Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 17 de septiembre de 2019

TENGO, SEÑOR, QUE VOLVER A PEDIRTE QUE ME AUMENTES LA FE

Resultado de imagen de Lc 7,11-17
Si algo sé en esta vida es que un día llegará el momento de mi muerte. Y no me asusta pensar en ello, porque, es obvio, que tiene que venir. Lo lógico es que me prepare para ello. El sentido común me dice que si algo sabes que es seguro, procura que no te sorprenda. Por lo tanto, en lugar de tenerle miedo será más inteligente prepararte para que no te coja desprevenido y despistado.

Dando por sentado y acertado este pensamiento, lo verdaderamente importante es cuidar tu cuerpo. Eso lo hace mucha gente:  dietas, ejercicios, revisiones médicas...etc. Pero, no sólo el cuerpo, porque sabemos muy bien y de ciencia muy cierta que el cuerpo, a pesar de todos sus cuidados, muere y se destruye. Pero, el alma sigue su camino. Algo de nosotros perdura y eso también tenemos que cuidarlo. Quizás con mucha más intensidad y atención, porque, lo que no muere tendrá más importancia.

Lo extraño y sorprendente es que todos queremos perpetuarnos, no sólo que nos recuerden, sino que nuestra vida se prolongue eternamente. Claro, damos por sentado que en gozo y salud perfecta, pues de lo contrario sería indeseable. Y eso es lo que piensa la mayoría, que una vez muerto no sufrirán. Pero, de eso no dice nada la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios nos advierte todo lo contrario. Según hayas vivido y gastado tu vida, ahora durante el tiempo de tu recorrido, así vivirás toda la eternidad. Esto quiere decir que, si has vivido para ti, y pensando en ti, perderás tu vida. Y si la has vivido pensando en los otros, sin importarte la tuya, la habrás ganado para toda la eternidad en plenitud de gozo y felicidad.

Y esto se lo dice el Evangelio - Mt 16, 25 - y lo revela muy claramente. Y vuelvo con mi sorpresa, ¿es que la gente no entiende, o es que está hechizaba y sometida al Maligno? Porque, es posible y hasta normal que te venga dudas, pero es tan cierto que de algún sitio has salido y la Vida y Obras de Jesús te lo deja bastante claro. Y cuando te pones en sus Manos te ayudará, por la Gracia del Espíritu Santo, a fortalecerte para aumentar tu fe y superar todas las tentaciones y peligros. Es eso, Padre del Cielo, lo que hoy te pedimos. Aumenta nuestra fe y danos la fortaleza para vivirla consecuentemente. Amén.

lunes, 16 de septiembre de 2019

DE NUEVO, SEÑOR, UNA VEZ MÁS, AUMENTA MI FE

Resultado de imagen de Lc 7,1-10
Me siento inquieto y preocupado y también interpelado con este Evangelio de hoy, porque mi fe no es la que me gustaría que fuera. El centurión del Evangelio me señala y me siento triste y débil. Mi fe no llega a comprometerme lo que a mí me gustaría y me siento fracasado. Me siento muy lejos de experimentar esa fe que experimentó aquel centurión y me siento impotente y débil ante la respuesta de mi compromiso bautismal.

Porque, el día de mi bautismo, mis padres y padrinos pidieron a la Iglesia la fe, pero, ¿he sido yo, a través del recorrido de mi vida, fiel a ese compromiso? Supongo que no, aunque desde edad muy temprana me he sentido cerca de la Iglesia y he tratado de corresponder, sin ser muy consciente de ello, a mi compromiso de bautismo. Por supuesto que he recibido la fe, pero, ¿la he cultivado? ¿He crecido en ella y me he dejado mover en su confianza? La respuesta es que no lo sé, pero mi experiencia es siempre preocupante porque creo que debería ser cada día mayor que el anterior.

Y es eso lo que hoy vengo a pedirte, Señor. Aumenta mi fe y no dejes que el mundo, demonio y carne me alejen de Ti. Al menos quiero perseverar en no dejar de pedírtelo y tratar de permanecer a tu lado para sostener mi corazón atento, vigilante y abierto a tu Gracia cuando Tú, mi Señor, lo decidas. Porque, yo siempre creo que Tú estás ahí, me escuchas y me das todo lo que me conviene y necesito para fortalecerme y seguir mi camino hasta llegar a Ti.

Y desde este humilde rincón de oración, te vuelvo, Señor, a insistir y de nuevo, una vez más, la penúltima, suplicarte que aumentes cada día un poco más mi fe. Amén.

domingo, 15 de septiembre de 2019

¿Y TÚ, ESTÁS EN ACTITUD DE BÚSQUEDA?

Resultado de imagen de Lc 15,1-32
Dios ha dado el primer paso, pues Él te ha creado, pero te ha creado libre y ha dejado en ti la iniciativa para abrirte a su búsqueda. Es posible que si no tienes esa actitud o iniciativa no respondas ni te des cuenta de que Él te busca primero. En las parábolas de hoy Jesús nos explicas la necesidad de tener esa actitud. Nos habla del pastor que sale en busca de la oveja perdida y de la mujer que teniendo diez monedas, si le pierde una, no se esfuerza en hacer todo lo posible para buscarla.

Pero, quizás la parábola más significativa y profunda es la que nos muestra el amor del Padre y las actitudes de nosotros sus hijos. Porque, podemos estar encuadrados en ese perfil del hijo menor o del mayor. Serán esas actitudes las que tendremos que buscar en nosotros y reflexionar al respecto. Y para eso, Señor, te pedimos capacidad de discernimiento; sabiduría para encontrar soluciones y, sobre todo, humildad, como la del hijo menor para levantarnos y emprender el regreso a casa. O la paciencia, ternura y comprensión para apagar la ira y la envida en nuestros corazones y no ensoberbecernos como el hijo mayor.

Te pedimos, Señor, un corazón como el del Padre que Tú muy bien nos enseña y nos revela en esa parábola del hijo prodigo o Padre Misericordioso. Queremos sentir como Él y amar como Él. Y reconociendo nuestras limitaciones y pecados acudimos a Ti, Padre Bueno, para que nos conviertas nuestros corazones endurecidos por el pecado, pues con nuestras fuerzas no podremos lograrlo. Amén.

sábado, 14 de septiembre de 2019

CAMINANDO HACIA TI, SEÑOR

Resultado de imagen de Jn 3,13-17
Sin darme cuenta y, por tu Gracia, Señor, me he quedado sin camino, porque mi camino es tu Camino. Y doy gracias al Cielo por caer en la cuenta que no soy yo quien camina sino que eres Tú, Señor, quien me llevas y mi guias. Claro que mis torpezas y pecados te hacen dibujar en mi vida renglones torcidos, pero Tú, mi Señor, sabes siempre enderezarlos y llevarme al terreno del amor.

Sólo puedo optar a una cosa buena, y es creer en Ti, Señor y fiarme de tu Palabra. Porque, mis mal llamados méritos no tienen valor, pues todos me han venido de Ti y de forma gratuita, de modo que nada merezco. Soy digno hijo tuyo porque Tú así lo has querido y porque tu Hijo, enviado a dar su Vida de forma voluntaria, así lo ha aceptado, rescatándome de una condenación segura.

Desde este simple razonamiento mi vida sólo tiene el valor de tu Infinito Amor, Señor, que por mucho que me proponga y me afane nunca lo podré entender. Por todo ello, no puedo encontrar en mi corazón sino un gozoso deseo de gratitud, adoración y de alabanza a tu Nombre, Señor, pues en Ti, está mi salvación y todas mis esperanzas.

Reconozca la gratuidad de tu Amor, a pesar de que no lo entiendo. Nunca lo entenderé sino cuando Tú decidas, por tu Infinito Amor Misericordioso, revelarmelo. Y en esa esperanza dichosa vivo y camino esforzándome en refugiarme y esconderme en tu Palabra sin dejar de mirar tu Cruz gloriosa, donde te diste totalmente gratuito y sin condiciones para que yo y otros muchos podamos ser exculpados de nuestros pecados.

Qué más puedo decirte, Dios mío, sino darte repetidamente e insistentemente las gracias por tanto amor gratuito sin esperar nada a cambio, sino buscando mi felicidad y mi gloria eterna. Me asombra tanta gratuidad y tanto Amor hasta el punto que no llego a comprenderte. Claro, mi corazón es humano y el Tuyo Inifinitamente sobrenatural, por expresarlo de alguna manera. La distancia es infinita y nunca podré llegar a comprenderte, pero, tampoco, nunca durante mi camino en este mundo dejaré de vivir en y con la esperanza de encontrarme contigo. Amén.

viernes, 13 de septiembre de 2019

MOTAS Y VIGAS

Resultado de imagen de Lc 6,39-42 por Fano
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 



Dame, Señor, la fortaleza y la voluntad de mirarme a mí mismo y descubrirme pecador y necesitado de tu Infinita Misericordia. Gracias, Señor, por reconocerme pecador y no merecedor de tu Misericordia y de todo lo que de Ti, Dios mío, he recibido. Muéveme a que, antes de mirar para otro descubrir las vigas que impiden ver a mis ojos y le ocultan la verdad. Sobre todo, las motas en los ojos de los otros.

Dame, Señor, la sabiduría de superar y vencer esa inclinación a mirar las vigas de los otros cuando están, primero, dentro de mí. Dame la sabiduría de limpiar primero las vigas de mis ojos para ver las motas en la de los otros y poder ayudarles. Y sostenerme en esa actitud me exige lucha diaria para no dejar que la oscuridad ciegue mi vista. El mundo, demonio y carne son una constante amenaza y con sus tentaciones nos tapan nuestros ojos y nos somete a permanecer en la oscuridad. 

Nuestra propia experiencia en el camino nos descubren que nuestras propias fuerzas no son suficientes para la lucha ni para vencer esas tentaciones ni limpiar las vigas que ocultan nuestros ojos de la luz. Necesito, Señor, tu Gracia y tu Misericordia para encontrar la sabiduría y la fortaleza con las que limpiar la vigas que impiden a mis ojos ver la verdad y perseverar en la humildad.

Dame, Señor, la necesaria humildad para dejar que tu Gracia purifique y limpie mis ojos de todo aquello que les impida ver y por la acción de tu Espíritu pueda, una vez limpio, servir y ayudar a limpiar las motas de mis hermanos. Amén.

jueves, 12 de septiembre de 2019

DESDE LA HUMILDAD DE MI POBRE PERSONA

Resultado de imagen de Lc 6,27-38 por Fano
Hoy, Señor, quiero, primero, darte las gracias por la vida que me has dado. Segundo, por darme cuenta de la necesidad de darte las gracias y descubrir todo lo que se ha recibido. Gracias por este don de, si no bien, si, al menos, entendible de poder escribir mis humildes oraciones y reflexiones. Y, sobre todo, gracias por sentir esa necesidad de hacerlo y de decírtelo.

Gracias por sentir la inquietud de buscarte desde edad muy temprana. Gracias por confiar en tu Poder y tu Palabra. Gracias por amarme, no sólo de Palabra, sino con obras, sobre todo desde la entrega generosa de tu Vida. Gracias por hablarme tan claro, como el Evangelio de hoy. Gracias, porque, aunque mi vida está tan lejos de cumplir con lo que Tú me dices y me has demostrado con tus obras, yo creo en tu Palabra y, a pesar de mis pecados, debilidades y fracasos confío en Ti y me entrego en tus brazos para que seas Tú quien me transforme ese corazón mío endurecido e individualizado en un corazón como el Tuyo.

Gracias, Señor, Gracias, porque, aunque todo mi ser no puede entenderte ni comprenderte, Tú eres la razón de mi vida y sin Ti no sabría entender este mundo absurdo que te da la espalda. Gracias, Señor, en tus Manos me abandono. Amén.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

UN CAMINO QUE NO APETECE

Resultado de imagen de Lc 6,20-26 por Fano
No es fácil aceptar un camino en principio escabroso y abrupto. Si así nos lo presentan hay que pensarlo con detenimiento para aceptarlo. Ante las Palabras de Jesús en este Evangelio de hoy se nos presenta una situación como la señalada al comienzo de esta reflexión. ¿Cómo escoger este camino lleno de tropiezos y peligros? Primero, no es apetecible; segundo, ¿podré recorrerlo? 

No estamos ante una opción fácil de decidir o escoger. Nuestra naturaleza está inclinada a no sufrir y a desear pasarlo bien. ¿Conoces a alguien que desea pasarlo mal? Eso no tiene sentido y no corresponde a las inclinaciones de nuestra propia naturaleza. Sin embargo, llamados a amar estamos dispuestos a sufrir y padecer los peligros y necesidades que se nos presente por amor. Eso si lo sentimos en lo más profundo de nuestros corazones. Y eso nos descubre que hemos sido creados por y para amar.

Por eso, Jesús nos presenta hoy dos caminos y nos da el nombre de bienaventurados, que significa dichosos y felices, a aquellos que se adentran por este camino estrecho y lleno de difícultades. De antemano sabemos que nos cuesta mucho y que, no sólo nos cuesta sino que, por nuestras fuerzas, no podemos superarlo ni recorrerlo. Necesitamos hacerlo yendo de la Mano del Señor y fuertemente agarrados a Él. Necesitamos reflexionar y alumbrarnos con su Palabra y, sobre todo, con su Cuerpo y Sangre, la Eucaristía, para, fortalecidos en Él, superar todas las tentaciones que nos irán saliendo al paso.

Con, por y en Él tendremos fuerza para llorar con los que lloran; sufrir con los que sufren; padecer con los que padecen; tener sed de verdad y justicia; soportar odio, afrentas e insultos por Jesús. Y en Él seremos bienaventurados, porque, precisamente en Él se esconde ese Tesoro que apetecemos y que muchos, cegados por el mundo, demonio y carne, se adentran en el mundo y sus placeres equivocando el verdadero y único camino de salvación. Pidamos al Señor esa sabiduría, fortaleza y luz para saber escoger nuestro verdadero y único camino tomados de su Mano, y tratemos de permanecer y sostenernos junto a Él. Amén.