Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

domingo, 27 de septiembre de 2020

LA PUERTA SIEMPRE ESTÁ ABIERTA

 

Hasta el último momento siempre hay vida. Esa es la palabra que siempre hemos oído y que nos llena de esperanza. Siempre hay esperanza mientras haya vida y siempre habrá una nueva oportunidad de salvación que, el hecho de estar vivo, nos ofrece por el Amor de nuestro Padre Dios. La puerta en el corazón humano la mantiene siempre abierta nuestro Padre Dios. Su Amor es Infinito y su Paciencia Ilimitada.

Por tanto, siempre existe la posibilidad de abrirse en la espera paciente de nuestro "Sí" a su obediencia y a su llamada. La esperanza - repetimos - es lo último que se pierde y esa esperanza está sostenida y mantenida en y por el Amor de nuestro Padre Dios. Siempre, pues, estamos a tiempo de abrirnos a la llamada del Señor, porque, Él nos llama misericordiosamente y pacientemente perdonándonos todos nuestros errores y pecados.

Y, postrados y abandonados a su Infinita Misericordia, queremos, Señor, darte gracias por tu paciencia, por tu llamada y por tu Misericordia, que nos abre tu corazón al perdón de nuestros pecados. Reconocemos, y postrados damos gracias, que sin ella nuestra salvación sería utópica y, por tanto, imposible salvarnos. Estaríamos condenados sin ninguna posibilidad de salvación.

Por tanto, Señor, gracias, y aprovechamos para pedirte fortaleza y perseverancia para no desobedecerte y volvernos atrás y resistirnos siempre al no afirmándonos siempre al "Sí". Amén.

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