Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 7 de agosto de 2018

ESPACIOS DE PAZ Y SOSIEGO

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La luz no se puede ver sino en los momentos de paz y sosiego. El silencio es el espacio donde nos encontramos con Dios y desde Él volvemos a la lucha y a la batalla de cada día. Precisamente, la oración de este mes de agosto de la Conferencia Episcopal reza por "todos los cristianos, para que con su testimonio de vida y con su palabra, anuncien el Evangelio de Jesucristo en las actividades de cada día: familia, trabajo, ocio.

Y ese testimonio de vida y anuncio de la palabra necesita oración y silencio para escuchar lo que Dios nos dice. Todos buscan al Señor porque piensa que serán curados, y hoy, también le seguimos con el mismo propósito, para que nos cure. Sin embargo, debemos darnos cuenta que Jesús, el Hijo de Dios, no ha venido para curarnos transitoriamente, sino para siempre. Ha venido a salvarnos y eso es lo que debemos buscar con fe y confianza.

Vemos signos y milagros que nos asombran y que nos descubren que realmente Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías enviado para salvarnos, pero no todos, al parecer creen. Muchos se obstinan en exigir razonamientos que ellos no pueden entender. No nos cabe en nuestra cabeza que podamos camina por las aguas; tampoco lo de la encarnación; menos lo de la Resurrección. Así será difícil creer en Jesús. El Maligno lo tiene muy fácil.

¿Es qué si ha creado la tierra y las aguas, no puede someterlas? ¿Es qué si ha creado la vida, no puede resucitarla? ¿En y cómo pensamos? ¿Acaso un niño se resiste a todo lo que le dice su padre aunque no entiende nada? ¿Y no confía plenamente en que lo que le dice es para su bien? Démosle un margen de confianza al Señor, porque lo único que nos pide es que creamos en Él. Amén.

lunes, 6 de agosto de 2018

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR (LAUDES)

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Himno

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.

Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.

Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos.

Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.

Transfigúralos,
Señor, transfigúralos.

Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos.

domingo, 5 de agosto de 2018

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRA FORTALEZA?

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Es curioso, pero basta una simple mirada para darnos cuenta de donde busca el mundo su fortaleza y poder físico. Las avenidas y lugares propios para pasear y correr se llenan a diarios, más los fines de semanas, por personas que hacen ejercicios. Todos quieren fortalecer sus músculos y vigorizar sus cuerpos. La salud es una de las prioridades del ser humano y la cuidan fortaleciéndola con el ejercicio. Y también con las dietas alimentarias.

Pero, la realidad es otra. Aunque todo eso no perjudica, al contrario, ayuda a fortalecer y cuidar nuestros cuerpos y a ello estamos obligados, no es la respuesta adecuada, porque, también sabemos que toda la materia se corrompe y se pudre. Nuestros cuerpos tendrán sus horas contadas, y si hay algo cierto es la hora de nuestra muerte donde nuestro cuerpo se corrompe. Por lo tanto, surge una pregunta, ¿qué estamos con tanto empeño y dedicación cuidar? ¿Algo que va, irremediablemente, a desaparecer?

No digo que no se cuide. Al contrario, debe cuidarse, pero no con tanto empeño o dedicación. Porque, lo que nos interesa es lo que va a quedar. ¿Y qué va a quedar? La respuesta la tenemos en el Evangelio de hoy: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».

Eso es lo que hoy, Señor, queremos pedirte. Queremos ese alimento, ese alimento que nos satisface plenamente y nos da la Vida Eterna. Y queremos buscarlo siguiendo tus pasos, escuchando tu Palabra y tratándola, en el Espíritu Santo, de vivirla y hacerla vida en nuestra vida. Amén.

sábado, 4 de agosto de 2018

EL MIEDO PONE EN PELIGRO NUESTRA VERDADERA VIDA

Resultado de imagen de Mt 14,1-12
No es fácil decir la verdad. Al menos, en algunos momentos decir la verdad compromete y pone en riesgo tu vida terrenal, porque la Eterna se consolida más al arriesgar la humana. Todos hemos experimentado alguna vez lo difícil que es decir la verdad y, por ella, enfrentarnos a otros hasta el extremo de poner en peligro nuestra vida humana.

Es verdad que todos sentimos miedo y, posiblemente, en muchos momentos experimentemos la tentación de callarnos, de asentir o de hacer mutis. De eso, creo, que nadie nos escapamos. Pedro, elegido para ser el líder de la Iglesia por Jesús le negó en tres ocasiones por miedo y por la presión a la que se vio sometido. También, quizás, nos ha podido suceder a nosotros.

Pero, lo verdaderamente importante nos son las caídas ni los miedos, sino la actitud de querer volver a levantarse. Está permitido caer. El Señor nos conoce y sabe nuestra debilidad, por eso su Misericordia Infinita nos devuelve, con el perdón, la esperanza de seguir adelante. Pero, nos está prohibido detenernos y permanecer caídos y alejados del Señor. Es decir, perder la esperanza y la confianza en la Misericordia de nuestro Padre Dios. Esa es la inmensa y grande lección de Pedro al levantarse de su caída y de su pecado.

Por eso, hoy, Señor, aprovechamos este humilde rincón para pedirte, unidos a los hermanos, estar siempre dispuestos a levantarnos y a seguir tus pasos. Danos, Señor, la tenacidad, la voluntad y la fe de no perder tu camino y de estar siempre dispuesto a confesarte hasta el punto de dar la vida por Ti. Amén.

viernes, 3 de agosto de 2018

ABRE NUESTRO CORAZÓN, SEÑOR, A LA VERDAD

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Tengo que confesar que me cuesta aceptar la palabra de otro. Mejor, según sea el otro. Mi corazón se endurece cuando me habla alguien sencillo que, incluso estimo menos que yo, o, como le ocurrió a Jesús, le conozco y no noto en él nada notable ni destacado. Al contrario, le veo muy sencillo e incapaz de decir nada notable o que llame la atención.

Y lo confieso públicamente, porque siempre será mejor que ocultarlo. Porque, también públicamente pido perdón y ruego al Espíritu Santo que transforme ese forma de pensar y de actuar al respecto. Porque, supongo que yo podría ser uno de esos que también hubiesen rechazado al Señor en aquel momento de su tiempo por este mundo. 

Por eso, consciente de mi pecado y arrepentido de ello le pido al Señor que me dé la paciencia, la humildad y la sabiduría de prestar atención a cualquier persona que quiera ser escuchada y razonablemente exponga su criterio o su verdad. Porque, el Espíritu Santo sopla donde quiera y según quiera. Y que abra mi corazón a la verdad que Él quiera revelarme a través de cualquier persona, acontecimiento o acción.

Aprovechemos este espacio para, unidos como el Señor quiere, pedir para abrirnos a la acción del Espíritu y, en la humildad y sencillez de nuestros corazones, reconocer que la verdad puede llegarnos por cualquier persona, como así ha sucedido a lo largo del plan de salvación que nuestro Padre Dios ha pensando y ha realizado a lo largo de toda la historia de salvación.

Luego, dispón, Señor, de nosotros y de nuestra libertad y voluntad para darnos a conocer tu Palabra y tu buena Noticia de salvación. Amén.

jueves, 2 de agosto de 2018

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

Resultado de imagen de Mt 13,47-53
Somos libres y, por lo tanto, responsables de nuestros actos. Eso, de alguna manera nos implica y nos advierte de nuestra responsabilidad. Tendremos que responder algún día de nuestros actos, de lo que hayamos hecho bien o no tan bien. Es el sentido común que se desprende del precio de nuestra libertad.

Ser libre significa que tendremos que responder y eso delata un juicio en el atardecer de nuestra vida, como dice San Juan de la Cruz. ¿Y de qué se nos juzgará? Pues, también el sentido común nos dice que del bien y del mal que hayamos hecho. Por lo tanto, no todo importa lo mismo. Es necesario que sepamos cómo actuamos y cómo lo hacemos, y buscando siempre el bien y la justicia.

Hoy el Evangelio, como los de estos días atrás, nos relata la existencia de ese juicio final. Juicio que sabemos que será sobre nuestra capacidad de amar. No se nos pedirá cuenta de las misas, rosarios, padrenuestros y demás, sino de lo que hemos amado y de lo que hemos dejado de amar. Por eso, pidamos al Señor la fortaleza y voluntad de amar y de perseverar en el amor. Sabemos que es una lucha constante, pero contamos con el Espíritu Santo para poder hacerlo.

Confiamos en la Misericordia de Dios, que nos ama y nos invita para que actuemos según su Voluntad. Sólo nos pide que abramos nuestros corazones y que nos abandonemos en sus Manos confiados en su bondad y en su amor. Él nos recogerá y nos llevará al lado de los buenos. Eso te pedimos, Señor. Amén.

miércoles, 1 de agosto de 2018

DESCUBRENOS, SEÑOR, EL VERDADERO TESORO

Resultado de imagen de Mt 13,44-46
No es fácil descubrir dónde está el tesoro de mi vida. Hay muchas señales y sensaciones que pueden llegar a confundirme. A veces no sé tampoco distinguirlas bien y puedo caer en la trampa. Por otro lado, mi cuerpo está sujeto a leyes físicas y sensoriales que me confunden y me engañan. Sí, porque no lo que me gusta es por eso bueno. Y me cuesta vencer mis apetencias, mis pasiones y egoísmos. Son indicaciones falsas que pueden engañarme.

Porque, la realidad es que al experimentarlas compruebo y me doy cuenta que en ellas no está esa felicidad que busco. Son efímeras y desaparecen tal como empiezan. Son pasiones que están dirigidas por el egoísmo y toda la cizaña que habita dentro de mí. Porque, no se trata de que sean malas sino que inducen a ser mal usadas y a hacer daño. Es el egoísmo del placer que inhibe al otro y llega hasta anularlo. Es la pasión del deseo y satisfacción que posee al otro y lo desplaza. Es el tesoro de guardártelo para ti y no compartirlo. Emplearlo sólo para tu placer y gozo.

Y pronto te das cuenta que no terminas por encontrar la paz ni el gozo de sentirte bien contigo mismo. Experimentas que la felicidad no está en tener y guardar, sino en tener y compartir y dar todo lo que pueda servir para alegrar y hacer vivir a otros. Descubres que el tesoro no está fuera de ti, sino que lo encuentras dentro de ti, en tu propio corazón. Descubres que la felicidad no consiste en tener sino en dar, y que cuando más das más feliz te sientes.

Hasta que llegas a correr para conseguir descubrir este tesoro en tu corazón y compartirlo con los demás. No lo quieres perder y te aseguras de tenerlo siempre para poder compartirlo siempre. Y sabes que sólo con Él puedes perpetuarlo y conservarlo, porque hay muchos peligros que trataran de engañarte y de hacerte cambiar de idea. Procura, entonces, agarrarte con todas tus fuerzas al Señor para que nadie pueda arrancarte ese Tesoro del Amor de Dios y que da la Vida Eterna. Amén.