Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 7 de octubre de 2016

EN EL PECADO HABITA EL DEMONIO

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS

Tu naturaleza caída está tocada, y al diablo se le hace bastante fácil vencerte. No necesita mucho sino ofrecerte las cosas del mundo. Ese mundo que te tienta cada día y a cada instante. Un mundo lleno de placeres, bienes y riquezas que te seducen. Y unas pasiones que viven dentro de ti que te apetecen, te atraen y deseas satisfacerla. Tiene todas las cartas a su favor, y cualquiera combinación que escoja le da un buen juego para vencerte.

Tú, y también yo, sólo tenemos una posiblidad de escapatoria, injertarnos en el Espíritu Santo, con Él seremos mayoría aplastante y venceremos al demonio. Pues la razón de su presencia es asistirnos, fortalecernos, iluminarnos, darnos sabiduría, consejo, inteligencia, ciencia, piedad y temor de Dios. No hay quien pueda con nosotros yendo de la Mano del Espíritu de Dios.

Pero estar y permanecer agarrado al Espíritu Santo no es tan fácil. Necesitamos poner a prueba toda nuestra voluntad, que es el arma que nuestro Padre Dios nos ha dado para sostener nuestra endeble libertad. Nuestra voluntad es la clave, a pesar de nuestras distracciones, nuestros pecados, nuestras apetencias y perezas. Con nuestra voluntad las podemos vencer. No, ¡Dios mío!, por nosotros solos, sino contando con el Señor e injertado en su Espíritu.

Y para ello contamos con las vitaminas necesarias que nos fortalecen y nos ayuda a mantener nuestra voluntad a tope y fuerte. Las vitaminas de la oración y los sacramentos. En especial la confesión y la Eucaristía. 

Pidamos la Gracia al Espíritu Santo de no apartarnos de Él y de permanecer unido a su Espíritu a través de la oración diaria y la frecuencia de la Penitencia (confesión) y la Eucaristía dominical y si se puede todos los días.

jueves, 6 de octubre de 2016

DANOS, SEÑOR, LA CAPACIDAD DE PERSEVERAR



No se trata de estar y permanecer, porque podemos estar, pero no paticipar ni vivir. Se trata de estar y perseverar en la actitud de pedir, de insistir, de persistir y mantener la esperanza confiada en la escucha y respuesta del Señor. Se trata de pedir hasta que nos den; se trata de buscar hasta hallar; se trata de tocar hasta que nos abran. 

Porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. Es esa la actitud con la que hay que estar y permanecer. Y no es fácil, porque nos cansamos, nos desencantamos y perdemos la confianza en Dios. Llegamos incluso a pensar que no nos hace caso ni nos oye. Pero, ¿cómo podemos pensar así? Por eso nos dice el Señor que si nosotros somos capaces de dar cosas buenas a nuestros hijos, ¿cómo Él, nuestro Padre Bueno del Cielo, no nos escucha y nos atiende dándonos precisamente lo que nos conviene para nuestra salvación?

Tengamos la confianza, y pidamos esa confianza y fe que nos hace falta para sostenernos en su presencia y confiados en su generosidad y misericordia. No dejemos nunca de tocar, de insistir y de importunar cuando se trata de buscar las cosas de Dios. Y molestar por servir, por ayudar, por socorrer al afligido, al enfermo, al pobre y desvalido no es molestar es amar a Dios. 

Por eso, pidamos ese don de la insistencia y la perseverancia, y el discernimiento para saber distinguir lo que es bueno y merece persistir para el bien de los demás. Porque nos puede ocurrir que no sabemos pedir ni tampoco lo que conviene. Y rompemos la puerta estropeándolo más que arreglándolo. 

Pidamos con la confianza que el Espíritu Santo nos alumbra nuestras peticiones y nos da la fortaleza y la sabiduría para insisitr y saber pedir. Amén.

miércoles, 5 de octubre de 2016

SI TÚ ERES CAPAZ DE DAR, DIOS NOS DARÁ LO QUE NECESITAMOS


Quién niega a su hijo e hija lo que le es necesario para su vida? ¿Qué padre o madre no da a sus hijos lo que les es necesario? Sabemos lo que significa ser padre o madre y tenemos experiencia del dolor y también la generosidad respecto a nuestros hijos. Pues bien, ese amor que tú eres capaz de vivir y hacer realidad con tus hijos, lo hace Dios con cada uno de nosotros.

 La diferencia es que no podemos imaginar la locura de amor de nuestro Padre Dios.Hoy, el Evangelio, nos invita a pedir. A pedir con confianza y a estar seguro, como lo estamos de nuestros padres aquí en la tierra, que nuestro Padre del Cielo nos escucha y nos atiende. Y no sólo nos atiende, sino que nos dará lo que realmente nos hace falta y nos conviene. Porque, Él, sabe lo que realmente necesitamos y lo que nos conviene para nuestra vida, sobre todo para nuestra salvación, que es lo verdaderamente importante.¿

No perdamos el tiempo y pidamos con confianza lo que necesitamos. Tengamos en cuenta de pedir cosas que valgan y no chucherías. Porque todo lo que pidamos referente a bienestar, salud, éxito y bienes son cosas de este mundo, que quedarán en este mundo. Es decir, caducas. Pidamos lo que realmente nos lleva a descubrirle, a intimar con Él, a seguirle y desear llegar a su Casa.

Es verdad que necesitamos también cosas terrenas, pues vivimos en este mundo, pero sólo lo que necesitamos y nos sirvan para acercarnos a Él y estar perseverando a su lado. 

Pidamos, fe. Señor, lo decíamos el domingo, y volvemos a repetirlo hoy. Y no dejemos de repetirlo cada día. Pidamos sabiduría, la sabiduría de saber discernir y elegir el camino hacia el Señor. Y la paz, la paz interior que nos permita amar y sentir verdadero amor. Pidamos la paz para el mundo y para todos los hombres, para que en paz podamos encontrarnos, respetarnos dignamente y ser hermanos e hijos de un mismo Padre Dios. 

Pidamos humildad, la humildad que nos enseño con su Vida y la que nos mostró también su Madre, María. Pidamos fortaleza y voluntad, para ser capaces de poner nuestras vidas a sus pies y seguirle sin titubeos ni tribulaciones, sino firmemente y decididos a darlo todo. Amén.

martes, 4 de octubre de 2016

LA FE DESCUBRE LA IMPORTANCIA DE NUESTRO COMPROMISO

Corremos como loco por cualquier cita. No nos gusta llegar tarde, y confieso que a mí me ocurre eso. Ahora mismo estoy escribiendo esta reflexión preocupado porque tengo una cita dentro de una hora y tengo que estar preparado para no llegar tarde. Pero, ¿es que Jesús no me está esperando cuando yo me he comprometido con Él? Y si hemos convenido vernos un tiempo cada día, ¿como es posible que no me lo tomo como estas otras responsabilidades o compromisos?
Descubrimos que es cuestión de fe. Porque cuando experimentamos que Jesús vive y es nuestro Salvador y Señor, ¿cómo no vamos a cumplir con nuestra cita con Él? Además, tenemos la promesa de su propia boca que estará con nosotros cuando y donde hayan dos o más reunidos en su nombre. Nada más claro, Jesús está y se reune con nosotros cada vez que le invocamos y le citamos para hablar con Él.

Y eso fue lo que ocurrió en casa de Lázaro, Marta y María. Llegó Jesús a pasar un rato o algunos días y había que aprovecharlo. Porque Jesús es el Señor, el Mesías enviado por el Padre, el Hijo de Dios Vivo, nuestro Señor y Salvador. ¿Se puede decir y pedir más? ¡Hay alguien más importante y más grande que Él? 

Si no entendemos esto es que todavía nuestra fe es incipiente. Y entenderlo no quiere decir que lo veamos claro, sino que lo cumplimos haciendo y forzando nuestra voluntad. Porque orar es tener la voluntad de gastar parte de tu tiempo con el Señor. A pesar de no apetecerte, de no experimentar ni sentir nada, de no sentir ganas o pasar el tiempo distraido. Tu voluntad, que te la ha dado Dios, está a su servicio porque tú la pones, ¿te parece poco? Eso es orar y eso lo sabe el Señor.

Ahora otra cosa es gozar, rumiar, disfrutar y complacerte en estar con el Señor. Eso corresponde a su Gracia, que te la dará cuando Él quiera y le parezca conveniente. La Gracia de la contemplación extasiada es regalo y obra del Señor, y se la podemos pedir, pero a nosotros sólo nos toca disponer de nuestra voluntad. Pidamos esa Gracia para que sumada a nuestro empeño y voluntad disfrutemos como María en la contemplación y escucha del Señor. Amén.

lunes, 3 de octubre de 2016

LA DEMAGOGIA TRATA DE JUSTIFCAR NUESTRO DESAMOR

(Lc 10,25-37)
No paramos de darle vuelta a la cuestión del amor. Amar no tiene sino una sola vuelta. Darle más es pasarlo de rosca y convertirlo en apariencia, auto engaño y mentira. Sólo hay una manera de amar y es con la que nos ama Jesús. Porque no es que nos amó, sino que, ahora mismo, continúa amándonos.

A esa pregunta mal intencionada de aquel maestro de la ley, Jesús no deja duda de a quien debemos amar y cómo. Después de dejar bien sentado que Dios es lo primero por encima de todos, nos expone quien es nuestro prójimo de una forma tan nítida que sólo aquel que quiere cerrarse a la luz puede albergar duda. La parábola del buen samaritano rezume de forma clara quien es nuestro prójimo y nos marca el camino para que nosotros hagamos lo mismo. Negarse a ello es rechazar la Palabra de Dios y hacer, no su Voluntad sino la nuestra.

Ya en el Padre nuestro lo decimos y experimentamos que no lo cumplimos, o que nos cuesta mucho vivir. Y esa es la cuestión que hoy nos ocupa en nuestra oración. Se trata, Señor, de pedirte que tengamos la voluntad y la persistencia de cumplir tu Voluntad y no la nuestra. Se trata de pedirte que descubramos en nuestro prójimo a todo aquel que lo necesita y acoja nuestra ayuda, incluso si nos es antipático o enemigo. Porque es ahí donde nuestro amor se purifica y se llena de verdad y testimonio.

Porque, Señor, nos sabemos imperfectos, débiles, frágiles y pecadores, e incapaces de llevar a cabo esa actitud generosa, incondicional y altruista de darnos sin pedir nada a cambio y sin fronteras de limitaciones, empatía o amistad. Pero Tú nos marcas ese camino y sabemos que tu Palabra dice verdad y que si así nos lo manda podremos hacerlo. Es Palabra de Vida Eterna y Tú lo puedes todo.

Danos, pues, Señor, la voluntad y capacidad de amar como Tú nos ama, sobre todo a nuestros enemigos. Amén.

domingo, 2 de octubre de 2016

TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA TE DIRÉ LO MISMO SEÑOR: AUMÉNTAME LA FE



No me cansaré, o mejor, no debo de cansarme, porque todos los días de mi vida necesito crecer en la fe. Porque nunca alcanzaré en este mundo a verte tan claramente hasta que llegue a tu presencia. Siempre estaré inquieto, Señor, como dijo san Agustín, hasta descansar en Ti.

Por eso, Señor, necesito pedirte cada día que aumentes mi fe. Hoy, en el Evangelio, te lo han pedido los apóstoles, que estaban a tu lado y presenciaban tu vida y tus milagros, y, sin embargo, experimentaban la necesidad de la fe. ¿Qué queda para mí, un pobre pecador sometido a las fuertes tentaciones de este mundo? Sí, verdaderamente necesito que cada día aumentes un poco mi fe, porque si se queda parada, me estanco y me muero. Una fe muerta se empobrece y tiende a desaparecer. 

Por eso necesitamos la oración de cada día. Una oración que sea activa, viva y contemplativa. Una oración que baje a la vida y se mueva en ella con la mirada puesta en Ti. Una oración que desemboque en tu estilo de Vida y que se esfuerce en vivirla desde tu Palabra y tu referencia. Una oración que incida en la vida y que la resuelva desde tu pensamiento y actitudes. Una oración que se haga amor en cada instante de su vida.

Pero, también, una Palabra que nos hable y que tengamos la paciencia y la atención de escucharla, no simplemente oírla. Sólo así iremos creciendo, por la Gracia de Dios, en la fe. Porque apartarnos de la Palabra y la oración es darle al mundo, el demonio y la carne la oportunidad de aniquilarnos poco a poco sin darnos a penas cuenta. El mundo hedonista en el que estamos inmersos encierra muchos peligros y sin la oración, los sacramentos, la Palabra y la Eucaristía quedamos a merced del demonio.

Por eso, aprovechemos este humilde espacio de oración para, unidos, elevar nuestra súplica al Señor para que, como los apóstoles, nos aumente nuestra fe. Amén.

sábado, 1 de octubre de 2016

EXULTANTE DE ALEGRÍA



Es para no parar de saltar y sonreír a cada instante. Saberse hijo de Dios e inscrito en el libro del Cielo es descubrirse salvado y dichoso eternamente. Es posible que la travesía que nos queda en este mundo sea penosa, a veces triste y desconcertante, pero, como Job, descubriremos el verdadero rostro de Dios y su Bondad, Generosidad y Misericordia al final de nuestro camino. Y eso es lo verdaderamente importante.

Y esa debe ser nuestra alegría y gozo. Exultar de alabanzas y cantos de alegría al Señor por tenernos un lugar preparado en el Cielo. Y rogarle que nos dé un corazón tierno, suave, bueno, humilde, sencillo, comprensivo y de niño para obedecerle y necesitarle como un Padre que nos protege y nos salva por amor.

Te damos gracias, Señor, por tanta dicha que, aunque no la experimentemos, la deseamos y la buscamos en Ti. Porque confiamos en tu Palabra y en tu Misericordia, a pesar de nuestros pecados, de no sentirte,  no experimentarte y de nuestras insensibilidad humana.

Pero, te damos gracias, Señor. Sí, te damos gracias y te ofrecemos nuestro empeño y voluntad para que Tú, como buen alfarero, nos modele y nos transforme. Nos abra los ojos y nos descubras tu presencia. Amén.