Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 26 de abril de 2017

¡SEÑOR, QUIERO SER SAL Y LUZ!


¿Qué será de mí, Señor, si no soy sal y luz que alumbre mi camino por este mundo? Esa es mi lucha y mi batalla, y también mis miedos y temores. Dame la paz de ser paciente y confiado en tu Palabra y perseverante en ella. Dame la sabiduría de saber derramar humildemente tu Evangelio y tu Palabra de salvación.

Despójame, Señor, de todas mis ataduras e inclinaciones al mal, y fortalece mi voluntad para hacer la Tuya. Ilumina mi vida y llénala de sentido, de alegría y de paz, para que también pueda ser luz, aunque pequeña, para otros. Y, también, Señor dame la capacidad de aceptar mis limitaciones y mis fracasos, y de saber que, todo me viene regalado de Ti, y como tal debo darlo yo a los demás.

Y en ese sentido y actitud seré, como Tú me indicas hoy, sal y luz para los que me rodean en mi camino hacia Ti. Dame esa paz y paciencia que necesito para aceptar todas las dificultades, y también fortaleza para vencer las seductoras tentaciones que este mundo ofrece a mi débil humanidad. Lléname, Señor de tu Espíritu para, fortalecido en Él, ser fuerte y vencer el mal que me asedia y me tienta.

Revísteme, Señor, de esa capacidad de ser coherente y de poner mi vida en proporción a mi fe, para que mis actos vayan de acuerdo con mis pensamientos y mi forma de vivir. Pero, también, a saber aceptar tu voluntad y las dificultades que surgen en mi propio camino ocasionadas por los otros. Darme cuenta que en muchos momentos obedecer y aceptar la voluntad de los que están junto a mí puede ser el detonante para lograr lo que creo debo hacer.

A veces, la obediencia, a pesar de que sea algo que nos parece equivocado, puede ser el camino para lograr lo que realmente pensamos y queremos hacer en el Espíritu Santo. Pidamos al Espíritu que nos dé esa sabiduría y esa Gracia para siempre dejarnos llevar por Él. Amén.

martes, 25 de abril de 2017

MISIONADOS A PROCLAMAR LA VIDA ETERNA

No es cuestión de apuntarse o no apuntarse; no es cuestión de poner condiciones y quedarse a medias aguas, es decir, ahora sí y ahora no. Hoy puedo y mañana no puedo. Es cuestión de entregarse a la misión con toda tu ilusión y esfuerzo en la medida de tus posibilidades, carismas y circunstancias. Porque, misión es también proclamar, con tu vida, tu esfuerzo y tu testimonio, en tu trabajo, tu familia, tus ambientes y amigos.

Es expresar con todo tu ser que Dios es tu meta y tu vocación. Es manifestar con tu vida que la gran vocación con Mayúscula de tu vida es el Amor. El amor entregado y sin condiciones, tal y como te lo ha entregado nuestro Señor Jesucristo enviado por el Padre. Porque se trata de darte, pero darte en toda la extensión de la palabra, darte plenamente.

No puedes dejar nada para ti. Claro, tendrás que descansar, reparar fuerzas y tonificar tus esfuerzos, pero entregado integramente y sin descanso. Ya vendrá y llegará el día que recibirás el ciento por uno definitivo, aunque, también ahora lo estás recibiendo. Pues recibirás en la medidas que des. Todo lo que te guardes para ti, quizás de forma egoísta, lo tendrás que devolver, porque lo que no sea dado, con y por amor, será exigido como recompensa ya disfrutada y, desgraciadamente, en una escala finita y de mala reproducción.

Porque nada es comparable con el gozo y la felicidad que, nuestro Señor, nos prepara a todos aquellos que son capaces, injertados en Él, dar todo lo recibido en aras de amor sin condiciones. Y eso te pedimos encarecidamente y postrados a tus pies. Danos, Señor, esa fortaleza y capacidad de no desfallecer, ni de tampoco guardarnos nada para nosotros. Incluso en esos momentos oscuros en los que no entendemos nada y todo parece ingrato, pérdida de tiempo y sin frutos.

Nos ponemos en tus Manos, Señor, y nos entregamos confiados en tu Gracia y obediente a tus mandatos. Sí, mi Señor, obedecemos y vamos por el mundo, en tu Nombre, a proclamar el Evangelio.

lunes, 24 de abril de 2017

NACER DEL ESPÍRITU

Es difícil encontrar la Luz cuando vives y te mueves en la oscuridad. Porque, dentro de la oscuridad nunca llegas a vislumbrar la Luz y te pierdes por el camino. Se necesita morir a esa oscuridad y volver a nacer desde el Espíritu Santo. En Él podemos nacer a una Vida Nueva liberados de las ataduras de las tinieblas y del pecado.

Pero eso exige un cambio en la ruta y una disponibilidad para la conversión y para el Bautismo. Sólo en él nacemos a una vida nueva y tendremos la fortaleza de morir a la vida vieja de la carne y el pecado. Pero no depende de nosotros, aunque tengamos parte en la tarea, pues somos libres, pero esa libertad tendremos que perderla voluntariamente y ponerla en Manos del Espíritu Santo, para que sea Él quien la oriente, la dirija y la haga fructificar.

Pidamos esa Gracia, para que nuestro compromiso Bautismal dé los frutos que de él se espera, Pero, para ello, pongámonos en Manos del Espíritu Santo, que hemos recibido en día de nuestro Bautismo y, asistidos por Él, perseveremos en el Camino, en la Verdad y en la Vida que marca nuestra ruta en el horizonte del nacimiento a una Vida Nueva.

Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros la llama del Amor. Envía, Señor, tu Espíritu, y nuestro corazones serán creados de nuevo, transformados de nuevo y nacidos a una Vida Nueva según tu Voluntad. Amén.

domingo, 23 de abril de 2017

EL SEÑOR NO ESCATIMA PRUEBAS

Jesús, no sólo da la Vida por cada uno de nosotros, sino que trata de convencernos presentándose, en sus discípulos, a cada uno de nosotros. Se reune con ellos y les presenta signos y huellas que dan testimonio de su Persona. La Resurrección es un hecho real y quiere que ellos lo vean con sus propios ojos y con sus propias manos.

Tomás, que no estaba en ese momento, se resiste. También te pasa a ti y a mí. Hay muchos momentos que nos resistimos, que vacilamos y nos dejamos embaucar por las dudas. Nos defendemos con nuestra razón y exigimos pruebas, milagros y hechos extraordinarios. Queremos que el Señor, como en un circo, nos deslumbre con su poder. Realmente somos indignos de merecer nada.

El Señor pasa por alto todo eso. Su Misericordia es Infinita y así lo propone al Padre. Su amor y su méritos satisfacen al Padre que nos perdona misericordiosamente. Sabe de nuestras debilidades y tentaciones y da poder a sus apóstoles, en el Espíritu Santo, para que nos perdonen nuestros pecados.

Te damos gracias, Señor, por esas pruebas de amor, y por tu Infinita Misericordia, que no merecemos. Nos postramos ante Ti y te pedimos que nos des la fe para ver, sólo apoyados en tu Palabra transmitida por tu Iglesia desde ese día de Pentecostés hasta hoy. Danos esa Gracia de perseverar si vacilar y de ser fuertes ante las tentaciones de este mundo que trata de apartarnos de Ti.

Y, de nuevo, Señor, aumenta nuestra fe sin la necesidad de estar buscando testimonios y pruebas que nos hablen de Ti. Creemos en tu Palabra y ella sola nos basta. Amén.

sábado, 22 de abril de 2017

INSISTO, SEÑOR: AUMENTA NUESTRA FE

Por muchas pruebas que tengamos no nos será fácil creer. Y es que nuestra humanidad está tocada y herida y vive en la oscuridad. Conozco a muchas personas que duermen en la intrascendencia y ceguera espiritual. Confiesan creer, y hasta tener alguna experiencia, pero su vida queda paralizada, inactiva y pasiva. No emprenden ningún camino. Viven indiferentes al testimonio y mensaje de Jesús.

Luego, ¿qué ocurre? Creo, como se cuenta en la parábola del rico epulón -Lc 16, 19-31- que ni apareciéndose un resucitado movería a muchos a cambiar. Ya ocurrió con Jesús. Ni creían en Él ni en sus Obras. En la primera lectura de hoy se trata lo que comenta ahora: En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, se sorprendieron y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús. Pero, viendo junto a ellos al hombre que habían curado, no encontraban respuesta.
Les mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar:
- « ¿Qué vamos a hacer con esta gente? Es evidente que han hecho un milagro: lo sabe todo Jerusalén, y... -Hech 4, 13-21-.

Poco ha cambiado respecto a hoy. Todo sigue igual. Se necesita una experiencia personal y profunda que toque nuestro corazón, y, así y todo, necesitamos la Gracia de Dios. Es verdad que, por nuestra parte, necesitamos dar un paso hacia adelante y esforzarnos en abrirnos y entregarnos para que el Espíritu Santo haga su trabajo, pero todo depende de la Gracia de Dios. Con ella daremos testimonio y proclamaremos, con nuestras vidas, la Buena Noticia de salvación. 

Y nuestro trabajo es ese. Estar atentos y aceptar nuestra mediocridad. Quizás sea esa su Voluntad respecto a muchos de nosotros. Ahí entra mucho en juego nuestra humildad y obediencia, que ha sido lo destacado en muchos de los que han llegado a tener una íntima relación con Él. Aceptar lo que Él quiere de cada uno de nosotros es aceptar su Voluntad. Y ese es nuestro camino, nuestra derecha y nuestra red.

Pidamos, confiados esa Gracia, ser abrazados pacientemente en la esperanza, que el Señor sabe lo que mejor nos va, y lo que verdaderamente necesitamos. Sea de una forma u otra; activo o paciente; iluminado o en la oscuridad; fuerte o débil, sostengámonos en el Señor y vivamos en su Palabra. Amén.

viernes, 21 de abril de 2017

¿DÓNDE ESTÁ MI PESCA, SEÑOR?

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDA


¿Dónde está mi derecha, Señor? ¿El lado bueno de mi vida donde puedo encontrarte y presentarte a los demás? Porque, quizás mis caminos son torcidos y erróneos. ¿Dónde está mi barca y mis redes para echarlas en tu nombre y sacarla llenas de peces? ¿Cuál es el lado bueno de mi vida y en dónde tengo que echar mis redes?

¿Donde estás, Señor? Miro hacia el horizonte y mi vista se pierde sin llegar a vislumbrarte. Y, como los apóstoles, pierdo mi tiempo dedicándolo a otros menesteres de menor importancia y trascendencia. ¿Dónde está mi orilla, Señor? Esa orilla a la que tengo que llegar como hizo Pedro, sin dudarlo y arrojándose al mar. Yo también quiero hacerlo.  

Quiero encontrar mi derecha, ese lugar donde mi vida debe echar sus redes y salvar a muchos peces de las aguas contaminadas de ese mar del mundo intoxicado y podrido. Quiero descubrir el lado derecho, correcto y misericordioso donde pueda echar mis humildes manos, para ayudar a nadar hacia donde, Tú, Señor, me esperas y me aguardas. Ese Mar Inmenso de tu Misericordioso Amor que nos limpia y nos inunda de paz y de gozo y nos llena plenamente.

Quiero llegar a esa orilla donde Tú, Señor estás. Dónde Tú, Dios mío, me aguardas y me esperas y llevarte mis pecados para compartirlo contigo. Y recibir de Ti, mi Señor, tu bendición y tu Pan. Aumenta, pues, Dios mío mi fe, para que yo también te descubra en la orilla de mi vida y sepa escuchar donde tengo que echar mis redes y recoger esos frutos que Tú esperas de mí. Amén.

jueves, 20 de abril de 2017

A PESAR DE QUE ARDÍAN SUS CORAZONES...

La fe es un don de Dios. Y eso es verdad porque, a pesar de que ardían sus corazones, también vacilaban y dudaban. La experiencia del verdadero encuentro lleva tiempo, salvo que el Señor quiera lo quiera de otra forma. Se les ha ido apareciendo. Primero a las mujeres, luego a los de Emaús, y ahora a los discípulos, y a pesar de que están saboreando esos encuentros y apariciones, se quedan perplejos, asombrados y temerosos.

No nos extrañemos que a nosotros nos ocurra eso mismo. De hecho nos ocurre, y nos pasa porque no depende de nosotros sino de Dios. La fe es un don de Dios, volvemos a repetir, pero eso no significa que esperemos con los brazos cruzados, sino, precisamente, todo lo contrario. Hay que buscarla; hay que pedirla; hay que ir a Galilea y profundizar en la Palabra, en las Obras y en la Asamblea. La fe se encuentra allí: 

Y es allí donde hay que pedirla. No estamos diciendo que hay que ir a Galilea física, sino que nuestra Galilea se encuentra en nuestra sed y hambre de buscar la Palabra originaria, tal y como la proclamó Jesús por aquella región de Galilea. Buscarla en las Obras con las que Jesús daba respuesta a su Palabra, su coherencia de Palabra y Vida, y en, con y por los hermanos, donde podemos hacer presente ese Amor del que Jesús nos habla.

Por eso, desde ahí la pedimos y desde ahí corremos, injertados en el Espíritu Santo, a buscarla, a encontrarla y a suplicarla. Esa fe que el mismo Jesús nos tiende abriéndonos sus Manos y enseñándonos sus llagas y dejándonos meter nuestros dedos en su costado. 

No busquemos donde no se encuentra ni donde no está. Busquémosle en su Palabra. Una Palabra que se hace vida y se transforma en las Obras de Misericordia: corporales y espirituales, porque ahí tendrás muchas oportunidades de abrazarle y de manifestarle tu fe y tu amor. Amén.