Dios, Señor Mío, no tengo idea de a dónde voy. No veo el |
si no te veo a Ti, Dios mío. Porque todo lo que pueda ver que Tú no estés no tiene valor ni permanece. Tú eres la Luz eterna que permanece siempre y nunca se apaga. Y esa Luz es a la que quiero llegar para permanecer siempre alumbrado.
Quita la venda de mis ojos y dame la Luz que ilumina mi vida y me mueve a amar. Un amor desinteresado, alejado de fronteras y círculos que separan y limitan. Un amor abierto a la verdad y a todos, que acoge, que suaviza, que escucha, que comprende, que se compadece, que intenta curar y que enciende el camino justo y verdadero.
Un amor que propone, que sugiere e invita a no desviarse más del camino y a seguir a la Luz que nos ofrece claridad, limpieza, verdad y justicia.
Como el ciego Bartimeo, ¡Señor!, quiero pedirte que limpies mis ojos de toda oscuridad y hagas que vea tu Luz y tu Camino. Amén.