Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 18 de octubre de 2019

ENVIADOS POR EL SEÑOR

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Quizás no nos demos cuenta por quien somos enviados. Es posible que no hayamos descubierto que quien nos envía nos garantiza el éxito, aunque a primera vista no parezca que sucede así. Él también pasó por la misma experiencia y terminó en la Cruz, pero una Cruz de Victoria, de Triunfo sobre la muerte. Por tanto, nuestra victoria final está garantizada.

Y no podemos, ni debemos, olvidar que no hemos sido enviados por un cualquiera, ni por un idealista o soñador. Nada de eso, hemos sido enviados por el Señor, el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, encarnado en Naturaleza Humana para, hecho hombre, saldar nuestra deuda con su Muerte y recuperar para el hombre y la mujer nuestra dignidad de ser hijos de Dios. Esta es la gran diferencia que no debemos ni podemos perder de vista.

Él es el garante de nuestra salvación. Ha entregado su preciosa Vida para salvar la nuestra. Ningún otro, por bueno que sea, y los hay, ha muerto por nosotros. Y no porque no lo haya intentado o hecho, sino porque el valor de su muerte nunca puede darnos la vida, pues su vida no alcanza la Grandeza Infinita de Dios Padre. Y mucho menos llega a la altura del Poder y Amor de Dios. Sólo, una Vida Divina a su altura puede satisfacer nuestra redención. Y esa Vida es la de nuestro Señor Jesús. Sólo él puede, con su Muerte, merecer y restaurar para nosotros nuestra dignidad de hijos de Dios.

Gracias, Señor, por tan valioso regalo, gratuito e inmerecido. Un regalo sin condiciones ni contraprestaciones. Un regalo que sólo busca nuestro bien y fortalecer y restaurar nuestra capacidad de amar, para la que hemos sido creados. Y, en consecuencia, darnos esa paz que buscamos y que tanto deseamos. Esa paz que nos fortalece y nos da la serenidad y paciencia para satisfacer nuestro deseo de amar. Porque, es verdad , cuando amamos experimentamos la alegría que buscamos y nos sentimos realizados y en paz.

Si, Señor, queremos, por tu Gracia y con tu compañía, sentirnos enviados y anunciar al Buena Noticia de Salvación que Tú nos has traído y anunciado. Y queremos proclamarla no sólo con y desde nuestra palabra sino sincronizando, como decíamos hace días, nuestra fe con nuestra vida y obras. Amén.

jueves, 17 de octubre de 2019

EN RECUERDO DE LOS PROFETAS

Resultado de imagen de Lc 11,47-54
Las palabras de este Evangelio son actuales, porque hoy, también en nuestra generación ocurren. Hay muchos profetas entre nosotros. Muchos profetas que han proclamado la Palabra de Dios y que con sus vidas dan testimonio de esa fe que proclaman. Sobre todo, este mes, que el Papa Francisco ha proclamado como mes de las misiones, y donde hay muchos profetas que hablan de Dios.

Porque, todos hemos recibido, por el Espíritu Santo, el poder participar del sacerdocio de Cristo Jesús, de su misión profética y real. Es decir, somos sacerdotes, profetas y reyes, que significa que debemos hablar y darle culto a Dios Padre, hablar de Él a los hombres y servirle como nos enseño Jesús. Pero, también, soportar todas las dificultades y obstáculos que nos deparan el rechazo de los demás.

Hoy se recuerda a muchos profetas, incluso premiados por la sociedad civil, después de muerto. Tal como dice el Evangelio:  «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».

Pero, ¿seguimos sus ejemplos y tratamos de imitar sus testimonios? ¿O simplemente, cuando ya no nos molestan reconocemos su labor y los premiamos? Pidamos al Señor que nos dé la fortaleza y la voluntad de llevar a nuestras vidas el buen testimonio de fe y de obras que todos ellos nos han dejado. Amén.

miércoles, 16 de octubre de 2019

AMAR DESDE EL AMOR DE DIOS

Resultado de imagen de Lc 11,42-46
Muchos queremos amar por nuestras propias fuerzas. Muchos pretendemos ser buenas personas desde y por nuestros propios medios. Muchos queremos transformar nuestro corazón en un corazón manso y humilde, pero, en el camino de nuestra vida vamos experimentando que no superamos la prueba por nosotros mismos. Algunos nos damos cuenta pronto; otros tardamos algo más y otros muchos se nos pasa la vida sin darnos cuenta y viviendo más en el desamor que en el amor.

La razón, nuestra razón nos traiciona y nos arrastra al fracaso. Porque, una cosa es amar desde y con nuestra razón humana, y otra es amar desde el Corazón que nos propone Jesús. En la primera forma de amar nuestros pasos serán torpes, inconstante y nos llevaran al fracaso, porque, nuestro corazón humano está infectado de egoísmo, de soberbia, de suficiencia, de vanidad y de pecados. Nos será imposible amar sin medida y sin condiciones, e incluso amar al que te devuelve mal por bien.

Pero, en la segunda forma de amar, es decir, desde el Corazón de Jesús todo será diferente. En el Evangelio de ayer Jesús nos decía: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera». 

Los hombres le ponemos una medida de valor al amor entregado. Nada de gratuidad aunque aparentemente lo hagamos ver. Hago esto pensando en una recompensa o una contrapartida que me aporte una ganancia. Nuestra amistad me interesa porque me pueda dar buenos beneficios... y así muchos más ejemplos. Dios nos ama de otra manera. Dios nos ama sin condiciones y no se limita a cumplir ni a esperar que tu y yo cumplamos. Sabía de nuestras infedilidades y nos ha amado desde el principio. Sabías de nuestras dudas y debilidades y nos sigue amando hasta el final de nuestra historia.

Y espera con eterna paciencia nuestra respuesta y conversión. Jesús, el Señor, no espera sólo nuestro cumplimiento, sino también nuestra conversión, un cambio en nuestra forma de amar. Y yo, Señor, en nombre de todos, te pido y espero confiado que, contando con tu Gracia, nuestra capacidad de amar sea, cada día, un poco más parecida a la Tuya. Amén.

martes, 15 de octubre de 2019

SEÑOR, TRANSFORMA MI CORAZÓN EN UN CORAZÓN MANSO Y HUMILDE COMO EL TUYO

Resultado de imagen de Mt 11,25-30
Es obvio comprender que los que tienen mucho se vean impedidos y sin fuerzas para despojarse de sus riquezas y bienes e incluso de su poder. El egoísmo humano es una cadena difícil de romper. De ahí que para los que posean riquezas y poder les sea muy dificultoso romper esas cadenas y abrirse al Amor de Dios. Vaya este reflexión por delante para comprender el por qué Jesús, refiriéndose a los ricos dijo esta frase: es más fácil que un camello... -Mc 10, 25 -.

El ser humano necesita purificar su corazón y de egoísta y soberbio convertirlo en suave, manso y humilde. De manera que, con estos ingredientes será más fácil despojarlo de todo aquello que lo contamina egoístamente y, en la medida que más contaminado esté de las cosas de este mundo, más le costará comprender la grandeza de Dios. Por todo ello, te pedimos hoy, Señor, un corazón de niño, es decir, un corazón sencillo, ingenuo, confiado y abierto a tu Palabra. 

Un corazón pobre, necesitado y humilde, capaz de comprender el gran Amor que nos tiene. Despoja, Señor, nuestros corazones de esa soberbia que nos consume y que nos hace suficientes cargándonos de razones intelectuales que nos hacen sentirnos superiores a los demás e incluso pensar que nos bastamos por nosotros mismos..Danos, Señor, la sabiduría de tomar conciencia que no es el poder ni el saber humano lo que nos descubre la grandeza de tu Amor, sino tu Gracia y nuestra disponibilidad a abrirnos, porque así Tú lo has querido y nos la has regalado, a dejarnos que tu Espíritu  tome el mando de nuestros corazones y nos oriente y dirija hacia Ti.

Gracias, Señor, por trazarnos el camino con tu ejemplo y testimonio de Vida sencilla y humilde, pues, siendo el Señor has querido presentarte entre los hombres con un corazón manso, suave, sencillo, humilde y vivir desapegado de toda riqueza, poder y con un corazón pobre. Así, Señor, también queremos vivir nosotros y, experimentando que por nuestras propias fuerzas no podemos, nos abrimos a la acción del Espíritu Santo abandonándonos en sus Manos. Amén.

lunes, 14 de octubre de 2019

LA FE ES UN DON DE DIOS

Resultado de imagen de Lc 11,29-32
Sin lugar a duda, por la razón se llega a la fe, pero a una fe limitada que, por sí sola no llega a entender el Infinito Amor de Dios. ni tampoco su Eterna Misericordia. Y no lo entiende porque esa forma de amar no entra en su mente ni en sus cálculos de la razón humana. Eso sí, podemos razonar la existencia de Dios, pero no su Infinita Misericordia, una Misericordia que borra nuestros pecados y nos restituye nuestra dignidad perdida de hijos de Dios.

No cabe duda que para llegar a comprender ese gran misterio necesitamos la fe. Una fe que no la podemos adquirir en ninguna lugar, porque es sólo un don de Dios. Ahora, una fe que podemos pedírsela y que Él nos invita y nos propone que la busquemos y pidamos al Padre en su Nombre. Una fe que hay que esforzarse también en buscarla llamando al Corazón de nuestro Padre Dios por y en el Nombre de su Hijo Jesús, el Mesías enviado para, por sus méritos, ganar el Perdón y la Misericordia de Dios Padre para todos los que en Él creen.

Desde este humilde rincón de oración abrimos nuestros corazones y elevamos nuestras oraciones al Padre en nombre de su Hijo Jesús para pedirle el don de la fe, una fe que no se pare y se instale, sino todo lo contrario, que camina y vaya creciendo en madurez dentro de nuestros corazones hasta llegar a convertirse en una fe adulta que dé respuesta según la Voluntad de Dios.

Por todo ello insistimos, Señor, y confiados en tu Palabra insistimos e insistimos para suplicarte, ¡aumentanos la fe! Amén.

domingo, 13 de octubre de 2019

TODO ES DON GRATUITO

Lucas 17: 11-19   Iba Jesús camino de Jerusalén cuando entró en una pequeña aldea. A su encuentro salieron 10 hombres enfermos de l...
La vida es un regalo. No sabemos por qué nos ha sido dada, ni, tampoco, nadie ha contado con nosotros para dárnosla. Ni, incluso, nuestros progenitores, colaboradores directos con Dios en dárnosla, nos han pedido permiso. Así que sin que nadie haya contado con nosotros hemos venido a este mundo, pero, cierto es que Alguien si ha querido y pensado en nosotros y ha decidido traernos a este mundo. ¡Y lo real es que estamos en él!

Ahora, ¿cuál debe ser nuestro camino y nuestro destino? El tiempo de nuestra vida debe enseñarnos y servirnos para descubrirlo., pero, sobre todo, para dar gracias por todo lo recibido, de forma gratuita y sin ningún merecimiento. Es posible que esa vida regalada no sea tan hermosa como nos hubiese gustado, pero de una forma u otra, esa vida nos es muy valiosa para encontrar la que realmente buscamos y para lo que fundamentalmente hemos sido creados.. Es decir, para vivir plenamente feliz eternamente.

Mirar para otro lado es ridículo y absurdo, pues sabemos el final de este camino terrenal, y, por la fe, esperamos gozar eternamente en el otro mundo. Sin embargo, para eso es necesario despertar nuestro corazón adormecido y, quizás, instalado y acomodado, en un corazón dado, generoso, disponible  y misericordiosamente amoroso, agradeciendo todo lo recibido gratuitamente, de la misma manera que debemos ofrecerlo y darlo.

Sobre todo, la gran oportunidad para la que esta vida, a la que hemos nacido, nos sirve es para, dándonos en amor misericordioso, alcanzar la Verdadera, Plena y Eternamente Gozosa. Amén.

sábado, 12 de octubre de 2019

NECESITO, SEÑOR, TU GRACIA


Resultado de imagen de Lc 11,27-28
Verdaderamente lo importante es escuchar, leer y cumplir la Palabra del Señor, pero, imprescindible es partir de una actitud humilde y reconocer que mis esfuerzos y voluntad no bastan para cumplirla. Reconocerme pecador y limitado y que la Palabra está por encima de mis posibilidades y capacidades es el punto de partida para abrirme a tu Gracia, Señor, y por la acción de tu Espíritu recibir las fuerzas necesarias para cumplirla.

Por todo ello, Señor, te pido y te digo hoy, mañana, en este momento y siempre que necesito tu Gracia para, actuando libremente y poniendo ante Ti todo lo que también de Ti he recibido, cumplir tu Voluntad según tu Palabra. Confiando en tu promesa de que pidamos, busquemos y llamemos, estoy convencido de que me escuchas y de que cumples lo que prometes y espero firmemente y con plena seguridad recibir las fuerzas necesarias para vivir el resto de mi vida en tu Palabra.

Eso sí, no sé cuándo ni cómo, porque tus proyectos, Señor, no son mis proyectos, pero confío en, por la acción del Espíritu Santo, aceptarlo, asumirlos y, pacientemente, abandonado en tus Manos, poder cumplirlo para, por tu Infinita Misericordia ser bienaventurado según tu Palabra. Gracias, Señor por darnos una Palabra que nos une, que nos hace iguales, que nos considera a todos hermanos e iguales en dignidad y que nos reune en torno a nuestro Padre del Cielo.

Gracias, Señor, por crear en torno a tu Palabra una sola familia universal que nos engloba a todos sin distinción de raza, ideologías, credos u otras diferencias. Todos bajo una misma fe y un mismo Padre. Amén.