El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no |
tantas cosas que hago, ni tampoco sentir tantas cosas que siento. Es una batalla cada día que siento perder, porque mis afectos, mis sentimientos y apetencias deseas satisfacerse y experimento que muchas veces son contrarias a tu Voluntad, Padre mío.
Y yo no quiero defraudarte ni desobedecerte. Me tranquiliza que tienes poder para leer las intenciones de mi corazón, y sabes que, al menos, quieren ser rectas. No escondo ni justifico mis culpas, mis errores y mis pecados, pues pecador nací y soy, y solo Tu, mi Señor Jesús me has librado de tan inmensa culpa.
Pero ahora me toca a mí corresponder a esa liberación que Tú has conseguido del Padre para mí. Y experimento que no puedo sin tu ayuda, sin tu presencia. Necesito de Ti y ahora comprendo la presencia del Espíritu Santo que me acompaña y me asiste.
Ven Espíritu Santo, llena el corazón de tu fiel y enciende en mí la llama de tu Amor. Envíame Señor tu Espíritu y mi pobre corazón será creado cada día de nuevo. Amén.
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