Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 5 de febrero de 2018

DAME, SEÑOR, LA FE PARA VER Y ESCUCHAR TU PALABRA

Mi naturaleza busca el efecto inmediato. Son de carne y me duele y atormenta el dolor y la enfermedad. Mis sentidos reclaman salud y sin ellos mi vida pierde calidad y bienestar. Quiero, Señor, que me cures y vivir saludablemente. Sé que Tú lo sabes, porque me conoces y me entiendes, pero, Tú buscas otra cosa en mí, quieres enseñarme a ser generoso, a compartir y a darme a los demás, incluso a pesar del dolor y el sufrimiento. Porque, sólo dándose y sufriendo por el otro, expresamos realmente nuestro amor.

Y no porque sólo lo digan tus Palabras, sino porque lo atestiguan tus obras y hechos. Tú te has entregado en Cuerpo y Alma a cada uno de nosotros. Y lo haces cada día de nuestra existencia, pero lo has hecho hasta el extremo de dar tu Vida en la Cruz como pago por nuestra salvación. Nos has demostrado que sólo con amor se pueden salvar los hombres. Un amor como el tuyo, hasta el extremo de entregar nuestro vida.

Ese es tu mensaje y lo que quiere enseñarnos. Indudablemente, nos cura y nos sana para que vemos tu poder. No buscas gloria en eso, ni tampoco fama ni populismo. Incluso te escondes y mandas a callar a los espíritu inmundos que expulsas. Simplemente, quieres que la gente se dé cuenta de que eres el Mesías prometido, el Hijo de Dios hecho Hombre, y que has venido para salvarnos, no de una forma temporal, sino para toda la eternidad.

Por tanto, Señor, te pedimos que nos des esa sabiduría, la de darnos cuenta de lo que nos dices con y en tu Palabra. Ilumina nuestras almas y fortalece nuestros cuerpos, para que sepamos soportar las mortificaciones y las herida de nuestras diarias batallas contra los espíritus inmundo que quieren arrastrarnos y alejarnos de Ti. Y apoyarnos en la esperanza, confiados y fortalecidos por la fe, de la Vida Eterna.

Danos, Señor, la paciencia, la mansedumbre, la Caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, y todos los frutos del Espíritu Santo para, con y en ellos perseverar y servir a los demás como Tú nos mandas. Amén.

domingo, 4 de febrero de 2018

LAUDES



HIMNO 

Es domingo; una luz nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.

Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.

Es domingo; la pureza
no solo la tierra baña
que ha penetrado en la vida
por las ventanas del alma.

Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.

Es domingo; «este es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.

Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.

Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
                                                                                  V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B, solemnidad
Salterio: domingo de la primera semana

sábado, 3 de febrero de 2018

DAME, SEÑOR, EL DESCANSO DE SABERME EN TU PRESENCIA

Saber la medida de nuestras fuerzas no es fácil. Y no me refiero solamente a las capacidades físicas, sino también a las mentales o intelectuales. Muchas veces nuestro cansancio no es físico o corporal, sino mental o intelectual. En muchas ocasiones nos experimentamos más agotados mentalmente que corporalmente. De ahí que nos cueste más estudiar que hacer algún trabajo manual.

Por eso, en esta humilde reflexión te pido, Señor, que me des la paz que nace de saberse tranquilo, sereno y conforme en conciencia de haber cumplido con tu Voluntad. No la mía, sino la Tuya, porque será esa la que me dará la verdadera paz y gozo de sentirme sereno, tranquilo y alegra. Incluso en los momentos de dolor o sufrimiento. Porque es más importante el descanso del alma que el del cuerpo.

Y, también te pido, Señor, que me renueves cada día dándome la sabiduría, la paciencia y la fortaleza para no desfallecer, y para encontrar en tu Palabra el consuelo, la paz y la fuerza del descanso y renovación que me auxilien e impulsen a continuar el camino. Y no pensando en mí, sino fundamentalmente en el bien de los demás, a aquellos que puedan llegar mi esfuerzo y trabajo.

Pero, sobre todo, bien que significa tratar de llevarlos a tu presencia, Señor, para que te descubran y te vean, y, sobre todo te conozcan. Porque, sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Es ahí donde se apoya nuestro descanso, porque sólo en la experiencia de sabernos que hemos cumplido nuestra misión, tal es la de llevar tu Palabra y tu Mensaje de la buena Noticia de Salvación a los demás, descanseremos gozosos en Ti.

En esa confianza y alegría, conscientes de que la tarea es ingente y dura, pero conocedores que no vamos solos y que tenemos la Fuerza y la Gracia del Espíritu Santo, descansamos en Ti, Señor, esperanzado en tu Amor y Misericordia. Amén.

viernes, 2 de febrero de 2018

¿Y DÓNDE ESTOY YO, SEÑOR?

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Hay momentos en los que me experimento perdido y sin conciencia de que Tú, Señor, estás presente en mi vida. Y hay otros instantes en los que me veo muy lejano e indigno de tu Misericordia. Ni una cosa ni otra, Señor, quiero aceptar. A pesar de todos eso sentimientos y contradicciones, quiero seguir en el esfuerzo de experimentar tu presencia y de saber que Tú estás pendiente de mí.

Eso no cambia que me considere indigno, porque realmente lo soy. Está claro que no merezco tu Misericordia y que si la recibo es porque, por tu Gracia y por tu gran Amor Tú, Señor, me la das gratuitamente y por tu Voluntad. Gracias, Señor, porque me sostienes vivo y con la oportunidad de ser perdonado por tu Amor y Misericordia.

Pero, eso no es todo, sé que ese perdón y salvación tengo que ganármelo. Mi mérito, por decirlo de alguna manera, es la fe. Creer en Ti y fiarme de tu Palabra, pero no para permanecer pasivo y estático, sino para actuar y cosechar frutos cultivados por tu Amor. Y eso te pido, Señor, que me permitas verte y experimentarte cerca de mi vida. Sé que estás, pero viéndote mi fe será más firme y fuerte.

Realmente, tengo que confesarte que siento algo de miedo. Miedo de no corresponder a esa presencia tuya y de que me llames o me abras los ojos y yo te defraude. Sin embargo, Señor, creo en tu Palabra y pienso que contigo el miedo desaparecerá. De todas formas, gracias Señor por estas incomodidades, pruebas o dificultades que se presentan en mi vida. Éstas me hablan de Ti, porque sin ellas mi fe no sería probada.

Y todo eso me habla de tu presencia. Ya vez, te pido tu presencia y, antes de terminar la reflexión, Tú te haces presente, porque todas estas desganas, apatías, perezas, dudas, tentaciones, pasiones...etc.,hablan de ese barro que Tú pones en mis ojos para que sintiéndome incómodo y con dificultades persiga tu búsqueda suplicándote que vea y que cures mi ceguera. Y eso es precisamente fe. Gracias Señor.

jueves, 1 de febrero de 2018

GRITEMOS, COMO EL CIEGO BARTIMEO, PIDIENDOLE AL SEÑOR QUE VEAMOS

Se trata de ver, ver la Verdad y el Camino, es decir, ver que Jesús es el Señor de nuestra vida y que sin Él vamos ciegos por el mundo. La clave, luego, es verle, porque viéndole su Espíritu nos llevará en volandas hacia la misión que nos ha confiado. Porque, no se trata de nuestras fuerzas, pues nosotros no podemos, sino se trata de sus Fuerzas, del Señor, del Espíritu Santo, que nos fortalece, nos da sabiduría y nos da el valor para superarnos y vencer nuestros miedos.

Y nos da poder, poder para realizar todo lo que el Señor nos da y nos promete. Por lo tanto, gritemos como el ciego Bartimeo para que el Señor, como hizo con Bartimeo, se detenga, nos llame y nos dé la vista. Vista para ver su Verdad, la única Verdad que alumbra al mundo y que, alumbrados en ella, podamos también nosotros alumbrar a los demás.

Y nunca desesperemos, porque el Señor nos quiere y nos envía con una misión concreta. Misión que posiblemente desconocemos o no sabemos como realizar. Esperemos e insistamos en pedirle que nos permita ver lo que realmente quiere de nosotros y como podemos realizarlo. Seguro, nos lo hará ver, pero no nos resultará fácil. No pienses que nos lo va a poner fácil hasta el punto que no nos suponga un esfuerzo ni una decisión con cierto riesgo. Él quiere ver la intensidad de tu fe y confianza. Para eso te ha hecho libre, para que tú tengas el mérito de arriesgarte y confiar en Él.

Por lo tanto, la vista de ver la Verdad comporta un esfuerzo, un riesgo y una fe confiada. Y eso se hace incómodo hasta el punto de que muchos lo rechazan y se van. ¿Recuerdas al joven rico -Mc 10, 17-30-? Y no olvides que tu felicidad no está en este mundo, sino en el amor de darte por los demás. Sin amor no se alcanza la felicidad. Es eso lo que Jesús te propone, amar como Él te ama.

Sigamos pues gritando, que es lo mismo que rezando, y pidiéndole al Señor que haga de nosotros unos discípulos comprometidos y dispuesto a cumplir con la misión que Él nos encomienda. Amén.

miércoles, 31 de enero de 2018

INSISTO, SEÑOR, Y VUELVO, COMO CADA DÍA, A PEDIRTE QUE VEA TU VERDAD

No se trata de mi verdad. Verdad errónea y limitada, ni tampoco la de algún otro, que por mucha sabiduría e intelectualidad, no abarca la verdad absoluta. Sólo Tú, Señor, eres la Verdad Absoluta, fuente de gozo y felicidad. Pero, somos tan obstinados, tan necios e ignorantes que preferimos las luces de las tinieblas, opacas y oscuras, que nos llevan a la perdición, que la Luz, clara y diáfana, que viene de Ti y nos lleva a la plenitud y gozo eterno.

Tendremos que ser muy necios e ignorantes, Señor, para no verte. Por todo ello, lo primero que quiero pedirte es que mi fe alcance el tamaño de un grano de mostaza. Es lo mínimo que Tú me has pedido, y yo, que no aspiro a mucho y me considero pecador y poca cosa, me conformaría con eso, Señor. Dame, Señor, una fe como un grano de mostaza. 

Porque la fe es el elixir que necesito para responderte y corresponder a esa capacidad libre de elegir hacerlo o no hacerlo. Un regalo gratuito, y una oportunidad de responderte meritoriamente a la confianza que Tú has depositado en mí. Porque, aunque todo me viene de Ti gratuitamente, has querido que yo tome parte y responda a esa confianza fiándome de Ti. 

Pero, me doy cuenta Señor que soy muy débil, y estoy sometido a mis pecados: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza, y necesito tu Gracia, recibida en mi Bautismo, para transformarme, por la acción del Espíritu Santo, en un hombre nuevo, lleno de caridad, gozo, paz, paciencia, longaminidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. Frutos del Espíritu Santo que también me dará sus dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Por eso, Señor, insisto y te suplico que aumentes mi fe hasta un grano de mostaza. Con eso podré mover montañas y responder a tu Palabra y hacer tu Voluntad. Transformame, Señor, en un hombre nuevo que revestido con los frutos y dones del Espíritu Santo viva en tu Palabra y haga tu Voluntad. Amén.

martes, 30 de enero de 2018

JESÚS BUSCA ENCONTRARSE CONTIGO

Jesús no quiere dejar pasar a aquella persona que le ha tocado su manto. Él se ha dado cuenta y se vuelve. Los apóstoles le dicen que caminamos muchos y al ir muy juntos lógico es que nos demos algún roce. Pero, Jesús sabe que alguien que le necesita le ha tocado, y lo ha hecho con fe, esperando curarse al tocarle. Quiere verla, encontrarse con ella y darle un saludo de paz y esperanza.

Y la llama, y ella atemorizada y notándose curada confiesa sus intenciones y su problema. Y Jesús la despide cariñosamente dándole la paz y anunciándole que su fe la ha salvado, le curó de su enfermedad. ¿No crees tú y también yo que Jesús nos cura y nos salva también a nosotros? ¿Por qué a esa mujer sí y a nosotros no? ¿Por qué a la hija de Jairo, y a ti y a mí no? Jesús ha venido para salvarnos a todos.

Claro, que esta enfermedad de esa mujer  y esa resurrección de la hija de Jairo no fueron definitivas. Ambas tuvieron que enfermar y morir de nuevo, porque el puente para entrar en el Reino es la muerte, pero una muerte que ya hemos visto que no es la última palabra. Jesús nos resucita como lo hizo con esa muchacha, hija de Jairo. Como también lo hizo con su amigo Lázaro o el hijo de la viuda de Naím. También lo hará contigo y conmigo.

Simplemente se trata de creérnoslo y de acercarnos a Él. Nos está llamado en cada instante, y, quizás, de la manera que tú menos espera. No esperes grandes emisarios, ni personajes ilustres. Quizás sea ese amigo que tienes al lado y al que no le das gran importancia. O a ese otro que te ha pasado una invitación, o al párroco que te invita y te llama. Son muchas las maneras en las que Jesús te llama, pero necesita que escuches.

Aprovecho esta página de oración para pedir por ti y por todos los que siendo invitados y llamados por el Señor para que abran sus corazones y como Jairo o la mujer enferma crean que el Señor es su solución y salvación. Amén