Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

sábado, 21 de abril de 2018

NECESITAMOS FIARNOS

Resultado de imagen de Jn 6, 60-69, por Fano
No es cuestión de razonamientos, ni tampoco de milagros. Ya están hechos. Jesús ha sido presentado por el Padre en el Jordán, en su Bautismo, y testigo de ello fue Juan el Bautista. A partir de ahí, Jesús nos revela su misión, que no es otra sino cumplir con la Voluntad del Padre. Un Padre, nos dice, que es Amor y que sin Él no podemos llegar a su Hijo, nuestro Señor Jesús.

Sucede que en muchas ocasiones pretendemos llegar a Jesús por nuestra cuenta y con nuestro propio esfuerzo, sin embargo eso nos es imposible. Necesitamos el auxilio del Espíritu Santo, que el Padre ha enviado, en ausencia del Hijo, para que nos asista y nos ilumine para acercarnos a su Hijo. El mismo Espíritu que bajó sobre Él en su Bautismo en el Jordán.

Es esa el centro de nuestra petición, pedirte, Señor, que nos llene del Espíritu Santo para fiarnos de la Palabra de tu Hijo Jesús. Danos esa sabiduría que está por encima de nuestra razón y carnalidad para ver, por la acción del Espíritu, la Divinidad de nuestro Señor Jesús.

No permitas, Señor, que nuestra razón nos pierda alentada por el demonio, que trata de seducirnos presentándonos que eso de comer tu carne es un disparate que nadie puede tragarse. Ilumina nuestra mente para fiarnos con confianza de tu Palabra, pues en ella ponemos todas nuestras esperanzas. Aleja de nosotros toda tentación de razonar nuestras dudas e interrogantes de querer entenderte y comprender tu existencia. Eres un Dios inefable que nosotros, tus criaturas no podemos abarcar. Eres insondable y nuestra pequeñez nunca podrá comprenderte.

Danos, Señor, la humildad de comprender nuestra pobreza y nuestra miseria, y la sabiduría de reconocernos simples y sencillas criaturas que, creadas por Ti, sólo tendrán descanso, siguiendo las palabras de san Agustín, cuando descansen, valga la redundancia, en Ti. Gracias Señor. Amén.

viernes, 20 de abril de 2018

EL ALIMENTO QUE DA LA VIDA

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.

Es posible que comamos a diario o con mucha frecuencia el Cuerpo y bebamos la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino en las celebraciones Eucarísticas. Y, quizás, no experimentamos esa presencia, esa fuerza y Gracia con la que el Señor no fortalece. Todo lleva su tiempo, y también necesita fe. La fe en creer que esa comida Eucarística nos transformará. Son Palabras del mismo Jesús: "Quién come mi Cuerpo y bebe mi Sangre vivirá eternamente".

Necesitamos creer y pedir que nuestra fe crezca y aumente hasta el punto de darnos cuenta que el Señor está dentro de nosotros y nos hace partícipe de su Gloria. Nos da su propia Vida y nos hace un nuevo Cristo como Él. San Pablo lo expresa muy bien cuando dice: “Ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mí". (Gál. 2, 20). 

Es Jesús quien vive en mí y el que me va transformando casi sin darme cuenta. De repente me voy dando cuenta como hago muchas cosas que me sentía incapaz de hacer; de repente experimento que no soy yo quien hablo muchas veces, sino que el Espíritu de Dios pone las palabras en mi boca; de repente tomo conciencia que alguien mueve mis dedos y escribe por mí. Y es que Cristo vive dentro de mí y es Él quien mueve mi vida, a pesar de mi torpeza, de mi incredulidad y mis pecados.

Gracias, Señor, por tomar conciencia de tu presencia y de tener el privilegio de poder comer cada día en la Eucaristía. Gracias, Señor, por permitirme tocarte y repartirte entre los demás. Me siento indigno de hacerlo y, en algunos momentos siento vergüenza y temor, pues siendo un pecador, ¿cómo me atrevo a tocarte y repartirte? Dame, Señor, la luz para asumir tal responsabilidad y para aceptar mi pobreza y pequeñez. Dame, Señor, la paz y la paciencia para, abandonado en tus Manos, dejarme modelar por tu Amor y por tus caricias de Padre bueno y misericordioso.

Aumenta, Espíritu Santo, nuestra fe y darnos perseverancia en sostenernos cada día en busca de ese alimento espiritual, que es tu Cuerpo y tu Sangre, para, alimentados en Él, alcanzar la Vida Eterna que nos has prometido. Amén.

jueves, 19 de abril de 2018

DE LA ORACIÓN DE LAUDES

Resultado de imagen de Laudes del miércoles


Rm 8,10-11
Lectura Bíblica

Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
V/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V/. El que por nosotros colgó del madero.
R/. Aleluya, aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.


Cántico Evangélico

Ant: Os lo aseguro: el que cree en mí tiene vida eterna. Aleluya.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Os lo aseguro: el que cree en mí tiene vida eterna. Aleluya.

miércoles, 18 de abril de 2018

VIDA ETERNA

Resultado de imagen de Jn 6, 35-40
A veces quedamos deslumbrados por las maravillas que nos ofrece el mundo y hasta nos sentimos felices y con deseos de vivir. Pero eso no puede hacernos olvidar a los que sufren, no sólo por enfermedad sino por el egoísmos de otros que los someten y esclavizan. Hay muchas víctimas, sobre todo los niños, que tienen que huir de sus lugares de origen porque otros los expulsan y los amenazan de muerte.

Este mundo, incluso para los que se lo prometen bien y tienen abundancia de todo, no es la respuesta a lo que vive dentro de nosotros. Nuestro corazón busca, desea y anhela una felicidad que sobrepasa la que este mundo nos puede dar. Una felicidad que se no queda en las cosas que ven nuestros ojos y experimentan nuestros sentidos, sino que está por encima de todo lo que alcanzan a ver nuestros ojos y degustar nuestros sentidos. 

El hombre busca la Vida Eterna. Una Vida Eterna en plenitud, y esa el mundo no te la puede dar. Solamente Jesús, que te lo anuncia hoy en el Evangelio puede dártela. Y te la ofrece. Él es el Pan bajado del Cielo y se te da para que, comiendo de Él puedas alcanzar esa Vida Eterna que tanto deseas. Por eso, aprovechamos este rincón de oración para, uniéndonos a otros hermanos, unir, valga la redundancia, nuestras oraciones y elevar al Padre nuestra gratitud por el envío del Hijo, Pan de Vida Eterna, que, por sus méritos de su Pasión y Muerte en la Cruz, ha rescatado para todos nosotros esa Vida Eterna que el Padre quiere compartir en su Gloria con cada uno de los que creen en el Hijo.

Danos, Señor, esa paciencia, esa paz y esperanza de sostenernos siempre en la fe por medio y gracias a los méritos de tu Hijo Jesús. Danos esa fortaleza y sabiduría para no desfallecer y, a pesar de las dificultades, los espejismos que el mundo nos presenta y toda clase de tentaciones y apetencias, permanecer fieles, perseverantes y firmes en la fe y confianza en tu Hijo, Jesús, nuestro Señor. Amén.

martes, 17 de abril de 2018

¿A DÓNDE VOY, SEÑOR?

Resultado de imagen de Jn 6,30-35, por Fano
¿Dónde busco el elixir que me dé la Vida Eterna? Porque, todos los hombres queremos vivir eternamente. No encontraríamos a nadie que dijera lo contrario. Y si así fuera, pensaríamos enseguida que está loco. Sí, todos queremos la vida eterna, pero, pronto nos damos cuenta que en este mundo no se encuentra. Y, es más, sabemos que esta vida termina con la muerte.

Ahora, ¿por qué dentro de nuestro corazón hay un impulso que nos invita a vivir eternamente? Porque, es verdad, todos experimentamos un gran deseo de alargar nuestra vida con la esperanza que nunca termine. Misteriosamente está escrito en nuestro corazón, y sólo lo puede poner Aquel que tiene poder para darla. Y ese es el Señor, el Pan de Vida Eterna que, bajado del Cielo, se nos ofrece hoy.

Gracias, Señor, por dejarnos esta hermosa y esperanzadora confesión. Yo creo firmemente en tu Palabra, porque sin Ti me experimento perdido, confundido, sin esperanzas y sin saber dónde ir. Porque, tu Palabra se corresponde con lo que me dicta mi corazón. Quiero vivir eternamente y en plenitud de gozo, y eso Tú, Señor, me lo ofreces. Y con tu Resurrección das crédito y firmeza a tus Palabras. Gracias, Señor.

Hoy nos regala una confesión marivillosa que nos descubres tu inmenso Amor y Misericordia:  «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

Yo también, Señor, quiero pedirte ese Pan del Cielo, para vivir eternamente a tu lado y saciar mi hambre y mi sed. Te pido, Señor, que nunca me aleje de Ti para recibir ese Pan de Vida que me da todo lo que mi corazón busca y desea.

lunes, 16 de abril de 2018

LA IMPORTANCIA DE MI TRASCENDENCIA

Resultado de imagen de Jn 6,22-29, por Fano
Es importante pararnos y reflexionar. Todos experimentamos una voz interior que le invita a no quedarse aquí y a partir a otro lugar. En lo más profundo de nuestros corazones sentimos el impulso que nos empuja a anhelar una vida nueva y duradera. Nadie quiere pararse, sino que experimenta un deseo irresistible de trascendencia y de permanecer eternamente.

Alguien ha grabado eso a sangre y fuego dentro de nuestro corazón. Está escrito en él y, consciente o no, lo buscamos con todas nuestras fuerzas. Muchos, sometidos a su propia esclavitud, indagan en el mundo y creen poder alcanzarlo en él. Los que llegan a edad avanzada empiezan a descubrir que estaban equivocados. El mundo no es ninguna solución y todo lo que en él hay es caduco y perece. Tendremos, es obvio, que buscar en otro lugar.

No encuentro, fuera de Ti, Señor, ninguna respuesta a lo que me dicta mi corazón. Sólo Tú respondes a esa búsqueda que mueve mi corazón hacia esa trascendencia eterna que vive dentro de mí. Tu Palabra colma y satisface todas mis ansias y da respuesta a todos mis interrogantes. Quiero, Señor, caminar hacia y junto a Ti, no por el alimento material, sino por ese alimento trascendente que Tú me anuncias y que Tú con tu Pasión y Muerte me has entregado.

Porque, Tú eres mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Porque, sólo en Ti puedo saciar plenamente todas mis ansias de gozo, felicidad y eternidad. Porque, Tú, Señor, eres mi esperanza, mi alegría y mi gozo pleno y eterno. Nada de lo de aquí abajo satisface plenamente lo que mi corazón desea y busca. Gracias, Señor, por todas estas Gracias. Porque, es una Gracia conocer, descubrir y saber que sólo el Pan de Vida que eres Tú puede saciar mi hambre y mi se de plenitud eterna.

¡Oh, Señor, te doy las gracias por descubrir la importancia de mi ser trascendente, y por, pacientemente, ponerme en tus Manos para dejarme auxiliar y dirigir por Ti! Dame la Fe, Señor, de dejarme interpelar y dirigir por el Espíritu Santo dócilmente y confiado en su acción. Amén.

domingo, 15 de abril de 2018

SOSTÉN NUESTRA FE, SEÑOR

Resultado de imagen de Lc 24,35-48, por Fano
Las tentaciones están detrás de la puerta. El mundo nos tienta y nos confunde y los malos testimonios y malos ejemplos nos siembran de confusión y de dudas. Necesitamos tu presencia, Señor, y que nos aumente nuestra fe herida y tocada por el pecado y el mal sembrado en este mundo.

Ese es el grito de nuestra oración hoy. Refuerza nuestra fe y aliméntala con el buen testimonio de nuestros hermanos en la comunidad. La comunidad no es un lujo, sino una necesidad. Una necesidad porque en ella tenemos la posibilidad de reforzar y alimentar nuestra fe y fortalecerla sirviendo a los hermanos. La fe cuando es compartida se fortalece. 

Danos, Señor, esa Gracia para aumentar nuestra fe y transmitirla según Tú nos manda a todo los hombres. Abre nuestra mente para que comprendamos las Escrituras y podamos dar testimonio para la conversión y perdón de los pecados a todo el mundo. Porque, Señor, necesitamos una precisa y profunda comprensión de las Escrituras porque de ignorarla también ignoraremos a Cristo.

Por todo ello, Señor, te suplicamos que nos infunda perseverancia, docilidad y voluntad para no desfallecer y, sobre todo, sabiduría para no apartarnos del camino que nos conduce a Ti. Te pedimos también que nos mantengas unidos y que formemos comunidades que nos sostengan y nos apoyen para compartir y dar testimonio de tu amor. Pero, sobre todo, que permanezcamos fieles a tu Palabra y a la buena Noticia de tu Resurrección, porque es ella la que fundamenta nuestra fe y la que nos llena de esperanza y alegría.

Tú, Señor, estás Vivo y de Ti nos llega nuestra esperanza y fortaleza. Tú, Señor, vives y estás entre nosotros, y tu presencia nos alienta y nos empuja a dar testimonio y fe de tu Resurrección. Gracias, Señor, en Ti confiamos y en tus Manos nos abandonamos esperanzados en tu Amor y Misericordia. Amén.