Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 18 de septiembre de 2017

DAME, SEÑOR, UNA FE DE CENTURIÓN

Sí, yo quiero y aspiro a tener una fe como la de aquel centurión. Y para ello cuento contigo, Señor. Y digo que cuento contigo, Señor, porque yo sólo nunca podré. La fe es un don Tuyo, y para tenerla necesito pedírtela y esperar pacientemente que Tú, Señor, quieras dármela.

Porque, Tú eres justo, Señor, y lo que decidas y hagas estará bien. Por eso, pacientemente, me postro a tus pies, y como aquel centurión, manifiesto mi demérito para ser merecedor de ese don gratuito que Tú, Dios mío, me puedas dar. Pero, a pesar de que mis palabras brotan como empujadas por el Espíritu, quiero sentirlas en lo más profundo de mi ser y experimentarlas en mi corazón. 

Dame, Señor, esa confianza e inocencia de experimentar la pureza de la fe. Esa intención pura. bien intencionada y buena de creer en tu Poder y tu Amor. Sé que eso no está a mi alcance si no es por tu Amor y Misericordia. Sé, Señor, que todo depende de Ti y que todo está en tus Manos. Por eso, como ese centurión del Evangelio, yo también me siento indigno de que entres en mi, y que sólo una Palabra tuya bastará para transformarme y llenar mi humilde y pobre corazón de fe.

He reflexionado mucho sobre este Evangelio. Lo he leído muchas veces y también oído en homilías, pero, ¿realmente mi fe ha aumentado? No lo sé, Señor. Y eso me preocupa. Quizás haya aumentado y no lo note, por eso, mi petición va dirigida a que me la aumentes, que me hagas crecer en fe, Señor, hasta el punto de experimentar y sentirte cerca y dentro de mí.

A extrañarte si Tú no eres lo primero en mi vida. A experimentar desorientación, sin sentido, desconcierto si Tú faltas en mi vida. A sentirme sin rumbo, perdido y vacío si tu presencia se aleja de mí. Dame, Señor, la Gracia de saberte y descubrirte siempre cerca, a mi lado, sabiendo que con y en Ti nada tengo que temer, porque Tú me salvas de todos los peligros y me llevas contigo a la Vida Eterna. Gracias, Señor.

domingo, 17 de septiembre de 2017

PERDONAR SUPONE AMAR, Y VICEVERSA

Cuando te esfuerza en perdonas estás significando que amar, porque amar supone perdonar. No amas porque tu sonrisa, ni tampoco por unas palabras amables o caricias. Esos signos llevan aromas de amor y huelen a amor, pero no son amor. El amor es un compromiso por el que estamos comprometidos a buscar el bien de los seres amados. Así nos ama nuestro Padre Dios.

Por eso nos perdona, porque nuestros méritos no son para perdonarnos, sino para condenarnos como aparece en el Evangelio de hoy en la parábola que nos cuenta Jesús: (Mt 18,21-35): En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno...

Experimentando el perdón que el Señor nos regala por amor, tomamos conciencia de esa infinita Gracia y nos esforzamos en corresponderle dándole las gracias y postrándonos a sus pies con el propósito de, asumiendo y aceptando su perdón, también nosotros perdonar a todos los que nos ofenden. Para ello le pedimos que nos dé la Gracia de ser humilde, paciente y misericordioso.

Te pedimos, Señor, perseverancia y fortaleza para, siendo paciente y misericordioso, soportar todas las ofensas recibida y, como Tú nos perdonas con tu Misericordia Infinita, también nosotros, inundados de tu Infinita Gracia, sepamos soportar y perdonar todas las injurias y ofendas que nos han infrigido. Y hacerlo siempre hasta la última gota de nuestra sangre, incluso cuando nos resulte incómodo y no lo entendamos, pues tampoco entendemos como Tú nos perdonas a nosotros con el daño que te hacemos y los rechazos que te devolvemos.

Danos, Señor, la sabiduría de aceptar y obedecer tu Palabra y guardarla en nuestro corazón teniéndote siempre presente como lo primero en nuestros corazones. Amén.

sábado, 16 de septiembre de 2017

TÚ, SEÑOR, ERES LA ROCA QUE ME SOSTIENES

Sí, Señor, Tú eres la Roca que me sostiene. Sin Ti, ¿a dónde iría? Mi vida en estos momentos se derrumbaría si Tú desaparecieras de mi corazón. Nada ya tendría sentido para mí. La vida, hermosa y bella, dejaría de serlo, porque eres Tú quien le da verdadero sentido y esperanza. La vida es vida porque Tú la haces Vida, Señor y la sostienes ante las tempestades y peligros de este mundo.

Dame, Señor, la fuerza y la fortaleza de sostenerme firme ante las tempestades de este mundo. Sosténme firme, erguido y sedimentado en la fe y la esperanza. Inamovible ante las tempestades que tratan de zarandear mi vida y de engullirme en el terremoto de los vicios, soberbia, hedonismo, pasiones y desenfrenos que amenazan acabar con mi vida.

Dame, Señor, la serenidad y la paz de saber sedimentar mi vida en tu Palabra y obedecer tus mandatos. Lléname, Señor, de la sabiduría que encienda mi corazón y lo disponga para amar. Amar cumpliendo tus mandatos y realizando tus mismas obras. No dejes apoyar mi corazón en las cosas mundanas. Seductoras y, aparentemente, hermosas y gozosas, pero traicionadamente vacías de contenido, de verdad y de verdadero amor. Llenas de malas intenciones que dejan mi vida hueca y sin sentido.

No dejes que mi vida se convierta en un árbol de malos frutos. Abónalo con tu Gracia, Señor, y convierte la savia que riega mi corazón en savia buena que genere buenos frutos. Toma mi vida, Señor, y apoyarla en tu Corazón, para que siempre supere todas las tempestades que amenazan con destruirla y derrumbarla. Danos, Señor, la capacidad de discernir y de elegir siempre tu Palabra llevándola a la práctica y vivencia de nuestra vida diaria y poniéndola como centro y norte de nuestra vida.

Confiado, Señor en tu Palabra, y abriendo todo mi corazón para, puesto en tus Manos, dejar que la Gracia de tu Espíritu recorra todas mis venas y la llenen de fortaleza, fe y vida para que sostenga firmemente mi corazón apoyado en Ti. Amén.

viernes, 15 de septiembre de 2017

H I M N O

 HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.




La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y, ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!
Llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma 
a su eterna gloria. Amén.


Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, memoria obligatoria
                                                                                                                   Común de Santa María Virgen
                                                                                                     Salterio: viernes de la tercera semana

jueves, 14 de septiembre de 2017

ME RESULTA PESADA LA CRUZ DE MI VIDA

Esa es la batalla que tengo cada día. Me cuesta hasta levantarme de la cama cada día. Empezar una nueva batalla me resulta pesado y molestoso. Instintivamente busco la comodidad, el entretenimiento, el gozo y la satisfacción de sentirme bien. Busco satisfacer todos mis sentidos y el mínimo esfuerzo. Busco el placer de ser alabado, admirado, escuchado, reconocido y... muchas cosas más.

Y en ese trajín de cada día, llevar un cruz me resulta incómodo, molesto y hasta pesado. Y, más todavía, cuando esa cruz se me atraviesa y me exige esfuerzos, verdad, denuncia, lucha y sacrificio, el mundo se me viene abajo y todo parece derrumbarse. Exponerme a que me insulten, no me reconozcan, no me alaben ni admiren, no me escuchen y, encima, me desprecian o relegan, me resulta muy duro. 

Tienes razón, no es que te resulte, sino que es muy duro. Pera esa es la Cruz a la que subió el Señor. Esa es la Cruz que el aceptó voluntariamente por ti y, también por mí. Esa es la Cruz que le presentó el Padre, y que Él no rechazó, a pesar de todo lo que veía que le venía encima. Es la Cruz por la que vino a este mundo, y se hizo Hombre, naciendo de María. Aquella joven que también aceptó su parte de Cruz, porque ser la Madre del Hijo de Dios no es cosa fácil. En principio le ponía una situación difícil de entender y solucionar.

Pues, a ti y a mí nos presenta Jesús esa Cruz. Su Cruz, que quiere que compartamos con Él. Y lo hacemos en la medida que también nosotros aceptamos la nuestra. ¡Sí, la nuestra! Esa que te encuentras todos los día y que te cuesta mucho empezar cada mañana. Esa, la de cumplir con tus obligaciones; esa, la de esforzarte en amar al enemigo; esa, la de ser responsable y entregarte al servicio; esa, la de matar tu indiferencia y mirar al hermano caído o excluido y tratar de ayudarle. Esa, que te dobla la espalda y te hacer caer una y mil veces.

Esa es tu Cruz, la que Jesús llevó primero y por la que dio su Vida para salvar la tuya. Y la que quiere, y te llama, que tú también compartas con Él. No te va a dejar sólo, sólo quiere que tú confíes y creas en Él y te unas a su Camino. Camino de salvación en el que te acompaña y espera tu colaboración. Sólo tienes que pedírselo y veraz el resultado. Amén. 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

SÓLO TÚ, SEÑOR, PUEDES CONVERTIR MI CORAZÓN

Nada podré hacer sin Ti, Señor. Quiero ser bienaventurado, pero para ello necesito despojarme de toda atadura materia e inmaterial. Quiero abrazar la pobreza, pero una pobreza de saber despojarme de todo aquello que me impide amar. Quiero empaparme de humildad, una humildad que me ayude a renunciar a todo aquello que me hace rico y me ata a las cosas de este mundo.

Por eso, Señor, consciente de mis limitaciones y de mi humanidad herida y tocada por el pecado, quiero suplicarte que conviertas mi corazón endurecido y materializado por el egoísmo de mi corazón. Un corazón que busca el placer, la comodidad, el gozo de la vida que trae el poder y las riquezas y que me lleva a la individualidad e indiferencia hacia los demás.

Quiero pedirte que inundes mi vida de paz, de serenidad y de capacidad de discernimiento, para saber y ver claramente donde está lo bueno, la verdad, la justicia y el bien, y no contemplarlo como un deseo, sino pasar a la acción y trabajar en la medida de mis posibilidades. Dame, Señor, la virtud de descubrir el gozo de amar y de darme, por amor, al bien de los demás.

Pero, también Señor, dame sabiduría para saber, no sólo descubrir y diferenciar el bien del mal, sino de apartarme de todo aquello que me pueda ocultar tu Amor y tu Verdad. Ayúdanos a todos y no dejes que la vida fácil y cómoda nos pueda, y perdamos la oportunidad de ser señalados bienaventurados por Ti, Señor. Danos esa fortaleza para estar siempre dispuestos a seguirte despojándonos de todo aquello que nos entorpece  y nos desorienta de tu camino.

Por eso, Señor, te suplico e insisto que nos des la Gracia de abrirnos a tu llamada y a tus mandatos, y de esforzarnos en ser esos bienaventurados que Tú nos señalas viviendo en tu Palabra. Porque, sólo Tú, Señor, puedes convertir nuestros corazones egoístas y corazones bienaventurados. Amén.

martes, 12 de septiembre de 2017

ENCONTRAR RESPUESTA A TU LLAMADA, SEÑOR

Necesitamos orar constantemente para encontrar respuesta a tu llamada, Señor. No es cuestión de un rato, ni de un día, semana o temporada. Se trata de una constante vida de oración. Un camino de suplicas para pedirte luz en cada instante de nuestros pasos, para no perdernos ni desorientarnos, pues el camino mundano se hace difícil, duro, seductor y peligroso.

Nuestros pasos están marcados por el peligro de las tentaciones. Ellas nos invitan a cada instante a pararnos y abandonar el contacto contigo. Nos ofrecen comodidades, placeres, diversiones, y una felicidad aparente, que, tan pronto como la hayamos aceptado, desaparece, dejándonos abandonados, vacíos y sin fuerzas para levantarnos y regresar al camino de la verdad.

Sabemos que no es fácil sostenerse, y la misión que nos encomiendas, Señor, no es tarea fácil. Por eso, queremos mantenernos junto a Ti mediante la oración. Ella es el vehículo que nos mantiene junto a Ti y nos da fuerza y capacidad para la lucha en cada momento. Tú nos das ejemplo y tus pasos han sido todos precedidos de una íntima relación con tu Padre. También nosotros queremos hacer lo mismo, pues sabemos de nuestra impotencia para sostenernos sin tu ayuda.

Queremos responderte, Señor, y encontrar respuestas a tu llamada. Y sabemos que la oración, el diálogo constante contigo, nos hace fuerte y nos vitaliza para cumplir con la misión de transmitir el Evangelio. Pero, nos encontramos con un problema, posiblemente no sabemos orar, o no mantenemos la concentración debida para que nuestra oración surta efecto y sea eficaz. Danos esa Gracia, Señor.

Que sepamos ser conscientes de lo que decimos, y que llevemos a la vida la palabra transmitida según tu Evangelio. Que oremos con conciencia, sabiendo lo que decimos y tratando de vivirlo en cada momento de nuestra vida. Amén.