Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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lunes, 8 de julio de 2019

¿A QUIÉN PUEDO ACUDIR, SEÑOR, QUE NO SEAS TÚ?

Resultado de imagen de Mt 9,18-26
El mundo no responde a nuestro interrogantes. Es verdad que el dinero y el poder, que normalmente vienen juntos, solucionan muchas situaciones y resuelven muchas dificultades, pero no no satisfacen plenamente, pues la vida no la devuelven ni tampoco la eternidad. Y cuándo nos amenaza la enfermedad, la vejez o la muerte nos quedamos impotente y el dinero no nos soluciona nada. 

Es el caso de ese magistrado que con su hija grave busca a Jesús y en Él deposita toda su confianza. Es también el caso de aquella mujer que padecía flujos de sangre y cree que tocando la orla de su manto, porque no tenía otra solución por su condición de ser mujer y extranjera, se curará de su enfermedad. Y, ésta es nuestra pregunta, ¿lo crees tú también? ¿Lo creo yo también?

A eso nos puede ayudar sin dudarlo y con toda confianza el Espíritu Santo, pues ha venido para eso, para alumbrarnos, para asistirnos, para iluminarnos e irnos aclarando todas nuestras dudas y fortaleciendo nuestra débil fe. Pero, no basta con decírselo una sola vez y esperar con los brazos cruzados. Observemos que aquel magistrado judío fue en busca de Jesús, y eso le llevaría dificultades y tiempo. Y la mujer enferma se atrevió a, el medio de la gente, a tocar la orla del manto de Jesús. Tengamos en cuenta la situación de la mujer de aquella época. Y, además, su condición de extranjera.

¿Buscamos nosotros a Jesús? ¿Le pedimos que nos de el don de la fe y que nos la aumente cada día? ¿Nos molestamos en ello? ¿Le buscamos entre los hermanos, con los hermanos y en la Iglesia? Pongámonos en camino, tal y como nos decía ayer el Señor. Tratemos de caminar y, a pesar de las dificultades, nunca dejar de pedirle que nos dé esa fe de aquel magistrado judío o aquella mujer enferma. Él también nos escuchará y nos dará el remedio y la solución que mejor nos conviene. Amén.

lunes, 6 de mayo de 2019

DAME SABIDURÍA, SEÑOR, PARA BUSCAR EL ALIMENTO QUE PERDURA

Resultado de imagen de Jn 6,22-29
Lo importante en la vida, eso siempre lo he tenido claro, es buscar el verdadero Tesoro. Porque, hay muchos tesoros que, al rasparlos superficialmente descubre que están hecho de herrumbre y material corrosivo. Luego, descubierto esto sabes que su valor es aparente y no de gran importancia. Así, descubres que en la vida hay muchas cosas cuyo valor es aparente. Las apariencias engañan, y no sólo con el valor de las cosas, sino también en las mismas personas.

Por eso, Señor, te pido que me des la sabiduría de saber discernir lo bueno de lo malo; lo real y verdadero de lo falso y aparente. La vida tiene muchas cosas que nos entran por los ojos, pero luego observamos y experimentamos que su valor es engañoso. Nada que perece tiene un gran valor. Quizás, puede ser que su esplendor y hermosura sea un espejismo que, tan pronto como nos deslumbra desaparece. Esas cosas ocurren en la vida misma. Tratamos de conservar la salud y gastamos, quizás, más esfuerzos y tiempo conservando algo que está destinado a morir. 

Porque, nuestra vida terrenal tiene que pasar por la muerte. Tiene que destruirse para luego resucitar con un cuerpo glorioso como nos ha mostrado nuestro Señor Jesús. Por eso, hoy nos dice que busquemos el alimento que perdura, no el de aquí abajo que se corrompe y desaparece. Estamos llamados a una Vida Eterna, y esa Vida Eterna no nos la da las cosas de este mundo, sino sólo la fe en el Señor y viviendo en y según su Palabra.

Por lo tanto, busquemos al Señor motivados por el alimento espiritual, que es el que nos da la Vida Eterna. Y eso lo hacemos tratando de vivir en su presencia por medio de la oración y los sacramentos y perseverando en la comunidad. Pidámoslo con confianza y con perseverancia. Recordemos lo que nos ha dicho el Señor:  Pedir y recibiréis; buscar y hallaréis; tocar y se les abrirá. Y eso, Señor, siguiendo tus mandatos y Palabra hacemos. Amén.

miércoles, 16 de enero de 2019

MIÉRCOLES DE LA PRIMERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


Resultado de imagen de Mc 1,29-39


H I M NO

Buenos días, Señor, a ti el primero
encuentra la mirada
del corazón, apenas nace el día:
Tú eres la luz y el sol de mi jornada.

Buenos días, Señor, contigo quiero
andar por la vereda:
Tú, mi camino, mi verdad, mi vida;
Tú, la esperanza firme que me queda.

Buenos días, Señor, a ti te busco,
levanto a ti las manos
y el corazón, al despertar la aurora:
quiero encontrarte siempre en mis hermanos.

Buenos días, Señor resucitado,
 
que traes la alegría
 
al corazón que va por tus caminos
¡vencedor de tu muerte y de la mía!

Gloria al Padre de todos, gloria al Hijo,
y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos te alabe nuestro canto. Amén.

viernes, 16 de noviembre de 2018

¿SABEMOS REALMENTE QUÉ BUSCAMOS?



Resultado de imagen de Lc 17,26-37
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Pararnos y preguntarnos ¿a dónde vamos? es algo que necesitamos urgentemente. Sobre todo los que no lo hacen, porque, sucede que caminamos y no sabemos a dónde realmente vamos. El camino, a pesar de que parece largo y no se ve el horizonte, engaña y está más cerca de lo que creemos. Para muchos puede estar a la vuelta de la esquina, y para otro un poco más lejos. Pero, tanto para uno como para otros llega sin darnos cuenta. Y cuando llega ya no hay tiempo ni remedio.

Eso nos exige estar preparado, porque el final todos lo conocemos, pero no sabemos la hora, el momento ni tampoco el resultado. Resultado que estará en consonancia con lo que has hecho de tu vida respecto al tiempo. ¿Dónde lo has gastado? ¿Cómo lo has empleado y de qué forma? En base a eso tendrás tu respuesta. Porque, te puede ocurrir que lo has tomado para ti, para satisfacer tus caprichos, tus apegos, tus satisfacciones y diversiones, pensando solamente en ti. Y, claro, has tenido ya el cielo, por decirlo de alguna manera que has elegido y querido.

La advertencia de hoy de la Palabra de Dios es escalofriante. Y no quiere asustarnos sino advertirnos, porque estaría mal cogernos por sorpresa sin avisarnos. Nos advierte con toda buena intención de lo que nos puede pasar. Somos libres y podemos gastar nuestra vida como queramos, pero también somos responsables y tendremos que asumir el camino que hemos elegido. 

Por eso, consciente de lo que nos cuesta enderezarnos y vivirlo en la Voluntad de Dios, unidos en oración, elevamos al Padre nuestras súplicas para pedirle que nos ilumine, nos dé sabiduría y fortaleza para gastar nuestro tiempo en servir y ayudar al necesitado. Es un camino duro, preocupante y de servicio. Sobre todo de renuncia, pero seguro de que cuando llegue el momento final seremos gratamente sorprendidos y acogidos en la Gloria de Dios Padre. Eso te pedimos, Señor, confiados en tu Amor y Misericordia. Amén.

jueves, 8 de noviembre de 2018

TENLO POR SEGURO, JESÚS TE BUSCA

Resultado de imagen de Lc 15,1-10
No hay otra forma de entenderlo y nuestro sentido común lo descubre así. Dios, tu Padre, te busca, y lo hace en su Hijo Jesús, el Mesías enviado a rescatarte del pecado. Tú puedes desoír su voz, sus pasos y hasta esconderte, pero Él seguirá buscándote hasta el final de tus días y tu libertad.

Y te busca porque quiere salvarte; quiere encontrarte para alejarte del peligro y trampas que este mundo te tiende. Quiere rescatarte del engaño de este mundo y llevarte a la Mansión de su Padre. Por eso te busca y se acerca a ti. No busca a los que no están en peligro, sino a los que, incluso creyendo que no lo están, están, valga la redundancia, en riesgo máximo de perderse para siempre.

Por eso, las circunstancias exigen un acercamiento y una búsqueda incesante. Y, también una fiesta si el resultado es de encuentro y vuelta a casa. El triunfo y la victoria termina siempre con fiesta. No se celebra la pérdida sino la victoria. Y encontrar a la oveja perdida exige festividad y alegría.

Hoy, Señor, conscientes de nuestras debilidades, de nuestras malas inclinaciones, de nuestras dificultades, propias de nuestra naturaleza, te pedimos que no dejes de buscarnos, de alumbrarnos el camino, de reclamarnos y de asirnos con tu Mano al sendero de la verdad y de la vida. Queremos, Señor, ser de tu redil y permanecer en Él, porque es allí donde encontramos el verdadero y único Camino, Verdad y Vida.

Por eso, Señor, queremos agarrarnos a tu Palabra, a tus sacramentos y a tu Iglesia, para que no perdamos nunca el camino que nos conduce hacia Ti. En ella encontramos los signos, el camino, la fortaleza de los sacramentos y la orientación de la Palabra. Gracias, Señor. Amén.

jueves, 27 de septiembre de 2018

ACTITUD DE BÚSQUEDA

Resultado de imagen de Lc 9,7-9
Siempre me ha parecido que la actitud es algo muy importante y decisivo. Respecto a la fe, la actitud de búsqueda es fundamental. Sin actitud no podrás encontrar ni descubrir nada. Se necesita una activa y ardiente actitud de búsqueda para encontrar a Jesús Eso supone estar ansioso y con deseos de conocerle, de saber que nos dice y que quiere de nosotros.

Es lógico y de sentido común que hay que darlo a conocer, pero sólo escuchará aquel que está inquieto y busca esa felicidad y que experimenta que en el mundo no la encuentra. Ese abrirá los oídos y tendrá la mirada pendiente y activa por encontrarle. Lamento con tristeza la apatía de este mundo en el que vivo. No detecto hambre ni deseos de conocer a Jesús. En mi experiencia en cursillos de cristiandad me vaciaba por despertar ese deseo que no encontraba y que resultaba como predicar en el desierto.

Y continúa cada vez peor. El mundo está instalado en el consumo, la vida cómoda, individual, a pesar de una apariencia asociativa y de grupos y respira al ritmo que el mundo le marca. Son muchos los que no quiere oír nada respecto a Dios y otros muchos se hacen un Dios a su medida. En ese contexto la Iglesia sigue su camino con dificultades y también con oscuridad dentro de sí misma. No entiendo que es lo que sucede, pues la personalidad de Jesús es impresionante y llena total de esperanza.

A veces experimento que vivo en un mundo de necios que, creyéndose muy inteligentes y capacitados para triunfar en este mundo, pierden el más grande tesoro tal es la Vida Eterna. Y peor todavía cuando lo que buscan es realmente eso, pero erran y erran sometidos y esclavizados por el mundo. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida que todos buscan, pero que sólo algunos encuentran. 

Él nos dijo que buscásemos, que pidiéramos y que insistiéramos, porque sólo los que buscan, perseveran, llaman, piden encuentran. Sigamos con insistencia ese mandato de Jesús y abrirnos a su Palabra y encontrar esa felicidad eterna que realmente buscamos. Amén.

miércoles, 9 de mayo de 2018

TODOS BUSCAMOS LA VERDAD

Resultado de imagen de Jn 16,12-15
El camino de la vida consiste en la búsqueda de la verdad. Si nos paramos y pensamos un poco, nos damos cuenta que perseguimos la verdad sin desmayo. Todos nuestros movimientos están dirigidos a la verdad. ¿Acaso podemos vivir sin la verdad? La verdad nos cuestiona y remueve nuestra conciencia, hasta el punto de agitarla, despertarla e intranquilizarla y desvelar todo secreto que trata de ocultarla. 

Sin embargo, el hombre no consigue despejar su horizonte. Es víctima de sus propias esclavitudes y se hunde en su propio lodazal de mentiras y oscuridades. Y no encuentra la luz que pueda alumbrarle el camino que le emerja de ese profundo pozo de hipocresía, falsedad y mentira. Necesita ayuda; necesita luz, pero no busca donde pueda encontrarla sino afuera, donde no hay sino tiniebla y oscuridad.

El hombre se pierde en su propio mundo, porque no ha sido creado para este mundo, sino para otro, que no tiene final, porque es eterno. Éste se acaba y si se queda en él habrá perdido la oportunidad dichosa de ser eternamente feliz en plenitud. Toda su vida quedará sumida en la mayor de las angustias y los peores sufrimientos. Su salvación depende de recibir la luz, y ahí entra la buena noticia del Evangelio de hoy: 
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».

La buena Noticia es que tenemos al Espíritu Santo, y Él nos guiará y nos dará todo lo que necesitamos para encontrar la verdad y el buen camino. No la verdad a media, sino la Verdad completa que se irá revelando en cada uno de los que se abren a su acción. Pidamos esa Luz que está dentro de nosotros, lugar donde debemos buscar, y pidamos para que todos los hombres desorientados, esclavizados por los afanes del mundo y sus placeres, busquen la verdadera luz, no la del mundo, opaca y caduca, sino la Luz que nos viene dada en el Espíritu Santo. Amén.

domingo, 1 de abril de 2018

AMOR Y BÚSQUEDA

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Cuando realmente amas buscas una salida a ese amor. Porque, el amor no se conforma con una despedida, sino que persigue y desea la eternidad. Tanto María Magdalena, como Juan y Pedro salen, avisados por ésta, corriendo hacia el sepulcro, porque la piedra ha sido rodada. Corren porque la llama de su amor todavía esta viva; todavía arde dentro de sus corazones. Y son recompensados con la ausencia de Jesús en el sepulcro. No está allí, y eso significa que ha Resucitado.

Todo empieza a tomar orden en el puzle que todavía los apóstoles no han entendido. Ahora todo empieza a tener sentido y significación. Jesús, el Señor, ha Resucitado. Él lo había dicho. Su Cuerpo, Templo del Espíritu Santo, ha sido construido en tres días. Jesús es el Señor, el Hijo de Dios Vivo. ¡Alabado y glorificado sea su nombre! ¡Bendito sea el nombre del Señor!

Señor, te pedimos en este día de gloria y exaltación que nuestra fe se vea fortalecida y aumentada en el camino que todavía nos falta por recorrer. Que cada día sea mayor y más madura, y que sea una fe más entregada, más dada, más ágape. Una fe que tras el recorrido de su inseguridad  - dodim - va alcanzado la madurez del agapé, de la entrega y de la plenitud.

Hoy permanecemos alegré, exultantes, llenos de esperanza y alegría. Sabemos que el camino nos presentará dificultades y momentos difíciles donde el discernimiento necesita fortaleza y desprendimiento. Sabemos que también nosotros tenemos que sufrir nuestra propia pascua, pero, sabemos también que en Ti, Señor, resucitaremos por tu Gracia y para permanecer contigo para la eternidad en plenitud de gozo y felicidad. Danos, Señor, esa sabiduría cada día de nuestro camino para amanecer siempre con la esperanza de empezar una nueva resurrección.

Porque, cada día, empezamos a construir nuestra resurrección con el esfuerzo de nuestra conversión. Porque, cada día, es una nueva oportunidad para preparar nuestra resurrección con el esfuerzo del amor que recibimos de Ti, Señor. Amén.

jueves, 18 de enero de 2018

LA UNIDAD SE NOS RESISTE


Nuestro destino es estar unidos. Unidos en la familia, en los grupos, en los pueblos, naciones... Unidos en la Iglesia. Sin embargo, podemos decir que ese en nuestro mayor pecado, porque no logramos permanecer ni vivir unidos. La unidad, diríamos, se nos resiste. ¿Por qué? Nuestra soberbia; nuestra suficiencia; nuestro orgullo; nuestros egoísmos; nuestros..., y así tendríamos muchas cosas que limar y de la que arrepentirnos.

Pero, esa es la lucha y la batalla que libramos cada día aquellos que queremos, a pesar de nuestras pequeñeces y pecados, avanzar y perfeccionarnos. Esa es la batalla de cada día que libramos en el Espíritu Santo, que nos guía y nos orienta, y en el que confiamos que nos irá perfeccionando y liberando del pecado que nos aprisiona y esclaviza.

Porque, es muy atrayente cuando todo sale rodado, tal y como pensamos y como nos gusta. Nos atrae un Jesús que cura, que habla muy bien y dice cosas que nos gustan, que queremos y que nos hacen la vida más agradable. Frecuentemente he visto a mucha gente que salen alegres, exultantes de alegría y hasta algo apresurados a vivir la Vida de la Gracia después de vivir un cursillo de cristiandad o un retiro espiritual u otro espacio espiritual. Sus entusiasmos son notables y eufóricos, pero, luego, pasado un tiempo todo empieza a desvanecerse.  Llegada la tempestad, el cerco de la rutina, las dificultades y la convivencia de cada día, todo se vuelve duro y exigente. Entonces todo se derrumba y te preguntas, ¿es que no había fe? ¿Dónde está la confianza? ¿Eran apariencias? ¿Una fe superficial?

Jesús se hace presente en nuestra vida cuando tú lo buscas con verdaderos deseos e inquietud. Jesús se hace presente en tu vida cuando estás atento a esas estrellas, como los magos de oriente, que alumbran tu vida y que te señalan el camino a Belén. Porque, cada día nace una nueva estrella que te indica la medida de tu fe y la forma de acrecentarla. Cada día hay una nueva señal. No llamativa, ni heroica ni hermosa, quizás pequeña, escondida, humilde.

Puede ser un pequeño detalle; una sonrisa; una paciente escucha; un deseo de ayudar; una atenta mirada y delicado servicio; un pequeño sacrificio que ayuda a soportar que haya paz, y muchas otras cosas más. Cada día tienes una y mil oportunidades de amar. Pidámosle al Señor que nos dé luz para verla y vivirlas. Amén.

lunes, 20 de noviembre de 2017

INTERESADO EN ENCONTRAR A JESÚS

lucas 18_35-43 - ciego
Sucede que muchas personas se topan con Jesús, pero no están interesados en conocerlo. A muchos invitamos a conocerle, y, algunos, acuden, pero pronto se van. No les interesa lo que oyen o no están interesado en saberlo. Simplemente se sienten bien y no necesitan médico. Será difícil motivarlos y descubrirle que somos esclavos y necesitamos al médico que nos libere de esa esclavitud.

Y eso no se experimenta en unos ejercicios, asambleas o celebraciones. Puede experimentarse, pero por regla general no ocurre. La experiencia nos dice que muchas personas lo experimentan y se quedan igual y dejan de acercarse. Posiblemente buscaban otra cosa o en otro lugar. No es el caso del ciego del Evangelio de hoy. Ese sí estaba atento y, a pesar de no ver, estaba vigilante a la escucha de que ese Jesús, del que él había oído hablar pasara por allí.

Y sucedió, como nos cuenta el Evangelio que ocurrió, y, Bartimeo, que así se llamaba el ciego, empezó a gritar y a llamar la atención de Jesús. No le importaba que le reprendieran o le mandaran a callar. Él quería ver a Jesús, pues confiaba que podía abrir sus ojos si Él lo quería. Y su insistencia fue tal que logró atraer la atención de Jesús.

No quiero pararme en lo que sucedió después, sino en reflexionar sobre la actitud que tenemos nosotros. ¿Es como la de aquel ciego? ¿Queremos y buscamos a Jesús para que nos abra los ojos y poder ver la luz que nos ilumina el camino de conversión? ¿Estamos en esa actitud hasta el punto que no nos importa la dificultades que tengamos para llegar a Él?

Pidamos esa actitud y pongamos todo lo que está de nuestra parte estando atentos, vigilantes y dispuestos a dejarnos encontrar con el Señor. El quiere curarnos de esa nuestra ceguera suficiente e iluminarnos para que reconozcamos nuestra indigencia y necesidad de sanación. ¡Señor, que vea la luz que realmente nos salva y nos conduce a Ti! Amén.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

¿BUSCAMOS NOSOTROS AL SEÑOR?

Es posible que busquemos al Señor, pero, ¿cuáles son nuestras intenciones? Porque, puede ser que lo busquemos por algún problema que tengamos, y que elevemos nuestra mirada al Cielo cuando la enfermedad nos ataca, o cuando las dificultades nos amenazan seriamente. Entonces nos acordamos de Él. Pero solucionado estos problemas, todo queda olvidado y volvemos a nuestra rutina diaria.

La actitud de búsqueda comporta la medida de nuestra fe. Porque, seguir al Señor es para caminar detrás de Él, escuchándole, atendiéndole y esforzándonos en responderle a cada momento. Es una actitud de seguimiento abierto y sin condiciones, aunque nos cueste cumplirlas y le fallemos en cada momento. Sin embargo, nos reafirmamos en seguir y mejorar con su Gracia.

No se trata de buscarle cuando nos interesa, sino descubrir que Él es el único Camino; la única Verdad y la única Vida Eterna. Él siempre nos interesa, porque Él es nuestra esperanza de salvación. Verdad es que seguirle no va a ser fácil, porque implica muchos sufrimientos y peligros; implica muchos riesgos y amenazas y nos complica fuertemente la vida. Seguirle conlleva renuncias, olvido de ti mismo, entrega y despojos de todas tus apetencias. Es tremendamente difícil. Diría imposible para cada uno de nosotros.

Sin embargo, muchos lo han conseguido. Son los santos que ya gozan de su presencia en el Cielo. Por lo tanto, ellos nos descubren y nos dejan en evidencia si nosotros no pensamos que también, con y en el Espíritu Santo podemos lograrlo. Para eso ha venido en nuestro Bautismo el Espíritu Santo, para acompañarnos a esa tarea de ser santos. Es lo que el Señor quiere y nos pide, pero no nos deja solos y nos da todo lo que necesitamos.

Simplemente, así de sencillo, aunque sea fuerte y duro, necesita tu y mi colaboración. Nuestro esfuerzo confiado y esperanzado de que en Él podemos y estamos llamados a ser santos. Pidámoslo con confianza y esperanza, confiados en su Misericordia y Amor. Amén.

miércoles, 11 de enero de 2017

LO PRIMERO, ORAR, PARA LUEGO...

El alimento es necesario porque sin él no podríamos realizar nuestras labores de cada día. De igual forma, el alimento espiritual nos es necesario, para poder realizar nuestras labores espirituales. Y dentro de ellas, la más importante es la oración. La oración que nos relaciona con el Señor y nos prepara para todo lo demás. Sin oración no podríamos conocer a Dios, y sin conocerle, ¿cómo llegaríamos a permanecer en Él y a alimentarnos de su Cuerpo y Sangre?

Jesús, con su vida y sus obras, nos enseña a buscar tiempo para todo. El día da para, según nuestras capacidades, encontrar lugar para realizar nuestras responsabilidades y, entre ellas, la de estar con el Señor. Puedes orar, apartándote de todos y, reflexionando, entablar diálogo con Él; puedes orar teniendo presenta al Señor en el trabajo, en la calle, con los amigos y en todo momento. No se trata de estar rezando, pero sí tomar conciencia de que todos mis actos deben estar aprobados por y en la presencia del Señor. Y eso es rezar.

Se trata de que cuando hago algo concreto debo de tomar conciencia que estoy con el Señor, y hacerlo como si estuviese con Él; cómo si Él me mirara o lo hiciera conmigo. Es decir, hacerlo siempre lo mejor que pueda y responsablemente. Se trata de vivir en su Palabra y de conformar mi vida según sus enseñanzas. Y para eso necesito orar, orar mucho, tanto con la vida como con la Palabra.

Pidamos al Señor esa virtud. La virtud de saber distribuir nuestro tiempo y de permanecer en el Señor todas las horas del día, ya sea trabajando, descansando u orando. Porque todo lo que hagamos si lo hacemos en y para el Señor, lo convertimos en oración. A pesar de que no nos acordemos; a pesar de que se nos vaya el santo al cielo; a pesar de que nos distraigamos...etc. El Señor sabe nuestra intención y convierte todos nuestros actos en verdadera oración.

Pidamos al Señor que nos dé fortaleza para perseverar siempre en la oración y, así, cumplir también con todas nuestras obligaciones de orden temporal. Amén.

miércoles, 4 de enero de 2017

BUSCANDO AL SEÑOR

Para buscar hay que ponerse en camino. Y, a veces, arrancar cuesta. Sobre todo cuando estamos cómodos e instalados. Por eso, los encuentros exigen movimientos y sacrificios. Y los sacrificios renuncias. A los pobres y desprendidos les cuesta menos el moverse, porque necesitan hacerlo. Buscan una mejoría y un bienestar con más futuro. Están en movimiento.

No puedes encontrar a Jesús en estado pasivo. Necesitas llamar, tocar, pedir. Y hacerlo con insistencia y perseverancia. Jesús está a tú alcance, pero te exige camino, camino de conversión. Juan Bautista ha preparado el camino, y tú tienes que poner también de tu parte. El tiempo de nuestra vida es un constante camino de conversión y lo verdaderamente importante es aprovecharlo.

Pidamos por intercesión de todos aquellos que han sabido buscarle, a los apóstoles, en especial a Andrés y el otro discípulo que le acompañaba y a María, que le acogió en su seno, que nos muestren el camino para, fortalecidos con sus ejemplos, aprendamos a seguir a Jesús y responder a su llamada. Pero, sobre todo, abrámonos a la acción del Espíritu Santo y dejémonos llevar por sus impulsos con humildad y confianza, con actitud de servicio y sencillez.

Porque no buscamos el éxito, ni el lucirnos, ni el triunfo ni que las cosas salgan como queremos, sino la Gloria de Dios. Y será el Espíritu Santo quien nos llevará por los caminos que nos conviene que, sin nosotros comprenderlo, serán los caminos que quiere el Señor. Porque es Él quien hace todo y quien recogerá también todo.

Danos, Señor, la paciencia y la sabiduría de descansar en tu Poder y Misericordia, y, como esos dos discípulos, impulsados por la señal de Juan salieron a tu encuentro, que también nosotros, impulsados por el Espíritu Santo recibido en nuestro Bautismo, salgamos a tu encuentro y permanezcamos toda nuestra vida contigo. Amén.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

CEGADOS POR LA CARNE HERIDA



No sabemos caminar en tu búsqueda Señor. No sabemos caminar, porque lo hacemos sólo pensando en nuestras apetencias materiales y en la sanación de nuestras dolencias y enfermedades. Es muy importante que descubramos nuestra miseria humana. Somos pecadores, heridos por el pecado original de nuestros padres y no podemos prescindir de esa terrible enfermedad.

Ayúdanos a descubrirnos enfermos, pero más enfermo del espíritu que del cuerpo. Bien, es verdad, que necesitamos que nos sane también el cuerpo, porque mientras caminamos hacia Ti necesitamos ir aliviados y con alegría. La enfermedad nos entristece y nos duele, y así, Señor, Tú que lo has experimentado en la Cruz, sabes lo difícil e imposible que resulta para nosotros, porque sin Ti, nuestro dolor pierde sentido y se nos hace cuesta arriba.

Sólo en Ti todo se torna luz, claridad, esperanza y deseos de vivir, porque aunque el dolor de este mundo nos venza con la muerte, sabemos que en Ti volveremos a la Vida, y una Vida gozosa y llena de Paz en tu Divina presencia.

Por eso, Señor, contigo todo cambia y lo que nos resulta invencible sin Ti, contigo es superable y vencible. Te pedimos, Señor, que nos alumbres el camino y nos des la sabiduría de buscarte por la verdadera y única razón, lo demás son simples añadiduras que Tú también sabes que necesitamos y, en la medida que sean para nuestra salvación, nos darás.

Porque lo único que importa es permanecer junto a Ti y el Padre para siempre en el gozo y la paz infinita. Porque Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida.

jueves, 7 de agosto de 2014

SÓLO TÚ, SEÑOR, MERECES LA PENA DE CONTEMPLARTE Y VERTE



Es gozoso llegar a pensar, como hace ya bastante tiempo dijo Santa Teresa, que aunque no existieses Señor, yo seguiría buscándote y anhelando encontrarte para contemplar tu supuesta Gloria y Belleza. Casualmente, ¡qué coincidencia con este pensamiento ahora, Señor! Hace unas horas, un buen amigo al que veré mañana, notó cierta alegría y entusiasmo al hablarnos por teléfono y supuso que me encontraba bien, nos preguntábamos por la salud, pues mi tono de voz y alegría le transmitía esa señal.

Y, sin saber como ni por qué, supongo que el Espíritu me suscitó tal comentario, respondí que los cristianos vivimos, al margen de nuestros problemas de salud, con la esperanza de que eso será pasajero y de que al final gozaremos de la felicidad y paz eterna. Asintió confirmando que eso era evidente. Y es verdad, porque aunque no existieses, Señor, será mejor vivir buscándote y esperanzado en Ti que descansar y apoyarme en las cosas de este mundo.

Sin darme cuenta he comprendido la experiencia de santa Teresa que le arrancó esa hermosa expresión de su corazón. Pero, despierto, Señor, de ese ilusorio sueño, porque Tú estás aquí y me esperanza descansa en Ti, pues has Muerto y Resucitado para llenar toda mi vida de verdadera y real esperanza.

Y, hoy Señor, tu Palabra me regala esa hermosa experiencia de Pedro, Santiago y Juan, a los que regalas la hermosa visión de contemplarte en tu Gloria. Y haces que mi corazón rebose de entusiasmo, de alegría y de plenitud en la esperanza confiada en tu Divinidad y, por tu Misericordia y Amor, aguardar tu venida para, en tu presencia, gozar de la plenitud de tu Amor. Amén.

lunes, 31 de marzo de 2014

MUÉVEME SEÑOR PARA BUSCARTE Y AMARTE



No tengo otra alternativa sino la de buscarte. Empiezo a sufrir por aquellos amigos que, estando seriamente enfermos, pasas inadvertidos entre ellos. No les mueve la necesidad de curación tu Palabra y tu Persona. Son ciegos que buscan curación entre ciegos, porque a lo más que pueden aspirar es a alargar sus vidas y sus sufrimientos unos segundos más.

Te doy gracias Señor por  darme la fe de creer en Ti y buscar tu presencia para suplicarte curación y salvación eterna. Quiero, Jesús, que me des de esa agua que salta hasta la vida eterna que ofreciste a la mujer samaritana. No quiero quedarme impasible y con los brazos cruzados. Yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo que has venido para salvarnos de la esclavitud del pecado.

Quiero seguir tus pasos y tratar de, con tu Gracia y la asistencia del Espíritu Santo, esforzarme en vivir a tu Estilo, en tu Verdad y según tu Palabra. Necesito tu Aliento y tu Fuerza para servirte en los hermanos y amarte en los hombres, incluso en mis enemigos.

Muéveme Señor para que te busque sin descanso confiado que en Ti encontraré el camino de salvación.


martes, 20 de noviembre de 2012

¿ESTOY SEGURO QUE NO ME ESCONDO?

 Según la enseñanza de los rabinos en el tiempo de Jesús, ...

Porque ocurre que hay muchas maneras de sentirse perseguido, y también muchas maneras de huir. Supongo que me escondo cuando huyo de mis responsabilidades y también cuando me dejo arrastrar por mis comodidades y apetencias. Sí, es una manera de sentirse perseguido, pero una persecución interna quizás más dura y peligrosa que las externas.

Zaqueo al parecer la superó, porque saltó por encima del que dirán de sus paisanos, amigos y enemigos, y venciendo la timidez o cualquier otro complejo que le perseguía soltó su curiosidad para moverse, buscar y ver a Jesús. Porque no se puede hablar de Jesús sin conocerle, y de bobo sería negarlo sin apenas saber nada de Él. 

Vale la pena conocer a Jesús, enterarse de su actitud ante la vida, ante la justicia, ante los hombres. Saber qué piensa y sobre todo qué hace. Sin ese conocimiento no se puede hablar, y sobre todo mal de Él. Por eso, creo que Zaqueo fue muy inteligente, más que como recaudador y avispado para ganar dinero. Supo buscar, conocer y, por supuesto, encontrar el  verdadero Tesoro que es conocer a Jesús.

Por eso, Señor, solo te pido que me des la sabiduría como Zaqueo y otros que, movidos por tus obras y tus enseñanzas, saltaron como Bartimeo para buscarte en el camino. Dios mío, alumbra mi vida y mis actos para que antes de apartarme de Ti y de serte indiferente, mi vida se apague. Amén.