Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

jueves, 26 de enero de 2017

¡PRÉNDEME DE TU LUZ, SEÑOR!

Posiblemente, mi luz se apague. El mundo sopla muy fuerte y las rachas de viento amenazan con apagarla. El invierno es crudo y hace frío y la lluvia traen la oscuridad con las nubes. Todo queda por un instante sombrío y con olor a muerte. Mantenerse encendido en este mundo de tentaciones, pasiones, egoísmos y sugerentes ofertas que desestabilizan tus emociones y sentimientos, se hace duro y difícil.

Por eso, Señor, te pido que me prendas de tu Luz. Una Luz nítida, pura, resplandeciente, poderosa e incapaz de ser apagada por nada. Una Luz que alegra, que aviva y despeja el camino. Una Luz que se mantiene activa eternamente. Sí, Padre mío, yo quiero ser parte de tu Luz. Yo quiero estar prendido en cada instante de mi vida por tu Luz. Yo quiero dar Luz de tu Luz, porque la mía es finita, tenue, débil y fácilmente vencida por la oscuridad del mundo.

Quiero ser luz que, elevada en la cima de mi vida, resplandezca y dé brillo por todo los lugares que camine. Quiero ser luz que, enganchada a Ti, Señor, contagie de luz a todos los que llega y alumbra. Quiero ser luz elevada en alto para que se vea y oriente.

Pero todo eso no lo puedo irradiar yo, sino conectado a Ti. Señor. Por eso, humildemente desde este humilde rincón de oración, te pido y suplico que me prendas de tu Luz, y me hagas resplandecer para, alumbrarme mi camino y también a los demás. Porque si yo voy en la oscuridad, daré también oscuridad. 

Quiero, Padre, dar toda la luz de la que soy capaz de generar. Darla con generosidad y sin condiciones. Darla hasta vaciarme y quedarme, si así fuera y pudiera, yo sin luz, porque sé que Tú, mi Dios, me iluminarás y sostendrás iluminado para estar contigo. Porque dando recibiré con la misma medida que he dado. Por eso, Señor, no temo darme, porque espero con ello ganar tu Luz y tu Amor. Amén.

miércoles, 25 de enero de 2017

HACER TU VOLUNTAD

No basta saber de Jesús. Tampoco basta tenerle afecto, cariño y aceptarle. Ni siquiera tener algún parentesco, ser su amigo o estar a su lado. Incluso, ni pertenecer a la Iglesia. ¡No, nada de eso basta! Se necesita otra cosa, lo más importante y fundamental e imprescindible: "Hacer la Voluntad del Padre". Eso es lo que nos define como verdaderos amigos y hermanos de Jesús.

Y eso conlleva mucho amor y mucha paciencia. Pero, sobre todo, estar unido e injertado en el Espíritu Santo. No vale sólo oír, ni siquiera escuchar, ni orar, ni estar o aguardar silencio. Sólo vale amar. Y amar como Él nos ama. Materializando ese amor en la vida misma.

Y pronto nos damos cuenta y experimentamos que sólo no podemos llevarlo a término. No estamos capacitados para eso. Nuestra naturaleza herida por el pecado nos lo impide, y, fácilmente, somos vencidos por el mundo en el que vivimos. Las tentaciones nos superan y pueden con nosotros. No conseguiremos, por mucha voluntad que pongamos de nuestra parte, salir victoriosos. Necesitamos la fuerza y el poder del Espíritu Santo.

Y eso es lo que te pedimos hoy, Señor Jesús, desde lo más profundo de nuestros corazones. Queremos hacer la Voluntad de tu Padre, porque eso es lo que nos hace hermanos tuyo. Queremos cumplir con la Voluntad del Padre, que Tú, el Hijo único y verdadero nos enseña y nos manda. Y lo queremos hacer desde la acción y la asistencia del Espíritu Santo. Abiertos plenamente a su acción. 

Así, unidos todos decimos: "Ven Espíritu Santo, llénanos de tu Gracia y enciende nuestros corazones. Fortalece nuestra voluntad para cumplir y vivir en la Voluntad de tu Padre. Amén.

martes, 24 de enero de 2017

CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS


Sé, Señor, que no me une a Ti ningún parentesco, porque Tú, que me lo das todo, sólo me pides una cosa, que cumpla la Voluntad de tu Padre Dios, que te ha enviado a eso, a proclamar padre, madre, hermanos y hermanas a todos aquellos que escuchan y cumplen tu Voluntad.

Por eso, Señor, consciente de mis debilidades y de mi impotencia para emparentarme contigo como hermano, te pido la Gracia de poder cumplir con la Voluntad del Padre según Tú me enseñas y me das testimonio con tus obras. Porque yo quiero ser tu hermano y estar emparentado contigo; porque yo quiero ser tu amigo y dejarme asesorar y conducir por Ti.

Miro para tu Madre y veo que ella es modelo de saber y cumplir la Voluntad de Dios. Miro para tu Madre y observo como ella supo renunciar a sí misma para cumplir la Voluntad de Dios. Y escucho como Tú, aunque parece lo contrario, exaltas y alabas a tu Madre, porque ella es modelo del cumplimiento de la Voluntad de Dios. También, nosotros, unidos a ella queremos seguirte en el esfuerzo, por nuestra parte, de cumplir la Voluntad de Padre Dios.

Experimentamos que queremos, pero, al mismo tiempo, sentimos la tentación que nos hace caer, fracasar y no cumplir como nos gustaría. Experimentamos ignorancia, confusión y pereza. Sentimos que nuestra naturaleza caida está herida, limitada y se nos hace cuesta arriba hacer tu Voluntad, Padre. No nos es nada fácil sostenernos como hermanos y, suplicándote, te pedimos que nos sostenga y nos llene de tu Gracia para, fortalecidos, poder superar esos momentos de tedio, de desidia y de negación.

En Ti confiamos Señor, que por tus méritos y sacrifico de muerte, seamos lavados, purificados y fortalecidos para, renunciando a todo aquello que nos impide cumplir con la Voluntad del Padre, podamos, junto a nuestra Madre María, encontrar ese camino de relación y de fraternidad, contigo. Amén.

lunes, 23 de enero de 2017

VEN ESPÍRITU SANTO Y ACTÚA EN MÍ

No podremos ver claro si no dejamos entrar al Espíritu Santo en nuestro corazón. Lo hemos recibido en el día de nuestro Bautismo y debemos dejar que actúe en nosotros para que podamos crecer en Gracia y sabiduría. Por eso, debemos estar unidos a Él y no alejarnos ni separarnos. Y siempre invocarlo para que nos ayude a superar todos los obstáculos y tentaciones que se nos presentan en el camino de nuestra vida.

Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.
Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.
Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.
Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
II
Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.
Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.
Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.
Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.
Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.
Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.
Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.
Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.
III


Amor infinito y Espíritu Santificador:

Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y de la insensatez.
Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas.
Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones e imprudencias.
Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero valor.
Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto.
Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza.
Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.


Cortesía de:
Devocionario Católico - http://www.devocionario.com

domingo, 22 de enero de 2017

SOBRE LA CONVERSIÓN

El objetivo es conversión. El camino debe llevarnos a eso, a convertirnos. No podemos caminar y quedarnos tal y como empezamos el camino. La meta es convertirnos. No hay otra, y todo lo que que sea estancarnos es fracasar o perder el tiempo. La conversión no es cosa de un día ni de dos. Se necesita tiempo, y el tiempo de nuestra vida debe bastarnos para convertirnos.

Convertirnos significa volver la mirada hacia el Señor. Es caminar, asistido por el Espíritu de Dios, junto a su Hijo, el predilecto y en el que se complace. Convertirnos significa, no sólo mirar a Jesús, sino escucharle y esforzarnos en hacer lo que Él hace. Es decir, vivir a su estilo y a su forma de pensar y hacer. Y eso significa que debemos seguirle, estar a su lado y conocer bien su pensamiento y su vida.

Esa conversión no se realiza en un instante. Pero, si es cierto, que la chispa prende sin darnos cuenta y nos impulsa a seguirle. Quizás no sabemos decir cuándo, dónde ni cómo, pero si que experimentamos un deseo, un impulso de acercarnos a Él, a su Palabra y a alimentarnos de espiritualmente en la Eucaristía. Y, haciéndolo, con esfuerzo y perseverancia abiertos a la acción del Espíritu Santo vamos, paso a paso, convirtiéndonos.

Porque convertirse es empezar a hacer todo aquello que descubres que debes hacer, con honradez, con justicia, con entusiasmo, con entrega y esfuerzo. Es luchar contra la pereza; contra la desgana; contra el desánimo; contra la apatía; contra la desidia y contra todos aquellos sentimientos que tiendan a acomodarte, a instalarte y a alejarte de la verdad, de la justicia y la paz. Es acercarte con todas tus fuerzas a hacer todo aquello que está de acuerdo con la Voluntad de Dios. Es, en una palabra, amar todo lo que es bueno y verdad para beneficio del hombre.

Por eso, pidamos que cada paso, cada instante, cada avance en nuestro camino se un adelanto en nuestra conversión. Sea un acercarnos más a la Voluntad de Dios. Pidámoslo con fe, con confianza y seguros de que ieremos, cada día, siendo mejores. Y eso significa que nos vamos convirtiendo. Amén.

sábado, 21 de enero de 2017

EN MEDIO DE LA GENTE

Señor, Tú estás en medio de la gente, porque has venido para eso, para estar con nosotros. Porque has venido a salvarnos. A salvarnos de forma integral, es decir, cuerpo y alma. Quizás nos ocurre que nosotros sólo vemos el cuerpo y te buscamos para que nos cure, ignorando todo lo demás. Nuestra condición humana es tan pobre y pecadora que sólo vemos las heridas de nuestro cuerpo.

Ayúdanos, Señor, a ver las heridas de nuestra alma. Unas heridas mucho más profundas y dañiñas que las del cuerpo, y, también, más difíciles de ver. Porque, esas heridas, no sólo matan el alma, sino también arrastran al cuerpo. Mientras que curando el alma, también curamos el cuerpo. Ambas, alma y cuerpo van unidos.

Porque, Señor, Tú nos dices que vienes a perdonar nuestros pecado. Lo dejaste claro cuando te pusieron delante a aquel parálitico, Lc 5, 17-26, y lo primero que hiciste fue perdonar sus pecados por aquella fe que había demostrado. Porque esas heridas, Señor, son las heridas del alma, mucho más difíciles de descubrir. Y eso es lo que queremos pedirte hoy, que nos ayude a descubrir nuestra verdadera enfermedad, la del alma.

Y, por eso y para eso, necesitamos la Luz del Espíritu Santo. Necesitamos tener paciencia y esperarte, Señor. Necesitamos aguardar a que Tú decidas entendernos y curarnos. Necesitamos ponernos en lista de espera y saber esperar. Saber descubrir el verdadero valor de ese Tesoro de tu Misericordia y perdón. Y saber que con Él ganamos la Eterna felicidad. Amén.

viernes, 20 de enero de 2017

QUIERO RESPONDER A TU LLAMADA

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS

La verdadera decisión de nuestra vida es descubrir la llamada de Dios y darle respuesta. Porque, de poco vale descubrirla pero no responder. Una decisión que pasa por debajo de la mesa para muchos hombres, o que no le dan la respuesta conveniente. Sin embargo, lo único que tiene valor es responder a esa llamada que tenemos desde siempre de nuestro Señor y Creador.

¿Qué es lo que le ocurre al hombre que anda ciego y no ve lo que realmente importa ver? ¿Es qué no se da cuenta que en lo más profundo de su corazón experimenta el deseo de amar? ¿Es qué no descubre que cuando realmente ama, deseando el bien del ser amado, experimenta gozo, alegría y felicidad? Entonces, ¿por qué no vive ese compromiso de amor?

Jesús sigue llamándote. A ti y a mí, y a todos. Hemos sido creados para amar, pero para llegar a amar sin condiciones, tenemos primero que despojarnos de nuestras apetencias, apetitos, ambiciones y egoísmos. Y eso se llama renuncia. Renuncia a hacer aquello que fastidia a otros y que les hace sufrir; renuncia a dejarme conducir por la pereza, por la comodidad y no cumplir con mis obligaciones. Obligaciones para conmigo mismo, para con mis padres, familia, esposa, hijos, compañeros, amigos...etc.

Cada esfuerzo en ese sentido son pequeños o grandes sacrificios que agradan a Dios. Porque esa es su Voluntad, la de amar a todos, incluso a los enemigos. Amar como Él nos ama a cada uno de nosotros. Y cuando nos afanamos en eso, en descubrir como servir a los demás, estamos haciendo la Voluntad de Dios. En eso consiste su llamada, y en eso consiste nuestra respuesta.

Pidamos al Espíritu Santo que habita en nosotros que nos dé la sabiduría y la voluntad para negarnos a nosotros cada día en todo aquello que entendemos que no debemos hacer. Y que no debemos hacer porque, haciéndolo, nos alejamos de la Voluntad de Dios. Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos acompañe e interceda por nosotros para que, siguiendo también su ejemplo, nos alumbre el camino que Dios nos pide. Amén.