abra los oídos y nos agudice la vista para que advirtamos su presencia y sepamos responderle. Amén.

sábado, 17 de enero de 2015

ESTOY ENFERMO, SEÑOR



Me siento enfermo y necesito la medicina que me cure. Mi enfermedad me esclaviza y me somete a las pasiones de mi propia naturaleza. No soy dueño de mi mismo. Me siento dominado por mi soberbia, orgullo, vanidad, placeres y egoísmos. Y eso hace que haga cosas y actos contrarios a los que deseos hacer. Sí, me siento mal y pecador. Muchas veces lo confieso en mis reflexiones prebautismales.

Los que acudimos al Señor y frecuentamos la Penitencia ( sacramento de la confesión) y la Eucaristía, lo hacemos porque nos sentimos pecadores, y necesitamos perdón. Necesitamos ser curados de nuestros pecados que pierden nuestra alma. No pensemos que los que nos sentamos a la mesa del Señor somos los elegidos por nuestra limpieza y bien actuar. ¡No!, todo lo contrario.

Somos elegidos por nuestros pecados. Y nos sentamos porque queremos y sentimos necesidad de ser perdonados, curados y limpios de pecados. Danos, Señor, la perseverancia, la fortaleza y la voluntad de no dejar nunca de acudir a tu Mesa, para en ella ser purificados, lavados, perdonados, alimentados y fortalecidos en la lucha diaria contra el pecado. 

Gracias Señor por tu Misericordia y porque nos das esperanza de perdón. Gracias porque has venido, Tú nos lo dices, para salvar a los enfermos, y nosotros lo somos. Por eso, Señor, acudimos a Ti.  Amén.

viernes, 16 de enero de 2015

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA UNIDA Y DEFENSA DE LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS



Sucede que sin darnos cuenta ponemos nuestra mirada en el paralítico, y se nos escapa por debajo de la mesa nuestras parálisis. Aquel acontecimiento fue aprovechado por Jesús para dar testimonio, una vez más, de su Divinidad curando al paralítico de su parálisis y perdonándole sus pecados.

Hay dos curaciones que ocupan su verdadero lugar. La primera, el perdón de los pecados, la más importante, porque perdonados nuestros pecados estamos en Gracia de Dios y, por su Misericordia y Amor somos admitidos en su Gloria y Reino. La segunda, menos importante, nuestra curación temporal que sólo durará una vida, un tiempo insignificante comparado con la eternidad.

Nuestra naturaleza humana ve las cosas con ojos humanos, y todo lo humano, en este caso la enfermedad,  nos resulta más valiosa y más necesaria. No comprendemos como Jesús puede perdonar los pecados, que por otro lado no apreciamos su perdón, cuando eso está reservado sólo a Dios. Sólo haciendo una curación física queda demostrado su poder Divino. Y Jesús se ve obligado a ello para dejar la cosa clara.

Posiblemente tengamos que pedir a Jesús que nos perdone la parálisis de nuestros ojos; que nos perdone la parálisis de nuestra fe; la parálisis de nuestra humildad; la parálisis de nuestra obediencia... y tantas parálisis que nos aprisionan y nos impiden seguir al Señor. Tenemos que pedirle que nos perdone nuestra soberbia, nuestras iniquidades, nuestras prepotencias que nos causan parálisis y nos esclavizan sometiéndonos al pecado.

Danos Señor la libertad, fortalecida por tu Gracia, de poder caminar y vencer esas parálisis que nos paralizan, valga la redundancia, y nos alejan de Ti. En tus Manos, Señor, ponemos nuestra vida. Amén.

jueves, 15 de enero de 2015

NECESITO, SOBRE TODO, PACIENCIA, SEÑOR



Hay muchos momentos de desesperación. Desesperación que se traduce en desánimo y deseos de no seguir detrás de Ti, Señor. Supongo que Tú lo sabes, y sin embargo, al menos aparentemente, no mueves un dedo. Porque te pido y te pido y no parece que me oigas o me respondas afirmativamente.

Hay muchos matrimonios con problemas y separados. Te pido por ellos, y todo sigue igual;  hay muchos niños en riesgos de ser abortados, y pidiéndote por ellos, todo sigue igual. Hay muchas familias pasando hambre y necesidades primarias, y me canso de decírtelo y todo sigue igual o peor. Ya sé que yo tengo que hacer algo, pero soy un pecador y no doy la talla. 

Sin embargo, ese leproso te convence y le atiendes. ¿Quizás yo no te pido igual? ¿Quizás mi fe no es como la suya? ¿Quizás él era un testimonio que Tú habías pensado realizar? Podría seguir haciéndome muchas preguntas, y no entendería ninguna. No puedo entenderte Señor, pero si sé que Tú eres el Hijo de Dios y haces lo mejor para cada uno de nosotros. Supongo, y confío en Ti, que eso me basta. Me rindo a tus pies y espero pacientemente a que Tú respondas cuando, como y donde quieras.

Por eso, Señor, te pido paciencia, mucha paciencia. Paciencia para seguir caminando detrás de Ti sin desanimarme; paciencia para continuar pidiéndote como los leprosos, los ciegos, el amigo a media noche, la viuda al juez injusto e insistiéndote aunque parezca molesto y que te canso. No dejes que me calle, que pierda la confianza en Ti y llegue a desesperarme y olvidarte resignándome a vivir sin Ti.

¡Nunca Señor! Nunca, hasta el último segundo de mi muerte, dejes que mi corazón lata sin estar unido y pendiente de Ti. Amén.