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| San Agustín |
"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
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jueves, 17 de diciembre de 2020
DIOS ES AMOR (SAN AGUSTÍN)
miércoles, 16 de diciembre de 2020
DISIPA, SEÑOR, LAS DUDAS DE MI CORAZÓN
Soy consciente de que las dudas me acompañan toda mi vida. La fe no puede venir por mí mismo. Es superior a mi razón y entendimiento porque está por encima de mi capacidad intelectiva. Cuando te fías te arriesgas a creer sin saber ni ver. Es como lanzarse al abismo sin red ni ninguna protección. Creer es abandonarme en las manos del Señor.
De cualquier forma, la fe la podemos razonar y hay una y mil razón para, al menos, creer. Creer en Alguien que ha creado el mundo y que ha encendido la llama - en mi corazón - del deseo de felicidad y eternidad. Creer es experimentar que dentro de ti hay un deseo - corazón - que busca amar y que goza cuando realmente ama. Un amor que arde en deseos de buscar el bien del ser amado, y un amor que se afana en darse en servicio y generosidad. Un amor que experimenta más alegría y felicidad en dar que en recibir.
Pero, a pesar de todo, necesitamos ver y experimentar para creer. Y eso solo lo puedes recibir de tu Padre Dios. Sin embargo, eres libres, por su Gracia, y eso esconde una responsabilidad que te exige dar un paso, tal es el de fiarte y abrirte, a pesar de tus dudas a la Gracia de Dios.
Esa es, precisamente, la fe que Dios te pide y que, en la medida que te corresponde tu corazón se iluminará con su Gracia. Cerremos nuestros ojos y, abierto nuestro corazón, pidamos al Señor esa fe que necesitamos para sostenernos firmes en su presencia y abiertos a su Palabra. Amén.
martes, 15 de diciembre de 2020
AYUDAME, SEÑOR, A SER AUTÉNTICO Y COHERENTE
Me cuesta, me cuesta enormemente, como pienso que nos sucede a todos, ser coherente con mi fe. Creo en el Señor, el Hijo de Dios verdadero, y creo en su Palabra y en el Padre Dios que lo ha enviado.
Creo y, cada día me experimento más agradecido y privilegiado por tener esa pizca, al menos, de fe. Sí, realmente creo, pero, también reconozco que me cuesta creer. Y digo que me cuesta, porque pienso que no soy lo coherente y verdadero que debería ser. Es decir, me reconozco pecador.
Pecador por mis perezas; pecador por mis dudas; pecador por mis comodidades; pecador por mi falta de entrega; pecador por mi falta de total disponibilidad; pecador por mis pensamientos mal intencionados y pecaminosos; pecador por mi momentos de soberbia; pecador por mi poca humildad; pecador por mi suficiencia y prepotencia ante otros; pecador por muchas cosas más que incluso se me esconden a mi conciencia. En definitiva, pecador.
Y, Señor, reconociéndome débil e incapaz de enderezar mi camino con solo mis fuerzas, invoco tu presencia y tu Gracia para que me des la fuerza de responder con verdadera autentícidad a tu llamada en tu Palabra. Y, sobre todo, no solo escucharla, sino darle cumplimiento en mi vida con coherencia tanto de palabra como de vida. Por todo ello, dándote las gracias de antemano, te abro mi corazón para que con tu Espíritu le inundes de fortaleza, sabiduría y paz. Amén.
lunes, 14 de diciembre de 2020
DAME, SEÑOR, LA ASTUCIA DE SABER PROCLAMAR TU PALABRA
Con mucha frecuencia no encontramos las palabras precisas y necesarias para proclamar y transmitir tu Mensaje. Pero, lo verdaderamente importante, no es tanto la palabra que el ejemplo y testimonio. Solo, cuando la palabra alumbra con el ejemplo y testimonio, la Buena Noticia se hace vida y llega al corazón. Es verdad que siempre hay razones para presentar y anunciar tu Amor, Señor, pero, endurecido el corazón humano se resiste a escuchar tu Palabra.
Por todo ello y reconociendo las propias dificultades que nacen desde nuestros propios corazones, te pedimos, Señor, que nos des la valentía y la astucia para saber hablar de Ti y responder a todas las preguntas que quieran ocultar y esconder la Buena Noticia que tu Palabra, Señor, nos trae. Una Palabra de Amor y Misericordia.
Danos la fuerza para presentarnos llenos de buenas intenciones y no escondernos en nuestras seguridades e intereses que buscan disfrazar la verdad de falsedad y mentira. Haz, Señor, que nuestras preguntas no finjas intereses escondidos en apariencias, sino que sean transparentes, sinceros y nazcan desde un corazón limpio, puro y abierto a recibir la verdad. Amén.
domingo, 13 de diciembre de 2020
III Domingo de Adviento «Gaudete»

H I M N O
Preparemos los
caminos
-ya se acerca el Salvador-
y salgamos, peregrinos,
al encuentro del Señor.
Ven, Señor, a libertarnos,
ven, tu pueblo a redimir;
purifica nuestras vidas
y no tardes en venir.
El rocío de los cielos
sobre el mundo va a caer,
el Mesías prometido,
hecho niño, va a nacer.
De los montes la dulzura,
de los ríos leche y miel,
de la noche será aurora
la venida de Emmanuel.
Te esperamos anhelantes
y sabemos que vendrás;
deseamos ver tu rostro
y que vengas a reinar.
Consolaos y alegraos,
desterrados de Sión,
que ya viene, ya está cerca,
él es nuestra salvación.
sábado, 12 de diciembre de 2020
ABRE, SEÑOR, MIS OJOS PARA VER

Sí, necesito verte, Señor, porque mis ojos, mis pobres ojos, cansados y fatigados por el duro camino de este mundo no atinan a verte ni a descubrirte y se me va la oportunidad de este hermoso regalo que me has dado - la vida - sin descubrir tu presencia.
Por eso, Señor, te pido con todas mis fuerzas que me abras los ojos de mi corazón y me des la sabiduría de descubrirte en lo sencillo, en lo humilde y en lo pequeño, porque, Tú, Señor te presentas siempre en los pobres, en los excluidos, en los pequeños y en todos los marginados.
Señor, Tú sabes el tiempo, la hora y lo que nos conviene. Abre mi corazón para que tu Gracia lo transforme y lo vuelva a Ti. Ábreme los ojos, Señor.
viernes, 11 de diciembre de 2020
¡SEÑOR, TE PRESENTO MIS EXCUSAS!

Hoy, Señor, quiero presentar mis excusas y pedirte perdón por no responder a tu llamada ni comprometerme con mi disponibilidad y mi vida. No quiero buscar excusas con el fin de justificarme. Quiero asumirlas y reconocerlas. Me confieso culpable de mis miedos y mis rechazos y de querer eludir mi compromiso bautismal. Me reconozco culpable de bajar los brazos ante mi cansancio y debilidades. Me reconozco frágil, débil y seducido por las tentaciones que el mundo - placeres y comodidades - me presenta.
No tengo excusas y así, pobre, débil y pecador, quiero presentarme ante Ti. ¿Por y para qué engañarme? Sé que eres un Padre Bueno y Misericordioso y a Ti vengo a suplicarte Bondad y Misericordia. Dame, Señor, esa fortaleza para sobreponerme a todas esas dificultades que me amenazan, me tientan y seducen. Dame la sabiduría y paciencia de presentarme humildemente ante Ti y suplicarte perdón. Amén

