Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 19 de septiembre de 2021

NO PERDAMOS NUNCA EL CAMINO QUE NOS SEÑALA LA CRUZ

 

Cristo no nos ocultó ese camino de Cruz que el mismo iba a recorrer. Se lo dijo a sus discípulos tratando de que no se despistaran y casi en privado. No quería que le molestasen. Sin embargo, leemos en el Evangelio de Marco - Mc 9,30-37 - que los discípulos estaban en otros menesteres. Posiblemente, lo mismo que nos ocurre hoy, nuestro corazón sigue a Cristo, pero nos preguntamos: ¿Realmente es Cristo el centro de nuestro corazón?

Esa es la pregunta, Señor, que queremos respondernos hoy, y como descubrimos nuestra impotencia, nuestra pobreza y nuestras limitaciones, queremos , humildemente, suplicarte que nos ilumines, nos fortalezca y nos des  voluntad y valentía para caminar tras de Ti mirándote y abrazando tu Cruz. Porque, tu Cruz, Señor, es también nuestra cruz, que aunque pequeña y humilde, es la que Tú, que nos conoces y sabes de nuestra capacidad y resistencia, nos has dado.

Queremos llevarla dignamente y con todas la fuerzas de la que somos capaces. Queremos llevarla humildemente y abiertos a la acción del Espíritu Santo. Queremos seguirte entregándote nuestra vida para que Tú, en el Espíritu Santo, disponga de nosotros. Queremos ser fieles a tu Amor y Misericordia y dejarnos modelar por tu Espíritu para, fortalecidos en Ti, soportar con valentía, alegría, gozo y paciencia la cruz que nos lleva a compartirla

martes, 23 de marzo de 2021

UNA CRUZ EN TU VIDA QUE TE DA LA VIDA.

 

No solo rima sino que es verdad. La cruz de tu vida te da la vida. Y es que nadie se escapa de tener una cruz o cruces en su vida. Porque, es esa cruz la que te hace crecer y te salva. El esfuerzo, que a veces se transforman en cruces y duros trabajos, te hace madurar, te da experiencia y te ayuda a crecer en conocimientos, en estatura y en Gracia de Dios si miras para Él.

Pero, también experimentamos que cuando tratamos de evitar las cruces, tomar el atajo de la comodidad, de placer, del nulo esfuerzo, la felicidad no es plena ni tampoco duradera. Por todo ello, ¡Señor, te pedimos, desde este rincón de oración, que nos des fortaleza y perseverancia para soportar con entereza y firmeza cada momento de cruz de nuestra vida! Que sepamos entender y aceptar que ese camino de cruz es el que nos lleva a Ti. Un camino de cruz que unido a la Cruz de Cristo nos salva y nos da Vida Eterna. 

Sin embargo, también somos conscientes de nuestras debilidades y pecados, y de nuestras inclinaciones a dejarnos seducir por la comodidad, el confort y la buena vida. Nos gusta el poder y las riquezas. En fin, estamos a merced del príncipe de este mundo. Por todo ello, ¡Señor, te pedimos tu Gracia y Misericordia para resistirnos a todas esas pasiones que tratan de apartarnos de la cruz de nuestra vida! Amén.

jueves, 18 de febrero de 2021

CAMINO Y CRUZ

 

No parece agradable ni bueno. ¿A quién le gusta sufrir y caminar con una cruz a cuesta? Es obvio que a nadie. Sin embargo, constatamos que la vida tiene muchas cruces. Y, queramos o no, tendremos que tomarlas, pues no nos queda otra alternativa. De nada vale tratar de esquivarlas - nunca podrás - porque al final la muerte - lo más cierto que hay - te llegará. Y te llegará a través de muchas cruces en tu vida o, quizás, sin apenas darte cuenta. Pero, el resultado final es que te llegará.

Dicho esto, podemos converger en que lo único y verdaderamente importante es ver de qué manera podemos vencer esa cruz que nos desafía y nos martiriza. Y lo hacemos siguiendo al Señor y, abrazado a Él, abrazar también nosotros nuestras cruces aceptándolas y ofreciéndolas junto a la del Señor, completando la obra redentora del Señor por  su Misericordia y su Amor.

Gracias, Señor, porque con tu Muerte de Cruz nos has salvado y nos has dejado un camino para que, voluntariamente por amor y misericordia, podamos también nosotros agregarnos, con nuestras pequeñas y humildes cruces, a la Infinita Misericordia de tu Amor. Por eso, Señor, aceptamos seguirte, porque sabemos de tu Bondad y tu Misericordia y de que nos dices la verdad. Detrás de la Cruz se esconde esa salvación que Tú, con tu muerte, nos ofrece de forma gratuita y por amor.

Un camino de cruz que nos lleva a encontrar esa felicidad que buscamos y que se eterniza en esa Vida Eterna en la Casa del Padre. Amén.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

CONTIGO, SEÑOR, SOPORTARÉ EL CAMINO DE MI VIDA

 

Jesús marcó un camino insoportable y muy duro. El camino del Calvario es superior a mis fuerzas y sería insoportable resistirlo para mí.  Sin embargo, siempre he pensado que mi Padre Dios no me manda nada que yo - con esfuerzo - no pueda superar. Pero, la medida del esfuerzo no está definida y solo con mi confianza en Él puedo entregarla al máximo. Quizás, hasta puede llegar al extremo de entregar la propia vida.

La cuestión es que, confiado en Jesús, puedo resistir las inclemencias del pecado y sus tentaciones y todos los peligros y sufrimientos que, como consecuencia de mi fe, puedan derivarse. Sería injusto y desproporcionado tener que enfrentarme a retos superiores a mis fuerzas. Mis talentos están para cumplir con los retos de mi vida siguiendo la Voluntad del Señor, porque, donde mis fuerzas terminan empiezan las del Señor que me auxilian y me fortalecen. Confiemos, pues, en el Señor y en su Palabra, y pongamos todas la fuerzas recibidas en colaborar con Él.

Por eso, Señor, reconociendo nuestras debilidades y pecados, te pedimos la fortaleza, la paciencia y la esperanza para no desfallecer y sostenernos firmes y perseverantes en la lucha ordinaria contra la adversidad, dificultades y sufrimientos. Amén.

sábado, 26 de septiembre de 2020

TRAS EL DOLOR VIENE EL GOZO ETERNO

 

Nuestro corazón debe estar vivo y pendiente del gozo que nos espera tras la cruz. Es la Voluntad del Padre que pase primero por la Cruz para luego, tras la Resurrección, vivir eternamente el gozo eterno. Aceptar esto es aceptar nuestra cruz. Porque, ese es el camino que nos propone Jesús. Un camino que transcurre por el Gólgota y termina en el Calvario crucificado en la Cruz.

No cabe duda que nos cuesta entenderlo, pues, viendo a Jesús hacer obras y milagros que desprenden admiración y hacen tanto bien, no podemos imaginar que termine condenado y, menos, crucificado en la Cruz. También a nosotros nos sucede algo parecido, no entendemos por qué tenemos que sufrir y, por supuesto, nos da miedo enfrentarnos sumisos a ese camino crucificado.

Por eso, Señor, postrados a tus pies, te pedimos la fortaleza, la paz y la sabiduría de, si no entender, sí aceptar la Voluntad del Padre. Una Voluntad que pasa por compartir las cruces de mi vida con la Cruz de su Hijo, reconociendo mis debilidades y pecados. Por tanto, Señor, te pido que fortalezcas mi voluntad e ilumines mi entendimiento para que sepa en todo momento aceptar y agarrarme fuertemente a tu Hijo, Camino, Verdad y Vida, para compartir en y con Él mis cruces. Amén.

martes, 31 de marzo de 2020

GRACIAS, SEÑOR, POR TU IGLESIA

Sergio E. Valdez Sauad: "YO NO SOY DE ESTE MUNDO" Juan 8,21-30 ...
A veces pienso lo afortunados que somos los que hemos nacidos con la Iglesia ya en marcha. Muchas veces me pregunto que seríamos sin la Iglesia guiada por el Espíritu Santo. Porque, pensemos, los primeros años de la Iglesia fueron muy difíciles. Gracias a esos apóstoles que perseveraron en la fe y, a pesar de todos los obstáculos y dificultades, que fueron muchas hasta dar sus vidas, la Iglesia está presente hoy entre nosotros. Y, luego, a todos los cristianos, padres santos que siguieron sus enseñanzas hasta transmitírnosla a nosotros. ¡Cuánto le debemos!

Pero, sobre todo, al Espíritu Santo, que los ha guiado y fortalecido hasta hoy. Hasta este momento exactamente. Sería imposible que sin el auxilio del Espíritu Santo la Iglesia estuviese hoy presente. Son dos mil veinte años que la Iglesia se mantiene firme continuando la obra de salvación en el mundo. Y nosotros somos unos privilegiados entre otros muchos. Y lo somos porque, por la Gracia de Dios y la acción del Espíritu Santo en nosotros creemos en el Señor.

Sí, sabemos que Jesús es el Hijo de Dios y que, enviado por el Padre, ha venido a hacer su Voluntad, que no es otra que la de entregar su Vida en la Cruz para salvación de todos los hombres que crean en Él. Porque, creer en Jesús es creer en el Padre. Y en eso, la Iglesia, nuestra Iglesia, a la que también todos los creyentes pertenecen, tiene enorme mérito. 

Una Iglesia santa y pecadora. Santa como muy bien se reflejaba en las lecturas de la Eucaristía de ayer, y que el Santo Padre nos mostraba en su homilía de Santa Marta. Una Iglesia inocente, como aquella mujer, Susana de la primera lectura, a la que se le hizo justicia por la acción de Dios, y otra mujer, en el Evangelio, que reconoce su culpabilidad y obtiene el perdón por la Misericordia de Dios. Justicia y perdón que se hacen compatibles en la Infinita Misericordia de Dios.

Y damos gracias a Dios que por su Infinita Misericordia alcanzamos el perdón de nuestros pecados. Pecados que, primero, para ser perdonados, tenemos que reconocer y mostrar arrepentimiento sincero, porque de no ser así no serán perdonados.

sábado, 28 de septiembre de 2019

DANOS, SEÑOR, FORTALEZA PARA SOPORTAR NUESTRA CRUZ

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Igual que el Señor, yo, su discípulo por mi compromiso de bautismo, tendré que padecer una muerte, como Él, de cruz. Porque, el discípulo no es mayor que el maestro, nos dice el Señor - Lc 6, 40 - y, si Él nos ha anunciado que será condenado y padecerá una muerte de cruz, nosotros tendremos que tener muy claro que nuestro camino tendrá como destino la cruz. Es decir, nuestro camino de seguimiento al Señor es un camino de cruz. Está, pues, claro que seguir a Jesús nos exige cargar con nuestra cruz, la que se ajusta a nuestra medida y a nuestra capacidad.

Jesús no vino para darnos una vida cómoda y sin problemas, nos dijo un día que había venido a traer la guerra, no la paz, entre nosotros - Mt 10, 34 - sino para, entregándola por amor, luchar por la verdad, la justicia, la dignidad y la paz entre los hombres. La felicidad y el gozo que buscamos tiene un precio, pero no un precio en dinero como se hace aquí en este mundo, sino un precio valorado en la cantidad de amor que estás dispuesto a gastar de tu vida en aliviar a los que sufren y en anunciar que Jesús es la verdadera Vida, el Camino y la Verdad.

Eso, Señor, lo quiero tener claro para transmitirlo, y eso es lo que te pido en primer lugar con todas mis fuerzas. Pero, también, Señor, te pido que me des la fortaleza para, no sólo transmitirlo de palabra sino incluyendo el testimonio de mi vida. Es lo que más deseo ahora en este momento, y lo que siento dentro de mi corazón. Por eso, creo estar dispuesto a cambiar todo lo que tengo y a darlo todo si tú enciendes mi corazón. Y no hablo de cosas extraordinarias, sino lo ordinario de mi vida diaria, esforzándome en sobrenaturalizar todo lo pequeño y natural de mi vida, y en naturalizar todas lo que acontece a diario en mi vida sabiendo que vienen de Ti y son para tu Gloria.

En ese esfuerzo sencillo y humilde de cada día aceptando mi pequeñez y mi pobreza, y sabiendo que todo viene de Ti, mi Señor, te doy gracias por todo y abro mi pobre corazón a tu Gracia para en y con ella se vaya transformando a tu estilo y según tu Voluntad. Amén.

lunes, 22 de julio de 2019

EL DOLOR NOS IMPIDE VER LA LUZ


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Sucede que el dolor de la muerte nos impide ver la luz y permanecemos ciegos y a oscuras. Todo se nubla y nuestro corazón se encoge y queda sumido en el llanto y el dolor. Nos quedamos sin capacidad de reacción y todo se vuelve desesperanza y dolor. Todos tenemos experiencia de esos momentos de sufrimientos y de dolores y que el tiempo nos ayuda a superarlos y a asumirlos.

Sin embargo, no es el caso de nuestro Señor, porque, Jesús ha muerto para demostrarnos que su Padre, para su Gloria, lo va a Resucitar. Su fe y confianza en su Padre es admirable y sólo con una prueba de esa magnitud podemos creerle y darnos cuenta. Y es esa fe la que nos pide a nosotros.

En ese momento glorioso la muerte ha sido vencida y Jesús, por amor y abrazando su Cruz por cada uno de nosotros ha triunfado sobre la muerte. Por lo tanto, la otra forma de mirar la muerte es como la prueba de que Jesús, el Señor, la ha vencido y con ello nos ha salvado también a nosotros de ella. No temamos a la muerte porque es el paso hacia la verdadera Vida. Y Vida Eterna.

Hoy, Señor, te pedimos que nos des esa fortaleza y capacidad para ver el triunfo de la vida sobre la muerte y la gracia para darnos cuenta de esa realidad. Sí, tenemos que sufrir, pero simplemente como una prueba y un paso de nuestra fe para llegar a la Resurrección como el Señor. Una Resurrección que el Señor nos promete si creemos en Él. Esa es nuestra prueba, fiarnos del Señor y creer en Él para Resucitar, por su Misericordia, tal y como nos ha prometido.

Te damos las gracias, Señor, por todo lo recibido y te pedimos que nos des la sabiduría de saber discernir y elegir siempre el camino que Tú nos indica y que realmente nos conviene. Un camino que, aunque con espinas y dificultades, nos ayuda a verificar nuestra fe y a perseverar a pesar de esos obstáculos y adversidades, que las asumimos como necesaria para darnos cuenta de nuestras miserias, de nuestra pequeñez y de nuestros pecados. Son las cruces que nos ayuda a descubrirnos como creyentes y a confirmar que realmente, Señor, queremos seguirte. Aumenta nuestra fe, Señor. Amén.

sábado, 13 de abril de 2019

¿DÓNDE PONGO MI MIRADA?


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También me siento perseguido, Señor, en medio de este mundo hostil a tu Palabra. Un mundo lleno de prejuicios y de mentiras. Un mundo donde prevalece el poder, la productividad, la enconomía, la riqueza y la venganza. Un mundo donde el fuerte, el poderoso y el rico tienen la sartén por el mango para gobernar y dirigir a sus anchas. 

Un mundo que no cree en el amor sino en el poder y la riqueza. Un mundo donde lo importante son los proyectos rentables y productivos que dan riqueza y poder. Un mundo donde las personas están por debajo de los intereses materiales y de creación de riqueza, que producen poder y gloria. Un mundo, Señor, donde tu Palabra no es acogida porque, ante la inmediatez de la gloria y el bienestar, el camino de cruz que Tú propones es rechazado.

Nadie quiere cargar con tu cruz. Se cumple la palabra de Caifás cuando dice: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación».  Y ante esto Jesús no se rebela, sino que acepta voluntariamente, siendo dócil a la Voluntad del Padre, una muerte de cruz para salvar a todos lo hombres. Y entre esos hombres y mujeres de todo el mundo están incluidos tú y yo, porque, también nosotros lo hemos, con nuestros pecados, llevado a la cruz.

Por eso, Señor, te pido con todas mis fuerzas que me ilumines y que me des la fortaleza y la voluntad para aceptar ese camino de cruz que Tú propones y unir a ella, con todas mis fuerzas, mi pobre, pequeña y sencilla cruz de cada día. Una cruz pecadora que suplica humildad para poder ser abrazada y salvada por tu Infinita Misericordia, Señor.

Dame, Señor, te lo suplico desde mi corazón humillado y postrado ante Ti, la paciencia, perseverancia y firmeza para no desfallecer y seguir adelante sin resistencia. Sé que tengo muchos fallos, debilidades y pecados, pero también sé que si has entregado tu vida por mí en esa muerte de Cruz estás dispuesto a perdonarme. Y yo, Señor, quiero aceptar tu perdón y serte fiel. Por eso te pido que llenes mi endurecido corazón de humildad, de fortaleza y voluntad para no desfallecer y seguir tus pasos. Amén.

jueves, 7 de marzo de 2019

DAME FUERZAS, SEÑOR, PARA SEGUIR TU CAMINO

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Sabemos cual es el camino del Señor. Es un camino duro, que termina con nuestra muerte, pero un camino donde se esconde el gozo y la felicidad. El mundo nos ofrece un camino más cómodo, pero no siempre, porque, sabemos por experiencia lo mucho que se sufre y sin sentido cuando no se está con el Señor. Porque, Él es el único que da sentido a nuestros dolores y sufrimiento y al camino, a pesar de su dureza, de nuestra vida.

Por eso, a pesar del dolor que experimentamos en nuestros corazones, queremos, Señor, seguirte y pedirte fuerza y firmeza para enfrentarnos con nuestra pequeña cruz de cada día, tal y como Tú hiciste con la Cruz de todos nuestros pecados. Hoy empezamos la Cuaresma, ese camino de penitencia y dolor que te lleva a Ti, Señor, a la Cruz. Y nosotros queremos también, en la medida de nuestras posibilidades recorrerlo también junto a Ti, e ir superando todos nuestros obstáculos y sufrimiento.

Recurrimos a Ti, Señor, porque sabemos que ningún otro puede darnos esa fortaleza para seguir tus pasos. Sentimos nuestras debilidades y experimentamos que estamos sometidos a nuestros apegos. Nos cuesta mucho vencernos y enfrentarnos a nuestros propios apegos. No podemos negarnos a nosotros mismo con nuestras propias fuerzas y voluntades. Necesitamos tu ayuda, Señor, y la fortaleza de tu Espíritu para poder vencer a nuestro propio yo.

Por todo ello, te suplicamos que nos acompañes en nuestro andar de cada día y nos infunda ánimo, fuerza, voluntad y deseos de morir a nuestros caprichos y apetencias. Necesitamos despojarnos de muchas cosas que nos atan al placer, a la buena vida y al desentendernos de los problemas de los demás, especialmente los pobres. Haz, Señor, que permanezcamos junto a Ti y a los hermanos, para también en ellos encontrar el respaldo y la fraternidad de arroparnos y fortalecernos en la lucha contra el mundo, demonio y carne. Amén.

domingo, 25 de marzo de 2018

SEÑOR, MUÉVEME A SER MISERICORDIOSO Y COMPASIVO

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Tu fama lleva a los que te han conocido a descubrirte como Misericordioso y Compasivo. A lo largo de tu camino de anuncio del Evangelio, Tú, Señor, has sido Misericordioso y Compasivo. Y así, tus momentos finales en la Cruz fueron todo compasión y misericordia para todos aquellos que te insultaron, te maltrataron y hasta te rechazaron. Incluso, para todos aquellos que te dejaron solo.

También nosotros te hemos dejado solo. Y eso, de alguna manera es abandonarte y rechazarte. Si no delante de los hombres, sí a escondidas, escabulliéndonos y pasando indiferente ante el drama de tu Pasión y Muerte. No podemos vivir esos momentos de tu Pasión, sin experimentar que hoy y en estos momentos sigue sucediendo lo mismo. Porque, sí, Señor, seguimos crucificándote cada día con nuestra mediocridad, con nuestro poco compromiso y con nuestros pecados.

Tratemos de vivir estos momentos de Pasión como una continuidad de nuestra propia vida, porque, a cada instante cargamos con nuestra cruz. Y lo hacemos cuando topamos con aquella persona que nos cuesta mucho aceptar y superar; porque, avanzamos con nuestra cruz cuando nos enfrentamos a nuestras responsabilidades de cada día; porque, sostenemos nuestra cruz cuando somos pacientes y confiados ante las insuperables dificultades que la vida nos presenta.

Todo se hace cruz en muchos momentos de nuestra vida: la convivencia, las ideas, el compartir, el aceptarnos tal y como somos y, en cada paso que damos, el amor nos exige cruz y fortaleza. Tú, Señor, nos lo demuestra cada instante del recorrido de tu Pasión, y así queremos vivirlo y escenificarlo nosotros. Eso te pedimos, que sepamos sacar las lecciones de amor, de ternura, de constancia, de perseverancia y, sobre todo de fe, que Tú nos has dado en tu Pasión, para, injertados en Ti, Señor, alcanzar ese día glorioso de la Resurrección para Gloria Tuya y salvación nuestra. Amén.

martes, 20 de marzo de 2018

TÚ, SEÑOR, ERES NUESTRA ÚNICA OPCIÓN

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La esperanza del mundo es caduca. El pecado lo mata todo y todo se pierde en torno a él. Sin embargo, los que creemos en Jesús tenemos la esperanza de la vida, porque, Él, crucificado, nos ha redimido con su Vida y ha pagado el rescate al Padre por cada uno de nosotros. El signo de la Cruz es la prueba del Amor del Padre y la Resurrección del Hijo, la salvación de todos los hombres.

Por eso, Señor, volvemos siempre a presentar la misma oración. No hay otra, sino la perseverante súplica para que aumentes nuestra fe. Necesitamos estar presente y mirar hacia la Cruz con esperanza, porque en ella encontramos nuestra salvación. Todo cobra sentido y esperanza desde la cruz, de esa cruz de cada día que duerme, se levanta y camina con cada uno de nosotros cada día. Esa cruz de la mortificación, de la angustía, del cansancio, de la pereza, de la ira, de la vanidad, del rencor, de la envidia, de la comodidad, de la tristeza y la muerte.

Una cruz que sólo soportaremos desde tu Cruz, Señor, porque en Ti encontraremos la Gracia de soportar las mortificaciones y los desvelos, por amor, que nos ayuden a darnos y servir a los que están necesitados de alivio y ayuda. Todo se nubla, Señor, si Tú no estás presente en nuestra vida. La vida se nos hace insoportable sin la fuerza de tu misericordia. En ella encontramos esperanza y fortaleza para reiniciar el camino y regresar a la senda del amor y del perdón.

Perdona nuestros pecados, Señor. Jesús, nuestro Señor, hablas de tu muerte y te encomiendas enteramente a Dios, tu Padre. Dios te glorificará y la Vida triunfará. Caminamos hacia tu Pasión y Resurrección con confianza, convencidos de tu amor y de tu Misericordia. Queremos servirte y seguirte: enséñanos el camino.

jueves, 14 de septiembre de 2017

ME RESULTA PESADA LA CRUZ DE MI VIDA

Esa es la batalla que tengo cada día. Me cuesta hasta levantarme de la cama cada día. Empezar una nueva batalla me resulta pesado y molestoso. Instintivamente busco la comodidad, el entretenimiento, el gozo y la satisfacción de sentirme bien. Busco satisfacer todos mis sentidos y el mínimo esfuerzo. Busco el placer de ser alabado, admirado, escuchado, reconocido y... muchas cosas más.

Y en ese trajín de cada día, llevar un cruz me resulta incómodo, molesto y hasta pesado. Y, más todavía, cuando esa cruz se me atraviesa y me exige esfuerzos, verdad, denuncia, lucha y sacrificio, el mundo se me viene abajo y todo parece derrumbarse. Exponerme a que me insulten, no me reconozcan, no me alaben ni admiren, no me escuchen y, encima, me desprecian o relegan, me resulta muy duro. 

Tienes razón, no es que te resulte, sino que es muy duro. Pera esa es la Cruz a la que subió el Señor. Esa es la Cruz que el aceptó voluntariamente por ti y, también por mí. Esa es la Cruz que le presentó el Padre, y que Él no rechazó, a pesar de todo lo que veía que le venía encima. Es la Cruz por la que vino a este mundo, y se hizo Hombre, naciendo de María. Aquella joven que también aceptó su parte de Cruz, porque ser la Madre del Hijo de Dios no es cosa fácil. En principio le ponía una situación difícil de entender y solucionar.

Pues, a ti y a mí nos presenta Jesús esa Cruz. Su Cruz, que quiere que compartamos con Él. Y lo hacemos en la medida que también nosotros aceptamos la nuestra. ¡Sí, la nuestra! Esa que te encuentras todos los día y que te cuesta mucho empezar cada mañana. Esa, la de cumplir con tus obligaciones; esa, la de esforzarte en amar al enemigo; esa, la de ser responsable y entregarte al servicio; esa, la de matar tu indiferencia y mirar al hermano caído o excluido y tratar de ayudarle. Esa, que te dobla la espalda y te hacer caer una y mil veces.

Esa es tu Cruz, la que Jesús llevó primero y por la que dio su Vida para salvar la tuya. Y la que quiere, y te llama, que tú también compartas con Él. No te va a dejar sólo, sólo quiere que tú confíes y creas en Él y te unas a su Camino. Camino de salvación en el que te acompaña y espera tu colaboración. Sólo tienes que pedírselo y veraz el resultado. Amén. 

jueves, 2 de marzo de 2017

ESTOY DISPUESTO A SEGUIRTE, SEÑOR

Sí, Dios mío, yo y muchos más estamos dispuesto a seguirte. Tú lo sabes, porque puedes leer lo más profundo que se esconde en nuestros corazones. Sí, Señor, lo afirmamos públicamente, porque esa es la verdad que late dentro de nosotros. Y confiamos en Ti, Señor. Es eso lo que nos mantiene expectante y dispuestos a seguirte. Pero, tampoco se te esconde a Ti nuestras debilidades y nuestros miedos.

También, Señor, Tú sabes de eso. De eso que sucede dentro de nuestro pobre, humilde y temeroso corazón. No tememos tanto, que sí, confesamos que si lo hay, al miedo, sino a nuestras débiles y frágiles fuerzas que sucumben ante las tentaciones que en nuestro propio camino nos salen al paso. Tentaciones de todo tipo: de pereza, de pasiones, de lujurias, de ambiciones, de fama, de poder, de vanidad...etc. ¿Para qué ocultarlas si nada se esconde a tu vista, Señor?

Son nuestras peores piedras que nos amenazan lapidarnos a cada instante. Es nuestra sistemática lucha de cada día. Es nuestro caballo de batalla que nos asedia y nos mantiene temeroso y asustado. Y nos debilita. Y Tú lo sabes, Señor. Y porque también nosotros sabemos de tu Bondad, de tu Amor y Misericordia, seguimos adelante y te pedimos fuerza, sabiduría, voluntad y valentía para continuar la lucha sabiéndonos capaces de salir triunfantes.

Sí, Señor, porque Tú has triunfado en tu Camino Pascual. Sí, Señor, porque Tú has vencido a las tentaciones y al pecado. Sí, Señor, porque Tú nos has prometido que quien está contigo y cree en Ti, también saldrá adelante y vencerá al pecado. Y lo creemos, Señor. ¿A dónde iremos sin Ti? Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida y siguiendo tus pasos queremos atravesar nuestra propia pascua. Compartir contigo nuestra muerte y en Ti, por tu Gracia y Misericordia, resucitar.

Danos, Señor, esa Gracia de no desfallecer y sostenernos en la oración y los sacramentos, y unidos a los hermanos, en el camino pascual de nuestro peregrinar,  llegar hasta descansar en Ti. Amén.

domingo, 20 de noviembre de 2016

UNA VIDA DE CRUZ

Cuando no plantamos ni cuidamos la siembra como es debido, la cosecha no es la esperada ni los frutos salen como deseamos. La vida es el resultado de nuestras obras. Si lo que hacemos lo hacemos sin pensarlo bien, sin prestarle atención y cuidados responsables, los resultados serán malos. Eso no tiene nada que ver con las propias dificultades que la misma vida nos presenta, porque la vida es un camino, queramos o no, de cruz, y termina, en este mundo, con la muerte.

Así son los conflictos y los líos. Plantamos mal y no damos los cuidados necesarios a las semillas y luego queremos recoger los mejores frutos. La cruz de nuestra vida va horadando nuestro corazón hasta pedirnos la propia vida. Sin embargo, la Cruz nos salva cuando entregamos la vida hasta la muerte por amor. Los buenos frutos nacen sólo del amor. Y el amor es entrega y servicio.

Dame, Señor, la fortaleza, la sabiduría y la paz, para cada instante de mi vida, y unido al Espíritu Santo, poder ir entregando, como lo hiciste Tú, mi vida. No es fácil en este mundo, donde en tu propia casa nacen los primeros obstáculos que luego se multiplican en la vida de la calle. La cruz nace de las risas, de las burlas, de los sufrimientos, de las incomprensiones y todos los obstáculos que los demás nos ponen por complejos, envidias o auto engaños. La cruz está dentro de tu propia vida, porque, al final, es la cruz la que te salva si eres capaz de abrazarla y de renunciar a tu vida dándola por el bien de otros.

El que pierda su vida la ganará, y quienes la ganen la perderán, Mt 16, 25. Y perderla es entregarla por hacer el bien, a pesar de no ser correspondido, reconocido, ni, incluso aceptado. Eso te pedimos desde este rincón, Señor, ser capaces de ir entregando mi vida por hacer que otros sean también capaces de enderezar las suyas, y la dirijan a Ti. Porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

sábado, 24 de septiembre de 2016

DAME FORTALEZA, SEÑOR, PARA ACEPTAR MI CRUZ



Todos tenemos una cruz. Una cruz que se compone de pequeñas cruces, pero al final, una cruz. La cruz de nuestra vida. Y pasa por delante de nosotros a cada instante. Unas veces puede ser el esfuerzo de una sonrisa; otras veces puede ser la escucha atenta; en algún momento consistirá en compartir la alegría, y en otros, llorar, acompañar, sufrir y aceptar nuestros errores y fracasos. Fracasos de mi vida y de los que caminan a mi lado.

La cruz, nuestra cruz, va con nosotros a todas partes. Muchas veces es ligera y suave, pero otras se hace yerta, dura y pesada. Pero todas valen su peso en ora, porque en todas te estás dando, ofreciendo y compartiendo. Partiéndote en pedazos de pan para alimentar a otros.

Pidamos al Señor que seamos capaces, injertados en el Espíritu Santo, de ser pan partido, pan humilde y pequeño, sencillo y pobre, que, amasado e injertado en la masa, pueda alimentar y alumbrar el Alimento recibido del Señor. Porque esa es nuestra misión, comer el Pan para convertirnos en pan.

Recibir el Pan, partido para nosotros, para también nosotros compartirlo con los demás. Esa es la misión y también, al mismo tiempo, la cruz. La cruz de no ser entendido, correspondido, escuchado y agradecido. La cruz de los que devuelven mal por bien. La cruz de cargar la pesada carga de las incomprensiones y el desprecio hasta llegar a nuestro particular Golgota. 

Danos, Señor, esa sabiduría de mantenernos paciente, esperanzados y misericordiosos a pesar de no entender nada y de experimentarnos cansados, desorientados y hasta perdidos. Danos el don de la fidelidad y de sostenernos firmen en la fe y en la confianza. Amén.

domingo, 19 de junio de 2016

NECESITO TU FUERZA, SEÑOR, PARA REAFIRMARME CADA DÍA



No es fácil. Hay momentos de tribulación, de agotamiento y desfallecimiento. La debilidad se hace presente ante las tempestades y el peso de la lucha de cada día. La convicción es firme, yo, Señor, quiero seguirte, pero las tentaciones y los miedos me amenazan y tensan la fortaleza de mi voluntad. Sé que Tú estás ahí y que cuento con tu ayuda, pero mi esfuerzo se resiste a la lucha.

Mis pasiones y apetencias pesan mucho y me hostigan a cada instante. El desierto me seca la lengua y deseo refrescarla. El mundo me abre sus puertas, y bien anchas para que, no sólo me refresque, sino descanse y me sienta cómodo. Pero mi corazón no se siente bien. Necesita estar contigo, Señor, y asirse fuertemente a tu Mano. Dame la fortaleza de espíritu para, sin mirar atrás, seguir adelante.

Se enciende una luz de Resurrección. La esperanza de una vida mejor y eterna alimenta nuestra voluntad. El camino, aunque pesado, se hace ligero y alimentados por tu Espíritu nos fortalecemos y llenamos de gozo y esperanzas. Sí, Señor, Tú eres el Hijo de Dios. El Mesías que has venido a salvarnos enviado por el Padre. Tú eres la esperanza de nuestra liberación y triunfo sobre la esclavitud del pecado y la muerte.

Sí, nos lo has dicho claro: hay un camino, un camino de cruz, de persecuciones, de escarnio, de sufrimiento y de muerte crucificado, pero hay también una Resurrección. Y eso es lo importante, porque lo otro pasa, es efímero y lo que cuenta es la eternidad. Una eternidad donde todo dolor pasará y sólo queda el gozo, la fiesta y la alegría del amor. Sí, Señor, vale la pena sufrir lo que sea por alcanzar ese Tesoro del que nos hablabas hace días.

Exultante de alegría, Señor, te pido que me sigas alimentado con el alimento de tu Espíritu y me des la sabiduría de perseverar en el camino de cruz que, contigo, seré capaz de soportar y vencer. Amén.

miércoles, 25 de mayo de 2016

LA CRUZ SIGNO DE SALVACIÓN



Parece una contradición, pero sin cruz no hay salvación. Y eso parece más escándalo que salvación. Claro, todos entendemos que la salvación es vivir bien, cómodamente y sin preocupaciones. Ser feliz no está relacionado con el dolor y sufrimiento. ¡De qué felicidad entonces nos habla Jesús?

Lo primero que hay que hacer, al menos yo, es confiar en Jesús. Su Palabra es Palabra de Vida Eterna, y Él nos revela el Amor de su Padre, y que le ha enviado para salvarnos. Entonces, aunque a ti y a mí nos parezca escandaloso lo que dice, démosle nuestra confianza y nuestra fe. Eso, en principio, se llama creer en Él y en su Palabra.

 La parábola del hijo pródigo nos puede ayuda a entenderle. Él nos la ha explicado de forma muy sencilla y clara. El pecado del hijo menor, rechazando la Vida y el bienestar que le había dado su padre tuvo su cruz y tuvo que sufrirla y cargarla hasta cierto tiempo, donde creció en humildad y arrepentimiento contrito, hasta que, movido por el amor del Padre y la acción del Espíritu, regresó a casa.

También nosotros hemos pecado, y tendremos que superar esa cruz de nuestra humanidad limitada por el pecado. Para eso ha venido Jesús, a revelarnos y darnos el Amor del Padre, y a fortalecernos para superar la esclavitud del pecado. Ahí empieza nuestra salvación, cuando comprendemos y aceptamos cargar con nuestros propios pecados y, entregados al Padre, en su Hijo, Jesús, dejar que sean limpiados por su Amor y perdonados por su Infinita Misericordia. Somos el pródigo de la parábola cuando no queremos aceptar ese camino de cruz de regreso a la Casa del Padre.

Pero también, quizás, somos el hermano mayor cuando nos enfadamos porque otros, hermanos nuestros también, aceptamos la cruz de nuestros pecados y, humillados ante el Padre, nos abandonamos a su Amor Misericordioso. Pidamos esa sabiduría de la humildad y el arrepentimiento, para, ser servidores y acogedores de todos aquellos que, como nosotros, decidan emprender el regreso a la Casa del Padre. Amén.

sábado, 30 de abril de 2016

EL CAMINO PRESENTA DIFICULTADES



No es un camino fácil ni cómodo seguir a Jesús. Sería necio quien así lo cree y lo presenta. El mismo Jesús nos lo dice: "Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lc 9, 23). 

Una cruz sabemos que significa. Es una carga pesada que nos crucifica lentamente en la medida que caminamos por nuestra vida. Una cruz nadie la quiere ni la pide, pero, otra cosa, es aceptarla y sumirla por amor. Jesús se entregó a una muerte de Cruz por Amor, para, dando su Vida, salvar la de nosotros. Y nos pide también a nosotros recorrer, cada uno con la suya, el mismo camino.

Hoy, Señor, te pedimos esa fortaleza que, en la paz, el gozo y la alegría, nos dé el poder para superar todos los obstáculos que la vida, nuestra vida, nos va presentando. Sabemos que el mundo, como te ocurrió a Ti, nos odia y nos repudia, pero, sabemos también, que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida, y que el camino del mundo no lleva a ninguna parte, sino a la perdición y la muerte.

Por eso, te pedimos paz, sabiduría y fortaleza para, injertados en Ti, podamos negarnos a las ofertas y tentaciones del mundo, y, cargando nuestra cruz, seguirte sin titubeos y con firmeza. Amén.

jueves, 28 de abril de 2016

DANOS FORTALECE PARA EMPRENDER EL CAMINO SIN TITUBEOS



El camino está claro. Sabemos que tenemos que hacer, porque Jesús nos lo ha dicho muy claro y los apóstoles nos lo han transmitido claramente. No hay lugar a dudas. Y, por si las hubiera, Jesús mismo nos ha indicado que Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Otra cosa es que nuestras fuerzas sean débiles, y nuestra razón, limitada, dude y se deje seducir por sus flaquezas y apetencias. Nuestro egoísmo y satisfacciones tiran mucho y nos pueden. Si optamos por separarnos del Señor, será entonces el diablo quien se brinde a acompañarnos, y le será muy fácil encontrar ocasiones para seducirnos y atraparnos. Porque sabe nuestras debilidades humanas y nuestras flaquezas.

Por eso, Señor, conscientes de que no debemos separarnos de Ti, te pedimos fortaleza para emprender el camino sin titubeos y recorrerlo con firmeza y voluntad. Sabemos que ese camino nos llevará a la plenitud y a la Vida Eterna, porque Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna.

No es fácil vivirlo, porque las tentaciones son muchas, pero, si Tú nos lo manda es porque es posible. Y te has comprometido con estar a nuestro lado, porque sabes que contamos con las fuerzas necesarias para poder vencer. No nos lo mandaría si fuese superior a nuestras fuerzas, porque sería injusto. Nosotros, con voluntad y lucha, esa es la cruz que debemos cargar, e injertado en Ti, podemos vencer.

Padre bueno, danos la Gracia de soportar todos los contra tiempos y tempestades que en el trascurso de nuestra vida se nos presenta, y, confiados y esperanzados en tu Palabra y promesa danos la perseverancia de permanecer en tu Amor hasta tu segunda venida que esperamos confiados y pacientemente. Amén.