Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 23 de septiembre de 2016

LA FE ACTIVA TU VIDA

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS




No cabe duda que cuando te ocurre algo que te toca de lleno, saltas y te activas de forma inmediata y con deseos, ganas e inquietudes. Experimentas que algo te impulsa y, dentro de tu corazón, se para el tiempo y la inactividad. Te sientes dispuesto, ligero, activo y disponible a hacer lo que haga falta.

Eso ocurre cuando la fe está sensible y encendida dentro de ti. No reparas en sacrificarte y moverte por obedecer a tus impulsos de respuesta. Supongo que Pedro, movido por el Espíritu Santo, confesó que Jesús era el Cristo de Dios, el Hijo de Dios Vivo. Y nosotros también, movidos y abandonados al Espíritu Santo confesamos nuestra fe en el Señor. Porque, por nosotros mismos no tendríamos capacidad para hacerlo.

Por eso, desde este rincón de oración, te pedimos, Señor, que nos des la sabiduría, la luz y fortaleza necesarias para confesarte nuestra fe. Y ello, exige primero acercarnos, vivirla en cumplimientos y obras y conocerla. Porque la fe se ve en las actitudes y acciones que nuestra vida revela y que deja, de forma muy transparente, la medida de nuestra fe.

Los apóstoles lo dejaron todo y pagaron esa fe con sus vidas. Su fe estaba al descubierto y era proclamada en cada instante de sus vidas con sus obras y testimonios. Jesús anuncia su Pasión y prepara al grupo de apóstoles lo que le va a suceder, que están en otra dimensión, y que no entienden muy bien lo que ocurre. Eso deja claro la asistencia del Espíritu Santo para con los discípulos.

Y también para nosotros, porque Jesús en su Ascensión nos lo prometió (Jn 16, 7) y está con nosotros para asistirnos en fortalecernos, darnos la sabiduría, consejo, ciencia, piedad y temor de Dios. Y en El podemos encontrar la fidelidad y la inteligencia para dar testimonio y confesarle. Amén.

jueves, 22 de septiembre de 2016

AVIVA LA CURIOSIDAD EN MÍ, SEÑOR



Que siempre, Señor, sienta curiosidad y deseos de escucharte. No me atrevo a decir de verte porque ahora Tú, Resucitado y ascendido a los Cielos, no estás con Naturaleza humana entre nosotros, pero si te pido que esté siempre presente en mi vida y yo en la Tuya. Porque puedo verte en el Sagrario y alimentarme de tu Cuerpo espiritualmente en la Eucaristía.

También, Señor, te toco y te veo en todas aquellas personas que están a mi lado y con las que tengo relación, y con todas aquellas que la vida me pone en contacto. Ayúdame, Señor, a no fallarle y a tratarla como te trataría a Ti. Dame la fortaleza del desprendimiento y la voluntad para moverme y asistir en las necesidades a todos aquellos que la necesiten y pueda hacerlo.

Porque, Señor, no quiero ser de los que rezan mucho y te dicen Señor, Señor, y fallan en el amor. Lo más importante y la razón por la que Tú nos perdonas y nos salvas cada día. Sostenme, Señor, con mi espíritu siempre avivado y disponible. Sé que es fácil decirlo, pero más difícil hacerlo. Yo, consciente de mis egoísmos y pereza, te pido, Señor, que avives en mí ese espíritu desprendido y dado a entregarse por amor a las necesidades de los demás.

Fortaléceme, Señor, en la duda, en la tentación, en el mal, para que no me deje llevar por ellos y me mantenga firme en la fe y en la fidelidad a tu Palabra. Amén.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

LA ORACIÓN, LA MEDICINA PARA MANTENERTE SANO



Mientras caminas puedes enfermar. Y eso descubres que necesitas ser curado muchas veces. Experimentas que tu condición humana es pecadora. Es decir, está enferma, y a pesar de que sea curada y limpiada, siempre estás en peligro de volverte a manchar. No basta con una sola limpieza, se hace necesario limpiarte cada vez que te manches.

Ocurre lo mismo con las cosas de este mundo. Necesitan un mantenimiento y una limpieza constante. La ropa con la que cubres tu cuerpo necesita ser lavada, planchada y mantenerse limpia para poder usarla. ¿No ocurre lo mismo con tu alma? Necesitamos estar en alerta vigilante y en constante examen de conciencia para, viendo nuestras manchas, poder limpiarlas con frecuencia. Por eso, Jesús nos ha dejado su Iglesia y, en ella, los sacramentos. Así podemos limpiarnos y continuar el camino.

Pero hay un arma especial y muy eficaz, la oración. Con ella podemos estar en íntimo contacto con el Señor y en sintonía con el Espíritu Santo. Con ellos seremos invencibles y mayoría aplastante. En y por ellos podemos superar los obstáculos que se nos presentan a diario y, a pesar de nuestras debilidades y pecados, podemos sostenernos y levantarnos en y con la esperanza de seguir el camino.

El Señor sabe de nuestras debilidades, y conoces el limite de nuestras fuerzas. Por eso es Misericordioso, porque sabe de nuestra impotencia y pecado. Sin Él no podemos vencer ni salvarnos de la esclavitud del pecado. ¿Cómo no nos va a perdonar misericordiosamente? Si no fuese así no tendríamos remedio ni salvación. Y eso nos debe hacer reflexionar para, primero, dejarnos curar y perdonar por Él; segundo, saber que le necesitamos y que gracias a su Misericordia estamos salvados.

Gracias, Señor, por tanto Amor y Misericordia, que nos redime y nos salva. Danos la sabiduría de, por tu Gracia, abrirnos a la acción de tu Espíritu y dejarnos revestir de tu Amor y Misericordia. Amén.

martes, 20 de septiembre de 2016

YO TAMBIÉN, SEÑOR, QUIERO SER TU HERMANO



Dame, Señor, la luz y la fortaleza para, escuchando tu Palabra, llevarla a mi vida y cumplirla. Porque esa es la Voluntad del Padre que te ha enviado. Y yo quiero ser tu hermano menor, el más pequeño, pero tu hermano. Para ser capaz de escuchar tu Palabra estando a tu lado, y hacerlo con perseverancia y humildad. Y lo más importante, que no se duerma esa Palabra en mi corazón, sino que revierta y camine, con luz encendida, por los caminos de la vida, alumbrándola y viviéndola.

Porque es muy fácil escucharla, pero, con la misma facilidad, olvidarla. Yo, Señor, quiero ser tu hermano, tu amigo, tu discípulo, y sé que sólo puedo serlo si escucho la Palabra y la pongo en práctica. Y eso no me es nada fácil. Sé, Señor, que mis fuerzas y capacidades son limitadas, muy débiles y humanas, proclives al fracaso y tocadas por el pecado. 

Necesito de Ti, Señor, para que mi escucha sea eficaz y dé frutos. Porque sin Ti, Señor, nada puedo hacer, y sólo perderé tu amistad. Por eso, unido a todos los que quieran unirse a ti, te pido, Señor, que nos des la fuerza para ser tus amigos. Amén.

lunes, 19 de septiembre de 2016

VEINTICUATRO HORAS DE LUZ



La bombilla de nuestro corazón debe permanecer encendida las veinticuatro horas del día. Sí, digo bien, las veinticuatro horas del día, incluso las ocho, aproximadamente que permanece en estado de letargo o durmiendo, porque nuestro corazón no descansa y sigue latiendo. Nuestra luz nunca debe apagarse, porque en nuestro corazón habita Dios y Él es precisamente la Luz.

Sí, Señor, danos la energía de permanecer constantemente todas las horas del día y noche en permanente resplandor, dando luz, esa luz que emana de tu Energía y de tu Sol incandescente que irradia paz, armonía, serenidad, gozo y amor. Sí, mi Señor, alimenta nuestra humilde y sencilla fuente de amor, para que nuestro simple y humilde corazón refleje cada instante del día tu Imagen y tu Bondad amorosa.

Revístenos, Señor, de tu Gracia para que transmitamos y proclamemos cada momento de nuestra vida tu Imagen, y para que todos aquellos que se acerquen a nuestra vida te perciban a Ti. Porque no sea otra cosa sino tu Resplandor y tu Gracia lo que se refleja en todos nuestros actos y acciones de cada día y a cada instante.

Danos, Señor, la perseverancia y la sensatez de tener nuestras lámparas bien llenas y repletas de tu Gracia, para que alumbren intensamente e irradia tu Palabra de Amor y Paz. Y danos también la prudencia, como aquellas cinco vírgenes sensatas, para que tengamos siempre dispuesta las alcuzas de nuestros corazones y prestas a ser renovadas y alimentadas por tu Espíritu.

¡Oh, Señor, que no perdamos la estela que nos ha dejado tu Madre, nuestra Señora y Virgen prudente, que siempre, atenta y dispuesta a escuchar y cumplir tu Palabra, nos ha alumbrado con su testimonio de luz para que, encontrando el único y verdadero camino, no nos perdamos en la oscuridad del mundo que te rechaza. Amén.

domingo, 18 de septiembre de 2016

¿QUÉ HABITA EN TU CORAZON?



No te engañes. Tú sabes lo que huele en tu corazón y lo que ansías y buscas. Pero también sabes lo que está bien y lo que no lo está. ¿Acaso se te esconde que robar está mal? Pero te gusta y disimulas, y, apegado a tus apetencias y egoísmos, tratas de engañarte y, demagógicamente, convencerte. Intentas justificar lo que es injustificable y distorsionar la realidad. Te auto engañas.

Pero, también es cierto que no puedes cambiar lo que habita dentro de tu corazón. Ese tufo a mal y a egoísmo es superior a tu fuerza. Recuerdas que venimos manchados por el pecado original, y limpiarlo por nosotros mismos no podemos. Necesitamos la Gracia del Bautismo para hacernos una buena limpieza, Pero luego necesitamos tener un mantenimiento y, con los sacramentos, sostener esa limpieza iniciada en el Bautismo.

Jesús no viene para recordarnos simplemente eso, sino para darnos esa Vida de la Gracia que necesitamos para sostenernos limpios. Eso sí, necesitamos encender todas nuestras luces y poner nuestra astucia al cien por cien. No vaya a ser que los hijos de las tinieblas nos engañen y nos pierdan. Y eso pasa por no separarnos del redil. Recuerda cuando Jesús nos habla de la oveja perdida y de la necesidad de estar a buen recaudo en el redil.

La Iglesia es nuestra casa y en ella podemos estar bien protegidos. Eso pasa por injertarnos en la comunidad parroquial, colaborando y participando. Revisa tus cualidades y dones, quizás tienes algunos enterrados que puedas desenterrar y poner a beneficio de todos. Administra bien todo lo que se te ha dado y no guardes nada para ti. Eso es también morir y darte a los demás.

Pidamos esa fuerza y sabiduría para ser astutos en y con la evangelización. Primero la nuestra, la propia, y luego con la de los demás. Porque nadie puede dar lo que no tiene. Amén.

sábado, 17 de septiembre de 2016

PRIMERO MORIR, PARA LUEGO VIVIR



La vida necesita ser sembrada para nacer, y lo sembrado necesita, primero morir, para luego dar vida. Igual nos ocurre a nosotros, necesitamos morir, para luego dar vida. Pero morir no es fácil, ni un instante. Morir es un proceso que exige tiempo, paciencia, fe y aceptación, y mucho amor. 

María, la Virgen, Madre de Dios y también Madre nuestra, nos sirve de ejemplo. Su vida fue un camino de muerte a sí mismo, renunciando a todo para hacer la Voluntad de Dios hasta llegar al pie de la Cruz. Seguir a María es seguir a Jesús, su Hijo, porque ella nos lleva irremediablemente a Él. En ella aprendemos a ser semilla que se deja morir, por la acción del Espíritu Santo, para dar frutos para Gloria de Dios.

Danos, Señor, la paciencia y perseverancia de tu Madre, María, nuestra Madre, para ser semilla como ella y perseverar también como ella en buena tierra y, hundiendo nuestras raíces en ella, dar los frutos que, Tú, Señor, por la acción del Espíritu Santo, esperas de nosotros.

Infunde en nuestros corazones la fortaleza y voluntad necesaria para resistir y rechazar las tentaciones de la mala tierra de este mundo, que pretende ahogar nuestra esperanza y nuestra fe. Riega, Señor, nuestra vida con esa agua que ofreciste a la samaritana, que salta hasta la Vida Eterna, para que nuestro vivir sea un morir a esta vida para, dando frutos, vivir para la Eternidad. Amén.