Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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jueves, 17 de septiembre de 2020

APARTA DE MI

El Papa Francisco inscribe en el Libro de los Santos a Pedro Fabro | Papa  francisco, Papa, Libros
San Pedro Fabro SJ  
 
Señor, te suplico que apartes de mí
cuanto me arranca, separa 
y aleja de Ti y a Ti de mí.
 Aparta de mí lo que me hace mezquino,
 lo que me hace seco, 
lo que me hace rígido, 
complicado, abatido, 
lo que me hace indigno 
de que me visites, 
me corrijas, de que me ames
 y me quieras bien.
 Compadécete de mí, Señor,
 compadécete siempre de mí
 y aparta de mí todo aquello 
que me impide verte, oírte,
 gustarte, sentirte, tocarte, 
tenerte presente y disfrutar contigo.
 
 (San Pedro Fabro)

sábado, 14 de marzo de 2020

HUMILDAD Y RECONCILIACIÓN

Resultado de imagen de Lc 15,1-3.11-32
Gracias Padre por tu compasión y, sobre todo, por tu Misericordia. Gracias por acogerme con los brazos abiertos después de tanta indiferencia y oidos sordos. No merezco nada y menos cuando no te he escuchado y creido que mis planes eran mejores que los Tuyos. Sólo puedo pedirte perdón y arrepentirme de mi atrevimiento, mi osadía y suficiencia.

Pero, vuelvo a darte gracias, Padre, por darme esa fortaleza y voluntad para saber y poder reconocer mis pecados y, sobre todo, tener la fortaleza para levantarme y, humildemente, regresar a Casa. No es fácil reconocer mi culpa y abajar mi orgullo para, humildemente, regresar a Casa. Y, para encontrar a un Padre con los brazos abiertos, esperándome y dispuesto a perdonarme misericordiosamente y restituir mi dignidad perdida por mis propios pecados.

Todavía no encuentro palabras para expresar ese agradecimiento por tanta misericordia, ni tampoco llego a comprenderla. Todo me ha sido dado gratuitamente y nada merezco y, por la Infinita Misericordia de mi Padre, encuentro pan, techo y amor. Gracias Padre, pero, también te pido por mi hermano, que no se alegra de mi vuelta. 

Me identifico con él, porque, también yo tomo esa actitud ante otros hermanos en la fe que, apartados de ti, Señor, se han alejado de tu Casa y no han regresado o cuando regresan yo trato de cerrarles las puertas o echarles en cara su tardío regreso y sus pecados. ¿Acaso soy yo mejor que ellos? Perdóname, Señor, mi osadía y mi suficiencia, y te pido, Señor, que nos des esa paciencia y corazón compasivo para acoger a todos nuestros hermanos en la fe que, movidos por el Espíritu Santo, inician su regreso a la Casa del Padre. Amén.

lunes, 9 de marzo de 2020

UN CORAZÓN COMO EL TUYO, SEÑOR.

Resultado de imagen de Lc 6,36-38
Nuestra meta es alcanzar un corazón como el Tuyo, Señor, porque, sólo asemejándonos a Ti podemos ser y sentir compasión y perdón por todos los hombres y mujeres del mundo. Y eso no se logra en dos días, salvo que Tú lo quieras, sino que lleva un proceso y un tiempo para que nuestro corazón, tal la fruta, tenga el tiempo suficiente para madurar.

Esa capacidad de compasión y de misericordia es un don que exige, primero, pedirla, y, segundo, no quedarse de brazos cruzados sino dar pasos en conseguirla y hacerla realidad. Pedir perdón no consiste en simplemente desearlo, sino también en buscar ese perdón llevando a cabo esa tarea de solicitarlo o facilitar que te lo puedan dar. Es poner todas tus fuerzas en buscar espacios  y ambientes donde se pueda favorecer ese clima de misericordia y perdón.

Pero, encontrar esas condiciones, espacios y oportunidades no es nada fácil. Necesitamos esa Gracia que no tenemos porque, nuestra naturaleza herida por el pecado, nos dificulta mucho esa tarea. Y no hay otra manera de alcanzarla sino pidiéndosela a nuestro Padre Dios. Danos, Señor, la Gracia de ser compasivos y misericordiosos tanto con los que nos ofenden como con los que nosotros ofendemos. 

Danos, Señor, la Gracia de no atrevernos nunca a juzgar ni a condenar tanto a nuestros amigos como enemigos. Sabemos que mantenernos en ese límite nos es muy difícil, pero, confiados en tu Gracia y en tu Amor, esperamos que podamos ir convirtiendo nuestro endurecido corazón en un corazón más suave, más compasivo, más humilde y más misericordioso. Esa te pedimos, Señor. Amén.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

GRACIAS, SEÑOR, POR TU COMPASIÓN

Resultado de imagen de Mt 15,29-37"
Me pregunto que sería de mí, Señor, sin tu presencia y sin tu compasión. ¿Dónde pondrías mis esperanzas sin Tú, Señor, no hubieses venido a mí? ¿Cómo podría aliviar tanto dolor en este mundo que nos aflige, me llena de tristeza y me desespera y angustia? Sin Ti, Señor, ¿a dónde y a quien acudiría? Por todo ello, Señor, me siento agradecido, lleno de esperanza, de vida y fortaleza ante el dolor que, este mundo, me presenta en mi peregrinar hacia la Casa del Padre.

¡Qué sorpresa, Señor! Muchos, que te han conocido, te toman de forma indiferente y como una ocasión  que le ayuda a entretenerse siguiéndote. No entiendo como puede suceder eso. Bueno, ayer nos lo dijiste en el Evangelio, son los enterados, los suficientes, los que se saben todo y piensan que seguirte es una manera más de tratar de entretenerse y pasar el tiempo. Y sucede así, porque son precisamente los más preparados intelectualmente los que te rechazan.

Señor, gracias por tu compasión y tu Amor Infinito. Toda mi vida se llena de esperanza y se ilumina cuando experimento tu compasión y tu Amor. Gracias, Señor, por todo lo que me ofreces, por ese pan material que fortalece mi dolor físico, pero sobre todo, por ese pan espiritual, tu Cuerpo y tu Sangre, que me alimentan espiritualmente y me llenan de vida y gozo eterno. Amén.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

¡SEÑOR, TAMBIÉN YO TENGO MUCHAS NECESIDADES!

Posiblemente, tengas en tu vida lo necesario para vivir. Por la Gracia de Dios tu economía no te ha fallado nunca en tu vida. Has nacido en una familia que ha tenido lo suficiente para criarte y darte lo necesario para tu educación y necesidades como persona. Y tú has sabido aprovechar todo ese regalo y has sabido crearte lo necesario para tener siempre para vivir dignamente. Quizás, en algún momento hayas tenido algún apuro, pero, por la Gracia de Dios, has podido superarlo sin que eso te haya exigido algún sacrificio.
Resultado de imagen de Mt 15,29-37

Gracias, Señor, por tanta Gracia y por tanta compasión, porque, ahora, reflexionando, me doy cuenta de que esos momentos de apuro son mis panes y mis peces. Y tantos que he tenido a lo largo de mi larga vida, que voy cumpliendo sin darme cuenta. ¿Sabes una cosa, Señor,? A veces pienso que cuanto más años mi concedes es porque me quieres para cumplir alguna misión.

No es que tenga muchos, pero son ya unos cuantos en los que observo que muchos compañeros y conocidos se han quedado en el camino. Unos cuantos me faltan para ser octogenario y aunque con alguna limitaciones me siento bien y con ganas. ¿Será esta mi humilde y pequeña labor? ¿Sabes?, en muchos momentos pienso que dejo mucho que desear y que no cumplo bien tus ordenes. Cada día me parece que dejo muchas cosas que hacer y que no amo bien como Tú me has enseñado.

Sabes que quiero ser mejor y que trato de esforzarme, aunque en muchos momentos mis fuerzas fallan, por dar un buen testimonio en mi familia. Pero, cuánto más me esfuerzo me da la sensación que peor lo hago. De una cosa estoy satisfecho. Bueno, un poco satisfecho. Y es de seguir adelante, de levantarme y continuar. De confiar en Ti y saber que Tú me empujas y me acompañas. Gracias por todo, Señor.

Estoy convencido que Tú sabes lo que más necesito y, aunque te pido cosas me voy abandonando sólo en estar en tu presencia y dejarme guiar por tu Espíritu, que sé que sabe lo que mejor me va. Por eso, Señor, acepto esos panes y peces que Tú me ofreces cada día y te pido que sepa comerlos y digerirlos bien para el bien de mi salvación. Gracias Señor. Amén.

martes, 18 de septiembre de 2018

UNA COMPASIÓN QUE SE ACTIVA

Resultado de imagen de Lc 7,11-17
Jesús responde a su compasión. Se conmueve y actúa devolviendo la vida a aquel muchacho. Ha venido a eso, a cambiarnos la vida de este mundo por la Vida con mayúscula, la Vida Eterna. Es esa la verdadera Vida que nos viene a ofrecer, la Vida junto a su Padre para siempre. Y, en esta ocasión, compadecido de aquella pobre viuda ante la muerte de su único hijo, le devuelve la vida terrenal de este mundo. Una vida transitoria, porque más tarde tendrá que pasar por la muerte como todos y cada uno de nosotros.

Es esa la vida importante, la Vida tras pasar por la muerte en este mundo. Es esa la razón del rescate de Jesús por el que va a pagar con su Vida para entregarnos la oportunidad de salvar la nuestra para siempre. Para eso ha bajado del Cielo y aprovecha esos momentos para demostrarnos que es el Hijo de Dios y tiene poder para resucitarnos. Más tarde, al final de su Vida por este mundo, será Resucitado por el Padre para mostrarnos que,también nosotros si confiamos y creemos en su Palabra, resucitaremos también.

Por eso, leer el Evangelio nos rescata y nos anima para seguir caminando por este mundo hasta llegar al final de nuestra hora. Caminando, que significa ir actuando según la Palabra de cada día en cada instante de nuestro camino. De Palabra y obra, y aprendiendo y experimentando que no es fácil, que cada día nos encontramos con muchos tropiezos, dificultades y egoísmos que nos ponen difícil nuestro empeño y nos empinan la cuesta que tenemos que subir.

Por todo ello, pedimos fuerza, sabiduría, paciencia, fe y paz para, llenos de esperanza continuar, a pesar de nuestros errores y pecados, caminando hacia la Casa del Padre. Amén.

domingo, 25 de marzo de 2018

SEÑOR, MUÉVEME A SER MISERICORDIOSO Y COMPASIVO

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Tu fama lleva a los que te han conocido a descubrirte como Misericordioso y Compasivo. A lo largo de tu camino de anuncio del Evangelio, Tú, Señor, has sido Misericordioso y Compasivo. Y así, tus momentos finales en la Cruz fueron todo compasión y misericordia para todos aquellos que te insultaron, te maltrataron y hasta te rechazaron. Incluso, para todos aquellos que te dejaron solo.

También nosotros te hemos dejado solo. Y eso, de alguna manera es abandonarte y rechazarte. Si no delante de los hombres, sí a escondidas, escabulliéndonos y pasando indiferente ante el drama de tu Pasión y Muerte. No podemos vivir esos momentos de tu Pasión, sin experimentar que hoy y en estos momentos sigue sucediendo lo mismo. Porque, sí, Señor, seguimos crucificándote cada día con nuestra mediocridad, con nuestro poco compromiso y con nuestros pecados.

Tratemos de vivir estos momentos de Pasión como una continuidad de nuestra propia vida, porque, a cada instante cargamos con nuestra cruz. Y lo hacemos cuando topamos con aquella persona que nos cuesta mucho aceptar y superar; porque, avanzamos con nuestra cruz cuando nos enfrentamos a nuestras responsabilidades de cada día; porque, sostenemos nuestra cruz cuando somos pacientes y confiados ante las insuperables dificultades que la vida nos presenta.

Todo se hace cruz en muchos momentos de nuestra vida: la convivencia, las ideas, el compartir, el aceptarnos tal y como somos y, en cada paso que damos, el amor nos exige cruz y fortaleza. Tú, Señor, nos lo demuestra cada instante del recorrido de tu Pasión, y así queremos vivirlo y escenificarlo nosotros. Eso te pedimos, que sepamos sacar las lecciones de amor, de ternura, de constancia, de perseverancia y, sobre todo de fe, que Tú nos has dado en tu Pasión, para, injertados en Ti, Señor, alcanzar ese día glorioso de la Resurrección para Gloria Tuya y salvación nuestra. Amén.