Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

domingo, 14 de enero de 2018

DANOS SABIDURÍA SEÑOR PARA SABER ENCONTRARTE

Supongo que soy cristiano, y se supone que sigo a Jesús, pero, ¿realmente que busco en Jesús? ¿Busco la salvación?; ¿busco seguridad y paz? ¿busco librarme de enfermedades y accidentes en esta vida? ¿Por qué busco al Señor? ¿Realmente me doy cuenta de quien es? Estas y otras preguntas nos pueden ayudar a encontrarnos con el verdadero Jesús.

Como nos es difícil responder, y no porque no queramos hacerlo, sino porque no sabemos y nos resulta casi imposible hacerlo, buscamos, Señor, tu ayuda y que, en el Espíritu Santo, nos guíe y nos ilumine para poder conocerte y encontrarte. Tal y como hicieron aquel día Andrés y Juan siguiendo la advertencia y consejo de Juan el Bautista. Sí, nosotros creemos que Tú eres el Mesías, pero necesitamos tu Gracia para poder experimentarte cercano y revitalizar fuertemente nuestra fe.

Queremos, Señor, saborear ese encuentro contigo y fortalecernos en la fe, tanto de palabra como con obras. Queremos quedarnos contigo, no sólo una tarde, sino para siempre. Sabemos que el camino no será fácil. Conocemos como lo han recorrido otros que te ha seguido, y lo bien que lo han hecho, pero también los malos momentos, sufrimientos y dudas por las que han pasado. Quizás eso nos da miedo, y no paraliza un poco o no nos deja entregarnos como nos gustaría.

Danos, Señor, la fuerza y la voluntad de confiar con más determinación y empeño. Danos la paciencia y la esperanza de hacerlo con alegría y gozo y la perseverancia de sostenernos, a pesar de las dificultades, siempre firmes. Conocemos que el camino está lleno de tentaciones y de peligros, pero confiamos que tu Gracia nos desbordes como ocurrió con Andrés y Juan, y, más tarde Simón, avisado por su hermano Andrés. 

Danos, Señor, el entusiasmo de Juan y Andrés para llevar también nosotros la experiencia de ese encuentro contigo a los demás y contagiarles de ese entusiasmo que Tú nos contagia y nos llena de alegría y gozo. Amén.

sábado, 13 de enero de 2018

ABIERTO A TU LLAMADA

No tengo fe y no quiero hacer las cosas por imposición o contra mi voluntad. Son frases y pensamientos que los hemos oídos muchas veces y que también lo experimentamos a lo largo de nuestra travesía. Da la sensación que el sentido común nos dice que la fe es primero, y luego vendrá la conversión. Sin embargo, Jesús empieza por llamarnos a la conversión sin nombrar para nada la fe: "Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio"... -Mc 1, 14-20-.

Confieso que en principio me extrañaba, o, al menos no lo comprendía. Será primero la fe y luego la conversión, me decía. Afortundamente, la Gracia del Espíritu, escuché en una homilía lo que interiormente buscaba de forma inconsciente. Sí, primero es la conversión, y en la medida que te abras a esa conversión, el Espíritu de Dios premiará tu disponibilidad y te inundará de fe. Así ocurrió con María, se abrió sin entender lo que el Ángel Gabriel, enviado por Dios, le proponía, y su fe empezó a nacer y crecer.

Tú, y yo, también tenemos y debemos de dar ese primer paso. No es primero la fe, sino la conversión. Responder al Señor no es cuestión de fe, sino de confianza y de disponibilidad. Su sello está en tu corazón y tú, sin saberlo, le buscas. Cuando te llama, abrete a su Palabra, y la fe se te dará por añadidura. Porque, por ti no podrás nunca encontrarla. La fe es un don de Dios, y la da a quienes se abren a su Palabra.

Por lo tanto, te pedimos Señor que nos empuje a seguirte como hizo Leví, el de Alfeo. Seguir ciegamente a tu insinuación. En nuestro Bautismo nos has configurado como sacerdote, profeta y rey, y hemos recibido la Gracia Trinitaria de tu Amor. El Espíritu Santo, el mismo que recibió tu Hijo predilecto en el Jordán, ha bajado también sobre nosotros. Él nos guiará por el desierto de nuestra vida. Danos, Señor, la fuerza y la voluntad de sostenernos siempre en tu Palabra y de abrirnos a ella, porque, seguro, después vendrá la fe de sabernos en las mejores Manos. 

Porque, Tú eres infinitamente bueno, bondadoso y misericordioso. Y en Ti encontraremos la justicia, la verdad y la paz que nos llenará de gozo y felicidad eterna. Amén.

viernes, 12 de enero de 2018

LA FUERZA DEL PERDÓN

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Jesús se presta a hacer milagros por su infinita compasión, y llevado por nuestra dureza de corazón, que no ve más allá del poder y lo espectacular. En el caso que hoy nos ocupa cura al paralítico que le presenta por la mala intención de aquellos escribas que piensan que Él no puede perdonar los pecados, pues eso sólo le pertenece a Dios. Ante esta ceguera, Jesús se ve obligado a despertarles su ignorancia y oscuridad.

Posiblemente, a ti a a mí nos ocurra algo parecido. Buscamos milagros; buscamos testimonios de gente que nos digan que han sido curados; buscamos grandes hechos; vamos a santuarios donde oímos se producen milagros; buscamos a oradores y envagelizadores que nos den razones para creer, para convencernos que Jesús, el Mesías enviado por el Padre, es el Hijo de Dios verdadero.

Y, quizás, piensa que tú no estás paralítico. A mí me sucede lo mismo. La realidad es que tenemos nuestros corazones paralíticos y enfermos. Necesitamos el masaje de la fe para que nuestros corazones se pongan en marcha y latan con latidos de fe. Necesitamos levantarnos y ponernos en marcha; tomar nuestra camilla, donde habíamos dejado tumbada todas nuestras esperanzas e inquietudes, y ponernos a caminar. A caminar acompañados de la misericordia de Dios.

Porque, estamos perdonados, estamos salvados siempre que, como aquel paralítico, nos pongamos, por nosotros mismos o llevados por otros, delante del Señor. Sí, el Señor quiere salvarnos. Él nos puede curar nuestras parálisis, tiene poder para eso y mucho más. Es Dios, el Creador de todo lo visible e invisible, pero no te puede salvar sin tu permiso. Te ha creado libre, con poder de decisión, y serás tú quien decidas si quieres curarte, no para un rato en este mundo, sino para siempre.

Para eso, necesitas ser perdonado. Por eso, la alegría de Jesús es poder perdonarte tus pecados contando con tu dolor y arrepentimiento. Sí, Señor mío, me pongo a tus pies con todo el dolor de mi corazón y arrepentido de todas mis faltas imploro tu Misericordia y Perdón. Amén.

jueves, 11 de enero de 2018

DUREZA DE CORAZÓN

Nunca dejaremos de insistir, ni de insistírnos a nosotros mismos, que la oración es vital. Vital para no alejarnos del Señor y sostenernos en su presencia, porque de eso dependerá nuestra firmeza y nuestra fe. Y, también, la suavidad de nuestro corazón. Porque, lejos del Señor se nos endurece el corazón y rechazamos su Palabra. Por lo tanto, pidamos tener un corazón suave y dispuesto a oír la Palabra del Señor.

Y oír no es lo mismo que escuchar. Podemos oír ruido, pero no saber que significa ni de dónde viene. Tendremos que atender y escuchar. Es decir, entender que se nos dice y abrirnos a eso que se nos dice. Ser dócil y obediente en hacer vida esa escucha de la Palabra en nuestro corazón. Posiblemente, esa sea nuestra más grave lepra, la lepra de escucharnos a nosotros mismos y de actuar según nuestros intereses y proyectos.

Se trata de silenciar nuestro interior y apartarlo de posibles distracciones que el mundo nos propone para, en silencio poder escuchar con serenidad y paz la Palabra del Señor. Escucharla para obedecerla y llevarla a la vivencia de nuestra vida. Y no es fácil, pues los golpes de la vida y nuestros propios fracasos se encargar de hacernos dudar de la Palabra de Dios y sembrar nuestro corazón de dudas y desconfianza. El camino se hace cuesta arriba y la adversidad hace presencia.

Son esos momentos que la cruz se hace pesada y nos amenaza con derrumbarnos y sentir deseos de abandonar. Se nos endurece el corazón y apenas nos hemos dado cuenta. Recemos para no perder en esos momentos la presencia del Señor. Él está con nosotros y en esos momentos está aún más cerca. Necesitamos pedirle, como el leproso del Evangelio, que nos cure, que nos dé fuerza y nos limpie nuestro contaminado corazón. Limpia, Señor, mi cuerpo de la lepra de la duda y el desánimo, y sosténme firme y dispuesto a seguirte con mi cruz.

Yo, como aquel leproso, proclamaré que Tú eres el Hijo de Dios y que has venido para, no sólo curar al hombre de sus enfermedades, sino a salvarlo definitivamente de la muerte eterna. Sí, Señor, nuestra esperanza y nuestra fe es Resucitar contigo y vivir a tu lado para Siempre. Amén.

miércoles, 10 de enero de 2018

CONECTADO CON EL PADRE

La fortaleza consiste en estar unido al Padre. Jesús no se despega de su Padre y todo lo relaciona con Él. Cada día hay un tiempo fundamental para relacionarse con el Padre, porque de esa relación depende su misión. Ha venido para cumplir la Voluntad del Padre, por lo tanto, su relación con el Padre es primordial. También nosotros tenemos que estar permanentemente relacionados con Jesús. Sin Él nada podemos hacer -Jn 15, 5-.

Esa es nuestra oración de hoy, Señor, pedirte que nos des la sabiduría de permanecer siempre en Ti, como el sarmiento en la vid. Nuestro compromiso de Bautismo lo cumpliremos si estamos injertado en el Espíritu Santo que nos configura como sacerdotes, profetas y reyes. Somos conscientes de que sin Ti, Señor, no haremos nada. Y queremos hacer, Señor, por eso insistimos en pedirte que nos des tu Gracia para responder según nuestro compromiso de Bautismo.

Tú, Señor, nos enseña a cumplir con la Voluntad del Padre, y también a organizarnos y a dejar siempre, cada día, un tiempo para la oración y también, si se puede, para la Eucaristía. Es el alimento que nos ayudará a perseverar y a sostenernos en no quedarnos solo en palabras, sino pasar a las obras. Danos, Señor, la paciencia, la fortaleza y la perseverancia de saber sostenernos en tu amor.

 Comprender que nos quieres y que, no todo lo que nosotros buscamos, te pedimos y queremos es lo mejor y lo que nos conviene. No sabemos pedir, ni tampoco buscar lo que realmente necesitamos. El mundo nos amenaza dándonos cosas y satisfacciones que debilitan nuestra libertad y, como hiciste con la suegra de Pedro, necesitamos que nos cure, nos fortalezcas y nos des el alimento físico como espiritual para seguir en la brecha y responder a la obra que quiere de nosotros.

No apaguemos la luz de nuestro corazón sin dejar muy claro que la oración es muy importante, y que necesitamos buscarle siempre tiempo, porque es lo primero en nuestra vida, ya que nos pone en relación con nuestro Señor y nos ilumina el camino a seguir y las obras a realizar. Amén.

martes, 9 de enero de 2018

TU PALABRA ME LLENA DE ESPERANZA

Gracias, Señor, porque tu Palabra me llena de asombro y esperanza. Tu forma de decir las cosas es diferente, porque lo que dices lo haces. Tus Palabras desprenden seguridad y confianza y nos invaden de paz y sosiego. En el Evangelio de hoy, Marcos describe tu forma de enseñar y hacer y cómo hasta los espíritus inmundos te obedecen.

Todos quedan admirados de tus Palabras y de tus obras. No sólo enseñas, sino que haces y cumples lo que dices. Eres diferente y único como corresponde a tu dignidad de Hijo de Dios. Eres el Mesías, el enviado a rescatarnos de la esclavitud del pecado. Y eso me llena de esperanza y me da confianza y seguridad. 

Aprovecho, Señor, para pedirte perdón por todos mis pecados y para rogarte que me libres de las fuerzas del mal. Porque, quedándome sólo seré presa de su poder y no podré liberarme del pecado. Necesito estar junto a Ti y abierto a tu Gracia para ser iluminado y caminar por la senda de la verdad, justicia y amor. En Ti, Señor, pongo toda mi confianza y esperanzas. Te pido que limpies mi vida de todo pecado y me libres de las tentaciones que me inducen al mal y a separarme de Ti.

Yo, Señor, quiero asombrarme, pero no quedarme en la pasividad y en el asombro. Quiero ponerme en camino y seguirte y acompañarte en tu camino del anuncio de la Buena Noticia de Salvación. Límpiame de todos los malos espíritus que me amenazan y acechan con tentarme y desviarme del buen camino. Protégenos, Señor, y aparta de cada uno de nosotros esas fuerzas del mal que quieren separarnos de Ti.

Yo, Señor, confío en tu Palabra y quiero seguirte. Sé de mis limitaciones y mis pecados, pero también conozco tu Misericordia y tu Amor. Y en Ti, Señor, me abandono confiado en tu Misericordia y tu Amor. Amén.

lunes, 8 de enero de 2018

MI RESPUESTA ES AFIRMATIVA, SEÑOR. QUIERO IR TRAS DE TI

Quiero seguirte, Señor, pero experimento mis limitaciones y necesidades. Me doy cuenta de mi fragilidad. Soy limitado y débil, y mi humanidad pecadora me somete. Soy esclavo de mi propia carnalidad inclinada a mis apetitos, apetencias sujeta a mis pasiones. Todo eso me impide seguirte como a mí me gustaría. Sin condiciones ni impedimentos. Experimento mi voluntad esclavizada y sometida, sujeta a mis pasiones.

Desde este rincón, y unido a todos aquellos que lo visitan, quiero, y aprovecho, pedirte perdón por tantas desilusiones y fracasos ante el cumplimiento de tu Voluntad. Quiero pedirte tu Gracia, porque sin ella sé que no podré levantarme ni seguir tus pasos. Tu camino es duro y pesado y mi carne débil y pecadora. Reconozco mis pecados, Señor, y te pido perdón.

Sin tu concurso estoy perdido. Ahora veo claro la causa de tu venida. Te has hecho Hombre como yo para, desde esa humanidad como la mía, ayudarme y enseñarme el camino para resistir a la tentación del pecado. El desierto, por el que has pasado antes de empezar el anuncio de tu Buena Noticia de Salvación, ha sido la señal del camino que, también nosotros, tenemos que seguir. Y necesitamos la acción del Espíritu Santo, como Tú estabas con y en Él, para poder salir victorioso de nuestra lucha personal.

Necesito la Iglesia. Esa Iglesia que Tú empezaste a formar desde el principio. Gracias a todos tus apóstoles que te han respondido, y que por ellos hemos recibido también nosotros tu Palabra y anuncio de la Buena Noticia de Salvación. También quiero yo ser canal y transparencia de esa Buena Noticia para que llegue a otros. Por eso, Señor, quiero responderte y decirte que quiero seguirte como Simón, Andrés, Santiago y Juan. Pero, dame la Gracia de tu Espíritu para, fortalecido en ella, poder cumplir tu Voluntad.

Con esos deseos y súplicas, Señor, iniciamos este camino ordinario que hoy empieza, dejando atrás este tiempo navideño en el que Tú nos has revelado tu presencia, tu nacimiento, para que con tu venida revelarnos el Amor del Padre que te envía para anunciarnos la Buena Nueva. Amén.