Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

sábado, 3 de marzo de 2018

DE REGRESO A LA CASA DEL PADRE

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Esta parábola del Padre amoroso, como también se le conoce, es la manifestación del Amor de Dios. Un Amor incondicional, gratuito y total. Un Amor que no exige, sino que libera y busca el bien del amado. Un Amor que enciende el corazón de quien lo recibe y le motiva para amar él también. Un Amor que esconde la felicidad en el gozo de dar y descubre que sólo dándose se puede llegar a ser feliz.

Ese es el objetivo del Padre, enseñarnos a amar dándose Él primero. Y enseñándonos a hacerlo gratis, tal y como Él nos lo regala. Experimentar ese Amor del Padre nos llena de esperanza y nos fortalece, hasta el punto de levantarnos de nuestras miserias y caídas para emprender el camino de regreso a la Casa del Padre.

 Porque, sólo Dios nos quiere de esa forma hasta el punto de dar la vida por cada uno de nosotros. Un Padre que nunca falla ni se equivoca. Un Padre que nos da Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad y que colma todas nuestras esperanzas y deseos. Realmente, cuando vives esa experiencia de encuentro con ese Padre que te ama, experimentas que no hay otro camino mejor que el camino, valga la redundancia, hacia la Casa del Padre.

Porque, entre otras cosas, no estaremos mejor allí que en ninguna otro lugar. Ese es nuestra meta, a pesar de ser ignorada por muchos y obviada por otros. Porque, lo que buscamos precisamente está allí, junto al Padre. Es este momento de Cuaresma, tiempo propicio, Señor, para pedirte esa Gracia que nos sostenga vivos, esperanzados y en camino hacia la Casa del Padre. Porque, no hay otro lugar donde podamos calmar nuestra se, purificar nuestros pecados y llenar nuestros corazones de gozo, alegría y paz.

Por eso te pedimos, Señor, la Gracia  de sabernos tus hijos amados y redimidos por la Muerte y Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor, el Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, enviado a pagar por nuestro rescate. Danos, Señor, esa generosidad, capaz de acoger y perdonar a los hombres como verdaderos hermanos. Y a compartir todo lo que de Ti hemos recibido generosamente, sabiendo que todo lo Tuyo no lo has dado gratuitamente invitándonos a compartir tu Gloria contigo. Amén. 

viernes, 2 de marzo de 2018

TAMBIÉN YO ME ESCONDO, SEÑOR

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


No somos nosotros mejores que los que describe Jesús en la parábola del dueño de la Viña. Muchas veces no rendimos ni damos la medida de los frutos que el Señor espera de cada uno de nosotros. También nosotros le hemos decepcionados, y, si no nos revelamos con la intención de matarlo, sí nos escondemos y le damos la espalda para no devolverle los frutos que espera de nosotros.

Hemos de reconocer que somos indeseables e inmerecidos de todo lo que el Señor nos ha dada gratuitamente. Nos ha dejado la Viña de nuestra vida y unos talentos que fructificar, pero se lo negamos haciendo lo que creemos más conveniente para nuestros intereses y egoísmos. Y le rechazamos cada vez que nos interpela y nos llama misericordiosamente a trabajar en su Viña.

Primero, Señor, quiero pedirte perdón por todo el mal que hago, y, también, por tanta decepción y fracaso en el trabajo de tu Viña. Reconozco que soy indigno de tanto regalo y de tanto perdón. Gracias, Señor, por tu paciencia y misericordia. Me siento abrumado, avergonzado e indigno. Y te pido perdón por tanto desperdicio y tanta miseria. Quiero, y trato de comprometerme en esta cuaresma, a esforzarme en trabajar esa Viña que Tú me has dejado y de esforzarme en dar frutos.

No lo frutos que yo quiero, sino los que Tú esperas recoger de mi pobre esfuerzo. Claro, que sabes que cuento contigo, porque yo sólo no podré cumplir lo prometido. Dame la serenidad, la paciencia, la confianza y la sabiduría del discernimiento para encontrar tu camino y hacerlo también el mío. Quiero, Señor, esperarte en la Viña que me has dejado y aguardar tu llegada para recibirte con los honores que Tú te mereces y entregarte mis manos humildes llenas de esos frutos que Tú esperas de mí.

Mientras, dame, Señor, el valor, la voluntad y la perseverancia de continuar el trabajo de la siembra y el cultivo, abonando todo mi sembrado de tu Gracia, para transmitir esa semilla del amor a todas partes. Amén.

jueves, 1 de marzo de 2018

DAME, SEÑOR, UN CORAZÓN MISERICORDIOSO

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Me doy cuenta, Señor, que mi corazón atrapado por las cosas del mundo se resiste a darse como Tú me lo pides. Me siento mal y sometido a mis pasiones y pecados capitales. El egoísmo, la avaricia, la ambición y la tentación de vivir para mí sin mirar para el otro están dentro de mi corazón. ¿Cómo liberarme de ellas? Es la lucha de cada día en la que me debato a muerte.

Hoy, escuchando y reflexionando sobre la parábola de este hombre rico y epulón, parábola que he escuchado y leído muchas veces, me siento temeroso de tu Amor. Porque, me da miedo no poder responderte y quedarme en la mediocridad de mi vida. Me experimento esclavo y encadenado a mi cárcel humana y herida por el pecado. Y, como ese rico epulón, pido clemencia para aliviar mi  sed. 

Pero, Señor, no quiero hacerlo cuando ya no tenga tiempo. Quiero hacerlo ahora que mi vida camina todavía por las sendas de la vida, valga la redundancia. Y me anima el saber que me quieres y que tu Misericordia es Infinita. Y que me invitas a escuchar tu Palabra y a no tener miedo, porque Tú, Señor, me acompañas y te compadeces de mi pobreza y esclavitud.

Transforma mi corazón, Señor, en un corazón paciente, desprendido, sensible, disponible a darse y a preocuparse por los demás. Dame esa sabiduría para encontrar el camino de la luz y del amor, y la voluntad para vivirlo como Tú me has enseñado con tu Vida y tu Palabra. Sí, es verdad que todo lo que pueda darte es muy poco. No porque no sea mucho, sino porque no vale nada. 

Pero, Tú, Señor, me conoces y sabes lo que puedo darte, y mi poca generosidad la puedes transformar en abundante generosidad y dar todo lo que de Ti he recibido para dar y compartir. Yo, Señor, quiero estar dispuesto para que Tú hagas en mí el milagro de vivir en el amor. Porque, quiero, Señor, estar contigo cuando me llegue la hora de regresar a Ti. Amén.