Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 11 de agosto de 2017

SIN SUFRIMIENTO NO HAY AMOR



HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS


Nadie que no haya sufrido antes, puede afirmar que haya amado después. Porque, amar comporta darse, sacrificarse y renunciarse, y si no existen estas actitudes es señal de que el amor es egoísta. O lo que es decir, no hay amor, sino búsqueda de satisfacción y puro egoísmo. Luego, para amar hay que sufrir, y lo refleja y expresa bien este conocido refrán: "Hay amores que matan".

Pero, es que si eres capaz de encontrar algún amor que no mata, estás ante un amor defectuoso, impuro, egoísta  e irreal. Es decir, un amor falso, engañoso, que no es amor. Por lo tanto, el amor exige primero comprometerse por amor, valga la redundancia. Porque el sacrificio por sí mismo no tiene valor, porque lo haría por algún interés, pues el hombre no ha sido creado para sufrir, y su tendencia natural es huir del sacrificio y el dolor. Nadie lo hará, salvo interés económico o de otra índole.

Si, Jesús no ha venido a este mundo para sufrir, sino para amar. Y por amor, sufre. Primero, ama, y luego, sufre para expresar y dar cumplimiento a ese amor. Nos parecemos, porque los padres hacen lo mismos por sus hijos. Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Pero, estamos tocados por el pecado y fallamos. Por eso le necesitamos. Sólo en, por y con Él podemos tomar nuestra cruz y, siguiéndole, soportar todo el dolor y sufrimiento que nos toque en nuestro camino.

Por nuestra propia experiencia, sabemos que este mundo está lleno de dolor. Y, queramos o no, sufriremos. Unos más y otros menos. Sintamos agradecidos aquellos que estamos en situaciones privilegiadas, pero comprometidos para ayudar a los que no están. El mundo sería mejor si todos los que estamos bien nos comprometemos a ayudar a los que no están tan bien. Muchos problemas quedarían inmediatamente resueltos. Porque, lo que Dios quiere, y nos lo ha transmitido por boca de su Hijo, que los hombres se amen y vivan en verdad y justicia. Por supuesto, Señor, ¡todo iría mejor!

Porque, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? Pidamos esa gracia para que con nuestro esfuerzo y compromiso de amor, podamos, a pesar de sufrir y dolernos, ayudar a los más desfavorecidos. Amén.

jueves, 10 de agosto de 2017

¿QUE SIGNIFICA MORIR?

A veces no entendemos la Palabra de Dios, y, por eso nos resulta extraña o contraria a lo que sentimos. Es verdad que morir a nadie le gusta, pero, también es verdad que, si no nos gusta morir es porque queremos vivir. Y de eso se trata. La vida no se consigue como nosotros pensamos, y menos en el mundo. Todo lo que aquí puedas conseguir no te valdrá para nada, porque al final perderás también la vida.

Eso es lo que nos dice la Palabra de Dios en el Evangelio de hoy: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará». Es breve, pero muy profunda y muy clara.

Morir significa el esfuerzo constante en olvidarte de ti. Olvidarte de tus éxitos, de tu fama, de tus comodidades, de tus proyectos mundanos, de tu ocio, de tu descanso, de tu vida, para darte en servicio y dedicación a buscar el bien de los demás. ¿Es difícil? Yo diría que imposible. Nuestra naturaleza humana está herida y tentada a buscar todo eso que queremos olvidar y dejar, y se nos hace cuesta arriba. Por eso, solos, olvidate de la batalla. Está perdida.

Necesitamos al Señor, estar a su lado y donde Él está. ¿Dónde está Él, nos preguntamos? Pues en esos que tratamos de servir. Y para eso dejamos nuestro tiempo y todo lo que hemos dicho de dejar antes. Entonces la cosa tiene ya otro sentido y otra esperanza. Y, estando el Señor, nos resultará más fácil y llevadero. Posiblemente, caeremos muchas veces; posiblemente, seremos vencidos por el pecado, pero siempre tendremos la oportunidad de levantarnos y de seguir el camino detrás de Jesús. 

Con Él iremos perfeccionándonos y, por su Gracia, llegaremos a resistirnos y a vencer al pecado. Si, Señor, yo quiero también morir para dar frutos. Esos frutos que Tú esperas de mí.

miércoles, 9 de agosto de 2017

MANTENERTE PREPARADO Y ATENTO

Nos resulta fácil distraernos y olvidarnos de la llegada del Señor. Las tentaciones son muchas y nuestra naturaleza, tocada y herida por el pecado, no nos deja ver la realidad. Sólo vemos la materialidad que tenemos delante y las cosas que nos satisfacen materialmente, y a lo demás no le damos mayor importancia. Creemos en algo, pero eso no nos implica, dicen mucho, a cambiar o pensar diferente a lo que pensamos. Y nuestras alcuzas de aceite las llenamos a nuestro gusto y según nuestros intereses.

Desde esa realidad, nuestra espera tiene muchos pecados y muchos despiste. No estamos preparados para una repentina venida y nuestro aceite no es puro. Vivimos según nos parece y ordenamos nuestras vida mirando nuestras apetencias y afanes. Es el mundo quien nos dirige y nos somete. Y, claro, posiblemente, nos cogerán con nuestras alcuzas medias vacías.

Por eso, humildemente sumisos a tu Palabra, Señor, te pedimos que nos sostengas en tu Palabra, y nos aparte de las tentaciones de este mundo que nos esclavizan y nos pierden. Chocamos con muchos de nuestros amigos y familiares que no te aceptan y no cuidan de tener sus alcuzas llenas de tu Gracia para esperarte con garantías y seguridad de poder sostener la lámpara encendida cuando Tú, Señor, llegues. Danos la sabiduría de poder soportarlos en la palabra y poder transmitirle tu Palabra, la verdadera y la que salva.

Señor, ante tanta torpeza por nuestra parte, y tanta debilidad y fracasos, optamos por callarnos, para evitar que se alejen más de nosotros y perdamos el contacto de tenerlos cerca y aprovechar cualquier oportunidad que se nos brinde. Por eso, dejamos que Tú tomes la iniciativa y seas Tú quien nos indique el momento y la oportunidad de que se abran a tu Palabra.

  Es eso lo que te pedimos, y para eso, también queremos tener nuestras alcuzas llenas de aceite, para que, llegada la hora, podamos advertirles que hay que estar preparados para cuando Tú decidas venir y llamarnos.

martes, 8 de agosto de 2017

«¡SEÑOR, SÁLVAME!».

Ese grito, «¡Señor, sálvame!» lo debemos llevar grabado en nuestros corazones, porque somos humildes pecadores que, hundidos en el lodazal de nuestro propio camino y nuestra propia vida, necesitamos tender la Mano para asirnos a la del Señor, único salvador de nuestras vidas. 

Queramos o no, muchas veces nos encontraremos como Pedro, hundiéndonos en este pantanoso mundo en el que vivimos. Algunas veces por nuestros propios pecados, y otras por dejarnos llevar por las tentaciones y pasiones que el mundo nos brinda en bandeja. Y, también, en otras ocasiones, arrastrados por el ambiente y las influencias de otros que, con malas intenciones, nos inducen al mal y al pecado.

Y, sin dudarlo, debemos exclamar ese grito de auxilio: «¡Señor, sálvame!», confiados en su presencia y su acción. Porque, el Señor, ha venido para eso, para tendernos su Mano y sacarnos del peligro de las aguas que amenazan con ahogarnos. Y debemos insistir y ser persistentes, pues, el mismo nos lo ha dicho -Lc 11, 9-13-. Y si nos lo dice es porque está dispuesto a hacerlo. El Señor siempre cumple su Palabra.

Somos hombres de poca fe, dudamos, y a pesar de todo lo que el Señor ha hecho, también dudamos nosotros. Es ahí donde descubrimos nuestra condición pecadora, y donde experimentamos que sólo Jesús, el Señor, nos puede salvar. Pidamos esa salvación con confianza y seguridad.

No es cuestión de saber mucho; no es cuestión de conocer todo; no es cuestión de albergar muchos y grandes conocimientos, ni don de palabra. Simplemente, se trata de fiarnos y confiar en el Señor. Todos tenemos lo necesario para, puestos en sus Manos, alcanzar su Misericordia y la salvación. Esa salvación que consiste en, como experimentó Pedro en el Tabor, olvidarnos hasta de nosotros mismos cuando estamos en su presencia. Porque, Él, es la plenitud, el gozo, la alegría y la felicidad eterna. Amén.

lunes, 7 de agosto de 2017

TÚ, SEÑOR, ERES NUESTRO VERDADERO ALIMENTO

Nos puede faltar el alimento material, pero, por encima de eso, Tú, Señor, eres nuestro verdadero alimento. Porque, ese alimento no perece y da la Vida Eterna.  Sí, realmente sabemos que necesitamos tener la barriga llena, y que el pan material lo necesitamos. Cada día, y quizás más de una vez, te lo pedimos en la oración del Padre nuestro, pero, por encima de eso, el verdadero alimento eres Tú.

Porque, sin Ti, el otro alimento, el material, perece y nos deja en el más puro vacío. Es verdad que, sin el pan material no podemos subsistir, pero, a parte de ese, necesitamos urgentemente el Pan de la Vida de la Gracia, que eres Tú, Señor. Danos esa sabiduría y discernimiento de saber entenderlo y de también buscarlo con verdadero deseo y ganar. Y también compartirlo.

Gracias, Señor, por tu presencia y por tu ofrecimiento. Gracias por descubrirnos tu Divinidad y tu Poder. Señor de la Ley y los Profetas, testimoniado con la presencia de Moisés y Elías. Gracias, Señor, por tu manifestación y majestuosidad eterna. Señor, enviado por el Padre, el Mesías prometido en el Antiguo Testamento y encarnado y visible en el Nuevo. 

Gracias, Señor, por manifestarte a tus apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, y al testimonio de ellos, que nos transmiten tu manifestación Divina, porque la han visto con sus propios ojos y han oído la Voz del Padre presentándote como el Hijo amado y predilecto, enviado para ser escuchado e imitado en su estilo de vida. Gracias, Señor, por esa Transfiguración en el monte Tabor, y por todas las manifestaciones que, a lo largo de mi humilde vida, me has manifestado y lo sigues haciendo para animarme a seguirte y a imitarte.

Gracias, Señor, por la presencia del Espíritu Santo, que me fortalece, me llena de sabiduría y me ayuda a discernir la orientación de mi camino, a fin de que no me distraiga ni me desoriente. Gracias, Señor, por alumbrarme la Resurrección en tu transfiguración y llenarme de esperanza, porque ya sabemos que la muerte no tiene la última palabra. Amén.

domingo, 6 de agosto de 2017

TABORES NECESARIOS PARA EL CAMINO

El Tabor es un momento de Gracia, y de agradecimiento al Señor. Porque, en él nos revela su Divinidad, y también el plan de su Padre, la Ley con Moisés y, con Elías, los Profetas. Queda claro que es el enviado, el Mesías. Sobre todo al escuchar, Pedro, Santiago y Juan que, "Jesús es el Hijo, el amado, el predilecto. Escuchadlo". Es decir, nos invita a hacer su Voluntad, a imitarle y seguir sus consejos, practicándolos y llevándolos a nuestras vidas.

Realmente nos hacía falta Señor ante tantas tribulaciones, pruebas, y tempestades de este mundo. Necesitábamos una parada y quedarnos rendidos y prendados de tu Majestuosidad y Divinidad. Necesitábamos una inyección de ese calibre. Y el testimonio de Pedro, Santiago y Juan, en el Evangelio de Mateo, nos lo trasmite. Gracias, Señor, por tanta hermosura y maravilla y por tanta prueba de amor. Gracias, Señor, por ese empuje que nos anima y nos abre la esperanza de saber que nos espera y quien nos espera.

Gracias, Señor, por ese adelanto de lo que va a suceder al final de los tiempos y de tu triunfo ante la muerte que te esperaba. Gracias, Señor, por descubrirnos, mostrándonos tu Divinidad, el camino a seguir, e invitarnos a bajar de la nube, donde perdemos la noción del tiempo y del espacio, extasiados y maravillados mirándote. Gracias, Señor, porque, acompañados por Ti, que significa que no estamos solos, al camino de nuestra vida; a la lucha de cada día; a nuestros problemas de hoy y de mañana; a nuestras batallas contra las tentaciones, las dudas, las ambiciones, los egoísmos, las envidas y soberbias y muchas cosas más, que nacen de nuestros maltrechos corazones. 

Y te pedimos, que, como el resplandor tan blanco de tu Rostro, Señor, limpies nuestros corazones de toda mala intención y llénalo de pureza, de bondad, de justicia, de humildad, de mansedumbre y amor. 

sábado, 5 de agosto de 2017

NECESITADOS DE TI, SEÑOR

En muchas ocasiones pensamos la forma de organizar nuestra vida sin concurso de nadie. Somos nosotros los que iniciamos y dirigimos nuestro propio camino, nuestra vida y la forma de limpiarla y enfocarla. Y, de alguna forma, nos experimentamos independiente y auto suficiente. Capaces de proyectar nuestras ideas y pensamientos. 

He oído, algunas veces, a personas hablar sobre sus planes y proyectos para adecuar su vida mejor y más limpia. Y yo mismo, también, lo he hecho muchas veces. Sin embargo, dificilmente podemos, por nosotros mismos, vencer al pecado. Diría, no ya difícil, sino imposible. Podríamos soportar un tiempo, pero, a la larga, seríamos vencidos.

Necesitamos la Gracia de Dios para salir victorioso. Porque, sólo nada podemos. Nacemos heridos por el pecado original y sólo lo podemos borrar por el Bautismo, que, precisamente, proclamaba Juan, anticipándose y preparándonos para la venida del Señor, autor del verdadero y único Bautismo nacido del Espíritu. En ´Él y por su Gracia somos limpios de todo pecado y fortalecidos para la lucha de cada día con el poder del príncipe de este mundo.

Las tentaciones, que son muchas, nos asedian y seducen. Caen sobre nuestra naturaleza humana, debilitada y herida por el pecado, y sujeta a la tentación y seducción del mal. Sin la fuerza y el poder del Espíritu Santo poco podemos hacer. De ahí la necesidad de permanecer unidos a Él con la oración y los sacramentos. Sobre todos la Penitencia y la Eucaristía, donde recibiremos el alimento espiritual que nos dará la fuerza y la sabiduría para perseverar y sostenernos. La unidad y la oración hará que nuestro camino se vea fortalecido y firme.

Danos, Señor, la fortaleza y la sabiduría de, unidos y acompañados también por tu Madre, también nuestra querida Madre, la Virgen, permanecer a tu lado. Amén.