Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 14 de febrero de 2017

CONSCIENTES DE TU PRESENCIA, SEÑOR.

El sabernos acompañados nos da seguridad y confianza. Pero, el saber que eres Tú, Señor, nos fortalece y nos anima a enfrentarnos a todas las dificultades que se nos presenta. Hoy, sabedores que, por nuestro compromiso bautismal, estamos llamados a ser testigos de la fe y proclamarla dando testimonio, te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Amor, y nos des fortaleza y sabiduría para ser luz y sal, como Tú quieres, en este mundo que te ha dado la espalda y te rechaza.

Conscientes de que eres Tú que sigues evangelizándonos, tomando como instrumento nuestras miserias y humildes palabras, nos atrevemos a acomete tu loable misión, tal es, la de proclamar al mundo la salvación rescatada con tu Pasión y por la Misericordia del Padre.

Te pedimos esa Gracia y nos disponemos y abrimos a la acción del Espíritu Santo confiados en su poder y en su Gracia. Te pedimos, Padre, que enciendas en nosotros la llama de tu Amor y nos des la fuerza para soportar, comprender, escuchar y, sobre todo, amar.

Madre de Dios, Virgen pura y casta, acompáñanos y asesóranos para, como tú, hacer la Voluntad del tu Hijo. Intercede por todos nosotros para que nuestra fe se vea reforzada y aumentada en la vivencia de cada día y reconozcamos en tu Hijo, al Mesías y salvador, y abierto a su Gracia sepamos dar testimonio de su Palabra con nuestras obras y testimonios.

 Abre nuestros ojos y oídos para ver en todo momento los signos de amor que Jesús, tu Hijo, derrama en nosotros, y confiados a su Palabra le seamos fiel. Amén.

lunes, 13 de febrero de 2017

¿BUSCAMOS NOSOTROS TAMBIÉN SEÑALES?

Es posible que a nosotros nos ocurra lo mismo. Estamos deseosos de oír algún trabajo para afianzar nuestra fe en Jesús. Quizás también buscamos pruebas, indagamos escritos y ansiamos conocer o que nos digan cosas que nos afirmen en la fe en nuestro Señor. ¿Nos diferenciamos de aquellos fariseos? ¿O estamos a la misma altura y nivel de fe?

Muchos de nosotros enviamos noticias con alegría de que un científico dijo esto o ha comprobado lo otro. Y eso nos regocija y nos apuntala. Pero, ¿es que nos hace falta más prueba? ¿Acaso la Palabra de Jesús, el Mesías enviado, no nos basta? ¿Necesitamos alguna prueba que nos saque de esas tribulaciones y dudas? Pero, es más, las pedimos, aunque de forma algo oculta y no publica, pero sentimos dentro de nosotros ese deseo de demostrarnos la divinidad de Jesús.

Pidamos, con verdadera humildad, sabiduría y fe reconociendo nuestras debilidades y limitaciones. Pidamos perdón al Señor y, postrados a sus pies tratemos de abandonarnos en sus Manos y, a pesar de nuestras dudas, sigamos adelante tras sus pasos. Miremos a María, la Madre, y agarrados a ella confiemos en la Misericordia del Padre y en la obediencia que nuestra Madre nos muestra. Unidos fortalezcamos y compartamos nuestra fe apoyándonos unos en otros y perseverando en la oración.

Pidamos al Espíritu Santo su asistencia y su Gracia para fortalecernos en la voluntad y seguir con pasos firmes en el camino del Señor. Afirmémonos en Él y confiemos en su Palabra y en su Misericordia. Él llenará nuestro corazón de abundante dones que nos harán más fuertes, más pacientes, más confiados y llenos de fe. Y dispuestos a darnos y a amar, tal y como Él quiere que hagamos. Amén.

domingo, 12 de febrero de 2017

LA VERDAD DEL CORAZÓN

Muchas veces comprendemos que, aunque la Ley está de nuestra parte, no debemos aplicarla tal y como está escriturado. Sabemos que el espíritu dice otra cosa, o que su última intención no fue esa. Pero, cerramos los ojos y decimos: "la Ley es la Ley y hay que aplicarla". Sin embargo, no ocurre así cuando se trata de un hijo, familiar o un amigo. En ese caso tratamos de ser más tolerante o misericordioso.

Diríamos que donde esta la diferencia, ¿nuestros egoísmos e intereses? Posiblemente, pues aplicamos la ley según nos convenga. Y hasta la hacemos pensado en nosotros. Por eso, Señor, hoy queremos pedirte sabiduría para saber interpretarla y contemplar, no sólo la letra sino también el espíritu. Porque, ocurre que, muchas veces, interpretamos mal la palabra, y nuestro corazón no desea ni busca actuar con mala intención.

Y es que con nuestros pensamientos, a pesar de no llegar a realizarse, pecamos cuando son mal intencionados. No basta sólo con defender y respetar la vida, sino que no erradicar la violencia, la envidia y todo aquello que genere enfrentamientos y luchas puede ser considerado como provocar y matar. Lo mismo que la fidelidad y castidad del cuerpo. Porque muchos son los que no pudiendo hacerlo con el cuerpo, fornican con el pensamiento. El consentimiento descubre la intención del pecado.

Experimentamos que detrás de la letra hay un campo enorme de faltas y delitos que ocasionan, no sólo ocasión de pecado sino pecado en sí mismo. Porque no se es pobre porque no tienes, sino porque, aún teniendo, no ansías ni buscas riqueza. Los hay que siendo pobres son ricos, porque viven apegados y buscando alcanzar riquezas.

Te pedimos, Señor, un corazón despegado, limpio, bien intencionado y humilde. Un corazón fiel y dócil y que respete y cumpla le Ley en verdad, justicia y espíritu. Pero, sobre todo, con amor y misericordia. Amén.

sábado, 11 de febrero de 2017

ALIMENTA MI ESPÍRITU

Este mundo no ofrece sino alimentos caducos. No conoce el alimento eterno. Queremos arreglar nuestra vida y tratamos de comer de forma saludable y hacer ejercicios. Nos sacrificamos para conseguir estar saludables. ¿Olvidamos que, por mucho que hagamos, no podremos prolongar nuestra vida ni siquiera un segundo? Estamos llamados a terminar el camino de este mundo, con nuestra muerte, para iniciar el verdadero y eterno.

Y, para eso, no nos vale ni la comida saludable ni el ejercicio físico. Eso no quiere decir que no sea bueno y aconsejable hacerlo, pero siempre sabiendo que es simplemente un medio y una obligación alargar nuestra vida terrenal y, también, cuidarla, pero nada más. La vida se termina y lo verdaderamente importante es cuidar y salvar la eterna. Y esa no depende de la comida saludable ni del adecuado ejercicio.

Por eso, el mejor y único alimento es tu Cuerpo, Señor. Ese Pan que Tú nos has ofrecido como alimento espiritual de tu Cuerpo y tu Sangre. Ese alimento, bajo las especies de pan y vino, que Tú, transformado, te nos das para configurarnos contigo y fortalecernos en tu amor. Ese es el único y verdadero alimento que nos da Vida Eterna. Vida Eterna en plenitud.

Y eso es lo que venimos a pedirte hoy, agarrados a tu Madre, la Santísima Virgen. Ese alimento espiritual que nos fortalece y nos vigoriza en el camino de nuestra propia vida para llegar a Ti. Porque, llenados de él, fortaleceremos nuestro espíritu para derramarlo también en los demás.

Gracias, Señor, por ese amor que nos has dado entregando tu Vida para salvar la nuestra y darle eternidad. Porque de eso es de lo que se trata, de amar. Pues, no importa lo que hagamos, sino sólo el amor. Porque quien ama hace y hará sus obras en verdad y justicia.

Al final, Señor, no vas a mirar nuestros cumplimientos, nuestras obras y sacrificios. Ni siquiera nuestros actos de piedad, entrega y desprendimientos. Sólo importa y mirarás la medida de nuestro amor y misericordia. Y eso es lo que te pedimos, Señor. Llénanos de tu Amor. Amén.

viernes, 10 de febrero de 2017

ABRE, SEÑOR, MIS OÍDOS Y DESATA MI LENGUA


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS


Estamos necesitados de escuchar. Y también de oír. Sí, nos parece que escuchamos y oímos, pero nada más lejos de la realidad. Porque cuando escuchamos y oímos lo hacemos desde nuestras propias convicciones e ideas. Oímos, pero dentro de nosotros sólo retumba nuestras propias palabras. Y escuchamos, pero sólo llega a nuestro corazón lo que en él queremos guardar.

No, estamos para escuchar y oír las cosas del mundo, porque nuestro corazón es más del mundo que de Dios. Por lo tanto, escuchamos y oímos más al mundo que a Dios. Y actuamos como actúa el mundo. Por todo ello, le decimos a Señor que también a nosotros nos abra nuestros oídos y desate nuestra lengua para que nuestras palabras y escucha sean desde Él y para Él.

Y para anunciar al mundo que Jesús vive y es nuestra salvación. Necesitamos experimentar esa salvación, porque sólo puedes hablar de lo que vives y experimenta. ¿Cómo vas a proclamar la vida, si nos has vivido? Tendrás primero que vivir y luego divulgar que la vida es hermosa y vale la pena vivirla. De la misma manera, tendrás primero que experimentar y saborear el encuentro con Cristo, para luego contagiar y proclamar que no hay nada mejor.

Es verdad que, posiblemente tengamos que colaborar en prepararnos, pero sólo para luego poder explicar y decir claramente y bien lo que significa encontrarse con el Señor. Si no hay encuentro y experiencia, no vale para nada tu preparación y conocimiento. Amar, el mandato de Jesús, el Señor, necesita vida y prueba. Sólo entenderas y comprobarás el sabor de la fruta cuando la pruebes. Sólo amarás cuando experimentes el sacrificio de darte y soportar al que amas.

Y eso no se aprende en los libros, ni porque alguien que sepa más que tú te lo diga. Se aprende mirando al Señor y abriéndote a la acción del Espíritu Santo. Se aprende queriendo y asumiendo con fe que sólo el Señor puede abrirte tu mente y llenarte de su Luz: «Effetá»

Pidamos esa Gracia para que nuestros oídos sean capaces de abrirse a la Palabra de Dios, y nuestor labios proclamarla.

jueves, 9 de febrero de 2017

¿CÓMO PEDIR Y DE QUÉ FORMA?

Se hace necesario pedir con fe. Eso quiere decir que pedimos confiados en que el Señor no escucha. Lo mismo que nos escuchan nuestros padres de la tierra. Nos escucha y nos atiende. Eso no quiere decir que nos dé lo que pedimos, sino que sabe, mejor que nosotros, lo que nos conviene y es eso lo que nos da.

Porque pedimos mal y cosas que quizás no nos hace tanta falta como nosotros pensamos. Y es que lo primero que tenemos que pedir es nuestra salvación. Para eso necesitamos creérnoslo y, luego, tener paciencia, confianza, humildad y pedir por amor. Sí, necesitamos también las cosas materiales, pero no tantas como deseamos, pues la abundancia de comodidades puede acomodarnos e instalarnos en la pereza y la soberbia.

Aquella mujer luchaba por sanar a su hija. Era el amor el conducto que la movía. y la alimentaba. Pero, su esperanza y su fe en Jesús la sostenía en su perseverancia e insistencia. Yo, Señor, también quiero pedirte de esa forma. Confiado, paciente, humilde y en paz. Sabiendo de tu escucha y de tu atención. Sabiendo que no me lo vas a negar, pero, sí, me vas a dar lo que necesito para llegar a Ti y estar a tu lado.

Seguramente me costará entenderlo. Mi mente es humana y mis criterios no son los tuyos. Me cuesta amar y experimentar darme integramente. Estoy manchado y sometido a mi pobre y pecadora humanidad. Pero, como esa mujer, confío en Ti, Señor, y sé que Tú, porque lo he aprendido en tu Iglesia y tu Palabra, me amas y me quieres salvar. Así que no me dejarás de la mano y me asistirás, pero como sólo Tú sabes hacer.

Yo te pido que me des paciencia, que me fortalezcas para esperar, para comprender y saber que me estás asistiendo y fortaleciendo. No obstante, el Espíritu Santo me ha llenado de su Gracia en mi Bautismo y me acompaña. Gracias, Señor, porque, como esa mujer, yo también espero recoger lo que Tú, Señor, tengas a bien darme, porgue eso será siempre lo mejor. Gracias por tu Infinita Misericordia. Amén.

miércoles, 8 de febrero de 2017

MI PRIMER PASO: DARME CUENTA DE MI CORAZÓN HERIDO

Sabernos pecadores es reconocernos pobres, enfermos, sometidos, esclavizados, inclinados al mal, débiles, frágiles, llenos de dudas y vacilaciones y, ¡cuántas cosas más! Reconocer la herida profunda que deja el pecado dentro de nosotros es reconocer la necesidad que tenemos de acercarnos a nuestro Padre Dios para, en Él, ser liberados de esa opresión maligna que nos condena y nos pierde.

Necesitamos dar salida a ese grito que nace dentro de nosotros de eternidad. Experimentamos la esperanza de Vida Eterna y en Jesús y su triunfo sobre la muerte, con su Resurrección, encontramos respuesta a todas nuestras esperanza. Y desde este humilde rincón damos salida a ese grito de esperanza y de amor en el Espíritu de Dios.

Y para ello necesitamos curar nuestro corazón enfermo. Un corazón endurecido por la dureza de este mundo y sus egoísmos; un corazón maltrecho por las ambiciones y pasiones que esclavizan, enfrentan y someten; un corazón lleno de vanidades, soberbia y explotaciones. Sí, necesitamos pedirte, Señor, que nos des ese corazón sencillo, humilde, dócil, generoso, servicial y amoroso como el de tu Madre, para, junto a ella, afirmarnos en el camino de del amor y de la paz.

A veces nos sentimos perdidos, confundidos, temerosos y llenos de dudas. Por eso, la compañía de tu Madre, también nuestra Madre, experta y conocedora de todas estas tribulaciones, peligros y dificultades, nos dan seguridad y confianza, y, sobre todo, ánimo y fuerzas.

La prudencia y el sentido común puede ser armas de doble filo. Porque nos podemos autoengañar utilizándolas para justificarnos y abandonar aquello que no vemos claro. Sin apenas discernir y arriesgar lo necesario para ver. Pero, sobre todo, para depositar la confianza en Aquel que nos ama y quiere salvarnos. Amén.