Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

domingo, 22 de septiembre de 2019

MI CORAZÓN ES DÉBIL Y ESTÁ LLENO DE APETENCIAS

Resultado de imagen de Lc 16,1-13
El problema es que mi corazón es humano, débil y lleno de apetencias. Es un corazón fácil de vencer y de seducir por pasiones y apetencias que viven en su hepicentro. Su conversión pasa por desalojar todo lo que de humano es contrario al amor y sustituirlo por verdadero amor. Ese amor que se da, se olvida de sí mismo hasta el sacrificio por el otro. Ese amor que sorprendentemente, y para sorpresa de uno mismo, esconde el verdadero gozo y felicidad que todo ser humano busca.

Se trata de ir cambiando mis egoísmos por generosidades; se trata del trueque del desamor por el amor; se trata de ir muriendo a mis apetencias y satisfacciones para cambiarlas por la verdad y la justicia frente a los otros. Se trata de no mirar sólo por mí sino mirar para lo que le pasa al otro. Sobre todo al que sufre de manera injusta o es oprimido por otros. Se trata de no guardar para mí, sino compartir con los otros.

Comprendido esto se hace necesario buscar ayuda en quien te puede ayudar. Nadie te podrá ayudar en convertir tu corazón de piedra y egoísta en un corazón suave y amoroso que Jesús. Porque, para convertir hay primero que ser, porque, quien no tienes no puede dar. Se trata primero de ser para, luego, hacer. Y sólo Jesús, el Señor, puede transformar mi corazón egoísta en un corazón amoroso y dado a darse en amor por los demás. 

Es eso, Señor, y no otra cosa la que te pido hoy. Transformas mi corazón de piedra, endurecido por el egoísmo de tener, de poseer, de poder y de satisfacción, en un corazón dado, abierto a comprender y a ayudar y dispuesto a despojarse de todo aquello con lo que pueda aliviar tu dolor y llenarte de amor. Amén.

sábado, 21 de septiembre de 2019

NO BASTA CON LA PIEDAD NI CON LAS TRADICIONES

Resultado de imagen de Mt 9,9-13
Puedes ser muy piadoso y avenido a las tradiciones, pero, eso no es suficiente para demostrar tu fe y vivir en el amor. Son tus obras las que descubren tu vida y transparentan tu fe. De modo que, una fe sin obras queda desvelada como apariencia y falsa. El nexo que te relaciona con los demás y descubre tu relación con Xto. Jesús es la Misericordia. Si en tus relaciones con los demás no hace presencia esa misericordia transmitida y regalada desde la acción del Espíritu Santo, estás perdiendo el tiempo con tus actos de piedad. Más te vale emplear el tiempo en otra cosa.

La consecuencia de la fe es la misericordia. Dios te ama y te salva porque es Infinitamente Misericordioso, y quiere que tú también lo seas. Una fe que se descubre verdadera tiene que estar escondida en la misericordia, y si no es así, mi fe es inmadura, infantil y está estancada en la primera comunión. 

Esta humilde reflexión quiero aprovecharla, Señor, para reconocerme, como Mateo, pecador y para pedirte que nos liberes del pecado por tu Infinita Misericordia. Te damos gracias, Señor, porque sabemos, ya que Tú nos lo has dicho, que has venido a liberarnos del pecado y, por tanto, a salvarnos de la esclavitud y la condenación de este mundo. Pero, ¿dónde están los pecadores? 

Queremos señalarnos, Señor, como pecadores y te pedimos y esperamos que Tú nos perdones nuestros pecados y restablezca nuestra dignidad de hijos de Dios que habíamos perdido por el pecado. Gracias, Dios mío, por tanta dicha y esperanza de, primero, reconocernos enfermos y, por tanto, pecadores. Y, segundo, experimentar la esperanza de que por tu Infinita Misericordia seremos salvados.

No nos cansaremos de darte las gracias, ni tampoco, de pedirte, cada día, tu salvación y misericordia. Porque, Señor, cada día es una batalla de esa guerra que es nuestra vida y que nos lleva a Ti. Y, Tú, Señor, eres nuestra esperanza y nuestra salvación. Mañana, Señor, volveré a pedirte tu Misericordia y a darte las gracias, porque sé que estarás ahí y que nunca me fallas. Espero, Señor, con tu Gracia, tampoco yo estar ausente y fallarte. Amén.

viernes, 20 de septiembre de 2019

LLENA MI CORAZÓN DE TU GRACIA, SEÑOR.

Resultado de imagen de Lc 8,1-3
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 



Sé que es la única solución, porque, por mis propias fuerzas me es imposible, dejar mi vida en tus Manos, Señor. Te necesito, Señor, para que llenes mi angustiado y pobre corazón de tu Gracia, para que lleno abundantemente de ella se derrame hacia afuera y entre también en los demás iluminándolos y aliviando mi vida con tu Amor e Infinita Misericordia.

Por eso, Señor, te suplico, una vez más, que derrames tu Gracia abundantemente en mi corazón. Y, saciado de ella, sea mi corazón un manantial de tu Gracia, Señor, que salta y contagia a todo aquel que se acerque y quede impregnado de tu Amor y Vida Eterna. Porque, de no ser así y quedarse dentro de mí no sería verdadera Gracia tuya, sino puro egoísmo que se volvería contra mí mismo. Pues, Tú, Señor, eres Amor y la esencia del verdadero Amor es darse, hasta el punto de contagiar, a los demás.

Y es que el verdadero Amor es Aquel que convierte y se da hasta el extremo de dar la vida por el otro. Tal y como hizo nuestro Señor Jesús. De modo que, si tu Amor, Señor, no me cambia hasta el punto de darme a los demás, algo sucede dentro de mí que no estoy escuchando o asumiendo bien y estoy impidiendo entrar en mi corazón tu verdadera Gracia.

Insisto, Señor, tomándote por tu Palabra, y te suplico que por tu Amor Infinito derrames abundantemente tu Gracia en mi corazón y me protejas del Maligno que me acecha a cada instante de mi vida tentándome en mis puntos más frágiles y débiles. Confío en Ti, Señor, y en tus Manos me abandono. Amén.

jueves, 19 de septiembre de 2019

PALABRA DE VIDA Y ESPERANZA

Resultado de imagen de Lc 7,36-50
Sólo, Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna y de esperanza en este mundo en el que tengo que vivir hasta llegar a Ti. Porque, en este mundo en el que vivo nada sostiene mi vida ni la alimenta sino Tú. Todo lo de aquí abajo es perecedero y su tiempo caduca llamado a destruirse. Sólo tu Palabra es Eterna y llena plenamente de esperanza y gozo.

Tu Palabra, Señor, sintoniza con el amor que anida y vive en lo más profundo de mi corazón. Trasciende hasta el punto de experimentar que, en mí hay algo más que mi cuerpo, pues, lo experimento, valga la redundancia, como algo que forma parte de mí sin llegar a ser yo. Es decir, descubro que soy cuerpo y algo más, que llamo alma. Y eso me habla de Ti y de tu presencia.

Por eso, Señor, te doy gracias y te suplico perdón por todos mis pecados, pues, tu Palabra me alivia y tranquiliza mi alma contagiando también a mi cuerpo. Gracias, Señor, porque experimento que mi cuerpo tendrá proyección y continuidad en mi alma y, por tu Palabra, volverá a unirse a ella para, en tu presencia, continuar amándote y alabándote toda la eternidad.

Dame, Señor, la fortaleza y la perseverancia de descubrirte como mi liberador y salvador, y adorarte con toda clase de alabanzas y oraciones. Pero, sobre todo, la mayor alabanza será humillarme reconociéndote como mi Señor y obedecer tus mandatos viviendo según tus Mandamientos y amando como Tú, Señor, me amas. Y eso, reconciéndome pecador, soy conscientes que no podré hacerlo sin tu Auxilio, tu Asistencia y tu Gracia. Amén.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

¡HAZ, SEÑOR, QUE MI VIDA SEA COHERENTE CON MIS PALABRAS!

Imagen relacionada
Resulta complicado que las palabras vayan coherentemente casadas con la vida de cada persona. Ocurre que muchas veces las palabras lo contrario a los sentimientos que se desean en tu corazón. Sostener tu corazón en coherencia con tu palabra no es cosa nada fácil. Y consciente de ello, Señor, te pido fortaleza y sabiduría para sincronizarlas y que vayan coordinadas y al mismo ritmo y sintonía, de modo que lo que expresen y digan unas lo sienta y lo desee el otro. Porque, la coherencia se apoya en la correspondencia entre la palabra y la vida, pues de no ser así tu testimonio será negativo y dará mal ejemplo.

Por eso, Señor, estos momentos de oración son para rogarte que des sabiduría y fortaleza necesaria a mi vida para que permanezca coherentemente en la verdad y se corresponda con mis palabras. Despierta en mí la inquietud y la motivación por vivir mi vida en la más estricta coherencia y dame la voluntad para poner de mi parte todo lo necesario.

Enciende en mí, Señor, la llama de mi corazón para que mi lengua sea fiel a mis palabras y no critique otras actitudes ni las obras de otras personas. Hazme ver que no soy nadie para mirar a otros y menos emitir juicios. Sólo Tú, Señor, eres nuestro Juez. Inunda mi corazón, Señor, de verdadera humildad y misericordia para , en lugar de disparar mi lengua comprender y ponerme, misericordiosamente, en el lugar del otro. Amén.

martes, 17 de septiembre de 2019

TENGO, SEÑOR, QUE VOLVER A PEDIRTE QUE ME AUMENTES LA FE

Resultado de imagen de Lc 7,11-17
Si algo sé en esta vida es que un día llegará el momento de mi muerte. Y no me asusta pensar en ello, porque, es obvio, que tiene que venir. Lo lógico es que me prepare para ello. El sentido común me dice que si algo sabes que es seguro, procura que no te sorprenda. Por lo tanto, en lugar de tenerle miedo será más inteligente prepararte para que no te coja desprevenido y despistado.

Dando por sentado y acertado este pensamiento, lo verdaderamente importante es cuidar tu cuerpo. Eso lo hace mucha gente:  dietas, ejercicios, revisiones médicas...etc. Pero, no sólo el cuerpo, porque sabemos muy bien y de ciencia muy cierta que el cuerpo, a pesar de todos sus cuidados, muere y se destruye. Pero, el alma sigue su camino. Algo de nosotros perdura y eso también tenemos que cuidarlo. Quizás con mucha más intensidad y atención, porque, lo que no muere tendrá más importancia.

Lo extraño y sorprendente es que todos queremos perpetuarnos, no sólo que nos recuerden, sino que nuestra vida se prolongue eternamente. Claro, damos por sentado que en gozo y salud perfecta, pues de lo contrario sería indeseable. Y eso es lo que piensa la mayoría, que una vez muerto no sufrirán. Pero, de eso no dice nada la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios nos advierte todo lo contrario. Según hayas vivido y gastado tu vida, ahora durante el tiempo de tu recorrido, así vivirás toda la eternidad. Esto quiere decir que, si has vivido para ti, y pensando en ti, perderás tu vida. Y si la has vivido pensando en los otros, sin importarte la tuya, la habrás ganado para toda la eternidad en plenitud de gozo y felicidad.

Y esto se lo dice el Evangelio - Mt 16, 25 - y lo revela muy claramente. Y vuelvo con mi sorpresa, ¿es que la gente no entiende, o es que está hechizaba y sometida al Maligno? Porque, es posible y hasta normal que te venga dudas, pero es tan cierto que de algún sitio has salido y la Vida y Obras de Jesús te lo deja bastante claro. Y cuando te pones en sus Manos te ayudará, por la Gracia del Espíritu Santo, a fortalecerte para aumentar tu fe y superar todas las tentaciones y peligros. Es eso, Padre del Cielo, lo que hoy te pedimos. Aumenta nuestra fe y danos la fortaleza para vivirla consecuentemente. Amén.

lunes, 16 de septiembre de 2019

DE NUEVO, SEÑOR, UNA VEZ MÁS, AUMENTA MI FE

Resultado de imagen de Lc 7,1-10
Me siento inquieto y preocupado y también interpelado con este Evangelio de hoy, porque mi fe no es la que me gustaría que fuera. El centurión del Evangelio me señala y me siento triste y débil. Mi fe no llega a comprometerme lo que a mí me gustaría y me siento fracasado. Me siento muy lejos de experimentar esa fe que experimentó aquel centurión y me siento impotente y débil ante la respuesta de mi compromiso bautismal.

Porque, el día de mi bautismo, mis padres y padrinos pidieron a la Iglesia la fe, pero, ¿he sido yo, a través del recorrido de mi vida, fiel a ese compromiso? Supongo que no, aunque desde edad muy temprana me he sentido cerca de la Iglesia y he tratado de corresponder, sin ser muy consciente de ello, a mi compromiso de bautismo. Por supuesto que he recibido la fe, pero, ¿la he cultivado? ¿He crecido en ella y me he dejado mover en su confianza? La respuesta es que no lo sé, pero mi experiencia es siempre preocupante porque creo que debería ser cada día mayor que el anterior.

Y es eso lo que hoy vengo a pedirte, Señor. Aumenta mi fe y no dejes que el mundo, demonio y carne me alejen de Ti. Al menos quiero perseverar en no dejar de pedírtelo y tratar de permanecer a tu lado para sostener mi corazón atento, vigilante y abierto a tu Gracia cuando Tú, mi Señor, lo decidas. Porque, yo siempre creo que Tú estás ahí, me escuchas y me das todo lo que me conviene y necesito para fortalecerme y seguir mi camino hasta llegar a Ti.

Y desde este humilde rincón de oración, te vuelvo, Señor, a insistir y de nuevo, una vez más, la penúltima, suplicarte que aumentes cada día un poco más mi fe. Amén.