Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

sábado, 18 de noviembre de 2017

DAME, SEÑOR, LA CAPACIDAD DE SER PERSEVERANTE


Tengo que confesar que me cuesta ser perseverante e insistir. Sucede que uno de mis prontos y debilidades es huir de la insistencia. Confieso que me cuesta insistir, incluso, me duele machacar, a pesar de que sea para su bien, a otra persona con el fin de que se avenga a lo que le quiero aconsejar o hacerle ver. Creo que confundo insistencia con imposición, y no se trata de eso, sino de insistir a aquel que tiene poder para darme lo que realmente necesito.

Porque hay dos clases de insistir. a) la de pedir la solución de algún problema; b) la de ofrecer la solución a todos los problemas, es decir, la salvación. Tanto una como la otra son necesarias y, por nuestro compromiso de Bautismo, estamos llamados a esa insistencia o perseverancia. Y ambas formas de insistir podemos hacerlas desde la palabra y desde la vida. Una no puede vivir sin la otra. Las dos son vitales y necesarias para que la petición o proclamación lleguen al corazón del otro.

La parábola que el Señor nos expone hoy nos refleja esa necesidad de insistir. Insistir porque el Señor quiere que le demostremos nuestra fe en Él. La insistencia esconde la prueba de esa fe, y si un juez, que no cree en Dios ni en los hombres, accede a hacer justicia por la pertinaz insistencia de esa viuda, cuanto más tu Padre Dios, que se ha hecho Hombre para, entregado a una muerte de Cruz, liberarte de tus pecados y ofrecerte la Gloria Eterna en su presencia.

Se trata, pues, de pedir por todos nuestras necesidades, materiales y espirituales. Nos hace falta el pan, el agua, ahora en estos momentos tan necesitada en muchos lugares del mundo, el trabajo, la paz, la sabiduría de saber discernir lo bueno de lo malo, la justicia para evitar enfrentamientos y guerras que oprimen y matan a muchos pueblos. Necesitamos pedir, pero también proclamar que Dios, nuestro Padre,  nos escucha, nos quiere salvar y nos atiende.

Pidamos que aumente nuestra fe en Él y que siendo confiados en su Palabra, insistamos, como Él nos ha dicho, en perseverar en la oración de petición de todo lo que necesitamos para vivir en su presencia y ser testigos dignos de su Palabra para otros. Amén.

viernes, 17 de noviembre de 2017

UNA VIDA, OCASIÓN PARA APROVECHARLA EN TU SALVACIÓN



HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Se nos ha regalado esta vida para aprovecharla. Sería un disparate perderla, porque eso significa que ya no hay remedio, será para siempre. Y es que contamos con todo a nuestro favor porque el Señor está con nosotros. Y, en y con É,l la victoria esta asegurada. Ahora, no por eso es fácil, pues tenemos que entablar una lucha contra nosotros mismos y contra el demonio, que tiene mucho poder y nos, si nos apartamos de dios, puede vencer fácilmente.

Así está el mundo, muchos hombres sólo se cuidan de comer, beber, tomar mujeres y pasarlo bien. Todo en sus vidas se reduce al placer, y ello supone ser fuertes y poderosos para permitirse esos caprichos y disfrutar de la vida. Sin embargo, están embobados, sordos y ciegos, pues no se dan cuenta lo que dice el Señor: Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.»

Y Jesús, el Señor, nos ha prometido venir por segunda vez. Una venida ya definitiva, para llevarnos con Él a todos los que en Él han creído. Y su Palabra tiene verdadero cumplimiento. En este mundo estamos de paso, y nuestra misión es luchar por construir un mundo mejor. Sobre todo, para los pobres y marginados; para los débiles y excluidos; para los pequeños e inocentes. Un mundo donde el amor sea la fuerza que nos une a todos y nos permite vivir en justicia, amor y paz.

Por eso, Jesús nos dice que quien pierde su vida por vivir en su Palabra y luchar por un mundo mejor, la ganará. Y quien la gane, buscándose a sí mismo y tratando de vivir sin mirar por los pobres, la perderá. Por eso, Señor, te pedimos que nos ayudes a descubrir que esta vida, que Tú nos regalas hoy, sea nuestro gran tesoro para aprovecharla y ganarlo la verdadera Vida que Tú nos trae. La real y verdadera Vida Eterna. Amén.

jueves, 16 de noviembre de 2017

SÉ QUE VENDRÁS, SEÑOR

Yo creo firmemente en tu Palabra. Si no mi vida, Señor, quedaría nublada por la desesperanza y la oscuridad. Creo firmemente que vendrás, pero no me preocupa tanto esa hora y momento. Tú me dices hoy que no corra ni vaya detrás, porque verte aquí o allá me será imposible. Más, me orientas a buscarte dentro de mí, porque, realmente Señor, Tú moras dentro de mí, en mi humilde y pobre corazón.

Ahí quiero buscarte, Señor. Y quiero también hacerte un hueco confortable en él, para que Tú mores agradablemente y me llenes de tu paz, tu gozo y alegría. Y me llenes también de fortaleza, porque, como dices en el Evangelio de hoy: antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación».

Yo, al estar contigo, también tendré mis propios padecimientos, Señor. Y quiero padecerlo junto a Ti y soportarlos como Tú los soportaste. Quisiera buscar esas fuerzas dentro de mí, que Tú me das y me transmites, para sufrir con paciencia mis adversidades y mi propio camino de cruz. Pero, sabiendo, Señor, que en esos momentos mi juicio se está realizando, porque Tú estás conmigo, y conviertes mi dolor en gozo, alegría y paz.

No cabe duda que siento miedo, y, sobre todo, temo por mis debilidades y por fallarte, Señor. Pero, aún temblando me pongo en tus Manos. No tengo otra, porque, sólo Tú, Señor, me das confianza y paz para abandonarme en tus Manos. Y en Ti confío, Señor. Mi vida cobra sentido cuando está contigo, y mi corazón reboza de júbilo y esperanza cuando te experimenta cerca y siente tus Caricias y tus Palabras que le confortan y le fortalecen.

Gracias, Señor, por quedarte conmigo, y gracias por tu promesa de que volverás a buscarme. Yo me limito a experimentarte dentro de mí y a gozar de tu presencia, y a esperar confiado y firme que, cuando Tú lo decidas, volverás, como me has prometido, en mi búsqueda. Amén.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

PERDONA, SEÑOR, MIS OLVIDOS

Sucede en mi vida también, me olvido, no sólo de darte gracias, sino de reconocer que sólo en Ti, Señor, mi vida tiene sentido y todo mi ser y obrar está en Ti y es tuyo. Nada hago sin Ti, Señor, y todas mis obras son tuyas, porque a Ti todo pertenece. Eres, Señor de la Vida y de la muerte y sin tu permiso nada tiene lugar.

Me olvido, como aquellos nueve leprosos, de que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida, y, necio de mí, trato de seguir adelante creyendo que la vida me pertenece y que mis éxitos y obras son causa de mis esfuerzos y mi poder. Y, cuando la vida me sonríe y todo marcha bien, se eleva mi autoestima y me olvido de darte gracias, Señor. Perdona, Señor, mi osadía y mi suficiencia.

Hoy, Señor, quiero pedirte perdón por todos mis olvidos. Incluso, por mis preocupaciones y desconfianzas, pues, reconozco lo débil de mi fe y las inseguridades que mi vida padece ignorando tu presencia y tu poder. ¿Qué me puede ocurrir estando contigo, Señor? Si tuviera fe experimentaría que nada me puede pasar, y, aún, estando en el dolor y sufrimiento, no perdería el gozo y la alegría. 

Dame, Señor, fortaleza y mucha humildad, para soportar con esa sabiduría que viene de Ti, las inclemencias de mi vida desde el gozo de aceptarlas y la alegría de saber que todo termina en Ti. Y, lléname de la esperanza de saber que el final de mi vida eres Tú. Y en Ti encontraré ese Tesoro que ando buscando y que eres Tú, Señor. Sólo Tú, Dios mío, eres mi paz, mi refugio, mi vida y mi gozo.

Eso te pido, Señor, experimentar en la entrega del servicio, mi renuncia a buscar mi felicidad, para darme dándome a buscar la felicidad del otro. Sobre todo de tus preferidos, los pobres, los pecadores marginados y abandonados y excluidos de la sociedad. Muéstrame el camino de poder ayudarles y aliviarles sin buscar ninguna recompensa, sino, simplemente, hacer lo que debo hacer y corresponderte Señor con todo lo que Tú me has dado. Amén.

martes, 14 de noviembre de 2017

RECONOCER NUESTRA PEQUEÑEZ

A pesar de escucharlo, como otras tantas cosas, se nos hace difícil darnos gratuitamente. Y se nos hace difícil porque nos cuesta reconocer nuestra inutilidad y nuestra total dependencia de Padre Dios. No somos nada. Todo le pertenece, incluso nuestra vida. De Él venimos y a Él iremos. Sin embargo, el pecado está permanente ahí. La arrogancia con la que el hombre se hace dueño del árbol de la Ciencia del bien y del mal rechazando a Dios.

Incluso, experimentamos la sensación de agradecimiento por parte de Dios cuando hacemos alguna obra buena. Nos creemos, aunque inconscientemente, que Dios nos agradece todos nuestros buenos actos y que le hacemos un favor cuando obramos bien. ¡Qué necio somos! Cuando todo nos ha sido dado gratuitamente para nuestro bien y salvación.

Realmente, debemos ponernos en oración y pedirle al Señor que nos dé esa sabiduría divina de sabernos sus hijos, y sin ningún mérito para recibir recompensa. Todo lo que tenemos le pertenece y ya es mucho, pues nos ha sido dada la vida y el gozo de vivir con alegría y paz en su presencia. Toda recompensa sobra, pues somos nosotros mismos, por decirlo de alguna manera, nuestra propia recompensa.

Por lo tanto, perdona, Señor, todos nuestros pecados y nuestras suficiencias y danos la necesaria humildad para, no sólo reconocer, sino creérnoslo de verdad y experimentarlo en lo más profundo de nuestros corazones, que somos simples criaturas tuyas, y que ya, por el hecho de existir, ser y vivir en tu presencia y conocimiento, debemos estar agradecidos.

Danos la paciencia y la perseverancia de ser prudentes y de saber cumplir con nuestro deber y compromiso de Bautismo. Sin esperar nada a cambio, te pedimos, Señor, fortaleza para llevar a cabo nuestra misión evangelizadora y responder así con nuestro compromiso cristiano. Iluminanos para comprender que nada merecemos, pues nada tenemos y en ello gozamos y todo nos viene de Ti como don gratuito. Amén.

lunes, 13 de noviembre de 2017

MISERICORDIA QUIERO, Y NO SACRIFICIOS - Mt 9, 13 -

Jesús ha venido a perdonarnos, porque nacemos manchados por el pecado y necesitamos ser limpiados para, purificados, alcanzar la Vida Eterna. Vida Eterna a la que estamos llamados y experimentamos dentro de nosotros mismos. Está impresa en nuestro corazón. La descubrimos en el camino de nuestra vida y la anhelamos desesperadamente. Sin embargo, ocurre que la buscamos en lugares equivocados.

La puerta de esa limpieza primera empieza en el Bautismo. Por Él entramos en la familia de los hijos de Dios y gozamos de la asistencia del Espíritu Santo, que nos fortalece y nos ayuda al combate de cada día contra la tentación del pecado y del escándalo. Es lógico y de sentido común que estamos necesitado de misericordia, y es eso, precisamente, lo que Jesús nos ha venido a dar gratuitamente. Porque, nuestra realidad no es otra sino esa. Necesitados de perdón y misericordia.

El Evangelio de hoy nos lo dice claramente: «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».

Pero, esa misericordia recibida de forma gratuita, pues no la merecemos, también tenemos que devolverla en los hermanos. Así como nosotros somos perdonados, también tenemos que perdonar. Lo rezamos todos los días en el Padrenuestro. Por eso, Jesús nos lo recuerda hoy. Y es eso precisamente lo que nos pide, nuestro arrepentimiento y dolor por haber actuado mal. 

El Señor no busca nuestro bien actuar, pues es eso lo que debemos hacer sin ninguna recompensa, sino, ante la caída y el pecado, nuestro dolor y arrepentimiento. Precisamente para eso, para levantarnos, animarnos a seguir actuando bien y perdonarnos. Seamos consciente de esa realidad y de esa Misericordia que el Señor nos regala cada día, y pidámosle fe y confianza en que, siempre que acudamos a Él con dolor y arrepentimiento, recibiremos su Perdón y Misericordia. Amén.

domingo, 12 de noviembre de 2017

LLENA, SEÑOR, NUESTRA ALCUZA DEL VERDADERO ACEITE

Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora». Esta es la realidad. Sabemos que llegará el día, y también la hora, pero no sabemos cuándo, ni dónde ni cómo. Y eso trae un mensaje muy claro: Hay que estar preparado y vigilante. Y la única y mejor preparación es tener la alcuza llena del verdadero aceite. El aceite de la Vida de la Gracia; el aceite sacramental de los sacramentos, en especial el de la Eucaristía; el arma de la relación con el Señor, la oración, a través de la cual estamos en contacto con Él en cada instante. Y todo eso para vivir en el amor de cada día. Un amor que se hace compromiso en los hermanos, con los hermanos y para los hermanos.

Pero, nosotros, seres pecadores y limitados, sólo podemos poner y entregar lo que se nos ha regalado, es decir, la libertad de decidir y la voluntad de llevarlo a la práctica. Todo lo demás lo hará la Gracia del Señor en el Espíritu Santo. Y eso es lo que pedimos hoy a través de este pequeño y humilde rincón de oración. Pedimos, Padre, que nos des la sabiduría, la capacidad y la fortaleza de mantener siempre nuestra alcuza llena de aceite.

Ese aceite que nos mantiene limpios, puros, disponibles, entregados, humildes, amorosos y serviciales para con todos los hombres, por la Gracia de Dios. Un aceite que no nos falte nunca y cuando decidas venir en nuestra búsqueda podamos recibirte con las lámparas de nuestros corazones bien encendidas hasta que Tú decidas abrirnos la puerta de tu morada.

Sabemos que no nos basta con sólo pedir, sino que Tú esperas también de nosotros que pongamos en acción todos nuestros talentos recibidos. Y en ello está no despistarnos y tener la suficiente aceite para el día y la hora señalado, tener el sagrario de nuestro humilde corazón repostado del verdadero aceite que nos mantiene nuestro corazón encendido para recibirte. Ayúdanos, Señor, a conservar nuestros corazones libres de la necedad de este mundo, que nos seduce y nos distrae dejando nuestra vida en la oscuridad de la perdición. Amén.