Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 14 de junio de 2016

YO SÓLO NO PUEDO, SEÑOR



De antemano sé, Señor, que ese objetivo del amor es muy grande para mí. Más que grande es imposible. No puedo amar más de mis intereses, mis egoísmos y mis pasiones. Incluso, me resultaría contradictorio con mi manera humana de pensar. Estoy sometido y esclavizado por el pecado, y no puedo liberarme por mí mismo. Mi humanidad es débil, pobre, esclava, dominada por mis instintos y deseos materiales y no puedo escapar a ellos. Quiero y deseo salir, porque soy tu reflejo, Señor, pero el pecado me lo impide.

Ahora entiendo por qué te has hecho Hombre como yo; ahora entiendo por qué has bajada a la tierra para caminar junto a mí; ahora entiendo por qué te necesito y cuanto me amas al hacerte hombre como yo despojándote de tu condición Divina. Y al entregarte voluntariamente a una muerte de cruz para rescatarme del pecado y liberarme. Sí, ahora entiendo por qué soy libre, y la importancia que tiene tu participación en eso. ¡Claro", quieres liberarme y me has ofrecido a tu Hijo, Padre, para salvarme.

¡Qué ceguera me impide abrir mis ojos! ¡Cuántas dificultades para ver claro y entender tu Amor y tus deseos de que yo ame como Tú! Dame, Señor, la luz de ver, como en cierta ocasión te pidió Bartimeo, y no sólo de ver, sino de actuar y amar. Me invade una esperanza, sin comprenderlo ni saber cómo, que terminaré por amar. Por amar como Tú quieres que ame. Porque yo estoy dispuesto y sé que Tú también lo quieres,  y tu Amor es tan grande que transformará el mío y podré así amar.

Amar, no sólo a mis amigos y familiares, sino también a mis enemigos. A todos aquellos que me odian, que me han hecho mal y que no les caigo bien. Y que desde este humilde rincón pido al padre que les de la luz y la sabiduría y la paz para descubrir el verdadero y único camino de salvación. Gracias Padre.

lunes, 13 de junio de 2016

ANTORCHAS DE PAZ




Si mi luz no es de paz, reflejaré guerra. Y cada vez que reciba una misiva desafiante levantaré mi llama de fuego contra el invasor o desafiante. Y eso es el reflejo que experimentamos en el mundo en que vivimos. La violencia engendra más violencia. Antiguamente, el corazón humano, que lleva en su seno la llama de la paz, puso el límite de la venganza y de respuesta al daño causado. No se podía herir más allá que lo que era proporcional a la herida recibida. De modo que si te ha quitado un ojo, tú puedes quitar otro.

Así nació el "ojo por ojo y diente por diente". De modo que se considera justo resarcirte en el daño que has recibido. Sin embargo, un corazón compasivo y misericordioso va más allá y no desea vengarse ni tampoco resarcirse, sino perdonar. Y desde siempre el hombre ha querido perdonar, pero herido por el pecado se ha visto imposibilitado para ello.

Hoy, en el Evangelio, Jesús nos dice: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.

Como puedes ver, algo contrario a nuestra razón y que experimentamos que es superior a nuestras fuerzas. ¿Cómo podemos perdonar a quien nos hace daño? Sin embargo, estamos vivos y con esperanzas de vivir eternamente porque Dios nos perdona sin condiciones y con Misericordia. Porque no merecemos el perdón. Pero, Jesús, que nos conoce y, a pesar de eso, se compromete con nosotros, y nos dice que si no somos capaces de perdonar como Él, no alcanzaremos la Vida Eterna. Porque con su ayuda podemos vencer, y Él está dispuesto a ayudarnos.

Depende, pues, de nosotros. La ayuda del Señor está garantizada. Tenemos la presencia y compañía del Espíritu Santo y en Él somos mayoría aplastante e invencible. La paz es el camino y con Jesús podemos, como  Él, ser antorchas de paz.

domingo, 12 de junio de 2016

DAME, SEÑOR, UN CORAZÓN CONTRITO Y HUMILDE



No es fácil arrepentirse. Una cosa es desearlo y otro experimentar dolor de arrepentimiento. A veces lo queremos, pero quizás no lo sentimos. Porque de sentirlo nos costaría mucho más volver a caer. Pero eso no es motivo de desespero, sino de sabernos pecadores, pobres y necesitados de Ti, Señor.

Esa es la cuestión, sentir dolor de corazón por haber pecado, Señor, y haberte ofendido. Es experimentar dolor de saber que no he hecho tu Voluntad, o, al menos, que no sé qué es lo que debo hacer. Es no sentir fuerzas para descubrir con seguridad y firmeza lo que Tú quieres. Y no saberlo porque mi voluntad flaquea y es débil, y se siente atraída por las cosas de este mundo.

Supongo que aquel fariseo no sentía ningún dolor de contrición. Es más, se sentía buen judío, cumplidor de la ley y merecedor, por su buena conducta, de estar catalogado como buena persona, respetado y hasta admirado. Y, quizás, muchos se sienten así también en nuestro tiempo. Me pregunto, ¿estoy yo entre ellos? Por eso, Señor, te pido que transformes mi corazón, porque yo no quiero sentirme así, ni tampoco estar en contra de tu voluntad.

Parto de que mi corazón está contaminado, lleno de debilidades y tentaciones; parto de que mi corazón busca comodidades y le cuesta despertar a la llamada y servicio de los demás; parto de que mi corazón busca su descanso y confort sin mirar alrededor y preocuparse por los que no lo tienen; parto de que muchas veces dudo entre hacer esto o lo otro. Sé que el Maligno me acecha y trata de confundirme y de llenarme de dudas para que no te escuche ni te atienda.

Y quiero, como la adultera pecadora, llenarte de atenciones, de agasajos y cuidados en los hermanos. Porque ahora, Señor, yo no puedo atenderte ni perfumarte los pies a Ti directamente, pero si lo puedo hacer en los que lo necesitan y son tus preferidos. Porque haciéndolo a ellos te lo hago a Ti. Gracias, Señor, espero que mi corazón, por tu Gracia, vaya transformándose en un corazón humilde, contrito, agradecido y abierto a tu Misericordia. Amén.


sábado, 11 de junio de 2016

UN TESORO ESCONDIDO



Llevados por este mundo perdemos la presencia de Dios, porque, Él, estando en el mundo no es de este, ni está en las cosas de este mundo. Porque se encuentra en el Amor del Padre que lo ha enviado para transmitirnos la Misericordia con la que el Padre nos ama y nos perdona todos nuestros pecados ofreciéndonos la Salvación.

De ahí la necesidad de estar atentos y vigilantes a la presencia de Dios para no dejarnos tentar ni vencer por las ofertas y tentaciones del Maligno, príncipe de este mundo, que, como espejismos de felicidad, nos presenta el mundo en que vivimos.

No somos de este mundo aunque vivimos en él. Y vivimos para que, en el tiempo que por él pasamos, transformarlo llevando la presencia y vivencia de Dios a y entre los hombres. Y lo hacemos cuando nuestra esperanza contagia la esperanza de aquellos que, ciegos, apoyan sus esperanzas en las cosas de aquí abajo. Y lo hacemos, cuando descubrimos que Jesús, aunque Ascendido al Cielo a la derecha del Padre, se ha quedado sacramentalmente entre nosotros para alimentarnos y darnos Vida, pero Vida Eterna.

Y, el Padre, junto al Hijo, nos ha enviado al Espíritu Santo, que nos auxilia y enseña marcando el camino de todo lo que ha recibido de Ellos. Sí, Padre, este, tu Reino, está cerca. Y eso te pedimos en este día, que nos des la sabiduría, voluntad y esperanza de sabernos salvados de todo peligro para la Vida Eterna. Amén.

viernes, 10 de junio de 2016

LA FUERZA DEL AMOR NOS VIENE DE DIOS

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR,08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS




Es difícil advertirlo y sentirlo, pero si podemos experimentarlo a lo largo de nuestra vida. La vida familiar se hace dura, a veces monótona y también rutinaria. Necesita mucha atención, cuidados y esfuerzos, y quizás nos hayamos confundido cuando al optar por el matrimonio hemos pensado que todo va a ser para vivir mejor y más confortable. 

Sí, es posible que en muchos momentos así sea, porque la unión hace la fuerza, y que el amor nos dé muchas satisfacciones y alegrías.  Pero, sabemos, que llegarán días de lluvia, de fuertes lluvias, y quizás truenos y relámpagos y vientos fuertes. El tiempo trae esas cosas, y debemos estar preparados y construir nuestro amor sobre roca. Recordamos la parábola del hombre que edifica sobre roca, Mt 7, 24-27. En ella nos dice Jesús la importancia que es poner en práctica su Palabra.

Los malos momentos, las tentaciones, las pasiones, los desamores, los sentimientos y muchas cosas más tienden a gastarse, a consumirse y a pasar de largo, pero el amor que Dios nos da, ¡¡No!! En Él se apoya nuestro humilde y pequeño amor, y en Él podemos vencer todo lo que nos tienta y nos inclina a apartarnos y romper nuestro compromiso. Y experimentamos su presencia cuando, pasadas las tormentas, descubrimos que el verdadero gozo y plenitud del amor está escondido en Él.

Y en la medida que seamos espejos y reflejos de su Amor en la tierra, especialmente en nuestro matrimonio, encontraremos sentido, satisfacción, gozo y alegría en nuestro camino. Y nuestra casa se mantendrá firme como roca a pesar de todas las pruebas y tentaciones. No se trata de caer, sino de levantarse y permanecer unidos. Nunca desgajarse del tronco amoroso que nos une, y, por la Gracia de Dios, cultivarlo para que siempre se renueve y se mantenga incandescente.

La vida, experimentamos y vamos comprendiendo en el camino, no tiene otro sentido que ser fieles a nuestro amor. No importan los tropiezos ni las caídas y fallos. Siempre, misericordiosamente, podemos levantarnos y proponernos seguir adelante con la confianza y el convencimiento que con Jesús, que está con nosotros, podemos sostenernos unidos. Amén.

jueves, 9 de junio de 2016

LA META ES LA SANTIDAD



No debemos asustarnos, porque dicho así nos parecerá imposible llegar a ser santos. Pero la verdad es que Dios, nuestro Padre, nos ha creado para ser santos. ¿Hemos reparado en ello? Nuestra meta es la santidad, y es la que debemos cumplir. Ese es nuestro mayor Ideal. Todos los demás, que nos vamos proponiendo en la medida que crecemos en estatura y madurez son secundarios. La santidad, como crecía Jesús, además de estatura y madurez, es nuestro principal objetivo y meta.

¿Cómo es posible que nos quedemos en la primera comunión? Porque hasta ahí muchos, la mayoría, de nuestros padres, nos conducen a la Iglesia a conocer a Jesús y hacer nuestra primera comunión. Pero, ¿luego? Todo se queda como nos ha advertido Jesús en la parábola del sembrador, Mt 13, 3-9. Seguramente somos los del pedregal, donde no había mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra, pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. O quizás los de los abrojos, que al crecer los abrojos nos ahogaron.

Así parece ser nuestra semilla, que florece rápida y alegre, pero pronto se marchita y se pierde. ¿Qué ha quedado de esa alegría de la primera comunión? ¿En qué lugar del camino estamos hacia nuestra santidad? Y la responsabilidad no es nuestra solamente, también de nuestros padres y padrinos. ¡Dios mío, tendremos que pedir mucho perdón! Danos, Señor, paciencia y esperanza para sostenernos en tu Misericordia.

A pesar de lo imposible de la misión santificadora, no podemos olvidar que es Palabra de Dios. Nuestro Padre nos quiere santo, y para ello nos ha creado. Y si nos lo ha dicho así es porque podemos. Claro, no con nuestras fuerzas solamente, sino contado con Él en todo momento. Si no, ¿para qué se ha quedado el Espíritu Santo con nosotros? No simplemente para acompañarnos, sino para fortalecernos, para darnos sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, y poder así alcanzar la santidad.

Pidamos convencido esa Gracia, que el Señor nos dará complacido y con total seguridad, porque ha enviado a su Hijo precisamente para eso, para que seamos perfecto como Él es perfecto Mt 5,46-48.

miércoles, 8 de junio de 2016

EL ESFUERZO DE CUMPLIR


En la vida todo es cumplimiento. Desde que te acuesta hasta que te levantas decimos que descansamos, pero inmediatamente, levantados, empezamos a cumplir. Cumplir con el aseo diario, vestirnos, desayuno, transporte, trabajo...etc. Familia, hijos, escuela...etc. El tiempo de cada día está lleno de obligaciones y compromisos. Es la vida, porque vivir supone todo eso.

¡¡Y no hay más!! ¡Cómo!, ¿no hay más? No hay más. Dios, nuestro Padre no viene a ponernos más. ¿No te parece ya bastante? Lo que nos dice Jesús, de parte de su Padre, es que hagamos todas esas cosas con responsabilidad, compromiso y, sobre todo con amor. Eso es precisamente lo que es la Ley, una serie de normas que regulan nuestra vida y van dirigidas al bien común.

Y nuestra vida se compone de eso, de compromisos y responsabilidades, que hechos en Nombre de Dios y su presencia, significa cumplir su Voluntad. Porque lo que nuestro Padre Dios quiere es que vivamos en paz, como buenos hermanos. Quiere que hay justicia, respeto y libertad entre todos nosotros, y que nos amemos como Él nos lo ha dicho y su Hijo, Jesús, nos lo ha enseñado. No se trata de otra cosa ni de nuevas leyes y preceptos.

Simplemente, se trata de amar a Dios, nuestro Padre, sobre todas las cosas, y santificarlo. Y luego, honrar a nuestros padres de la tierra, a nuestras familias, hijos y hermanos, y también a todos los hombres y mujeres, porque en Xto. Jesús coincidimos todos como hermanos. Así, experimentamos que estamos cumpliendo la Voluntad de Dios y amándole como Él quiere.

Pidamos, pues, esa Gracia, la de darnos cuenta que el mayor acto religioso de un hombre es cumplir con su familia, con su trabajo y con su prójimo. Y eso es lo que todos nos proponemos y lo que Jesús nos viene a decir de parte de su Padre. Amén.