Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 18 de marzo de 2015

EN LA HORA DE LA TRIBULACIÓN CUESTA MANTER TU CONFIANZA, SEÑOR



Hay momentos difíciles y que todo se vuelve negro. No se ve camino ni tampoco esperanza. Todas las teorías y consejos se vienen abajo y nada parece importar o tener valor. Sólo nos queda la fe, y yo, en esos momentos donde todo parece perdido, recurro a Ti, Señor y me abandono en tus brazos. Porque sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna.

Escucho tus Palabras, Señor, y creo lo que me dices. Tú eres el Hijo de Dios Vivo: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 

Creo, Señor, en quién te ha enviado, porque, por su Amor, has entregado libremente tu Vida  en la Cruz para salvarnos. Y a pesar de nuestra pobreza, de nuestras dudas y pecados, Tú me esperas y das tu Vida por la salvación de todos los hombres. No se entiende tanto Amor ni tanta Misericordia.

Te doy gracias, Señor, por esta hermosa oportunidad de salvación, y te pido sabiduría y fortaleza para perseverar confiado y abierto a tu Amor.


martes, 17 de marzo de 2015

SIN LUGAR A DUDA, ES FALTA DE FE



Tendremos que agachar la cabeza y confesar y aceptar que nos falta fe. Sí, Señor, es falta de fe, porque si tuviéramos la fe de un grano de mostaza, como Tú nos has dicho, nuestra fe movería montañas. 

Por eso nos cuesta creer en tu Palabra, Señor, y verte en el hermano. Por eso nos resistimos al perdón, porque no nos terminamos de creernos que Tú estás en aquel que nos ha ofendido y al tenemos que perdonar, porque Tú, que te hemos ofendido, nos perdona. Y es más, has dado tu Vida por cada uno de nosotros.

No aceptamos nuestra debilidad y no nos abrimos a la acción del Espíritu. Nos falta humildad. Esa humildad que reflejó María, tu Madre, Señor, cuando se puso a disposición de la Voluntad del Padre: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí tu Palabra".

Y también nos falta esperanza y mucha fe. En la imagen podemos pensar que ocurre con los demás. Porque, Tú, Señor, sólo te diriges a uno que sabes que lleva allí treinta y ocho años, ¿y los demás? Porque yo puedo estar entre los demás. Dame Señor esa fe y esperanza de saber que a mí también me atiendes, sólo que necesito la paciencia de tu Amor.

Por eso, Señor, te pedimos que transformes nuestro corazón endurecido e incrédulo, en un corazón de carne, suave y abierto a tu Amor, y confiado a tu Palabra. Aumenta nuestra fe, Señor, y llénanos de esperanza para aguardar pacientemente tu llegada como hizo aquel paralitico de la piscina de Betesda.

lunes, 16 de marzo de 2015

¡AUMENTANOS LA FE, SEÑOR!



Pensamos que tenemos fe, pero a la hora de sufrir algunas pruebas nuestra fe se tambalea. Ocurre que cuando alguien no actúa como pensamos, o algo no sale como queremos, nuestra fe se debilita y desesperamos. Perdemos la confianza, no sólo en los demás sino también en Dios.

Ocurre entonces que nos alejamos de Dios como señal de protesta y de desacuerdo con Él. No estamos de acuerdo con lo que nos ha sucedido, o como se están haciendo las cosas. Queremos que las cosas sean como nosotros las interpretamos o como nos gustan. El perdón se borra de nuestro corazón, y también la actitud de servicio y comprensión.

¿Y dónde está el amor? Nuestro compromiso de Bautismo es un compromiso de servicio. Porque seguir a Jesús, es lo que prometemos en el Bautismo, significa servirle en los demás tal y como Él nos enseña. No se trata entonces de hacer nuestros gustos, sino de tratar de hacer los gustos, si son para el bien, de los demás.

La finalidad del amor es servir para el bien común. Y el bien es curar, solucionar problemas que redunden en mejora la vida. No se trata de satisfacer caprichos y placeres, sino mejorar lo esencial de la vida que la alegre y la haga mejor. Luego, la cuestión no es estar de acuerdo con los otros, ni tampoco sensurarles sus actitudes, sino de darle testimonio de servicio y aportarles luz de la verdad, justicia y paz.

Aumenta, Señor, nuestra fe para que nuestro corazón sea un corazón de servicio, de escucha, de comprensión, de disponibilidad y de estar presto a construir el bien y la mejora de la vida de todos los hombres. Amén.

domingo, 15 de marzo de 2015

¡SEÑOR, QUE ME ACERCE A TU LUZ!



Dame Señor la capacidad y la sabiduría de acercarme a tu Luz, porque es la Luz que busco, la Luz que responde a esa felicidad eterna que grita dentro de mi corazón y, equivocadamente busco en las cosas caducas de este mundo.

Sácame, Señor, de la oscuridad de las tinieblas, que esconden un olor a muerte y se refugian en la mentira, en la impureza, en la sombra hipócrita del engaño, de la deshonra y de la falsa apariencia disfrazada de verdad. Una verdad que se nos presenta adulterada, escondida en las falsas promesas de felicidad mundana que nos tienta y nos engaña.

Levanta mi mirada, Señor, y haz que contemple tu Cruz. Una Cruz de muerte y renuncias que, bajo el dolor, derrama mucho amor y entrega que desprende esa felicidad que buscamos. Porque, sólo cuando somos capaces de darnos, hasta incluso entregar la vida, encontramos esa plenitud eterna que desesperadamente buscamos en el camino de nuestra vida.

Por eso, Señor, queremos buscar la verdadera Luz, la Luz que Tú has traído al mundo y que en Ella vencemos a desenmascaramos a las tinieblas. Clavarnos Señor junto a tu Cruz porque queremos confiar en Ti y dejarnos salvar por tu Mirada.

Tú, Señor, eres la Luz que nos alumbra y que trae la salvación al mundo para todos los hombres que crean en tu Palabra. Amén.


sábado, 14 de marzo de 2015

¡LEJOS DE TU INMENSIDAD, SEÑOR!



¡Si llegase a tomar conciencia y a comprender la grandeza de tu Amor, Señor, no creo que la pudiera resistir! ¡No alcanzo a comprender tu Inmensidad y tu Gloria, y menos tu presencia Señor! Estoy delante de Ti, en tu presencia, bajo las especies de pan y vino, y mi corazón siendo consciente no siente ni experimenta lo que cree que debe sentir.

Me siento, no como vacío, pero sí que muy normal sin percibir bien delante de quien estoy.  Algo así como no ser consciente de tu Grandeza, Señor. Como si no supiera delante de quien estoy, el Hijo de Dios. Y temo tomar una actitud farisaica.

Supongo que será algo parecido a lo que sintió Naamán el sirio cuando el profeta le dijo que tenía que bañarte siete veces en el Jordán. Le pareció poca cosa. A mí me ocurre algo parecido, pero al revés. Me parece poco lo que yo debería sentir ante la Inmensidad y la Grandeza del Señor.

Descanso, Señor, en la confianza de tu Misericordia, y en el Amor que nos tienes. Confío que las cosas son así, respecto a los sentimientos de los hombres, porque así Tú quieres que sean y que sintamos. Y que nuestra fe y confianza en Ti sean el motor y la fuerza de nuestra perseverancia, de nuestra presencia e impulso de seguirte a pesar de nuestros pecados e insensibilidades.

Dame, Señor, la capacidad de sentirte, de experimentarte, de embriagarme de tu Amor, y de gozar de tu Inmensidad. Dame Señor la dicha de saber entenderte, admirarte y glorificarte. Amén.


viernes, 13 de marzo de 2015

SI NO AMAMOS AL PRÓJIMO, NO AMAMOS A DIOS

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA UNIDA Y DEFENSA DE LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS





Muchos nos preguntamos por qué hay que amar al prójimo, y muchos rechazamos a Jesús porque no superamos esa dificultad del amor. Entendemos que a un amigo, con un esfuerzo, se hace posible perdonarle, pero a un enemigo o desconocido se nos antoja imposible.

Y ante esa dificultad obstamos por darle la espalda al Señor. Pensamos que nos es imposible de superar, y no aguardamos ni tenemos paciencia, y menos esperanza. La solución rápida e inmediata es negar el perdón. Así nos quedamos, aparentemente, tranquilos y satisfacemos nuestra soberbia y orgullo.

Sin embargo, si quieres seguir a Jesús y prometerle amor, tendrás que perdonar. Perdonar, no sólo a tus amigos, sino también y de forma especial a tus enemigos. Porque es ahí donde duele, donde, valga la redundancia, se demuestra el verdadero amor. No hay más remedio. Hay que amar al estilo de Jesús, porque Él nos lo ha enseñado así.

Conscientes Señor de todo lo que nos cuesta amar. Conscientes Señor de nuestros defectos y errores; conscientes, Señor, de nuestras limitaciones, pobrezas y pecados, te pedimos la Gracia de perseverar pacientemente y de llenarnos de misericordia para, humildemente, ser capaces de soportar, perdonar y servir a nuestros projimos. Y hacerlo libremente y por amor correspondiendo a tu Amor, Señor.

jueves, 12 de marzo de 2015

DIFERENCIAS, PERO NUNCA ENFRENTADOS

Jesús, centro de unidad de todos los cristianos.


Sería mala señal pensar igual. Hay que diferenciar, al menos yo lo veo así, que las diferencias nos enriquecen y nos unen, si se sabe poner en común, respetar y dejar que el tiempo vaya madurándolas. Porque sola una es la Verdad, y a esa unidad única tendremos que llegar.

Tu verdad con minúscula, junto a la mía y la del más allá, van conformando y aproximándose a la Verdad Única, y ese es el camino que todos debemos recorrer desde nuestras pequeñas comunidades, grupos o ideologías. El problema empieza cuando piensas que tú estás en posesión de la verdad y originas el cisma.

Así nacen las guerras interiores, las separaciones y la fabricación, cada uno, de su propia religión y hasta religiosidad. Así unos abrazan la designación de ministros extraordinarios de la comunión, y otros la rechazan; unos no aceptan comulgar con la mano, y otros la acogen bien. Y podemos seguir encontrando diferencias que nos distancian o nos creen mejores a uno que otros. Y hasta algunos se han marchado a otro lugar o han seguido su propio camino.

La Iglesia es el pueblo de Dios, y todos los que lo buscan, incluso los no bautizados, y los que lo rechazan o ignoran, son sus hijos. Esa Iglesia, que Jesús fundó, ha recibido la importante misión de proclamar el Mensaje de Jesús, y lo hace desde sus limitaciones y diferencias. No somos perfectos, y nuestra humanidad herida tiende al mal, y ese mal nos desvía, nos enfrenta y nos confunde. Lo importante es perseverar y cuidarnos de no dejarnos engañar y habitar por espíritu malos que puedan entorpecer la labor del Espíritu Santo.

Es ahí lo que debemos vigilar y proteger, e injertado en Él, entablar diálogos de acercamiento, de proximidad, de buenas intenciones, de comprensión, de generosidad, de misericordia y de paciencia. El fruto necesita tiempo para madurar, y la Verdad necesita tu corazón para que nazca en él la fuerza y el soplo del Espíritu Santo.