Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 2 de junio de 2017

¡SEÑOR, TÚ SABES QUE TE AMO!

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDA

Con esas mismas palabras quiero empezar hoy mi humilde oración: ¡Señor, Tú sabes que te amo! Y en tus Manos están puestas todas mis esperanzas. Porque no puedo amarte de otra forma. Mi pobre corazón está contaminado por los egoísmos de este mundo, y no entiende otra cosa que dar para recibir. Y, a pesar de saberlo y decirlo, en lo más profundo de mi corazón subyace el pecado que me arrastra y me limita.

Reconocer que no puedo liberarme, es reconocer que te necesito, Señor. Y eso me descubre como pecador, incapaz de levantar mis ojos hacia Ti y pronunciar palabra alguna. Sólo pedirte perdón porque soy un pecador y abandonarme en tu Misericordia. Es la actitud del publicano -Lc 18, 13- que reconociendo sus pecados pide perdón.

No puedo amar de otra forma, y aunque lo intento, mi materialidad desvía mis intenciones y, aunque lucho para apartarme, siempre está la tentación de mirar para mí mismo. Por eso, Señor, como Pedro quiero expresar mis buenas intenciones y mis esfuerzos por amar como Tú me amas. Pero, necesito tu Gracia, porque mi propio egoísmo me vence.

Dame, Señor, la fuerza y la capacidad de saber renunciar a todo lo que contamina mi humilde corazón, y a darme, renunciando a todo privilegio y honor en este mundo, al servicio de los demás. Sé que yo no puedo, pero confío, y te lo pido, Señor, que tu Gracia me transforme y me llene de tu Amor y Misericordia.

Señor, sé que las palabras, mis palabras, son fáciles de pronunciarlas, pero vivirlas y encarnarlas en mi propia vida es cosa más seria y más dificultosa. Y reconozco que dejo mucho que desear. Pero confío en tu Amor y en tu promesa para que insistamos y pidamos todo lo que necesitamos. Y es eso, Señor. No quiero nada, sino que me transformes mi corazón egoísta en un corazón misericordioso y generoso. Amén.

jueves, 1 de junio de 2017

RECEN POR NOSOTROS

En muchas ocasiones pedimos oraciones. No sólo por otros y necesitados, sino también por nosotros. Sin embargo, olvidamos que Jesús nos ha prometido rezar por cada uno de nosotros. Por aquellos que crean en Él. Y nos lo ha dicho con sus propias Palabras: «Padre santo, no ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí...

¿Soy consciente de que Jesús está rezando por mí? Y si lo soy, ¿cómo respondo a esa oración? ¿Cambia mi vida? ¿Dejo que esa oración del Señor influya en y desde mi corazón? ¿O, por el contrario me abandono al hedonismo de este mundo que me seduce y me aplasta? Esa es la gran disyuntiva de nuestra vida. Somos tan necios que llegamos a creernos que sabemos lo suficiente para dirigir nuestra vida.

Y esa es nuestra oración de hoy: Señor, danos la sabiduría, ese don del Espíritu Santo, para saber agradecerte todo lo que nos has dado y lo que nos da diariamente. Gracias por tus oraciones Padre. Dame la voluntad de saber levantarme e ir hacia Ti. Tal y como hizo el hijo pródigo.

Danos, Señor, a las puertas de celebrar Pentecostés, los dones del Espíritu Santo, para que fortalecidos en ellos, sepa y pueda perseverar, agradecer, conocer y amar al Padre. Hoy, Señor, nos dices cosas muy bonitas, hermosas e importantes. Nos preparas el camino y nos tranquiliza para que no desfallezcamos ni perdamos el horizonte de ir hacia Ti. Nos has dado tu Gloria, la que has recibido del Padre, para que perseveremos y nos mantengamos unidos como Tú y el Padre son uno.

Señor, somos débiles y el mundo nos arrastra amenazándonos con someternos y engañarnos. El mundo nos seduce y nos ciega. Y nosotros no queremos seguirle. Queremos permanecer y estar contigo, porque Tú eres el Dios que nos quiere y que nos salva. Señor, enséñanos a saber guardar tu Palabra y a permanecer unidos y a utilizar todo los dones del Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 31 de mayo de 2017

LA VIDA CONDICIONADA POR EL HEDONISMO

Se ha perdido el don de la paternidad y maternidad. Hoy la vida no representa un valor y la natalidad en las familias desciende asombrosamente. Y si se tiene un hijo o dos como máximo es por el hecho, también egoísta, de no quedarse sólo, pero nada más. La vida representa una contrariedad y los hijos se dejan para última hora. Primero hay que disfrutar de la vida y, en ese momento, los hijos estorban.

Esa es la concepción, por desgracia, que se tiene hoy sobre el valor de la vida. Los objetivos son otros. Incluso, la familia no está tampoco entre los primeros. Hoy se piensa, afortunadamente no son todos, en gozar y disfrutar, sin pensar que he nacido porque han habidos unos padres y una familia que se han cuidado de mí. El mundo ha caído en un individualismo egoísta y sólo se piensa en disfrutar y gozar.

En ese contexto los hijos molestan y las familias no están por la labor de sacrificarse y renunciar por amor a esos hijos. Se tienen los mínimos para que sean también mínimas las preocupaciones o sacrificios. La vida está condicionada por el interés hedonista de vivir placenteramente y materialmente. Y, como ciegos que no ven, no descubren que los pueblos que matan o no dan vida terminan desapareciendo.

Pidamos por la vida, para que las familias sean generosas y descubran el don y el valor de la vida. Porque sólo dándose y renunciando por amor encontraremos el camino y el verdadero sentido a esta vida. Porque los hijos son la prolongación del amor de los padres; porque los hijos son el fruto que da sentido a la vida de los padres y los que le dan la oportunidad de darse en amor. Porque un matrimonio sin hijos, sin causa que se lo impida, sino de manera egoísta, es como un árbol sin frutos.

Cada viernes, lo anunciamos en el blog, tenemos el rezo del santo Rosario, y pedimos por las familias y por la vida. Unamos a María y a su prima Isabel, que supieron ser agradecidas y alegrarse por tener la oportunidad de ser madres, que nos descubran también a nosotros ese don y valor de ofrecernos para acoger a la vida y cumplir con nuestro papel de padres y madres. Amén.

martes, 30 de mayo de 2017

TAMBIÉN NOSOTROS GLORIFIQUEMOS AL SEÑOR


Nuestra gloria es glorificar al Padre, obedeciéndole en todo lo que nos han enseñado el Hijo, para dar también en el Padre gloria al Hijo. Porque esa es nuestra Vida Eterna, darles Gloria y Alabanzas por toda la Eternidad. 

Indudablemente que no lo entendemos y se nos escapa a nuestra razón. Nuestras limitaciones nos lo impiden, y le pedimos al Padre que nos dé la sabiduría de poder entenderlo y experimentarlo. Porque, el mundo en el que vivimos no responde a esas ansias de felicidad y eternidad que nosotros experimentamos dentro y en lo más profundo de nuestros corazones.

Y, creemos en Ti, Señor, que has sido enviado por el Padre, para darnos a conocer su Infinito Amor, y que nos has elegido y llamado a tu redil, para que, siguiendo tus enseñanzas, encontrar y conocer al Padre, del que nos has dado todo y nos has enseñado todo lo que Tú has recibido. 

Gracias, Padre, por todo lo que nos has dado. Y así como tu Hijo te ha Glorificado en la tierra dándonos a conocer tu Infinito Amor, así, también, nosotros, queremos responder a ese Amor glorificándote a Ti, Señor nuestro, por revelarnos el Amor del Padre y entregar tu Vida, por Amor, para salvar la nuestra.

Gracias, Padre, porque ahora sabemos que todo lo que nos ha enseñado tu Hijo viene de Ti, pues, Él, nos ha dado testimonio de tu Palabra con su Vida y sus Obras. Gracias, Señor, por tu Inmensa Misericordia que nos has dado de parte de tu Padre y que, Tú mismo, nos has regalado entregando voluntariamente tu Cuerpo y tu Sangre en la Cruz para redimir ante el Amor del Padre todas nuestras miserias y pecados.

No nos cansamos de darte las gracias y de pedirte insistentemente que nos des la Fortaleza y la Gracia en tu Espíritu para no desfallecer en perseverar y seguir tus pasos a pesar de las dificultades que nos presenta este mundo. Amén.

lunes, 29 de mayo de 2017

EL CAMINO NOS TIENTA Y NOS EXIGE

«¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

Pongamos mucha atención y leamos despacio reflexionando sobre lo que nos dice el Señor. Nos dice como sorprendido, preguntándonos: ¿Ahora creéis? Y nos advierte que llega la hora que nos dispersaremos y que cada uno tirará por su lado y le dejaremos solo. ¿Está ocurriendo esto hoy? Nuestras iglesias están medias vacías y  en relación a la población mundial son pocos los que están y, al menos, practican.

Y, el Señor, nos advierte para que no nos sorprenda esta realidad, y no perdamos la paz. Paz en Él. El mundo nos hará sufrir, flaquear, presentarnos la idea de la duda, y debilitarnos, pero en el Señor nos mantendremos siempre firmes y seguros. Él ha vencido al mundo y nosotros en Él lo venceremos también. Esa es la Buena Noticia de salvación que nos llena de paz y alegría.

Y eso es lo que hoy, Señor, te pedimos. Unidos a todos nuestros hermanos en la fe, que visitan este humilde blog, y unidos a todos los blogueros católicos y no católicos que experimenten el deseo de salvación, que este mundo no nos da, te pedimos, Señor, que nos des la fe a los que no la tienen,  y nos la aumente a todos los que la tenemos debilidata por el pecado y las tentaciones de este mundo. 

Te pedimos que nos mantengamos unidos en la Iglesia y, junto a tu Madre, Madre de salvación y corredentora en su Hijo Jesús, seamos capaces de anunciar la Buena Noticia de salvación desde la Palabra y el testimonio con nuestras humildes vidas. Amén.

domingo, 28 de mayo de 2017

TAMBIÉN NOSOTROS DUDAMOS


Todo se repite y ahora la duda sigue actuando en cada uno de nosotros. Nos hemos resistido a la obediencia porque hemos dudado. Hemos creído que desobedeciendo a Dios podemos ser más felices. Hemos pensado que Dios nos quita libertad cuando nos manda a guardar todo lo que nos ha enseñado. Sí, pensamos que Dios nos somete y nos impone sus mandatos. Y le rechazamos. 

Es el pecado. El pecado insinuado por el Maligno, que quiere alejarnos de Dios y perdernos para Él. Es el Demonio, que nos sugiere esos pensamientos y nos confunde para que nazca la duda en nuestro corazón. Sí, nos cuesta seguir el camino que nos traza el Señor y tomamos el que pensamos nosotros. 

Sin embargo, la experiencia nos descubre que por este camino no encontramos lo que buscamos, y que pronto experimentamos el sin sentido y el vacío. Caemos en la cuenta que en la Casa del Padre estamos mejor y es allí donde está precisamente la felicidad que buscamos fuera. En la parábola del Padre amoroso hijo pródigo -Lc 15, 11-32, Jesús nos descubre ese grave error nuestro.

Siempre estamos a tiempo mientras estemos en el camino. Pidamos reconocer nuestro grave error o pecado y arrepentirnos. Pidamos, y tengamos confianza en la Misericordia del Padre, que nos perdona y nos abre sus brazos para acogernos y salvarnos de la muerte del pecado. Pidamos que la fe se afirme en nuestro corazón y creamos firmemente en la Palabra del Señor, que nos dice: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra».

Pidamos la Sabiduría y la Gracia de proclamar el Evangelio y hacer discípulos a toda la gente, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

sábado, 27 de mayo de 2017

SÓLO LA FE NOS SALVARÁ

No cabe duda que la fe implica obras, y es de sentido común que quien tiene fe, tendrá también obras. Te pido perdón, Señor, porque mi oración es débil y distraída. Una oración que habla, pero que, quizás, no confía ni se compromete; una oración mecánica, rutinaria, de cumplimiento y de hábitos. Una oración que no baja a mi vida y no sólo la cuestiona, sino que no la mueve ni la compromete.

No es que yo la quiera así, ni tampoco que me conforme, pero no encuentro la salida y temo quemarme y cansarme, e, incluso, abandonar. Y ante tal debilidad y tentación, Señor aprovecho tu invitación para pedirte que me afirmes en la fe y la fortalezca dentro de mi corazón.

Por eso, hoy, Señor, aprovecho tu ofrecimiento en el Evangelio sobre la oración de petición, y quiero pedirle al Padre, apoyado en Ti y en tu Nombre, que no sólo aumentes mi fe, sino que me la fortalezcas y vigorices afirmándola sobre esa roca que es tu Iglesia con el primado de Pedro a la cabeza. Iglesia que Tú, Señor, has fundado sobre tus apóstoles con Pedro como primado.

Te pido, Padre, en Nombre de tu Hijo que me inundes de una fe que, no sólo parezca, sino que también se vea y note. Una fe que se mueva y comprometa; una fe que empuje y cuestione mi vida, y una fe que me lleve a la vida aceptando mi pasión hasta la cruz. Mi propia cruz que quiero compartir contigo ofreciéndotela por amor. Y eso, Señor, sé que no puedo lograrlo  por mí mismo, sino por el don de Tu Gracia, que nos da la fe y todo lo necesario para poder servirte y amar como Tú nos amas.

Por eso, en estos momentos de oración, quiero pedirle al Padre sólo una cosa: "La Fe". Una fe que me lleve, Señor a estar unido a Ti y a los hermanos. Una fe que crezca y viva en la unidad de la Iglesia y que de frutos en una comunidad de amor. Amén.