Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

jueves, 7 de noviembre de 2013

¿QUÉ CELEBRAMOS EN LA VIDA?



Hay muchas cosas que nos alegran y celebramos: cumpleaños, santos, bautizos, bodas, premios...etc. A cada acontecimiento importante en nuestra vida corresponde una celebración. Descubrimos entonces que la vida es un celebrar y encontrarse a cada instante.

Nos encontramos con un amigo, y celebramos ese encuentro. Un café, un abrazo, una sonrisa, un diálogo... de cualquier forma, una fiesta. Porque el hecho de ser fiesta no significa que tiene que celebrarse de la misma manera o forma. También celebramos las penas y tristezas, aunque de forma más melancólica y angustiosa, pero a fin de cuentas son diferentes formas de celebrar.

Los creyentes en Jesús celebramos su encuentro con Él, porque encontrar a Jesús significa encontrar la Vida, la felicidad y el gozo eterno. Descubrir este hallazgo valioso, este tesoro, es descubrir que la vida en sí es una pura y constante fiesta. Es la Fiesta de la Salvación.

Por eso, hoy, llenos de gozo y alegría, nos unimos en una Fiesta eterna de cantar alabanzas y gracias al Padre del Cielo por habernos entregados al Pastor, su Hijo Jesús, para cuidarnos, protegernos y llevarnos al redil de su rebaño donde seremos felices.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

A VECES MI PASOS, CANSADOS, TIENEN DIFICULTAD PARA SEGUIRTE



Me recuerda aquella marcha a paso ligero para llegar a tiempo a la Eucaristía. Supongo que Mento la recuerda muy bien. Pues bien, en la vida ordinaria, mi vida por ejemplo, mis pasos sienten el cansancio y la dureza del camino contra corriente. Seguir a Jesús es un camino de espina, contrario a la corriente del mundo, y lleno, a demás, de dificultades, incomprensiones y trampas.

Mientras el mundo ama a los que le aman; dan a los que le dan; valora a los que tienen poder y capacidad para dar a cambio de... El Reino de Dios, ese Reino que queremos seguir, ama a los que no dan; da a los que no dan ni tienen que dar; sirven a los que no te sirven e incluso te rechazan, y aman precisamente a aquellos que te odian y te hacen la vida imposible, e incluso te ponen trampas en el camino.

Queda a la vista muy claramente que, seguir a Alguien que te ofrece este camino duro y al revés del mundo donde vives, se hace muy difícil por no decir imposible. Sin embargo, lo sorprendente que lo hace posible es que ese Alguien, Jesús de Nazaret, no sólo te dice que lo sigas, sino que Él se pone a la cabeza y va delante. Tú y yo solo tenemos que ir detrás. Quién abre el camino es Él; quién señala la ruta es Él; quién ánima y da fuerzas para sortear los peligros y superar las trampas es Él. Con, por y en Él se puede lograr.

Y esa es nuestra esperanza, nuestro ánimo, nuestra fuerza, nuestro poder. En Él nos sabemos fuertes, e invencibles; capaces y perseverantes; pacientes y serenos. En Él nuestros pasos cobran vida, se fortalecen y se renuevan y descansan del cansancio para, recuperados, emprender con firmeza y sin vacilación el Camino de la Verdad. 

Pidámosle esa Gracia al Padre, que nuestros pasos no dejen nunca de seguirle a pesar de nuestro cansancio y nuestros pecados.

martes, 5 de noviembre de 2013

ACEPTO LA INVITACIÓN SEÑOR

Lc 14, 15-24


Quiero asistir al Banquete. A ese Banquete que Tú has preparado para mí. Pero necesito un traje limpio, nuevo y adecuado a mis medidas y tamaño. Porque el mío, o los míos, los que tengo ahora y uso ahora, están sucios, aunque aparentemente lucen limpios, y no se adecuan a mi tamaño ni a mis medidas.

Necesito un traje a mi medida, a la medida de la etiqueta de tu invitación y de tu Fiesta. Porque presiento que ese Banquete siempre lo he estado esperando. Quizás no esté lo suficientemente preparado, pero Tú, Padre Bueno, puedes, y seguramente querrás hacerlo porque me demuestras mucho amor, ayudarme a buscar y probarme ese traje que neceisto para poder ser admitido en el tu Banquete.

Padre, no quiero perdermelo. Dame la paciencia, la sabiduría y la fortaleza de dejar todo aquello que me impide aceptar tu invitación. Yo quiero asistir y que esa, tu Invitacion, sea la prioridad de mi vida. No quiero poner excusas, ni trampas, ni autoengaños. Dame la Gracia de tu Misericordia para saber revestirme de ese traje nuevo con el que Tú quieres que asista.

lunes, 4 de noviembre de 2013

SÓLO TE PIDO TU GRACIA



Eso es lo que quiero, aunque no sea lo que hago. Recuerdo ahora las palabras de Pablo de Tarso: hago lo que no quiero, y dejo de hacer lo que quiero. A mí me ocurre igual, y más en esto de dar y no recibir. Para qué esconderlo, Señor. Tú sabes los secretos y las apetencias más profundas de mi corazón.

Por eso, Señor, me confieso, como aquel publicano, un pobre pecados y clamo por tu Misericordia. Pero, también aprovecho para pedirte la Gracia de transformar mi corazón egoísta y de piedra, en un corazón generoso y de carne, capaz de darse simplemente por amor sin esperar nada a cambio.

No quiero nada más sino eso, porque sé que dándome recibiré todo aquello que deseo, que aunque se me esconda a mi corazón, es la dicha que todos buscamos: la paz y la felicidad eterna que sólo se encuentra en Ti.

Hoy, Padre del Cielo, quiero acompañarme y apoyarme en María, la Madre que Tú elegiste para tu Hijo Predilecto. Porque Ella supo ser humilde, desprendida y generosa, dándose en su totalidad sin esperar nada a cambio, sin entender muchas cosas, sin imaginar ni sospechar el camino. Sólo confiada en tu Palabra. Danos un corazón como Ella y fortalécenos para vivirlo en la esperanza confiada en tu Palabra.

domingo, 3 de noviembre de 2013

SEÑOR, PENETRA MI CORAZÓN Y TRANSFÓRMALO



La personalidad de Jesús debe ser sorprendente e influyente. Quien se acercó a Él y le conoció profundamente quedó tocado y transformado. El testimonio de muchos que así lo vivieron lo demuestra: Zaqueo, Mateo, Magdalena, el Centurión...etc. 

La pregunta ahora es: ¿Y yo? ¿O precisamente estoy lejos y apenas me he acercado? ¿Por qué mi vida a penas ha cambiado, o no cambia como a me gustaría verme cambiado? Posiblemente, ¿será porque mi cercanía con el Señor es una cercanía superficial? ¿Una cercanía que no deja actuar al Espíritu Santo y se cierra a su acción?

Supongo que la mejor oración que hoy podemos hacer es pedirle al Señor que nos abra nuestro corazón de piedra y nos lo transforme en un corazón de carne. Un corazón como el de Zaqueo que sea capaz, en el encuentro con Jesús, de dejarse transformar y comprometer, por amor, con lo demás.

Transforma mi vida Señor, y dame la serenidad, la valentía y la fuerza de experimentar tu cercanía y el fuego de tu Amor, que haga que mi vida se vuelva sensible, generosa y abierta a darse al bien de las personas y a la proclamación de tu Amor.

sábado, 2 de noviembre de 2013

¿QUÉ PUEDO OFRECERTE SEÑOR?



A la hora de mi atardecer me asaltan mis miedos y dudas. No tengo nada que darte. Miro mi vida y no veo los frutos que pienso Tú esperas de mí. ¿Qué puedo ofrecerte? Analizo mi camino y encuentro decepciones, fracasos, caídas, pecados, infidelidades... y pocos frutos. Mi cosecha es pobre y mis manos, ¡siento miedo!, están vacías. ¿Qué puedo ofrecerte Señor?

Me consuela y da esperanza cuando el momento de tu Crucifixión, aquel ladrón experimentó tu divinidad, y el Espíritu le iluminó para reconocerte verdadero y único Hijo de Dios. Reconoció sus miserias y sus pecados. Por eso yacía allí, junto a Ti, castigado a una muerte de cruz por sus propios pecados. Sin embargo, reconoció tu limpieza, tu Verdad, tu inocencia para que Tú Señor merecieras ser condenado a morir en la Cruz.

Y, ofreciéndote sus miserias y sus pecados, te pidió que te acordaras de él cuando estuvieses en tu Reino. Y Tú Señor le respondiste: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso». Posiblemente aquel ladrón no tendría nada que ofrecerte y a Ti nada te importó. Igual que me pasa a mí Señor. No tengo sino miserias como aquel buen ladrón. Ten piedad y acuérdate de mí cuando estés en tu Reino.

viernes, 1 de noviembre de 2013

GRACIAS PADRE POR DESCUBRIRME QUE SIN TI NADA SOY



Y es que todo lo que somos es pura Gracia de Dios. Tomar conciencia que cada paso que das es por la Gracia de Dios, es caer en la cuenta que caminas porque Él te sostiene en el Espíritu Santo. No podría ser de otra forma, porque ante el sermón de la montaña tu pobre corazón queda encogido y sin aliento.

Bendecir y bienaventurados aquellos que sufren, que son pobres, humanos, que lloran, que padecen hambre, persecuciones, injusticias... Los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz... equivale, en un mundo como el nuestro, en remar contra corriente. Porque, el mundo busca lo contrario y cree, de forma ciega y tozuda, que lo que busca, la felicidad, la encontrará ahí.

Nosotros, los que tratamos de seguir a Jesús, experimentamos que así no es, pero también sufrimos en nuestras propias carnes la dureza de vivir en las bienaventuranzas. Nos damos cuenta que solos no podemos y que necesitamos la Gracia y las fuerzas del Espíritu de Dios. Y esa es la razón, no hay otra, por lo que Jesús nos ha prometido la asistencia y compañía del Espíritu Santo. En Él, con Él y por Él podemos caminar en el reto de vivir en el espíritu de las bienaventuranzas.

Y a Él nos encomendamos suplicándole que nos inunde de su Gracia para poder, como Jesús, darnos en amor bienaventurado a los demás.